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Críticas 8
Críticas ordenadas por utilidad
Críticas ordenadas por utilidad
4
1 de diciembre de 2017
324 de 510 usuarios han encontrado esta crítica útil
Creo que esa simple palabra de cinco sílabas resume a la perfección mi opinión por esta película. Considero a Perfectos Desconocidos un producto comercial sin más sentido de ser que de recaudar un buen pastizal en taquilla. Y sinceramente me arrepiento bastante de haber entrado en su juego y haberle regalado una parte de mi sueldo.

Como muchos sabréis esta película es un descarado remake de la película italiana Perfetti sconosciuti de Paolo Genovese. Esta película original se estrenó hace apenas un año y de hecho en Italia cosechó un gran reconocimiento llevándose el premio David di Donatello a mejor película. Conociendo estos datos imagino que ya os habréis dado cuenta de por dónde va mi crítica. ¿Teniendo esta cinta italiana para qué hacer una versión española? La única respuesta que se me ocurre es que el grueso de público hispano-hablante es demasiado vago como para interesarse por el gran cine italiano que tanto ha regalado al séptimo arte. Y ni siquiera eso es una respuesta, es una pequeña reflexión que justifica muy mínimamente la existencia de Perfectos Desconocidos.

Me cabrea bastante que los deshonestos directivos de Mediaset se atrevan a publicitar esto como la nueva película de Alex de la Iglesia cuando conociendo lo mencionado en el párrafo anterior sabemos que no es más que un producto de encargo. Y aún me indigna más que uno de los que considero mejores directores en activo del cine español se preste a ser el títere de esta farsa.

Es obvio que no es una mala película porque parte de una materia prima realmente buena pero no puedo evitar puntuarla con un suspenso. Al menos si Alex de la Iglesia hubiera arriesgado un poco y hubiera llevado la historia por su propio sendero tendría algún valor. Sin embargo, el aclamado director reproduce pieza a pieza la cinta en la que se basa sin aportar una nueva visión o una nueva forma de entender la historia. Mismos personajes, mismas situaciones, mismo desarrollo e incluso mismos diálogos. ¿Suprime un par de cosas y añade alguna tontería y ya se puede considerar una nueva película? Lo siento pero no. Además las pequeñas modificaciones lejos de aportar molestan y entorpecen, es decir, lo poco que se cambia la hace peor película (ver en spoiler). No entiendo por más que lo intente la necesidad que había de realizar esta obra a la española.

Aspectos técnicos, ¿qué queréis que os diga? Están bien. El elenco se desenvuelve bien a pesar de que no considero ninguna actuación realmente destacable. La fotografía consigue que algunas escenas con la luna sangrante sean muy interesantes a la vista. Los movimientos de cámara son simples pero acertados en todo momento. Y la música, bueno, la música digamos que no entorpece la película y simplemente cumple con su cometido.

En fin, una película que sinceramente no recomiendo que vayáis a verla al cine. No dejéis que Mediaset os vuelva a engañar vendiendo una moneda como si fuera de oro y que al final es de insaboro chocolate industrial. Alex de la Iglesia ofrece aquí la versión más comercial y menos personal de su carrera ya que calca una película que ya estaba bien escrita, bien rodada, bien actuada y sobre todo bien desarrollada. Mi recomendación, es que busquéis la película original y disfrutéis de una cinta interesante y ORIGINAL que de verdad tiene sentido de existencia.
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spoiler:
Esas pequeñas modificaciones a las que me refiero son en su mayoría muy sutiles pero que notaba que estaban realizadas mucho mejor en la película original.

Para empezar algo que he notado sobretodo cuando las desgracias empiezan a ocurrir, el tono. Esta versión escoge un tono más histriónico y exagerado que provoca algo más de comedia pero menos sentido empático con los personajes. ¿El resultado para mí? Desfavorable. Creo que la película pierde uno de sus elementos principales.

