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6,4
14.077
3
23 de marzo de 2010
23 de marzo de 2010
6 de 13 usuarios han encontrado esta crítica útil
Hace varios años pude ver en el cine la película de Susanne Bier y me gustaron muchas cosas que posee la película y que se reflejan en esa intimidad que bien retrata la historia y la directora. Unos personajes que te los crees, mas allá de los artificios dramáticos que utiliza la realización, más allá del tema crudo que cuenta esta película: las cicatrices de la guerra.
Y ahora he podido ver este "remake" y puedo ver ese filtro que impregna todas las películas de ese imperio irreal que se llama Hollywood. Quizás si viajáramos en la filmografía del gran David Linch comprenderíamos como es ese filtro del que ahora hablo.
¿Por qué somos tan diferentes los europeos y los norteamericanos? Creo que en el cine, el de ahora, está claro que el fabricado en Hollywood ahonda en el poder de la palabra, del diálogo para explicar las cosas, para que los personajes cuenten sus historias y los espectadores nos las creamos (una cuestión de engullir). Casi siempre existe esa "extraña" voz en off que sólo sirve para empaquetar una historia con forma novelesca, porque siempre, siempre... al final existe el epílogo moral que deja cierta sensación de que existe una película para educar a la sociedad según que criterios (los criterios "positivos" que vende ese país).
Y viendo estas dos películas, la original y la copia, podemos entender de lo que estoy hablando: el mundo a través del filtro de Hollywood no es el mismo que vemos desde Europa.
La película de Susanne Bier tiene tres protagonistas que coexisten, que sienten y sufren, que se expresan con la rabia de los celos, del dolor, del amor, de la locura. Ese triángulo nos atrapa entre sus miradas y nos hace sentir como "vougeur" de esa intimidad. Las niñas, son niñas. Los padres, son padres. La situación, es la realidad. El tempo nos permite sentir ese frío clima del lugar donde está ubicada la historia familiar, contrastado con el calor infernal donde está situada la historia bélica. Las situaciones parecen reales, porque te planteas respuestas que tú, espectador, tomarías y compruebas que se reflejan en la historia que estás viendo en la pantalla.
Pero todo esto no existe en la película de Jim Sheridan, no hay rastro desde el guión: copiando las mismas situaciones que en la original, copiando la misma estructura, hasta las mismas escenas y acciones de los personajes. Hasta los actores, supongo que guiados por la batuta de la dirección, copian los gestos de los personajes que ya existían en la anterior película... pero el resultado es HORRIBLE.
Pero la pena, la gran pena... será el resultado en las taquillas: Esta segunda película será un "blokbuster" sin duda, ese triángulo de caras guapas y conocidas llevará a miles y miles de fans al cine. Y creo, a mi pesar, que esta verdad nos da que pensar a todos los que amamos o vivimos o sufrimos este arte llamado CINE.
Y ahora he podido ver este "remake" y puedo ver ese filtro que impregna todas las películas de ese imperio irreal que se llama Hollywood. Quizás si viajáramos en la filmografía del gran David Linch comprenderíamos como es ese filtro del que ahora hablo.
¿Por qué somos tan diferentes los europeos y los norteamericanos? Creo que en el cine, el de ahora, está claro que el fabricado en Hollywood ahonda en el poder de la palabra, del diálogo para explicar las cosas, para que los personajes cuenten sus historias y los espectadores nos las creamos (una cuestión de engullir). Casi siempre existe esa "extraña" voz en off que sólo sirve para empaquetar una historia con forma novelesca, porque siempre, siempre... al final existe el epílogo moral que deja cierta sensación de que existe una película para educar a la sociedad según que criterios (los criterios "positivos" que vende ese país).
Y viendo estas dos películas, la original y la copia, podemos entender de lo que estoy hablando: el mundo a través del filtro de Hollywood no es el mismo que vemos desde Europa.
La película de Susanne Bier tiene tres protagonistas que coexisten, que sienten y sufren, que se expresan con la rabia de los celos, del dolor, del amor, de la locura. Ese triángulo nos atrapa entre sus miradas y nos hace sentir como "vougeur" de esa intimidad. Las niñas, son niñas. Los padres, son padres. La situación, es la realidad. El tempo nos permite sentir ese frío clima del lugar donde está ubicada la historia familiar, contrastado con el calor infernal donde está situada la historia bélica. Las situaciones parecen reales, porque te planteas respuestas que tú, espectador, tomarías y compruebas que se reflejan en la historia que estás viendo en la pantalla.
Pero todo esto no existe en la película de Jim Sheridan, no hay rastro desde el guión: copiando las mismas situaciones que en la original, copiando la misma estructura, hasta las mismas escenas y acciones de los personajes. Hasta los actores, supongo que guiados por la batuta de la dirección, copian los gestos de los personajes que ya existían en la anterior película... pero el resultado es HORRIBLE.
Pero la pena, la gran pena... será el resultado en las taquillas: Esta segunda película será un "blokbuster" sin duda, ese triángulo de caras guapas y conocidas llevará a miles y miles de fans al cine. Y creo, a mi pesar, que esta verdad nos da que pensar a todos los que amamos o vivimos o sufrimos este arte llamado CINE.
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