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6,0
17.951
6
1 de mayo de 2020
1 de mayo de 2020
4 de 4 usuarios han encontrado esta crítica útil
En general es entretenida pero resulta poco creíble en aspectos puntuales.
Interpretación, eso sí, magistral -como siempre- de Javier Gutiérrez.
Interpretación, eso sí, magistral -como siempre- de Javier Gutiérrez.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
spoiler:
En general es entretenida pero resulta poco creíble en aspectos puntuales. Un ejecutivo de publicidad, con un pasado y un prestigio y una posición, de repente se queda sin trabajo y poco a poco se va degenerando mentalmente y se convierte en un psicópata. Debido a su situación económica, él, su mujer y su hijo, se ven obligados a abandonar su lujoso piso, que es, al poco tiempo, ocupado por una pareja joven con una niña, aparentemente ideales. Javier, el protagonista, empieza a desarrollar una enfermiza envidia hacia esta familia y se cuela por las mañanas en la casa gracias a un juego de llaves que había conservado (los nuevos propietarios no se habían molestado en cambiar la cerradura, claro).
Resulta difícil de tragarse que el trozo de carne que deja en el jardín vaya a ser engullido precisamente por el perro que le incordia cada vez que entra a hurtadillas a su ex-piso. Ese jardinero obseso sexual que le hace chantaje para que Javier le consiga cosas de la niña de la casa bajo la amenaza de revelar a los actuales propietarios su verdadera identidad -e intenciones. Ese espray que le regala a la mujer con esencia de cachuete al que el actual dueño es alérgico y que su mujer termina usando contra él... Son detalles demasiado cogidos por los pelos, demasiado peliculeros, que restan credibilidad y que sacan al espectador de la historia.
Se salva la impresionante interpretación de Javier Gutiérrez -como siempre- y Mario Casas.
Resulta difícil de tragarse que el trozo de carne que deja en el jardín vaya a ser engullido precisamente por el perro que le incordia cada vez que entra a hurtadillas a su ex-piso. Ese jardinero obseso sexual que le hace chantaje para que Javier le consiga cosas de la niña de la casa bajo la amenaza de revelar a los actuales propietarios su verdadera identidad -e intenciones. Ese espray que le regala a la mujer con esencia de cachuete al que el actual dueño es alérgico y que su mujer termina usando contra él... Son detalles demasiado cogidos por los pelos, demasiado peliculeros, que restan credibilidad y que sacan al espectador de la historia.
Se salva la impresionante interpretación de Javier Gutiérrez -como siempre- y Mario Casas.
4
8 de mayo de 2020
8 de mayo de 2020
2 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
Una película pretenciosa que quiere emular el ambiente de investigación policial de las mejores obras americanas.
Sólo se salva la fotografía y la música. No he leído el libro pero la película es mediocre por no decir nefasta.
Los actores parecen no creerse su texto y lo recitan como autómatas, sin transmitir ninguna sensación. Marta Etura -no he visto mucho de ella- perpetra un papel demencial.
Sólo se salva la fotografía y la música. No he leído el libro pero la película es mediocre por no decir nefasta.
Los actores parecen no creerse su texto y lo recitan como autómatas, sin transmitir ninguna sensación. Marta Etura -no he visto mucho de ella- perpetra un papel demencial.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
spoiler:
Una detective va a investigar unos curiosos asesinatos en su pueblo natal de Navarra en medio de las montañas. Su marido es inglés y cuando habla con él ponen los subtítulos en español. Ha colaborado con el FBI. El contexto es inverosímil. Para colmo, a su vuelta al pueblo se enfrenta -¡cómo no!- a un atormentado pasado, un cliché típico de un guión mediocre. Es una policía que tiene su pasado, un pasado que le persigue: una madre fantasmagórica, un padre comprensivo, una hermana recelosa y rencorosa que, desde el principio se deja entrever como sospechosa.
