Sin embargo, ya al segundo muerto (descuiden, quedan muchos) las expectativas decaen sin prisa pero sin pausa, con la misma cadencia con la que crece el estupor del espectador.
En un momento dado el ingenuo taxista, obligado por las circunstancias, mantendrá un tenso cara a cara verbal con un peligroso capo, resultando inexplicablemente capaz de alcanzar su mismo nivel de arrogancia amenazante, ingenio y demás recursos propios de la mafia.
La acción discurre entonces por diversas escenas de manera confusa y grumosa a la vez que lenta.

El protagonista que, como no, resultará mas hábil que la policía cuando toque ser un héroe, es dueño de una ética personal a prueba de bomba (y del discurso pesimista trascendental del malvado Vincent -Cruise) que no nos dejará librarnos de la mas rancia demagogia del Hollywood mas pasteloso (.."has caído bajo amigo...MUY bajo!"...) hasta levantarnos del sofá.

Tal es el extremo, que tras la resolución gloriosa de la trama cuando el bueno de Max además de haber salvado a la chica de sus sueños consigue librarse del malo malísimo, no puede si no mostrar una mueca de dolor al ver morir a su enemigo, en lugar de sonreír de alivio como haría cualquier mortal, y es que así de grande es su espíritu.
En definitiva:
Una historieta ingenua, pobre de contenido, con personajes planos e inverosímiles y torpemente narrada.