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Críticas ordenadas por utilidad
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7
6 de julio de 2008
6 de julio de 2008
40 de 40 usuarios han encontrado esta crítica útil
Muy interesante película dirigida por William Dieterle, un realizador especializado y (re)conocido por los biopics que dirigió en los años treinta (Pasteur, Zola, Juárez, Dr. Erlich), comunmente encuadrada en el género negro (del que participa en algunos aspectos: garitos, la figura del ex-combatiente, la Policía, los night-clubs, las luces y sombras...), pero que, a mí particularmente, me parece más escorada hacia el cine de suspense, sobre todo, en su segunda mitad.
Y ésa es su característica más relevante, el ser un atípico film negro, cuyo comienzo, curiosamente, parece un antecedente del western de Henry Hathaway El póker de la muerte, a su vez un atípico western con más de cine negro que cine del oeste, y su desarrollo tiene más que ver con el moderno cine de psycho-killers que con la temática noir, y a todo ello puede agregarse un poco de melodrama, con la figura de la redención como telón de fondo en el dibujo del personaje del atormentado ex-combatiente, perfectamente interpretado por un primerizo Charlton Heston.
Todo ello puede ser debido a la personalidad de Dieterle, un poco ajena al cine negro, a pesar de haber dirigido antes (The accused, Soga de arena, Amargo desquite) o después (Un hombre acusa) películas más o menos encuadrables en el género negro (yo pienso que menos, ya que Amargo desquite, por ejemplo, es un melodrama en toda ley, eso sí, con algún elemento del género).
También, creo, influye en ese resultado híbrido, el que la Productora, la Paramount, no se haya especializado en el género negro (a bote pronto recordamos las películas interpretadas por Alan Ladd, pero son más bien productos realizados en honor de la superestrella del estudio en la época, por ejemplo, El cuervo, La llave de cristal, La dalia azul, Fuera de la ley, y en relación con esta última, hay que reconocer que el cine negro de Paramount es el menos difundido, hoy en día, de entre todas las Majors).
En suma esta ciudad oscura es una buena película de suspense, con un buen trabajo de Dieterle, buenos diálogos, unos actores excelentes (empezando, como he dicho, por un sorprendentemente bueno Heston y terminando con un buen plantel de eternos secundarios, eso sí, hagamos salvedad de Lizabeth Scott), una fotografía que juega admirablemente con las luces y sombras, potenciando asímismo ese suspense, convirtiendo cada esquina, cada estancia, e incluso, amplios espacios iluminados en lugares dónde el peligro acecha en cada momento, nadie está seguro.
Asímismo, el suspense viene potenciado por saber quien es el asesino pero no conocer su rostro, un suspense magistralmente desarrollado en la segunda mitad de la película.
No es una película que ha entrado en la mítica, pero es mejor que muchas de ellas.
Y ésa es su característica más relevante, el ser un atípico film negro, cuyo comienzo, curiosamente, parece un antecedente del western de Henry Hathaway El póker de la muerte, a su vez un atípico western con más de cine negro que cine del oeste, y su desarrollo tiene más que ver con el moderno cine de psycho-killers que con la temática noir, y a todo ello puede agregarse un poco de melodrama, con la figura de la redención como telón de fondo en el dibujo del personaje del atormentado ex-combatiente, perfectamente interpretado por un primerizo Charlton Heston.
Todo ello puede ser debido a la personalidad de Dieterle, un poco ajena al cine negro, a pesar de haber dirigido antes (The accused, Soga de arena, Amargo desquite) o después (Un hombre acusa) películas más o menos encuadrables en el género negro (yo pienso que menos, ya que Amargo desquite, por ejemplo, es un melodrama en toda ley, eso sí, con algún elemento del género).
También, creo, influye en ese resultado híbrido, el que la Productora, la Paramount, no se haya especializado en el género negro (a bote pronto recordamos las películas interpretadas por Alan Ladd, pero son más bien productos realizados en honor de la superestrella del estudio en la época, por ejemplo, El cuervo, La llave de cristal, La dalia azul, Fuera de la ley, y en relación con esta última, hay que reconocer que el cine negro de Paramount es el menos difundido, hoy en día, de entre todas las Majors).
En suma esta ciudad oscura es una buena película de suspense, con un buen trabajo de Dieterle, buenos diálogos, unos actores excelentes (empezando, como he dicho, por un sorprendentemente bueno Heston y terminando con un buen plantel de eternos secundarios, eso sí, hagamos salvedad de Lizabeth Scott), una fotografía que juega admirablemente con las luces y sombras, potenciando asímismo ese suspense, convirtiendo cada esquina, cada estancia, e incluso, amplios espacios iluminados en lugares dónde el peligro acecha en cada momento, nadie está seguro.
