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3
22 de enero de 2024
22 de enero de 2024
36 de 68 usuarios han encontrado esta crítica útil
Lo que en la primera temporada y en la tercera era siempre épico y transcendente, en esta cuarta temporada se convierte en algo doméstico y acartonado.
Issa López ha asegurado en más de una entrevista que su True Detective iba a gustar porque estaba hermanado con la primera temporada. Todo el hermanamiento que se advierte, retransmitidos cuatro capítulos, son algunos guiños o insinuaciones intranscendentes y demasiado explícitos, como si López creyera que el aficionado a la saga fuera imbécil y fuera a celebrarle con poco la bobada.
López no está continuando True Detective. López está haciendo un tributo y, como casi todo tributo, es prescindible.
Para empezar, la serie no tiene el aspecto adecuadamente enjundioso de los dramas de HBO, sino que parece un subproducto reciclado y melifluo de Netflix, debido a la torpe dirección y a un uso inexplicable de la iluminación de escena, más propio de un spot publicitario que de una obra de ficción (cosa frecuente en las series de usar y tirar de Netflix). El True Detective de Pizzolatto era sucio y decadente de verdad, mientras que la decadencia del True Detective de López está limpia, es una suciedad impostada, sobreactuada.
El True Detective de Pizzolato y Fukunaga fue puro cine, tensión absoluta, narración grandiosa y armonizada, y algo de eso quedó para las segunda y tercera temporadas, aunque ciertamente ya con una precisión más diluida, si bien la tercera es la mejor secuela. Sin embargo, ni siquiera en el True Detective de Issa López hay un residuo de aquello; todo se ha perdido. Esta nueva temporada es nada, no tiene entidad, carece de tensión, de personalidad: es un mero amasijo de ideas rejuntadas, de estilos mezclados que no encuentran una salida ordenada.
Uno no sabe si está viendo True Detective, Fargo o From. Quizá todo a la vez y mal.
Es comprensible que HBO haya querido relanzar la marca "True Detective", pero quizá hubiera estado mejor arreglar las cosas con Pizzolato, en fin, esperar a Pizzolatto y darle un director o una directora. Un solo guionista y una sola dirección, para buscar el equilibrio estético, que es lo que encumbró la primera temporada. Eso u olvidarse ya de la serie.
Solo cuatro capítulos y todo es un fiasco porque no hay una autoría poderosa. True Detective estaba en la cabeza de Nic Pizzolatto. En la cabeza de Issa López hay otras cosas muy interesantes, pero no son True Detective. Lo único que puede hacer López es un subproducto. Y, efectivamente, lo está haciendo.
El problema no son los elementos de lo que se ha dado en llamar woke, ¡ni mucho menos! El problema es, simplemente, que no está Pizzolatto.
¡Qué maravilla hubiera sido ver a Foster y Reis arrastrarse a través del misterio en una Alaska concebida por Pizzolatto! ¡Qué desperdicio!
Issa López ha asegurado en más de una entrevista que su True Detective iba a gustar porque estaba hermanado con la primera temporada. Todo el hermanamiento que se advierte, retransmitidos cuatro capítulos, son algunos guiños o insinuaciones intranscendentes y demasiado explícitos, como si López creyera que el aficionado a la saga fuera imbécil y fuera a celebrarle con poco la bobada.
López no está continuando True Detective. López está haciendo un tributo y, como casi todo tributo, es prescindible.
Para empezar, la serie no tiene el aspecto adecuadamente enjundioso de los dramas de HBO, sino que parece un subproducto reciclado y melifluo de Netflix, debido a la torpe dirección y a un uso inexplicable de la iluminación de escena, más propio de un spot publicitario que de una obra de ficción (cosa frecuente en las series de usar y tirar de Netflix). El True Detective de Pizzolatto era sucio y decadente de verdad, mientras que la decadencia del True Detective de López está limpia, es una suciedad impostada, sobreactuada.
El True Detective de Pizzolato y Fukunaga fue puro cine, tensión absoluta, narración grandiosa y armonizada, y algo de eso quedó para las segunda y tercera temporadas, aunque ciertamente ya con una precisión más diluida, si bien la tercera es la mejor secuela. Sin embargo, ni siquiera en el True Detective de Issa López hay un residuo de aquello; todo se ha perdido. Esta nueva temporada es nada, no tiene entidad, carece de tensión, de personalidad: es un mero amasijo de ideas rejuntadas, de estilos mezclados que no encuentran una salida ordenada.
Uno no sabe si está viendo True Detective, Fargo o From. Quizá todo a la vez y mal.
Es comprensible que HBO haya querido relanzar la marca "True Detective", pero quizá hubiera estado mejor arreglar las cosas con Pizzolato, en fin, esperar a Pizzolatto y darle un director o una directora. Un solo guionista y una sola dirección, para buscar el equilibrio estético, que es lo que encumbró la primera temporada. Eso u olvidarse ya de la serie.
Solo cuatro capítulos y todo es un fiasco porque no hay una autoría poderosa. True Detective estaba en la cabeza de Nic Pizzolatto. En la cabeza de Issa López hay otras cosas muy interesantes, pero no son True Detective. Lo único que puede hacer López es un subproducto. Y, efectivamente, lo está haciendo.
El problema no son los elementos de lo que se ha dado en llamar woke, ¡ni mucho menos! El problema es, simplemente, que no está Pizzolatto.
¡Qué maravilla hubiera sido ver a Foster y Reis arrastrarse a través del misterio en una Alaska concebida por Pizzolatto! ¡Qué desperdicio!

