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7,6
6.690
7
27 de agosto de 2023
27 de agosto de 2023
1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
INTRODUCCIÓN
‘High Sierra’ (‘El último refugio’, en España) dirigida por Raoul Walsh y estrenada originalmente en junio de 1941, es una película a través de cuya trama observamos, ante todo, el paso del cine de gánsteres que preponderó en los años 30 al nuevo género noir que llenaría las salas en los 40. Dentro del poco más de hora y media que dura su metraje encontramos a la vez el final de un género y la introducción del siguiente. En este sentido, estamos ante un anticipo a ‘El halcón maltés’ (frecuentemente considerada el primer noir), estrenada meses después bajo la dirección de John Huston quien no por casualidad firma aquí como guionista.
Coincide la mencionada transición, además, con la que viviría Bogart como intérprete. Acostumbrado a ejercer de secundario en películas de gánsteres, se hace aquí con el papel protagonista, convirtiéndose en la cara del nuevo género y consolidándose como estrella.
Sucedería esto último por casualidad. El personaje principal de ‘High Sierra’, Roy Earle, estaba guardado para George Raft, quien ya entonces era una figura prominente de Hollywood y acababa de protagonizar ‘La pasión ciega’, también bajo la batuta de Walsh y precisamente secundado por Bogart. Sin embargo, se negó Raft a interpretar a un tipo que fuera a morir, ante lo que Walsh pensó en darle el papel al segundón que la Warner ya tenía bajo contrato y con quien él ya había trabajado satisfactoriamente (también en ‘Los violentos años 20’).
Curioso o no, a Bogart también le cayó de rebote y gracias a Raft el protagonismo en ‘El halcón maltés’, puesto que Raft se negó a encarnar a Sam Spade por no querer, en esta ocasión, trabajar para un director novel. Tendría gracia después.
En cualquier caso, es en High Sierra donde se dejan atrás los tipos a los que tanta vida dieron magníficos actores como Cagney, Muni o G. Robinson (‘White Heat’, ‘Scarface’ o ‘Little Caesar’), y se descubre el arquetipo que reuniría todos sus mejores exponentes en la misma piel de Bogart.
Asimismo, debemos destacar la presencia de Ida Lupino, quien aquí interpreta el personaje de Marie. Lupino, directora, guionista y productora además de actriz, fue la única mujer directora en el Hollywood de los años 50, realizando importantes películas como ‘El Bígamo’, uno de los primeros films en tratar la violación, o ‘El autoestopista’, el primer noir dirigido por una mujer.
‘High Sierra’ trata sobre la amistad, la lealtad y la veteranía, además de la fuerza del destino.
(Sigo con ANÁLSIS, CONCLUSIONES y ANÉCDOTAS en el Spoiler).
‘High Sierra’ (‘El último refugio’, en España) dirigida por Raoul Walsh y estrenada originalmente en junio de 1941, es una película a través de cuya trama observamos, ante todo, el paso del cine de gánsteres que preponderó en los años 30 al nuevo género noir que llenaría las salas en los 40. Dentro del poco más de hora y media que dura su metraje encontramos a la vez el final de un género y la introducción del siguiente. En este sentido, estamos ante un anticipo a ‘El halcón maltés’ (frecuentemente considerada el primer noir), estrenada meses después bajo la dirección de John Huston quien no por casualidad firma aquí como guionista.
Coincide la mencionada transición, además, con la que viviría Bogart como intérprete. Acostumbrado a ejercer de secundario en películas de gánsteres, se hace aquí con el papel protagonista, convirtiéndose en la cara del nuevo género y consolidándose como estrella.
Sucedería esto último por casualidad. El personaje principal de ‘High Sierra’, Roy Earle, estaba guardado para George Raft, quien ya entonces era una figura prominente de Hollywood y acababa de protagonizar ‘La pasión ciega’, también bajo la batuta de Walsh y precisamente secundado por Bogart. Sin embargo, se negó Raft a interpretar a un tipo que fuera a morir, ante lo que Walsh pensó en darle el papel al segundón que la Warner ya tenía bajo contrato y con quien él ya había trabajado satisfactoriamente (también en ‘Los violentos años 20’).
