La primera pregunta que deberíamos hacernos, es por qué un documental que ha obtenido varios premios a nivel internacional, es censurado en su país de origen en pleno siglo XXI.

No sólo censurado, si no que cuando se iba a presentar en un Festival de Derechos Humanos en Cataluña, los coordinadores del festival recibieron una llamada que les amenazaba con eliminar el festival si se atrevían a acoger dicho documental. ¿Qué tipo de festival de DDHH se puede preciar si no es capaz de emitir justo aquello por lo que dice luchar?

Varias de las personas que en él participaron recibieron amenazas de muerte y muchos llegaron a pedir que se les quitara del documental. Universidades, “so-called” templos de la diversidad, el saber y el debate cancelaron sus proyecciones. Espectadores que fueron a proyecciones fueron increpados, insultados y escupidos por las nuevas veladoras del ¿respeto? que no alcanzaban la mayoría de edad.

¿Pero de qué va el documental? El objetivo era presentar la realidad de que existen hombres maltratados, pero aparentemente en España decir eso es incompatible mientras existan mujeres maltratas. No preguntes por qué. Y además, de cómo se utiliza la ley LIVG de 2004 para eliminar la presunción de inocencia del hombre (art. 14 de la constitución) y/o obtener ventajas económicas o de custodia compartida… no sólo para las mujeres sino para muchas instituciones (hay organismos que reciben cuantías por objetivos, en función de las denuncias que se realizan).

Técnicamente puede dejar un poco que desear, pero la valentía de haberla rodado es indiscutible. Con un título inmejorable: Silenciados. Algunas frases:

“La violencia física de las mujeres jóvenes en Alemania y Reino Unido forma ya casi el 50% de los agresores”, Jose Luis Sariego

La importancia de este documental se debe a varias razones.

Vas a ver un documental que en pleno 2017 ha sido boicoteado, vilipendiado en los masas media y censurado. Esto ha ocurrido en salas de países occidentales como Australia o Canadá. Y llama más la atención que la censura se haya producido en el seno de universidades, antaño, espacio para la discusión, reflexión y exposición de ideas. Lo que es más, asistentes a sus proyecciones han sido increpados ¿El motivo? Se trata de un filme que busca proyectar los problemas de un sector de la población.

España no es ajena a esto. En mi tierra, en pequeñas aldeas puedes ver grafitis como “MRA=Llorones”. MRA son las siglas en inglés de Men Rights Advocament, o lo que es lo mismo Movimiento por los derechos de los hombres (MDH).

Eso, y sólo ese graffiti indican el sendero del feminismo actual. Si bien, muchas de sus integrantes son buenas personas, el feminismo mainstream y de los mass media confunde –y van años de confusión- luchar por los derechos con insultar, despreciar e incluso odiar. Hasta tal punto que ocurre que su rechazo y desprecio sea legal tanto mediática como institucionalmente. De ahí el afanado boicot y rechazo a ver las realidades de ese grupo de hombres que luchan por visibilizar ciertos problemas, y el boicot a esta película.

Un dato importante es el viaje de introspección personal que sufre la directora. Feminista convencida, tiene que luchar contra sus creencias al ser consciente de lo que está ocurriendo. Lo más destacado es lo que ella misma afirma en charlas externas al documental, no abandonó el feminismo por culpa de los MRA, abandonó el feminismo por culpa del propio feminismo, pues éste, no sólo dejó de ser un referente en la búsqueda de respeto y tolerancia, sino que su movimiento se lanzó contra ella por el mero hecho de exponer estos problemas, que parte del feminismo consideran como “del enemigo”.

Este trabajo es importante porque existe, porque lleva varios premios ganados, por el viaje personal de la directora, porque se intenta boicotear en pleno siglo XXI (Netflix tampoco quiso incluirlo en su catálogo).

Pero lo más importante, es porque los MRA sólo desean exponer sus problemas, y esto es algo que se podrá silenciar. Pero nunca eliminar.

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Vir y Luis se acaban de enterar de que ella está embarazada. Luis toma decisiones sin consultar a Vir, y Vir le humilla y desprecia. Se trata de la convivencia de una pareja disfuncional e incluso tóxica. Incluso si cambiamos los diálogos, Luis podría tener más que un problema legal. Las buenas críticas pueden dar a entender que es un reflejo de la realidad. Pero la verdad es que no puedo ver más que una relación tóxica destinada al fracaso. Cada uno que conciba las relaciones de pareja como desee, pero ese noviazgo está muy lejos de representar una situación de pareja “normal”.

Aparte de esto, se trata de una película fría y distante. Nos recuerda a Verano del 93, aunque no tan lenta. Los momentos de tensión son mayores a los momentos cariñosos que puedan tener. El filme emana mucho “malrollismo”, incluido el efecto que te deja al terminar la película.

Es una película que ya se ha visto. Se ha grabado muchas veces de diferentes formas. Entiendo que cada generación ha de ahondar en sus inquietudes nuevamente, pero es que hace tiempo decidí que dedicaría mis dosis de entretenimiento voluntario a películas “buenrollistas”, exceptuando quizás algún pequeño caso, por lo que no recomiendo esta película. Con la portada me imaginé el resultado, pero le di una oportunidad ya que a un amigo le había gustado. Los que consideran esta relación como normal valorándola con alta nota, no sé si me dan más pena o miedo.

Narra el individualismo creciente en Suecia, comenzando por las relaciones entre hombre y mujer. Se trata de un individualismo que “libera” a los ciudadanos, a los jóvenes de los adultos, a los ancianos de los jóvenes y a la mujer del hombre. En este último caso hasta tal punto que ya no se les “necesita” para tener hijos.

Lo que es una libertad y logro se torna en algo siniestro, cuando varones aceptan donar su semen “voluntariamente” por “el bien” de la sociedad y ellas se inseminan tranquilas en casa, sin que haya existido ningún contacto físico, al más puro estilo de Demolition Man. En la película por lo menos se podían ver las caras. “¿Para qué vale el hombre en el futuro?” se pregunta el director de dicha empresa dejando la pregunta en el aire.

Sin que se vea como defensa de esa guerra entre “familia tradicional” y lo que sea su opuesto, y sin cuestionar el modo de vida que cada uno elija, no deja de ser un documento crítico con una realidad en cierto modo bastante triste. También es cierto que las relaciones de los nórdicos no son las mismas que las de los mediterráneos.

El individualismo ha calado tan alto, que aumenta el número de ciudadanos que mueren solos (o se suicidan) sin que nadie les reclame aún cuando algunos tenían familia. Uno de cada cuatro, creo recordar. Todo en aras de la “libertad”, la seguridad, y el resultado de dicha suma, la paradoja de la felicidad.