Alex de la Iglesia decide también mostrarnos desde el principio todos los secretos de los personajes y también de la propia película (el final que creo que se merece otro párrafo independiente). Mientras la versión italiana dejaba más trabajo a las conexiones del espectador con una sutileza que admiré mucho, esta nueva versión te va explicando desde el principio quién le está poniendo los cuernos a quién y de qué manera lo hacen. Esto le quita mucha gracia a la película. Considero que dejar pequeñas pistas disimuladas es hacer un gran trabajo, convertirse en Capitán Obvio y gritar "¡Mira, mira! es hacer un trabajo vago.

El final es lo único que cambia un poco más con respecto a la original y desde mi punto de vista no funciona. Creo que es consecuencia de lo explicado en los anteriores párrafos ya que se convierte en un final exagerado e inapropiado. Eso de darle el protagonismo final al personaje de Belén Rueda con los vientecitos y la luna lo considero un fallo monumental. Echo de menos el sutil, elegante y perfectamente encajado final de la cinta de Genovese en el que simplemente salían del edificio como si nada hubiera pasado. Llega sin que te lo esperes y es realmente simple pero también es necesario y apropiado.

Por último, quería destacar la maldita escena de la fotografía. No porque me haya gustado sino porque resume perfectamente esta versión a la española llamada Perfectos Desconocidos. Es innecesaria, exagerada y problemática.
28 de marzo de 2016
126 de 145 usuarios han encontrado esta crítica útil
Todo se ha dicho de esta película épica pero con un guión agujereado. La discusión está en marcha y yo no me voy a meter ella por eso traigo unas cuantas curiosidades (easter eggs) para quién quiera profundizar un poco más en ella. Estoy seguro de que algún friki más como yo habrá por aquí. Los easter eggs los dejo en la sección de spoiler por razones obvias

Solo decir y/o aclarar que como seguidor de cómics, me ha gustado mucho a pesar de esos inconvenientes ya repetidos tantas veces.
Empezamos por dos referencias sin spoiler al inicio de cada héroe.

-En un momento de la discusión que Perry tiene con Clark, le dice: “Podrías tener ideales si estuviéramos en 1938”. Una clara referencia a la fecha de aparición de Superman en el primer número de Action Comics.

-En la escena en la que vemos a Batman por primera vez, escuchamos que a los dos oficiales de policía les han avisado de “un incidente con disparos en el nº 1939 de la calle…” 1939 es el año en el que apareció Batman en el número 27 de Detective Comics.

Una referencia a algo que todo el mundo conoce.

-La pistola enganchada al collar de perlas de Martha Wayne es una referencia visual tomada del cómic The Dark Knight Returns, de Frank Miller.
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spoiler:
-Cuando Batman visita a Lex en la prisión, vemos al villano ya completamente desquiciado y hablando de “alguien sediento que viene a por nosotros” porque sabe que “el dios ha muerto” ya que “las campanas han doblado y se han oído en la oscuridad, entre las estrellas”. No hay duda de que es una clara alusión a Darkseid, además de que Lex repite varias veces un ruido tintineante (ding ding ding…) que se asemeja mucho al que una Madre Caja hace en los cómics. Todo esto, además, queda confirmado fuera de la película gracias a la escena eliminada en la que vemos a Lex aprender sobre Apokolips mientras contempla una imagen holográfica de Steppenwolf, uno de los soldados de Darkseid.
-Cuando Bruce está esperando a que el archivo de LexCorp se desencripte, tenemos la visión apocalíptica de un Batman que termina con el corazón arrancado por Superman, en el inconfundible marco de una Tierra dominada por Darkseid y el propio hombre de acero transformado en villano. Tras despertarse de esa visión onírica vemos la visita de un Flash que lanza la advertencia a Bruce de que “ha hecho bien en temerlo” (entendemos que habla de Superman) y le insta a “salvar a Lois Lane” porque “ella es la clave”, pero sin dejar de preguntarse si ha “llegado demasiado pronto”, concluyendo con una petición muy clara a Bruce: “encuéntranos”, en clara alusión a la posterior formación de la Liga.
-El cameo de Cyborg en la película deja bien claro que una Madre Caja, tecnología alienígena de Apokolips, es lo que finalmente consigue reconstruir lo que queda de Victor Stone y transformarlo en Cyborg.