Curioso o no, a Bogart también le cayó de rebote y gracias a Raft el protagonismo en ‘El halcón maltés’, puesto que Raft se negó a encarnar a Sam Spade por no querer, en esta ocasión, trabajar para un director novel. Tendría gracia después.
En cualquier caso, es en High Sierra donde se dejan atrás los tipos a los que tanta vida dieron magníficos actores como Cagney, Muni o G. Robinson (‘White Heat’, ‘Scarface’ o ‘Little Caesar’), y se descubre el arquetipo que reuniría todos sus mejores exponentes en la misma piel de Bogart.
Asimismo, debemos destacar la presencia de Ida Lupino, quien aquí interpreta el personaje de Marie. Lupino, directora, guionista y productora además de actriz, fue la única mujer directora en el Hollywood de los años 50, realizando importantes películas como ‘El Bígamo’, uno de los primeros films en tratar la violación, o ‘El autoestopista’, el primer noir dirigido por una mujer.
‘High Sierra’ trata sobre la amistad, la lealtad y la veteranía, además de la fuerza del destino.
(Sigo con ANÁLSIS, CONCLUSIONES y ANÉCDOTAS en el Spoiler).
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
spoiler:
ANÁLISIS
Puestos en la película, lo que vamos a vivir con ella es la carrera que un tipo, justo cuando cree poder dejar atrás su larga desesperación, emprende directo hacia la muerte.
Roy Earle, notorio criminal recién salido de prisión, quiere rehacer su vida, disfrutar como nunca de la ciudad, encontrar una mujer con quien formar familia y vivir honradamente. Pero pronto sus planes se trastocan. A regañadientes acepta dar un último golpe movido por su sentido del deber hacia un viejo amigo.
Así es Roy y este es el retrato que ‘High Sierra’ nos pinta de su protagonista: un gánster, pero un tipo honrado, de altos principios, que valora la amistad y la lealtad por encima de todo, que no está en paz consigo mismo si no cumple con los demás.
Roy Earle no es un mal hombre, tiene la vida en su contra.
Es alguien con quien el destino se ceba, algo que "High Sierra" ilustra con crudeza a través de las decepciones que enfrenta tras actuar movido por la generosidad, en tres momentos clave de la película:
(1) Realiza su último atraco con reticencia, impulsado solo por la deuda moral que siente hacia Big Mac, y una vez de regreso, descubre que Big Mac ha fallecido;
(2) Visita una segunda vez a la joven operada, también de mala gana, cumpliendo la promesa hecha a su padre. A lo largo de la película, vemos cómo Roy se esfuerza por honrar su palabra e insiste en cumplirla, solo para encontrar más tarde a la chica bailando con su prometido;
(3) En una última muestra de generosidad, Roy escribe una nota para exculpar a Marie, con la intención de que la policía la encuentre junto a su cuerpo. Sin embargo, la nota se pierde al ser llevada por el viento.
Funciona así la película como una tragedia.
Por otro lado, encontramos en ‘High Sierra’ un elogio de la madurez. La película contrasta a Roy y Big Mac con los jóvenes delincuentes, sugiriendo que la "vieja guardia", hasta en los círculos criminales, tiene siempre un código de conducta diferente, más noble.
“Los tipos como nosotros están todos muertos o en prisión” que dice Big Mac, quien sirve como símbolo del gánster de la era de la Prohibición, su deterioro físico espejeando la desaparición de ese mundo clandestino.
CONCLUSIONES
Además de beneficiarse de la excepcional destreza narrativa de Walsh, la película destaca por una buena ambientación en exteriores, que exalta la naturaleza, una memorable secuencia de persecución automovilística y la posterior huida de Bogart por la sierra, solo superada más tarde por la de Cary Grant en el monte Rushmore (‘North by Northwest’).