Bien, empecemos. La primera escena que te echa para atrás en este despropósito de película, por cierto inútilmente larga (129 minutos). La prota le lleva una prueba de la escena del crimen, una galletita que el asesino pone incomprensiblemente sobre la zona púbica de las niñas que mata (ya no me gusta que saquen desnudos adolescentes en una película...) a su hermana, que ostenta un obrador (horno de pan), para que le dé su docta opinión. Su hermana abre la bolsa, la huele (¡por amor de Dios! ¡Estamos hablando de una galleta que ha estado horas bajo la lluvia sobre el pubis de una adolescente muerta en medio del monte!), se... ¡come un trozo de galleta! y, tras saborearla con deleite, asevera que se trata de una receta excelsa, un equilibrio de sabores y texturas propias de una obra maestra de la pastelería... ¡¡Puaj!! ¿Alguien puede tomarse en serio y seguir viendo una película así de necia?
Y luego el rollo de su mentor del FBI en EEUU al que llama con regularidad para pedirle consejo sobre esta compleja serie de crímenes. No hay quien se crea a esta actriz haciendo el papel de persona profunda, afectada, a la que su pasado atormenta, una eficiente investigadora que vuelve al pueblo para triunfar.
Para colmo, el guión incorpora el matiz de la mitología, lo misterioso, en un intento sublimemente negligente de crear una historia oscura. Cómo no, la película hace, para enfatizar esa oscuridad y misterio, del manido recurso de la lluvia constante. Toneladas y toneladas de agua que cae del cielo sin cesar para que la cinta naufrague definitivamente.
No me puedo ni imaginar el enfado y la indignación de una persona que haya pagado más de 7 euros para tragarse esta horrible película en pantalla grande (yo la he visto en Netflix).
Bien, empecemos. La primera escena que te echa para atrás en este despropósito de película, por cierto inútilmente larga (129 minutos). La prota le lleva una prueba de la escena del crimen, una galletita que el asesino pone incomprensiblemente sobre la zona púbica de las niñas que mata (ya no me gusta que saquen desnudos adolescentes en una película...) a su hermana, que ostenta un obrador (horno de pan), para que le dé su docta opinión. Su hermana abre la bolsa, la huele (¡por amor de Dios! ¡Estamos hablando de una galleta que ha estado horas bajo la lluvia sobre el pubis de una adolescente muerta en medio del monte!), se... ¡come un trozo de galleta! y, tras saborearla con deleite, asevera que se trata de una receta excelsa, un equilibrio de sabores y texturas propias de una obra maestra de la pastelería... ¡¡Puaj!! ¿Alguien puede tomarse en serio y seguir viendo una película así de necia?
Y luego el rollo de su mentor del FBI en EEUU al que llama con regularidad para pedirle consejo sobre esta compleja serie de crímenes. No hay quien se crea a esta actriz haciendo el papel de persona profunda, afectada, a la que su pasado atormenta, una eficiente investigadora que vuelve al pueblo para triunfar.
Para colmo, el guión incorpora el matiz de la mitología, lo misterioso, en un intento sublimemente negligente de crear una historia oscura. Cómo no, la película hace, para enfatizar esa oscuridad y misterio, del manido recurso de la lluvia constante. Toneladas y toneladas de agua que cae del cielo sin cesar para que la cinta naufrague definitivamente.
No me puedo ni imaginar el enfado y la indignación de una persona que haya pagado más de 7 euros para tragarse esta horrible película en pantalla grande (yo la he visto en Netflix).
4
30 de mayo de 2020
30 de mayo de 2020
1 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
Valoro las películas por las sensaciones que te dejan después de haberlas visto, y esta particularmente te deja un poco vacío.
Como siempre, nos podemos dejar llevar por la cantidad de premios que se ha llevado, por el reparto brillante, por las preciosas imágenes de la Tierra desde el oscuro y frío espacio exterior. Pero en mi humilde opinión la película naufraga en ese intento de impresionarte. Vale que sobre todo en las primeras secuencias transmite muy bien la sensación de vacío, silencio, frío, inmensidad del espacio alrededor de la atmósfera terrestre, pero cuando la acción evoluciona también evoluciona el guión hacia el estrepitoso artificio irreal e inverosímil, ofreciéndonos a dos personajes sin ninguna profundidad.
