Fui a ver "Bohemian Rhapsody" al cine porque, a pesar de no estar muy convencida (había leído críticas), pensaba que era una película que merecía ser vista en sala, en pantalla grande y con sonido envolvente. Me equivocaba, porque ni las mejores condiciones pueden salvar esta cinta blanda, que no arriesga, que transcurre por la vida de Freddie Mercury como si de un catálogo de momentos de su vida se tratara.

Freddie Mercury fue, y siempre será, un icono. Una persona única que merecía mucho más que este telefilm de sobremesa. Una película que no ahonda en nada que pueda herir la sensibilidad del espectador medio, aquél que busca pasar un buen rato sin cuestionarse nada ni pensar más allá, que no quiere detalles turbios o molestos de la vida del gran Freddie Mercury que, como todos, también tenía deseos, miedos, dudas y tormentos. Aunque esta "Bohemian Rhapsody" parece que no se atreve a hablarnos de ellos...