Asímismo, el suspense viene potenciado por saber quien es el asesino pero no conocer su rostro, un suspense magistralmente desarrollado en la segunda mitad de la película.
No es una película que ha entrado en la mítica, pero es mejor que muchas de ellas.

3,9
329
2
16 de junio de 2018
16 de junio de 2018
4 de 5 usuarios han encontrado esta crítica útil
Una historia de tráfico de mascotas en un certamen canino es el marco en el que desenvuelve este film, protagonizado por una pareja de polis del FBI, uno de dos y otro de cuatro patas y con la particularidad que los animales que intervienen en la cinta no se limitan a actuar sino también a hablar, y lo hacen con ganas, ya que no recuerdo una profusión de diálogos tan excesiva desde, como poco, las parlanchinas películas de comienzos del cine sonoro. Aquí podría decirse que habla hasta el apuntador.
La referencia cinematográfica obvia es, efectivamente, Socios y sabuesos (Roger Spottiswoode, 1989), con Tom Hanks, explicitada en la misma cinta. Y la menos obvia, quizás sea Miss Agente Especial (Donald Petrie, 2000) en la que Sandra Bullock hacía prácticamente el mismo papel que el perro Max en ésta, agente del FBI que se hacía pasar por Miss en un concurso de belleza, algo muy alejado de su actividad cotidiana, para desentrañar un complot. La ventaja de aquélla es que el protagonismo no estaba desdoblado en dos como en ésta y Sandra hablaba menos, mucho menos, que el rottweiler Max.
Producto de temporada, no excesivamente cansino por su corta duración (para lo que se estila), que gustará a niño/as y padres poco exigentes (sobre todo a estos últimos por lo que pude observar).
La referencia cinematográfica obvia es, efectivamente, Socios y sabuesos (Roger Spottiswoode, 1989), con Tom Hanks, explicitada en la misma cinta. Y la menos obvia, quizás sea Miss Agente Especial (Donald Petrie, 2000) en la que Sandra Bullock hacía prácticamente el mismo papel que el perro Max en ésta, agente del FBI que se hacía pasar por Miss en un concurso de belleza, algo muy alejado de su actividad cotidiana, para desentrañar un complot. La ventaja de aquélla es que el protagonismo no estaba desdoblado en dos como en ésta y Sandra hablaba menos, mucho menos, que el rottweiler Max.
Producto de temporada, no excesivamente cansino por su corta duración (para lo que se estila), que gustará a niño/as y padres poco exigentes (sobre todo a estos últimos por lo que pude observar).
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
spoiler:
Su final abre la puerta a una más que probable continuación de las perroaventuras.
18 de junio de 2018
18 de junio de 2018
2 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
La primera película como director de Alfred Hitchcock es un hábil melodrama que, empero, no da muchas pistas sobre la fulgurante carrera posterior del director británico, ni por su temática ni por el estilo empleado. Ahora bien, el seguidor de la obra hitchcockiana puede entretenerse en identificar alguna que otra seña de identidad, todavía en estado de gestación. Y, quizás forzando las cosas, pudiera establecer esas analogías, en este caso más temáticas que formales, con obras posteriores del maestro inglés.
A nivel formal es una película más propia del cine inglés de consumo de esa época (nada desdeñable por otra parte), pero ya el joven talento de Hitchcock aflora de forma intermitente.
Hay una diferencia esencial con los film de Hitchcock posteriores, y es que en éstos las inverosimilitudes argumentales, pródigas en la filmografía hitchcockiana, eran digamos, “verosimilizadas” por el rigor de la puesta en escena. Aquí esas inverosimilitudes argumentales no son trascendidas y, en realidad, molestan un poco e impiden el pleno disfrute del film: la meteórica ascensión escénica de Jill, el pobre dibujo de personajes a priori interesantes, como la indígena, el forzado cambio psicológico del marido de Patsy, la resolución facilona del drama triangular en los Mares del Sur, etc...
A nivel formal es una película más propia del cine inglés de consumo de esa época (nada desdeñable por otra parte), pero ya el joven talento de Hitchcock aflora de forma intermitente.
Hay una diferencia esencial con los film de Hitchcock posteriores, y es que en éstos las inverosimilitudes argumentales, pródigas en la filmografía hitchcockiana, eran digamos, “verosimilizadas” por el rigor de la puesta en escena. Aquí esas inverosimilitudes argumentales no son trascendidas y, en realidad, molestan un poco e impiden el pleno disfrute del film: la meteórica ascensión escénica de Jill, el pobre dibujo de personajes a priori interesantes, como la indígena, el forzado cambio psicológico del marido de Patsy, la resolución facilona del drama triangular en los Mares del Sur, etc...