-En la pared de Wallace Keefy podemos ver un dibujo en rojo idéntico a la portada del Action Comics #1.
-La pelea entre ByS está fuertemente basada en la que mantienen en eL cómic TDKR.
-Hay varias referencias a la película El mago de Oz (de 1939). Perry menciona cuando no encuentra a Clark que “habrá chocado tres veces sus zapatos y habrá vuelto a Kansas”, Luthor se refiere a la kryptonita como “la Ciudad Esmeralda”, y siendo un poco más rebuscados, durante la pelea de Superman contra Juicio Final, hay un momento en el que el hombre de acero está enterrado bajo un montón de escombros y solo asoman sus botas rojas, igual que la bruja cuando Dorothy le caía con la casa encima.
-El momento en que Superman se queda “disecado” por la explosión de la bomba atómica, es algo que se ha visto antes en la novela gráfica TDKR .
-En el sueño de Bruce en el que visita el mausoleo de su madre aparece Man Bat.
-Cuando Batman ha derrotado a Superman y lo tira por el hueco de las escaleras, podemos ver que uno de los graffitis “Quién vigila a los vigilantes”(en inglés) el lema de Watchmen, el cómic de Alan Moore que también adaptó al cine Zack Snyder.
-Perry llama a Clark “Smallville”, como Lois en los cómics.
-El ataúd de Superman, con la “S” en la tapa, es un claro homenaje al Funeral for a Friend, el cómic posterior a La muerte de Superman.
-El enfrentamiento entre Batman y Anatoli por salvar la vida de Martha guarda mucha similitud con un momento del cómic TDKR también, por la línea de diálogo “la mataré, puedes creerme”… “Te creo”, y la forma en la que Batman soluciona la papeleta.
-La escena en la que Lois saca a Superman del agua después de que éste haya recogido la lanza de kryptonita, recuerda a cuando en Superman (1978), la Srta. Teschmacher sacaba a Superman de la piscina de Lex, e incluso a Superman Returns (2006), cuando Lois lo salvaba de morir ahogado.
-El número de prisionero de Lex Luthor es 16-TK421 que es el número de uno de los dos Soldados Imperiales de los que se disfrazan Han Solo y Luke Skywalker al que le preguntan "¿por qué no está en su puesto?".
-Cuando Batman baja el cuerpo sin vida de Superman con la ayuda de Wonder Woman y Lois, estamos ante una escena inspirada en la bajada de la cruz de Jesús. La capa de Superman hace las veces de sudario o sábana santa, la piedra sobre la que están sería el monte Gólgota donde Jesús fue crucificado.
8 de febrero de 2023
26 de 32 usuarios han encontrado esta crítica útil
Me interesa su reflexión, me intriga su protagonista, pero me distancia su narración.

Mi criterio personal no juzga a través de la dualidad buena o mala película, sino que trato de comprender las intenciones y valorar la capacidad de la obra para transmitirlas. En este caso, entiendo que la película trata de constituirse como un ejercicio reflexivo que, sin embargo, no termina de integrarse completamente con la historia que se cuenta. Tár es, ante todo, una tesis introspectiva con forma de película. Esta descripción resulta ilustrativa de lo que son sus mayores logros y, al mismo tiempo, sus mayores debilidades. Me es imposible comprenderla como obra cinematográfica de pleno derecho, ya que, aunque presenta bondades técnicas e interpretativas evidentes, estas no consiguen elevar el relato a un plano de fascinación artística. Considero que la construcción narrativa, haciendo uso de la parábola musical, es ciertamente disonante e impide que la atrevida tesis central trascienda el plano de lo analítico y se consagre como obra narrativa.