Como siempre, nos podemos dejar llevar por la cantidad de premios que se ha llevado, por el reparto brillante, por las preciosas imágenes de la Tierra desde el oscuro y frío espacio exterior. Pero en mi humilde opinión la película naufraga en ese intento de impresionarte. Vale que sobre todo en las primeras secuencias transmite muy bien la sensación de vacío, silencio, frío, inmensidad del espacio alrededor de la atmósfera terrestre, pero cuando la acción evoluciona también evoluciona el guión hacia el estrepitoso artificio irreal e inverosímil, ofreciéndonos a dos personajes sin ninguna profundidad.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
spoiler:
Esta película te decepciona y te deja de impresionar cuando pierde credibilidad... Sandra Bullock, una ingeniera médica en su primera misión espacial, aparece en la primera escena en tareas de mantenimiento en el exterior de la nave Explorer flotando en la inmensidad del vacío junto con su compañero George Clooney, con unas fabulosas vistas de la Tierra, mientras mantienen una conversación trivial y animada. De repente, toneladas de basura espacial, viajando a toda velocidad, destrozan la nave y ambos salen despedidos, desconectados de la seguridad del módulo.
Y entonces llega la única escena memorable de todo el metraje. La cámara se centra en primerísimos planos de la Dra. Ryan Stone (Sandra Bullock), transmitiendo con éxito su angustia y desesperación al verse vagando por el vacío, alejándose más y más de la nave. Durante unos instantes infinitos pierde conexión con su compañero (a la postre, junto con ella, los únicos supervivientes de la misión) y empieza a ver claro que su final ha llegado y que no tiene ninguna posibilidad de sobrevivir. Pero su compañero logra establecer de nuevo conexión con ella y consigue, gracias a su equipo autónomo de propulsión, redirigirla a la nave, donde comprueban que el resto de miembros de la misión han muerto.
Solo les queda la posibilidad de dirigirse a la estación permanente rusa Soyuz e intentar desde allí establecer contacto nuevamente con Houston y replantear las opciones de vuelta a la Tierra.
Lo más inverosímil de la película es la cantidad de infortunios que le suceden a la protagonista. Todo lo que puede salir mal, sale mal, y el espectador al final se cansa de que la mala suerte se cebe con ella de una forma tan deliberada y artificiosa. Es una estrategia del guionista (A. Cuarón) para poner a prueba a la heroína, pero resulta un tanto infantil y forzada.
En suma no te crees que todo le pase a ella y te aburre que siempre, uno tras otro, supere todos los desafíos. Ahí la cinta no tiene evolución y solo estás a la espera de ver qué es lo próximo que le va a pasar. Casi se queda sin oxígeno, entra en la estación rusa y se declara un incendio (mala suerte), intenta pilotar el módulo para reentrar en la atmósfera y -mala suerte otra vez- descubre con horror que no que queda combustible. Entonces se va a la estación china, que curiosamente queda por allí cerca, pero cuando va a entrar le sobreviene otra lluvia asesina de basura cósmica que casi la mata. Por fin, entra en la estación, se pone al mando y sorprende que, aunque todos los libros y los botones están en chino, consigue hacerse con el control. Al final, entra en la atmósfera y, menos mal, el módulo cae en un lago, no en medio del Himalaya, pero cuando se dispone a salir, abre la escotilla y empieza a entrar agua y la pequeña nave se hunde con ella dentro. La Dra. Stone sigue respirando en un hueco de aire que ha quedado dentro del habitáculo. Por suerte -un poco de buena suerte, menos mal- el lago tiene una profundidad de unos 10 metros y sale, pero cuando empieza a bucear hacia la superficie, el peso del traje de astronauta le impide avanzar. Se lo quita, y finalmente llega arriba y tenemos a la nueva heroína de Hollywood. Una heroína que por desgracia solo existe en la mente de Cuarón, que perpetra una película pobre, con unos actores excelentes, excelentes vistas de la Tierra, excelentes efectos especiales, pero pobre.
