Fuimos a ver una película sobre Ray Charles. Biopic sobre el genial músico ciego desde la infancia, ponía en la cartelera. Músico. Ciego. Esas dos palabras bastaron para convencernos. Por el camino coincidimos en que su historia tenía que ser narrada desde el oído. En la cola hablamos de la tiranía de la imagen en la vida y en el cine. Luego nos sentamos en nuestras butacas, esperando en silencio a que la sala se oscureciera. Al comenzar la película nos dimos cuenta de que "veíamos" sólo cuando "oíamos". Una banda sonaba. La imagen de cada instrumento estaba aislada, conquistada por la percepción del oído. Los músicos no tenian rostro. El espacio como dominio del ojo, si existió alguna vez, se había convertido en una idea con un valor puramente sentimental. Y lo que ocurrió entonces fue que todo volvió a ser como siempre. Y recordamos un pasado saturado de color. Por el camino nos reímos de nuestra ingenuidad. Nosotros, que ibamos a "ver" una película sobre Ray Charles, para poder, por fin, "oir".

Ante ustedes, Sun-hwa. Lleva puesto un vestido. Su marido ha escogido el vestido que lleva puesto. Su marido conduce BMW. Su marido ama el golf.

Sun-hwa es una antigua modelo. Vive encerrada en su casa. En su casa no hay nadie. En su casa sólo está ella. Su marido llama por teléfono. Su marido la maltrata. Su marido va a regresar de un viaje de negocios. Su marido está enfurecido. Sun-hwa tiene miedo.

Sun-hwa es una antigua modelo. Vive encerrada en su casa. En su casa hay alguien. En su casa no sólo está ella. En su casa también está Tae-suk. Sun-hwa cocina para Tae-suk. Sun-hwa le dice a Tae-suk que le quiere. Sun-hwa besa a Tae-suk. Sun-hwa ya no tiene miedo.

Ante ustedes, Sun-hwa. Lleva puesto un vestido. Tae-suk ha escogido el vestido que lleva puesto. Tae-suk conduce BMW. Tae-suk ama el golf.

(Ante ustedes, ustedes. Llevan puesto un vestido. Kim Ki-Duk ha escogido el vestido que llevan puesto).

(Ante ustedes, Kim Ki-Duk. No lleva nada puesto. Está completamente desnudo).