Para comprender esta disonancia es necesario comenzar por el posicionamiento reflexivo, la tesis sobre la que se erige la trama. Esta contiene una decisión valiente y, posiblemente, controversial, la de materializar el abuso de poder como una cuestión autónoma y transversal al género. En este sentido, el poder se plantea desde abajo, en términos de Foucault, como una fuerza estratégica que parte desde las desigualdades en las condiciones internas de los sujetos y que existe en tanto que se acciona en las constantes micro-relaciones. A través de este planteamiento emerge el personaje de Lydia Tár, supurando poder y oponiéndose a la sujeción normativa. Desde la primera secuencia, una entrevista en la que se presenta la carrera del personaje, la protagonista, entre otras cosas, queda definida en su supremacía cínica al negar como mujer la naturaleza patriarcal de las instituciones. A continuación, su posición de poder queda nuevamente reafirmada en otra dimensión por contraproposición a la vulgaridad de otro director con el que conversa en un restaurante. Lydia Tár desborda narcisismo y se mira a sí misma como una agente de sentido legítima, con capacidad para interpretar las obras y trascenderlas de forma creativa. Esta premisa es fundamental, ya que es esta comprensión del poder como condición propia lo que confiere al personaje tanto su mayor virtud, el ímpetu artístico, como su mayor defecto, la inmunidad para ejercer el abuso y la tiranía sobre todas sus relaciones.

Tár es una película concebida con inteligencia y construida con precisión para evocar un clima de extrañeza y conflicto con nosotros mismos. El constante paralelismo con la realidad funciona como referencia necesaria para posicionarnos como espectadores. Así pues, del mismo modo que hemos sido testigos de las acusaciones hacia algunos de nuestros ídolos y nos resistimos a admitir la decepción que suponen sus presuntos actos, en la película nos vemos vinculados emocionalmente con una protagonista que admiramos al tiempo que detestamos. Lydia Tár encierra una mirada fascinante, con una capacidad crítica envidiable y una fuerza creativa desbordante. Incluso, en escenas como la llegada al apartamento, en la que calma a su compañera con una delicadeza admirable, podemos detectar, bajo la capa de frialdad que luce con orgullo, un interior profundamente sensible del que emana todo su vigor artístico. No obstante, cómo ya había planteado, desde el primer momento, advertimos una egolatría palpitante, nos sumimos en su nube de superioridad inalcanzable. Desde luego, es un personaje que desprende cierto halo de falsedad e incomodidad, pero del que Cate Blachett se adueña a la perfección, encarnando toda su complejidad y ambivalencia con una empatía sin la que el relato se desmoronaría.
Asimismo, el director, Todd Field, es diestro manejando esa intriga sobre el concepto de verdad y la presunción de inocencia. Nunca conocemos los hechos concretos, tal y como sucede en la experiencia de la vida, todo está encuadrado por los límites de nuestra subjetividad. Al contrario del mecanismo del suspense Hitchcockiano, en esta historia al espectador le faltan piezas del rompecabezas, tan sólo tenemos voces de acusación y la sugerencia de algunas pruebas sujetas a la interpretación. La cámara se sitúa en el presente y, por lo tanto, el pasado queda adscrito a todas los posibilidades que brinda su desconocimiento. Esto, cómo señalaba anteriormente, traslada a la pantalla toda la incomodidad y ambigüedad que surge ante la necesidad de emitir un juicio hacia una personalidad artística admirable como, en este caso, la maestro Lydia Tár. De este modo, la película nos posiciona como espectadores en un limbo sin respuesta moral acertada. La propia cinta, en un ejercicio autorreferencial, nos advierte en un diálogo acerca de la composición de Bach que lo interesante reside en la capacidad para proponer una pregunta, no tanto su resolución, al fin y al cabo, resolver una melodía es siempre un ejercicio de consonancia, dependiente siempre del acorde anterior. A través de esta premisa narrativa, la película nos enfrenta a nuestros propios enjuiciamientos más allá de la ficción cinematográfica. La condena nos pertenece a nosotros, somos los espectadores los que debemos posicionarnos a favor o en contra del destino de nuestra protagonista, del mismo modo que lo hacemos ante casos reales de semejante naturaleza.

