Una crítica magistral a todas aquellas acciones que carecen de sentido. Resaltando el fono violento que esconden maneras de pensar antisociales, que son cerillas que pueden desatar fuegos gigantescos.

Aplaudo la manera de contar esta historia. Poniendo encima de la mesa, el pasado del protagonista (infancia), el punto en el que toca fondo, y las consecuencias de sus acciones. Personalmente no empatizo, nunca están justicados tales comportamientos, pero me ayuda a entender que todo tiene una causa, y probablemente nadie nazca queriendo hacer el mal.

Echo de menos profundizar en algunos personajes, para entender mejor la psicología de los cambios en las actitudes de otros.

Lo mejor la relación del director de la escuelas con los dor hermanos Vinyard.

En la vida puedes encontrarte con situaciones adversas, que aunque parezcan imposibles, sí, te estén pasando a ti. No paras de repetirte que es injusto y que no te lo mereces, pero de una manera u otra tienes que lidiar con ello.

Sorogoyen lleva a los personajes al límite. Gracias a la brillantez de las actuaciones, por momentos parece que puedes llegar a empatizar con ambas partes, y entender que las dos caras de la moneda tienen su lógica. Pero existen individuos con pocos escrúpulos, que no entienden que el amor es más fuerte que el odio, y que, si es verdadero puede con todo, aunque el precio sea alto.

Queremos más Sorogoyen y más España profunda.