Personalmente encuentro defectos en la secuencia del atraco, que luce muy poco, excesivamente cutrona; el uso del perro como presagio trágico, que se siente redundante y poco sofisticado; y la tolerancia excesiva de Bogart hacia el perro, que también puede llegar a irritar.
Con todo, al ver ‘High Sierra’ tengo la sensación de estar ante una muy buena película, pero no una gran obra. Prefiero otras del propio Walsh. Le pongo un 7 ahora, pero me quedo sabiendo que cuando la vuelva a ver me parecerá un 8.
OTRAS ANÉCDOTAS
(1) El perro era la mascota real de Bogart;
(2) El accidente de coche provocado por una liebre supone un toque de humor por parte de Walsh, que perdió su ojo en un accidente de coche causado por dicho animal;
(3) Walsh haría un remake de su propia película en formato western, ‘Colorado Territory’.
Puestos en la película, lo que vamos a vivir con ella es la carrera que un tipo, justo cuando cree poder dejar atrás su larga desesperación, emprende directo hacia la muerte.
Roy Earle, notorio criminal recién salido de prisión, quiere rehacer su vida, disfrutar como nunca de la ciudad, encontrar una mujer con quien formar familia y vivir honradamente. Pero pronto sus planes se trastocan. A regañadientes acepta dar un último golpe movido por su sentido del deber hacia un viejo amigo.
Así es Roy y este es el retrato que ‘High Sierra’ nos pinta de su protagonista: un gánster, pero un tipo honrado, de altos principios, que valora la amistad y la lealtad por encima de todo, que no está en paz consigo mismo si no cumple con los demás.
Roy Earle no es un mal hombre, tiene la vida en su contra.
Es alguien con quien el destino se ceba, algo que "High Sierra" ilustra con crudeza a través de las decepciones que enfrenta tras actuar movido por la generosidad, en tres momentos clave de la película:
(1) Realiza su último atraco con reticencia, impulsado solo por la deuda moral que siente hacia Big Mac, y una vez de regreso, descubre que Big Mac ha fallecido;
(2) Visita una segunda vez a la joven operada, también de mala gana, cumpliendo la promesa hecha a su padre. A lo largo de la película, vemos cómo Roy se esfuerza por honrar su palabra e insiste en cumplirla, solo para encontrar más tarde a la chica bailando con su prometido;
(3) En una última muestra de generosidad, Roy escribe una nota para exculpar a Marie, con la intención de que la policía la encuentre junto a su cuerpo. Sin embargo, la nota se pierde al ser llevada por el viento.
Funciona así la película como una tragedia.
Por otro lado, encontramos en ‘High Sierra’ un elogio de la madurez. La película contrasta a Roy y Big Mac con los jóvenes delincuentes, sugiriendo que la "vieja guardia", hasta en los círculos criminales, tiene siempre un código de conducta diferente, más noble.
“Los tipos como nosotros están todos muertos o en prisión” que dice Big Mac, quien sirve como símbolo del gánster de la era de la Prohibición, su deterioro físico espejeando la desaparición de ese mundo clandestino.
CONCLUSIONES
Además de beneficiarse de la excepcional destreza narrativa de Walsh, la película destaca por una buena ambientación en exteriores, que exalta la naturaleza, una memorable secuencia de persecución automovilística y la posterior huida de Bogart por la sierra, solo superada más tarde por la de Cary Grant en el monte Rushmore (‘North by Northwest’).
Personalmente encuentro defectos en la secuencia del atraco, que luce muy poco, excesivamente cutrona; el uso del perro como presagio trágico, que se siente redundante y poco sofisticado; y la tolerancia excesiva de Bogart hacia el perro, que también puede llegar a irritar.
Con todo, al ver ‘High Sierra’ tengo la sensación de estar ante una muy buena película, pero no una gran obra. Prefiero otras del propio Walsh. Le pongo un 7 ahora, pero me quedo sabiendo que cuando la vuelva a ver me parecerá un 8.