Así pues, a pesar del audaz subtexto y el complejo planteamiento reflexivo, la película permanece lejos de la perfección. Personalmente, la frialdad que sentí al alcanzar el final del relato me produjo cierta frustración al abandonar la sala de cine. Intuía que las imágenes que había presenciado contenían algo poderoso, pero me encontraba tan distante y desapegado de la historia que no podía decir con rotundidad que me hubiera gustado...

*Continúa en spoilers sin desvelar nada*
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
spoiler:
...Lo cierto es que, a pesar de las interesantes ideas que ligan y cimientan la historia, la experiencia cinematográfica no me resultó demasiado atractiva. De este modo, al igual que identifico y valoro sus intenciones, me veo obligado a clarificar las razones por las que, finalmente, la película carece de impronta y se diluye en la insustancialidad.

En primer lugar, cabe señalar que la película se conduce a través de un desarrollo lineal en el que se agolpan todas las subtramas alrededor de la representación la Quinta Sinfonía de Mahler para plantear los eventos a través de los cuales avanza la trama. No obstante, los mayores hallazgos emocionales se componen a través de un juego de sugerentes metáforas y dobles sentidos que moldean la forma de la narración. Es mediante estos últimos con los que su director trata de provocar reacciones, ataduras emocionales y, en general, corromper la atmósfera. Sin embargo, considero que los recursos narrativos que utiliza Field, en gran parte, son superfluos. Aunque hay algunas ideas en las que se intuye brillantez y se logran secuencias sugestivas de gran valor, el director abusa de insinuaciones falsas que no llevan a ningún lugar más que a la propia provocación emocional. Esto es especialmente apreciable en las numerosas escenas en la que los sucesos oníricos obtienen una plasmación física. Entiendo que estos recursos tienen como objeto adentrarnos en los remordimientos interiores de nuestra protagonista, pero la falta de continuidad en su tonalidad y en el valor narrativo, producen un resultado, de hastío, artificialidad y reiteración. Un ejemplo representativo de este argumento es el contraste entre la reacción genuina y profunda que me produce el abrazo a su compañera, anteriormente comentado, y esos gritos lejanos en un parque, los cuales se pierden en el vacío de su irrelevancia narrativa.
Por otro lado, distingo cierta ruptura con el tempo en su apresurada última media hora, pero para explicar esto me veo obligado a advertir de la presencia de spoilers. Creo que el último golpe maestro de la película sucede en esa doble metáfora que sucede en la caída y en la desfiguración del rostro de Lydia Tár. Esta funciona, primero, como representación física de su villanía, aludiendo a todos los personajes clásicos cuyos rasgos deformes acentúan su carácter antagónico, y, segundo, como castigo divino ante su sumisión al pecado. A partir de ese momento, la narración se acelera abruptamente y los acontecimientos se acumulan transmitiendo al espectador una incredulidad distante. De pronto, toda la minuciosidad con la que se había tejido el relato da paso a un goteo de escenas en las que Lydia Tár se derrumba hasta su total desesperación en un clímax extraño en lo alto del escenario. Si, como decía la protagonista, el control del tempo es el mayor poder de un director de orquesta, también lo es en el caso de la cinematografía y Field lo descuida en su parte final. Llegamos, entonces, a ese epílogo en el exilio y, de nuevo, se retoma el tono reflexivo para que el espectador pueda posicionarse y juzgar: compasión o punición, empatía u odio. No obstante, tengo la sensación de que la deriva inmediatamente anterior es tan confusa que el paralelismo entre la realidad y la ficción se quiebra y el ejercicio reflexivo que se propone pierde gran parte de su sentido.

