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19 de febrero de 2016
19 de febrero de 2016
2 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
Una vez escuché decir a alguien que Iñárritu más que una filmografía tenía un prontuario.
Saquemos nuestro filtro cálido CSI Miami (el calorcito cruceño así lo requiere) y analicemos las evidencias:
–Amores Perros, una ópera prima que ha envejecido muy mal, aunque ya en esas épocas la parte del vagabundo era de terror.
-La lacrimógena 21 gramos donde seguían dándole manija al cine de varias historias con diferentes líneas argumentales que se unen por las maravillosas casualidades de la vida. Con este filme, Iñárritu empezó a construir ese nido rocambolesco de cine hecho para y por Hollywood.
–Babel, película que sirvió para que el director mexicano rompa relaciones diplomáticas/personales/artísticas con su guionista Guillermo Arriaga (gracias, virgencita del Socavón) y en la que lo más interesante fue la muda asiática y lo peor todo lo relacionado a la empleada mexicana. Recuerdo haber reflexionado a la luz de la luna sobre lo extraordinario que sería para él hacer una película que cuente solo UNA historia.
– Biutiful, espesa como taza de leche con 20 cucharadas de Toddy y de la que guardamos la ingrata imagen de Javier Bardem con pañal y el recuerdo de 25 chinos gasificados.
– Birdman, en la que se condensan todas las mañas y virtudes de este cineasta. Sus excesos, sus carencias. Eso sí, hay que reconocer que tuvo una propuesta estilística arriesgada y, por momentos, fascinante.
– El Renacido.
Y bueno, el cine de Iñárritu te puede gustar o no, pero no te deja indiferente.
Antes de Birdman, Iñárritu andaba deprimido porque su trabajo ya no lo llenaba y el desafío que supuso hacer ese filme le levantó la moral y lo subió a una ola “creativa” en la que decidió meter a la licuadora lo que se le antojara sin restricciones.
Ajá.
Parece que todavía no se bajó de esa ola.
El-renacido-poster
Con obvias referencias a Tarkovsky, El Renacido se basa en el libro homónimo de Michael Punke que, a su vez, agarra una historia de la vida real.
Efectivamente, cuando los americanos y los franceses estaban exterminando indios, existió un Hugh Glass. Este Hugh Glass fue atacado por un oso y dado por muerto y luego, movido por la venganza, emprendió un glorioso y anecdótico regreso a su fuerte buscando a los tipos que lo dejaron botado como una chancleta.
En la vida real, los dos tipos fueron un tal Fitzgerald y el joven Bridger, aunque los registros no indican porqué dejan al susodicho abandonado.
En el libro homónimo, Fitzgerald ve a los indios acercándose y corre a avisarle a Bridger, tomando la decisión de dejar a Glass por ese motivo.
Tanto en la vida real como en el libro, la venganza de Hugh Glass tiene un asidero personal y hasta algo desproporcionado. Por otra parte, el regreso al fuerte no fue tan accidentado, sí largo y agotador, pero no TAN duro de matar porque a pesar de lo inhóspito y de las fricciones imperantes, en el camino recibió ayuda de nativos amistosos.
El final de esa historia ocurre cuando llega al fuerte y Fitzgerald se ha marchado a enlistarse, Glass va a donde está enlistado y le dicen que el cojudo es propiedad del ejército y por lo tanto no accederá a él. O sea, Glass no puede “vengarse” nunca y el renacimiento va más allá de ser movido por la venganza, o de regresar de entre los muertos, también consiste en dejar ir.
Lo terrible, difícil, y a la vez liberador que es DEJAR IR.
Más en: http://aullidosdelacalle.net/oscar-2016-el-renacido-the-revenant/
Saquemos nuestro filtro cálido CSI Miami (el calorcito cruceño así lo requiere) y analicemos las evidencias:
–Amores Perros, una ópera prima que ha envejecido muy mal, aunque ya en esas épocas la parte del vagabundo era de terror.
-La lacrimógena 21 gramos donde seguían dándole manija al cine de varias historias con diferentes líneas argumentales que se unen por las maravillosas casualidades de la vida. Con este filme, Iñárritu empezó a construir ese nido rocambolesco de cine hecho para y por Hollywood.
–Babel, película que sirvió para que el director mexicano rompa relaciones diplomáticas/personales/artísticas con su guionista Guillermo Arriaga (gracias, virgencita del Socavón) y en la que lo más interesante fue la muda asiática y lo peor todo lo relacionado a la empleada mexicana. Recuerdo haber reflexionado a la luz de la luna sobre lo extraordinario que sería para él hacer una película que cuente solo UNA historia.
– Biutiful, espesa como taza de leche con 20 cucharadas de Toddy y de la que guardamos la ingrata imagen de Javier Bardem con pañal y el recuerdo de 25 chinos gasificados.
– Birdman, en la que se condensan todas las mañas y virtudes de este cineasta. Sus excesos, sus carencias. Eso sí, hay que reconocer que tuvo una propuesta estilística arriesgada y, por momentos, fascinante.
– El Renacido.
Y bueno, el cine de Iñárritu te puede gustar o no, pero no te deja indiferente.
Antes de Birdman, Iñárritu andaba deprimido porque su trabajo ya no lo llenaba y el desafío que supuso hacer ese filme le levantó la moral y lo subió a una ola “creativa” en la que decidió meter a la licuadora lo que se le antojara sin restricciones.
Ajá.
Parece que todavía no se bajó de esa ola.
El-renacido-poster
Con obvias referencias a Tarkovsky, El Renacido se basa en el libro homónimo de Michael Punke que, a su vez, agarra una historia de la vida real.
Efectivamente, cuando los americanos y los franceses estaban exterminando indios, existió un Hugh Glass. Este Hugh Glass fue atacado por un oso y dado por muerto y luego, movido por la venganza, emprendió un glorioso y anecdótico regreso a su fuerte buscando a los tipos que lo dejaron botado como una chancleta.
En la vida real, los dos tipos fueron un tal Fitzgerald y el joven Bridger, aunque los registros no indican porqué dejan al susodicho abandonado.
En el libro homónimo, Fitzgerald ve a los indios acercándose y corre a avisarle a Bridger, tomando la decisión de dejar a Glass por ese motivo.
Tanto en la vida real como en el libro, la venganza de Hugh Glass tiene un asidero personal y hasta algo desproporcionado. Por otra parte, el regreso al fuerte no fue tan accidentado, sí largo y agotador, pero no TAN duro de matar porque a pesar de lo inhóspito y de las fricciones imperantes, en el camino recibió ayuda de nativos amistosos.
El final de esa historia ocurre cuando llega al fuerte y Fitzgerald se ha marchado a enlistarse, Glass va a donde está enlistado y le dicen que el cojudo es propiedad del ejército y por lo tanto no accederá a él. O sea, Glass no puede “vengarse” nunca y el renacimiento va más allá de ser movido por la venganza, o de regresar de entre los muertos, también consiste en dejar ir.
Lo terrible, difícil, y a la vez liberador que es DEJAR IR.
Más en: http://aullidosdelacalle.net/oscar-2016-el-renacido-the-revenant/
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