OTRAS ANÉCDOTAS
(1) El perro era la mascota real de Bogart;
(2) El accidente de coche provocado por una liebre supone un toque de humor por parte de Walsh, que perdió su ojo en un accidente de coche causado por dicho animal;
(3) Walsh haría un remake de su propia película en formato western, ‘Colorado Territory’.

7,5
4.198
8
15 de septiembre de 2023
15 de septiembre de 2023
Sé el primero en valorar esta crítica
Se dice que Michael Curtiz salvó el culo a la Warner en 1938. Dirigió hasta cinco películas ese año, tres de las cuales obtuvieron un considerable éxito y ganancias que revertieron los malos números que se preveían en la productora. ‘The Adventures of Robin Hood’ (conocida en España como ‘Robin de los bosques’), ‘Four Daughters’ y ‘Angels With Dirty Faces’ son los títulos en cuestión.
Por cuanto al último, este se inicia con un estupendo trávelin que nos describe a la perfección y sitúa en el ambiente donde la película tomará lugar. Un barrio obrero, en el que viven Rocky Sullivan y Jerry Connolly, dos críos, buenos amigos, que en sus ratos libres y sin nada mejor que hacer vagan por las calles tratando de conseguirse unos cuartos.
Un día, perseguidos por la policía tras un pequeño robo, Rocky es capturado, mientras que Jerry, quien siempre había corrido más rápido, logra escapar. El primero de ellos es entonces llevado a un centro de reclusión juvenil, cosa que el segundo nunca experimentará. Es a partir de ese momento que sus vidas se distancian.
‘Angels With Dirty Faces’ ofrece en adelante un planteamiento que reúne el género de gánsteres con el drama social. El eje central de la película es la responsabilidad social para con los jóvenes desamparados y una denuncia del funcionamiento de los centros penitenciarios estadounidenses. Ello se elabora a través de la dualidad presentada entre ambos personajes principales. Por un lado, Rocky (magníficamente interpretado por Cagney), se convierte en un criminal recurrente y cada vez más notorio tras haber ingresado en el sistema. Por otro, Jerry (Pat O’Brien), desde la libertad, consigue enderezar su vida y encuentra su camino en la iglesia.
De este modo se nos presenta al tipo ejemplar y al delincuente como con la misma naturaleza, dos chavales granujillas como cualesquiera otros, hasta que la vida de uno de ellos es llevada a la perdición por un sistema penitenciario pervertido que a menudo no rehabilita, sino que perturba a quienes ingresan en él. Esta fue la suerte con que topó Rocky Sullivan y que se extiende a innumerables casos en la realidad: entró siendo un crío, travieso, desfavorecido e influenciable, y salió convertido en criminal.
La película nos presenta así a su gánster como una pobre víctima del entorno y las circunstancias, de su propia miseria, pero al mismo tiempo como un peligroso elemento corruptor para los desorientados jóvenes del barrio que a su salida de prisión lo glorifican. Para tratar todo esto, la película adopta notables tintes moralizantes, sobre todo a través de monólogos en boca del Padre Connolly. De ellos he leído en críticas de otros usuarios que molestan, por resultar aleccionadores, pero a mí no me lo parecen. Creo que en aquella época el cine no miraba a sus espectadores desde una superioridad; que por más virtuoso que fuera, sabía no ser elitista; que podía insistir en un discurso y no por ello aleccionar. En definitiva, el moralismo que encontramos aquí me parece sincero y no artificioso. Reconozco, si bien, que el repetido uso del primer plano monologuista acaba por resultar simplón.
Analizando otros aspectos, se debe notar la presencia de los Dead End Kids. Sus escenas añaden poco o nada a nivel narrativo, y por ello su abundancia se puede hacer cargante. No obstante, en varias de ellas se exhibe una perfecta compenetración con Cagney, donde este aprovecha para mostrar todo su magnetismo, cosa que las excusa.