La película, por la tanto, es incuestionablemente interesante en su interior, pero su inconsistencia narrativa, produce una distancia insalvable. El camino propuesto por Field conduce a un precipicio de una altura que varía según el espectador; si se salva la caída es probable que se pueda disfrutar de una rica experiencia cinematográfica. En mi caso particular, la caída no es mortal, pero alguna fractura es inevitable, por lo que me quedo con el mérito de una propuesta reflexiva interesante en una película distante.
30 de diciembre de 2018
36 de 54 usuarios han encontrado esta crítica útil
Soy admirador de Cuerda: lo admiro como persona irónica, lo admiro como director estrambótico, lo admiro como artista enfurecido, lo admiro como mente crítica y lo admiro por su mera existencia. Por todo ello me conmovieron profundamente las palabras de Buenafuente presentando en "Late Motiv", su programa, la nueva película del maestro: "Tiempo después es un milagro solo por el mero hecho de existir". Me enfureció irremediablemente saber que este era un proyecto que Cuerda arrastraba desde hacía mucho tiempo y que nadie se lo había permitido hacer. Tuvo momentos de rendición en los que no veía posible llevar esta historia a su medio, al cine, por lo que en 2015 decidió publicarla en un libro del mismo nombre. Sus amigos e hijos de la comedia le animaron a seguir intentándolo tras comprobar el magnífico potencial de la obra. Algunos de ellos como el propio Andreu Buenafuente y Arturo Valls con sus productoras mediante (El Terrat y Pólvora films, respectivamente) utilizaron su influencia para dar vida a la que quizá y por desgracia sea la última película de un delicado director albaceteño.

Hoy por fin podemos contemplar el resultado de todo ese esfuerzo relatado. Muchos la tildan de decepcionante y sí, es verdad que está un peldaño por debajo de las grandes obras maestras de Cuerda pero mantiene la firme idiosincrasia de una película de Cuerda por lo que jamás podrá ser decepcionante. "Tiempo después" pertenece a esa parte de su universo donde residen "Amanece que no es poco" y "El bosque animado" y se aleja del drama que demostró que también puede realizar en la elegante "La lengua de las mariposas".

Jose Luís Cuerda es al cine lo que Valle Inclán a la literatura: dos almas esperpénticas. Es ácidamente crítica para elaborar su sátira y hace un retrato desmedido de la sociedad. Cuerda ofrece a través de estereotipos su visión de la realidad, y ojalá fuera la nuestra tan divertida. Desglosa las luchas y las problemáticas sociales: evidente se hace en la narrativa principal la metáfora de la lucha de clases ante el denominado "capitalismo salvaje", que endulzada con tramas secundarias y sketches varios flagela con cultas palabras el borreguismo imperante, la filosofía ascendente del hedonismo mal entendido, el papel del funcionariado incompetente con el idiotizado rey a la cabeza, los fanatismos nacionales y religiosos de gran carga hipócrita e incluso la tendencia estúpidamente humana de ser una identidad. Sería un error imperdonable actuar como esa persona en la sala de cine que ante los créditos enunció "menuda tontería de película" mientras se levantaba. Ese comentario demuestra superficialidad en el entendimiento, es insultante para Cuerda (un guionista antes que director con todo lo que eso conlleva) no profundizar en el mensaje de cada conversación o cada detalle.

