Gana esta película por su realismo. Esta misma película hecha en Estados Unidos habría quedado muy posiblemente en el montón de las "entretenidas, para un sabado por la tarde". Pero Daniel Monzón consigue que esta película sea muy creible (salvo quizás un par de escenas que no acaban de convencerme y le restan un punto a la película, pero que no la desmerecen).
La historia es sobrecogedora y angustiante, abruma la idea de que un día pudiera pasarle a alguien todo esto, que dicho sea de paso, el destino o las circunstancias parecen que se ceban de forma dramaticamente "casual" sobre el mismo. Todo el hilo de la película es absolutamente verosimil, sin caer en la tentación de provocar situaciones enrevesadas y super-espectaculares que darían a la película ese toque hollywodiense que le restaría emoción y realismo.
¿Los malos quiénes son? Parece que son más malos los funcionarios de prisiones en este caso que los propios presos (ni siquiera estos piden todo lo que uno cabría esperar a priori que pidiera un preso en un motín). El malo-bueno y el bueno-malo. Esta estructura argumental ya la he visto antes...
En algún momento he notado que alguno de los personajes eran actores y actuaban (supongo que esto se entenderá).
Sin embargo y en general: altamente recomendable.