Contamos asimismo con el trabajo secundario de Bogart y Ann Sheridan. Al año, el primero repetiría dinámica con Cagney en ‘Los violentos años 20’ de Walsh y, en el 42, volvería a trabajar con Curtiz en ‘Casablanca’. Junto a Sheridan coincidiría de nuevo en ‘La pasión ciega’ (1940), también de Walsh.
‘Angels With Dirty Faces’ es emotiva, invita a la reflexión y su título me encanta. Con todo, es cine del bueno, y si he dicho que empieza estupendamente, su final es una de las grandes maravillas de este arte.
Por cuanto al último, este se inicia con un estupendo trávelin que nos describe a la perfección y sitúa en el ambiente donde la película tomará lugar. Un barrio obrero, en el que viven Rocky Sullivan y Jerry Connolly, dos críos, buenos amigos, que en sus ratos libres y sin nada mejor que hacer vagan por las calles tratando de conseguirse unos cuartos.
Un día, perseguidos por la policía tras un pequeño robo, Rocky es capturado, mientras que Jerry, quien siempre había corrido más rápido, logra escapar. El primero de ellos es entonces llevado a un centro de reclusión juvenil, cosa que el segundo nunca experimentará. Es a partir de ese momento que sus vidas se distancian.
‘Angels With Dirty Faces’ ofrece en adelante un planteamiento que reúne el género de gánsteres con el drama social. El eje central de la película es la responsabilidad social para con los jóvenes desamparados y una denuncia del funcionamiento de los centros penitenciarios estadounidenses. Ello se elabora a través de la dualidad presentada entre ambos personajes principales. Por un lado, Rocky (magníficamente interpretado por Cagney), se convierte en un criminal recurrente y cada vez más notorio tras haber ingresado en el sistema. Por otro, Jerry (Pat O’Brien), desde la libertad, consigue enderezar su vida y encuentra su camino en la iglesia.
De este modo se nos presenta al tipo ejemplar y al delincuente como con la misma naturaleza, dos chavales granujillas como cualesquiera otros, hasta que la vida de uno de ellos es llevada a la perdición por un sistema penitenciario pervertido que a menudo no rehabilita, sino que perturba a quienes ingresan en él. Esta fue la suerte con que topó Rocky Sullivan y que se extiende a innumerables casos en la realidad: entró siendo un crío, travieso, desfavorecido e influenciable, y salió convertido en criminal.
La película nos presenta así a su gánster como una pobre víctima del entorno y las circunstancias, de su propia miseria, pero al mismo tiempo como un peligroso elemento corruptor para los desorientados jóvenes del barrio que a su salida de prisión lo glorifican. Para tratar todo esto, la película adopta notables tintes moralizantes, sobre todo a través de monólogos en boca del Padre Connolly. De ellos he leído en críticas de otros usuarios que molestan, por resultar aleccionadores, pero a mí no me lo parecen. Creo que en aquella época el cine no miraba a sus espectadores desde una superioridad; que por más virtuoso que fuera, sabía no ser elitista; que podía insistir en un discurso y no por ello aleccionar. En definitiva, el moralismo que encontramos aquí me parece sincero y no artificioso. Reconozco, si bien, que el repetido uso del primer plano monologuista acaba por resultar simplón.
Analizando otros aspectos, se debe notar la presencia de los Dead End Kids. Sus escenas añaden poco o nada a nivel narrativo, y por ello su abundancia se puede hacer cargante. No obstante, en varias de ellas se exhibe una perfecta compenetración con Cagney, donde este aprovecha para mostrar todo su magnetismo, cosa que las excusa.
Contamos asimismo con el trabajo secundario de Bogart y Ann Sheridan. Al año, el primero repetiría dinámica con Cagney en ‘Los violentos años 20’ de Walsh y, en el 42, volvería a trabajar con Curtiz en ‘Casablanca’. Junto a Sheridan coincidiría de nuevo en ‘La pasión ciega’ (1940), también de Walsh.