En la película, a pesar de las grandes ideas e intenciones, se perciben ciertos errores. Destacando por encima de todos la sobregarca de chistes, que aunque producen situaciones realmente graciosas, crean también cierta incomodidad cuando no funcionan. Incluso, a causa de este problema, se pueden llegar a advertir algunas escenas intrusas y determinadas tramas perezosas que diluyen el ritmo narrativo (el impostado triángulo amoroso o la desconectada historia de los barberos amafiosados). Todas estas cuestiones no son exclusivas de esta nueva historia sino que es parte de la filmografía de Cuerda, algunos lo achacan al montaje, yo me ceñiré a recordar unas palabras que ya expuse en un párrafo anterior "el maestro albaceteño es guionista antes que director con todo lo que eso conlleva". Sin embargo, su obra más clásica y por la que siempre será recordado, Amanece que no es poco, es tan sumamente graciosa, exagerada y fresca que todos los problemas se disimulan mejor.

Me gustaría destacar, por último, al elenco coral tan identificativo. Todos son figuras conocidas del mundo de la televisión y del cine y consiguen alcanzar un nivel nada desdeñable que a muchos sorprenderá. Un texto de Cuerda se tiene que interpretar con una carga cómica prácticamente exclusiva del propio director, por eso se hace admirable toda la participación. Son todos hijos de Cuerda, formar parte de "Tiempo después" es un honor que le agradecen con jolgorio y devoción, en cada chiste los actores le dan las gracias ya que un día decidieron que su vocación era la risa tras ver una de sus películas. El único inconveniente apreciable para mí es la incursión de Roberto Álamo en el papel principal, siendo un buen actor como demostró en "Que Dios nos perdone", le sobra rudeza, echo en falta un arquetipo de inocencia al estilo de Tito Valverde como Geraldo en "El bosque animado".

No es perfecta pero tampoco lo necesita, es una película por encima de la media con un estilo particular marca de la casa que además se permite el lujo de transmitir delicadas y profundas reflexiones envueltas de risa. Ya lo dijo Christopher Nolan "el único género con el que nunca me atreveré a trabajar será la comedia ya que el arte de hacer reír es el más complicado". Por eso hemos de dar gracias a Cuerda por contarnos algunos buenos chistes y regalarnos como en todas sus películas más de un par de frases que calan en el alma.

Un placer y nos vemos un "tiempo después"... espero.
19 de diciembre de 2017
8 de 10 usuarios han encontrado esta crítica útil
Y llegó el día. No el día de disfrutar y volver a ser un niño con Star Wars sino el día en el que Star Wars hizo algo imperdonable. Fuimos al cine pensando en la espectacularidad, la emoción, el sentido…y la coherencia. Salimos imaginado haber estado soñando durante dos horas y media.

Reconozco que no fui un gran defensor del episodio VII. No tengo ningún problema en decir que hasta fui crítico con todos esos errores sometidos a análisis por mucha gente, demasiada. Sin embargo, y tras varios visionados la película me fue ganando y emocionando. Llegué a aceptar la doble moralidad de Kylo Ren como una virtud, la sorprendente cualidad de Jedi de Rey como fruto de un entrenamiento que más tarde veríamos, la (casi) no aparición de Luke como un recurso narrativo para mantener la tensión y el misterio, el nada disimulado paralelismo con el episodio IV como parte necesaria para la formación del héroe… Lo acepté todo como una semilla que veríamos convertirse en una bella y firme flor que crecería en los siguientes episodios. Y conseguí que me gustara, que me entusiasmara y deseara seguir la nueva aventura que se fraguaba en Disney.

Rogue One no hizo más que aumentar mi ilusión. ¡Cómo me encantó esa película!. Tenía todo lo que necesitaba una película de Star Wars. Darth Vader consiguió volver a dar miedo 50 años después, los personajes desprendían pasión, la historia seguía un hilo argumental sencillo pero vibrante, las batallas galácticas que hicieron grandes a la trilogía original volvían a ser hermosas y emocionantes…Parecía que la gente encargada sabía lo que era Star Wars y como se tenía que plasmar. Todo indicaba como consecuencia que el episodio VIII sería impecable como película de la saga, la luz se cerniría sobre la obscuridad y recuperaríamos el equilibrio en esta nuestra galaxia cinematográfica.