La mala suerte -otra vez la mala suerte- es que últimamente había visto la sí excelente "First Man", recreando magistralmente la vida de Neil Armstrong y su periplo a la Luna, protagonizada por un simpre brillante Ryan Gosling. Esta sí, una película donde los personajes respiran, sienten, viven, mueren, te hacen vibrar, llorar, ¡sentir! Simplemente espectacular.
Un 4 para Cuarón y su fantasía espacial. Podría ser un buen cómic para entretener a adolescentes ingenuos y aburridos.
Y entonces llega la única escena memorable de todo el metraje. La cámara se centra en primerísimos planos de la Dra. Ryan Stone (Sandra Bullock), transmitiendo con éxito su angustia y desesperación al verse vagando por el vacío, alejándose más y más de la nave. Durante unos instantes infinitos pierde conexión con su compañero (a la postre, junto con ella, los únicos supervivientes de la misión) y empieza a ver claro que su final ha llegado y que no tiene ninguna posibilidad de sobrevivir. Pero su compañero logra establecer de nuevo conexión con ella y consigue, gracias a su equipo autónomo de propulsión, redirigirla a la nave, donde comprueban que el resto de miembros de la misión han muerto.
Solo les queda la posibilidad de dirigirse a la estación permanente rusa Soyuz e intentar desde allí establecer contacto nuevamente con Houston y replantear las opciones de vuelta a la Tierra.
Lo más inverosímil de la película es la cantidad de infortunios que le suceden a la protagonista. Todo lo que puede salir mal, sale mal, y el espectador al final se cansa de que la mala suerte se cebe con ella de una forma tan deliberada y artificiosa. Es una estrategia del guionista (A. Cuarón) para poner a prueba a la heroína, pero resulta un tanto infantil y forzada.
En suma no te crees que todo le pase a ella y te aburre que siempre, uno tras otro, supere todos los desafíos. Ahí la cinta no tiene evolución y solo estás a la espera de ver qué es lo próximo que le va a pasar. Casi se queda sin oxígeno, entra en la estación rusa y se declara un incendio (mala suerte), intenta pilotar el módulo para reentrar en la atmósfera y -mala suerte otra vez- descubre con horror que no que queda combustible. Entonces se va a la estación china, que curiosamente queda por allí cerca, pero cuando va a entrar le sobreviene otra lluvia asesina de basura cósmica que casi la mata. Por fin, entra en la estación, se pone al mando y sorprende que, aunque todos los libros y los botones están en chino, consigue hacerse con el control. Al final, entra en la atmósfera y, menos mal, el módulo cae en un lago, no en medio del Himalaya, pero cuando se dispone a salir, abre la escotilla y empieza a entrar agua y la pequeña nave se hunde con ella dentro. La Dra. Stone sigue respirando en un hueco de aire que ha quedado dentro del habitáculo. Por suerte -un poco de buena suerte, menos mal- el lago tiene una profundidad de unos 10 metros y sale, pero cuando empieza a bucear hacia la superficie, el peso del traje de astronauta le impide avanzar. Se lo quita, y finalmente llega arriba y tenemos a la nueva heroína de Hollywood. Una heroína que por desgracia solo existe en la mente de Cuarón, que perpetra una película pobre, con unos actores excelentes, excelentes vistas de la Tierra, excelentes efectos especiales, pero pobre.
La mala suerte -otra vez la mala suerte- es que últimamente había visto la sí excelente "First Man", recreando magistralmente la vida de Neil Armstrong y su periplo a la Luna, protagonizada por un simpre brillante Ryan Gosling. Esta sí, una película donde los personajes respiran, sienten, viven, mueren, te hacen vibrar, llorar, ¡sentir! Simplemente espectacular.
Un 4 para Cuarón y su fantasía espacial. Podría ser un buen cómic para entretener a adolescentes ingenuos y aburridos.
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