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
spoiler:
Puede destacarse su ya primeriza obsesión por las mujeres rubias, en este caso falsas rubias, lo cual nos lleva, paradojas del destino, a mencionar su último film, Family Plot (La trama, 1976), en el que Karen Black ocultaba su cabellera bajo una peluca rubia. Aquí Virginia Valli ofrecerá un postizo rubio a un anciano y contrariado admirador, lo cual también nos sugiere un título ya más cercano en el tiempo, The Lodger (El enemigo de las rubias, 1926), en el que Jack el Destripador asesinaba exclusivamente a chicas de pelo color dorado, lo cual provocaba que las verdaderas rubias velasen por su seguridad añadiendo a su pelambrera postizos de otro color.
La temática de la crisis de pareja ya está presente en este film en estado embrionario, así como el componente sexual, habitual en su cine, que impregna la mayor parte de las situaciones: el voyeurismo de la secuencia inicial en el teatro, el strip-tease de las dos jóvenes antes de acostarse en la misma cama, el lametón del perro a los pies desnudos de Jill orando en la cama, la promiscuidad sexual de ésta, la insana relación con la indígena del libidinoso marido de Patsy, etc…
Respecto a la labor de puesta en escena, de la cual sería el novato Hitchcock un verdadero maestro, hay varios ejemplos destacables (y hay que recordar que la forma en Hitchcock moldea y da sentido al fondo del relato, el cómo se dice está perfectamente imbricado dando sentido a lo que se quiere contar). El plano subjetivo del espectador (y del propio Hitchcock) hacia Patsy vista a través de unos gemelos (que se repetirá en Easy Virtue, 1927, cuando el juez dirija su mirada a la atractiva acusada con el uso de su monóculo); la utilización dramática de la lluvia el día de la boda de Patsy; el fundido encadenado asimétrico de las dos manos, una de la esposa que despide, otra de la amante indígena que recibe al marido de aquélla; la brutal toma submarina del asesinato de la misma así como la influencia del expresionismo en las apariciones en sobreimpresión de esta misma después de muerta…
La temática de la crisis de pareja ya está presente en este film en estado embrionario, así como el componente sexual, habitual en su cine, que impregna la mayor parte de las situaciones: el voyeurismo de la secuencia inicial en el teatro, el strip-tease de las dos jóvenes antes de acostarse en la misma cama, el lametón del perro a los pies desnudos de Jill orando en la cama, la promiscuidad sexual de ésta, la insana relación con la indígena del libidinoso marido de Patsy, etc…
Respecto a la labor de puesta en escena, de la cual sería el novato Hitchcock un verdadero maestro, hay varios ejemplos destacables (y hay que recordar que la forma en Hitchcock moldea y da sentido al fondo del relato, el cómo se dice está perfectamente imbricado dando sentido a lo que se quiere contar). El plano subjetivo del espectador (y del propio Hitchcock) hacia Patsy vista a través de unos gemelos (que se repetirá en Easy Virtue, 1927, cuando el juez dirija su mirada a la atractiva acusada con el uso de su monóculo); la utilización dramática de la lluvia el día de la boda de Patsy; el fundido encadenado asimétrico de las dos manos, una de la esposa que despide, otra de la amante indígena que recibe al marido de aquélla; la brutal toma submarina del asesinato de la misma así como la influencia del expresionismo en las apariciones en sobreimpresión de esta misma después de muerta…
Cortometraje

4,9
58
6
9 de agosto de 2018
9 de agosto de 2018
1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
Film perteneciente al subgénero de persecución y griffithiano por excelencia (y especialidad también de otros aprendices del maestro, como Raoul Walsh), bien de ritmo cinematográfico a pesar de consistir en una sucesión de planos secuencia tomados a distancia de la acción, pero con buen sentido del encuadre y, ya para entonces, del raccord.
Cabe destacar la colocación oblicua (o diagonal) de la cámara en la mayoría de los planos, evitando el efecto teatral.
El maniqueísmo típico de estas producciones es más una argucia narrativa que una toma de postura moral. Había que caracterizar en pocos trazos a los personajes debido a, por una parte, el escaso metraje, como, por otra, establecer la identificación del público con ellos, toda vez que el uso del primer plano todavía no había sido adoptado como figura de estilo en la narrativa cinematográfica.
Cabe destacar la colocación oblicua (o diagonal) de la cámara en la mayoría de los planos, evitando el efecto teatral.
El maniqueísmo típico de estas producciones es más una argucia narrativa que una toma de postura moral. Había que caracterizar en pocos trazos a los personajes debido a, por una parte, el escaso metraje, como, por otra, establecer la identificación del público con ellos, toda vez que el uso del primer plano todavía no había sido adoptado como figura de estilo en la narrativa cinematográfica.
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