Estaban los ingredientes, el estilo, el dinero e incluso los fans habían sido recuperados. Y tras salir del cine lo único que puedo decir es ¿qué ha pasado? Mi entusiasmo era completo y ahora me siento incluso enfadado.

Si tuviera que elegir una palabra del diccionario para definir este nuevo episodio escogería “traidor/a”. Podría perdonar errores como ya hice con la falta de imaginación del episodio VII al crear la cansina tercera estrella de la muerte pero en este episodio es diferente, el fallo va más allá y se convierte en un hábil puñal afilado. Star Wars se ha convertido en un fenómeno social gracias a dos cosas: los efectos visuales y los personajes. En el VIII capítulo los primeros deslumbran creando espectáculo y los segundos se hunden en la oscuridad arrebatando el alma a este universo. Creo que el trato que reciben aquí todos los personajes es realmente pobre y en muchos casos decepcionante. Son incoherentes con lo que conocemos y se desarrollan de una forma traidora. Algunos dirán que sorprenden y aportan novedades, yo soy incapaz de comprender semejantes afirmaciones. Estas personas creo que se olvidan de que Star Wars es un mundo cuidado con sentido narrativo y coherencia. Las acciones de los personajes han tenido mucho valor a lo largo de toda la saga y en este episodio a pesar de buenas intenciones nos encontramos con cambios de personalidad y tramas apresuradas.

Lo que encontramos aquí es un ansia desbordante por sorprender. Se recurre entonces a desmontar todo lo que se había construido previamente para crear una novedad que no corresponde. Según tengo entendido las historias se forman a base de sobreponer acontecimientos consecuentes. Tengo la sensación, como ya he dicho antes, de que por culpa de esto los personajes han sido traicionados en su naturaleza y evolución. Estas palabras parecerán delirios de un crío apasionado y ojalá fuera así, soy el primero que quería que le gustara pero resulta un auténtico desastre.

La película, sin embargo, no se queda ahí y acumula errores hasta que saltan los créditos. Uno de estos es una historia torpe e incluso estúpida que se alarga, satura y aburre. La narrativa dista de ser ejemplar y nos aleja de la emoción que corresponde a un episodio de Star Wars. Nos sentimos atascados ya que se olvidan de la necesidad de que el espectador esté implicado para tirarnos imágenes a la cara sin más propósito que rellenar. Sinceramente, no me importa lo más mínimo toda la trama de la Resistencia y la Nueva Orden.

Por último a destacar, la falta de imaginación y la vuelta a calcar (otra vez) los episodios originales. Esta vez intentan despistar inútilmente mezclando “El Imperio contraataca” y “El retorno del Jedi”: El refrito ya no cuela y menos si se hacen tan poco disimuladamente. Hay partes en las que extraen toda una escena y la incorporan paso a paso. Diálogos, movimientos, acciones, encuadres…TODO. Lo consentí en “El despertar de la Fuerza” porque al menos ahí se hacia medianamente disimulado pero ya me es imposible de soportar.

No todo es malo, por supuesto. Visualmente mantiene un estilo impecable que nos hace descubrir nuevos mundos y criaturas. Además hay un par de escenas que muestran un atisbo de lo que podría haber sido…y por desgracia no fue.

Tras escribir esto me quedo sin fuerzas, completamente derrotado por el Lado Oscuro. Mi enfado ha desembocado en tristeza. No me quito de la cabeza ese momento en que las letras azules ocupaban la galaxia de la pantalla mientras Jonh Williams nos deleitaba con su grandiosa composición clásica, ese triste momento en el que el cine aplaudió.

Siendo un tanto populista me doy el lujo de parafrasear a Padme en el episodio III “La venganza de los Sith”.

“Así es como muere la saga, con un estruendoso aplauso”.
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