‘Angels With Dirty Faces’ es emotiva, invita a la reflexión y su título me encanta. Con todo, es cine del bueno, y si he dicho que empieza estupendamente, su final es una de las grandes maravillas de este arte.

7,4
1.683
8
5 de septiembre de 2023
5 de septiembre de 2023
Sé el primero en valorar esta crítica
De ‘They Drive by Night’ lo que menos me gusta es el título que se le puso en España, ‘La pasión ciega’. No por feo, que no lo es, sino porque nada tiene que ver con lo que cuenta la película. ‘Conducen de noche’, la traducción literal y sin evocaciones innecesarias, hubiera estado mucho mejor para una obra que encuentra su esencia en la carretera y el crimen, y en la que todo lo que veremos tiene razón de ser.
Como exponen la mayoría de críticas ya escritas sobre ella, constituye una muestra perfecta de la agilidad narrativa de Walsh, que en hora y media de película mueve la trama con un dinamismo envolvente dentro del que circunscribe distintos géneros y un buen número de personajes a los que, y me refiere a ambos, sabe siempre hacer relevantes para lo que termina siendo el conjunto.
Fluidez sin lagunas, completitud sin inutilidades. Esta es una de aquellas películas que nos hará apreciar la concisión como un valor cinematográfico y, con ello, cuestionar las infinitas minutadas que algunas producciones pretenden tener por necesarias.
Su trama empieza como un drama social (proliferaron desde la segunda mitad de los años 30, dentro el contexto del New Deal, tras la Gran Depresión), enfocado sobre el mundo y vida de los camioneros, reflejando con transparencia el ahogo, hambre, soledad, inseguridad y demás penas a las que están expuestos estos tipos cuya ocupación debiera ser ejemplo del teóricamente admirable ‘American Way of Life’. Así, se nos muestran los días de dos hermanos, Joe y Paul Fabrini, que malviven tratando de salir adelante. La continua frustración de sus esfuerzos encuentra como trasfondo un desencantamiento del sueño americano.
Con ello, gran parte de lo que acontece en la cinta sirve para poner en tela de juicio la conveniencia de emprender un negocio propio frente a la de entrar como empleado de alguien que ya tiene el suyo en marcha. Luego de meternos en este debate, sin embargo, la película nos planta un final pastelón bastante inconsecuente con la discusión abierta previamente. Se nos desencanta el sueño, que no se nos desacredita. El resultado es ciertamente ambiguo, lo que puede ser criticable por más que queramos enmarcarlo dentro de los ‘happy endings’ de la época.
En cualquier caso, a medida que avanzan los minutos la trama va mutando con elegancia del drama al thriller y concluye como un film de juicios. Estas evoluciones encuentran su clave en la aparición de Ida Lupino como mujer fatal en el papel de Lana Carlsen, esposa del empleador de los hermanos Fabrini.
Su actuación sobresale dentro de un reparto ya de por sí estupendo. El marido, interpretado por Alan Hale Sr., se me ha hecho verdaderamente gracioso; tanto Ann Sheridan como Bogart (quienes coincidieron numerosas veces en pantalla, la más remarcable un par de años antes en ‘Angels With Dirty Faces’, de Curtiz) sacan a relucir su carisma y buen hacer; y, por lo que hace a George Raft, quien interpreta al personaje principal, aunque algunos quieran criticarlo a mi me parece que funciona bien. Era otro tipo de actor, no un gran intérprete, pero sí un rostro particular.
Ya que estamos, no dejaré sin destacar la figura de Lupino más allá de lo que es esta propia cinta. Directora, guionista y productora además de actriz, fue la única mujer directora en el Hollywood de los años 50, realizando importantes películas como ‘El Bígamo’, uno de los primeros films en tratar la violación, o ‘El autoestopista’, el primer noir dirigido por una mujer.
Con todo, ‘They Drive by Night’ es una obra notable en los tres mencionados registros que toca (drama social, thriller, y juicios), aunque el último resulte apresurado y poco reflexivo cuando hubiera encajado serlo algo más. Para mí, lo mejor se encuentra en el retrato de escenas cotidianas que vemos en el primero.
Buen cine, original para el momento y con cosas estupendas. Que además me entretiene y me gusta. Polifacético, sobre todo, pero no una obra redonda.
Trata sobre la perseverancia y la dignificación de la vida a través del trabajo.
Como exponen la mayoría de críticas ya escritas sobre ella, constituye una muestra perfecta de la agilidad narrativa de Walsh, que en hora y media de película mueve la trama con un dinamismo envolvente dentro del que circunscribe distintos géneros y un buen número de personajes a los que, y me refiere a ambos, sabe siempre hacer relevantes para lo que termina siendo el conjunto.
Fluidez sin lagunas, completitud sin inutilidades. Esta es una de aquellas películas que nos hará apreciar la concisión como un valor cinematográfico y, con ello, cuestionar las infinitas minutadas que algunas producciones pretenden tener por necesarias.
Su trama empieza como un drama social (proliferaron desde la segunda mitad de los años 30, dentro el contexto del New Deal, tras la Gran Depresión), enfocado sobre el mundo y vida de los camioneros, reflejando con transparencia el ahogo, hambre, soledad, inseguridad y demás penas a las que están expuestos estos tipos cuya ocupación debiera ser ejemplo del teóricamente admirable ‘American Way of Life’. Así, se nos muestran los días de dos hermanos, Joe y Paul Fabrini, que malviven tratando de salir adelante. La continua frustración de sus esfuerzos encuentra como trasfondo un desencantamiento del sueño americano.
Con ello, gran parte de lo que acontece en la cinta sirve para poner en tela de juicio la conveniencia de emprender un negocio propio frente a la de entrar como empleado de alguien que ya tiene el suyo en marcha. Luego de meternos en este debate, sin embargo, la película nos planta un final pastelón bastante inconsecuente con la discusión abierta previamente. Se nos desencanta el sueño, que no se nos desacredita. El resultado es ciertamente ambiguo, lo que puede ser criticable por más que queramos enmarcarlo dentro de los ‘happy endings’ de la época.
En cualquier caso, a medida que avanzan los minutos la trama va mutando con elegancia del drama al thriller y concluye como un film de juicios. Estas evoluciones encuentran su clave en la aparición de Ida Lupino como mujer fatal en el papel de Lana Carlsen, esposa del empleador de los hermanos Fabrini.
Su actuación sobresale dentro de un reparto ya de por sí estupendo. El marido, interpretado por Alan Hale Sr., se me ha hecho verdaderamente gracioso; tanto Ann Sheridan como Bogart (quienes coincidieron numerosas veces en pantalla, la más remarcable un par de años antes en ‘Angels With Dirty Faces’, de Curtiz) sacan a relucir su carisma y buen hacer; y, por lo que hace a George Raft, quien interpreta al personaje principal, aunque algunos quieran criticarlo a mi me parece que funciona bien. Era otro tipo de actor, no un gran intérprete, pero sí un rostro particular.
Ya que estamos, no dejaré sin destacar la figura de Lupino más allá de lo que es esta propia cinta. Directora, guionista y productora además de actriz, fue la única mujer directora en el Hollywood de los años 50, realizando importantes películas como ‘El Bígamo’, uno de los primeros films en tratar la violación, o ‘El autoestopista’, el primer noir dirigido por una mujer.
Con todo, ‘They Drive by Night’ es una obra notable en los tres mencionados registros que toca (drama social, thriller, y juicios), aunque el último resulte apresurado y poco reflexivo cuando hubiera encajado serlo algo más. Para mí, lo mejor se encuentra en el retrato de escenas cotidianas que vemos en el primero.
Buen cine, original para el momento y con cosas estupendas. Que además me entretiene y me gusta. Polifacético, sobre todo, pero no una obra redonda.
Trata sobre la perseverancia y la dignificación de la vida a través del trabajo.
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