7,2
34.272
5
19 de marzo de 2024
19 de marzo de 2024
3 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
No da para mucho la nueva película del ocurrente Lanthimos, aunque parezca todo lo contrario dado el inmenso (y perfecto) edificio estético que la reviste.
Más allá de la potencia estética, la historia se agota en poco tiempo: en cuanto se conoce la turbia condición de Bella, ya advertimos muy fácilmente por dónde va a transcurrir la película, qué evolución va adoptar eso que se nos cuenta, de forma que ya solo queda asistir a algunas más o menos escenas provocativas, pero irremediablemente hueras.
En fin, todo en "Pobres criaturas" está más vacío de lo que aparenta. Ya pasaba lo mismo en "La favorita". Este parece ser el inevitable nuevo derrotero del director griego: la mera apariencia.
La estupenda estética y las estupendas interpretaciones de Stone y Ruffalo rellenan y salvan un flagrante vacío narrativo.
Más allá de la potencia estética, la historia se agota en poco tiempo: en cuanto se conoce la turbia condición de Bella, ya advertimos muy fácilmente por dónde va a transcurrir la película, qué evolución va adoptar eso que se nos cuenta, de forma que ya solo queda asistir a algunas más o menos escenas provocativas, pero irremediablemente hueras.
En fin, todo en "Pobres criaturas" está más vacío de lo que aparenta. Ya pasaba lo mismo en "La favorita". Este parece ser el inevitable nuevo derrotero del director griego: la mera apariencia.
La estupenda estética y las estupendas interpretaciones de Stone y Ruffalo rellenan y salvan un flagrante vacío narrativo.

6,0
6.038
8
27 de marzo de 2024
27 de marzo de 2024
2 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
Reconozcámoslo, la película puede crear esa misma sensación de hartazgo y desconcierto que creaba "Todo a la vez en todas partes", pues posee ese mismo germen totalizador en el que la historia pretende configurarse como la historia del "ser", una síntesis narrativa de las tribulaciones de una vida y de todas las vidas, una metáfora de lo humano, de modo que incurre en la vastedad, en lo desproporcionado, en una versión visual del salmo bíblico más confuso. Algo así también pasaba en "Mother!", de Aronofsky.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
spoiler:
Aun así, el viaje que Aster realiza a la mente desquiciada y trastornada de Beau presenta una coherencia impecable y su caos solo es aparente (visual y sonoro), pero no narrativo. No hay caos narrativo ni caos metafórico en la historia de Aster.
Todo lo que Beau vive con terror tiene su doblez o su correspondencia más adelante, de modo que entendemos que, más allá del atropello de las acciones en sí, el esquema responde a la ansiedad obsesiva de Beau, siendo un esquema de perfectas y medidas recurrencias.
Más o menos, todo lo que le pasa a Beau antes de llegar a la casa de su madre se confirma de una o de otra manera en esa casa, y Aster teje esas equivalencias con tino, con sutileza, y las hace divertidas, proponiendo una lectura única del miedo y la ansiedad.
Sin embargo, es cierto que su rareza general y su duración la penalizan, pues, aunque no haya en el fondo caos narrativo, el pulso que la historia le echa al espectador antes de que este comience a advertir dicho fondo puede que sea demasiado desafiante a veces.
Ahora bien, si uno se enfrenta y gana ese pulso (que a veces es necesario, no todo tiene que ser cómodo y lineal) recibe una película inteligente en su confusión y su provocación. En fin, no es perfecta ni es una obra maestra (porque aun así le faltan elementos para ello), pero sí es buena y posee cierto alcance reflexivo. No es una nadería: en su interior hay una más que interesante y respetable mímesis del miedo, la superstición, la ansiedad, la autoflagelación, etc.
Todo lo que Beau vive con terror tiene su doblez o su correspondencia más adelante, de modo que entendemos que, más allá del atropello de las acciones en sí, el esquema responde a la ansiedad obsesiva de Beau, siendo un esquema de perfectas y medidas recurrencias.
Más o menos, todo lo que le pasa a Beau antes de llegar a la casa de su madre se confirma de una o de otra manera en esa casa, y Aster teje esas equivalencias con tino, con sutileza, y las hace divertidas, proponiendo una lectura única del miedo y la ansiedad.
Sin embargo, es cierto que su rareza general y su duración la penalizan, pues, aunque no haya en el fondo caos narrativo, el pulso que la historia le echa al espectador antes de que este comience a advertir dicho fondo puede que sea demasiado desafiante a veces.
Ahora bien, si uno se enfrenta y gana ese pulso (que a veces es necesario, no todo tiene que ser cómodo y lineal) recibe una película inteligente en su confusión y su provocación. En fin, no es perfecta ni es una obra maestra (porque aun así le faltan elementos para ello), pero sí es buena y posee cierto alcance reflexivo. No es una nadería: en su interior hay una más que interesante y respetable mímesis del miedo, la superstición, la ansiedad, la autoflagelación, etc.
4
25 de enero de 2025
25 de enero de 2025
2 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
Está plagada de imposturas. Si no es por las actrices, la película se derrumba y todo sería sólo un bonito decorado y una pretenciosidad lírica demasiado cara. No hay nada orgánico: los diálogos están cebados de grandes frases y ponderaciones metidas con calzador. Dan vergüenza ajena la escena del incendio, el tropiezo mal fingido de Luengo y el interrogatorio policial. Ojalá Almodóvar dejara de hacerse el importante y volviera a ser él mismo. A veces sueño con que vuelve hacer algo tan bueno y auténtico como "Volver".
8
10 de febrero de 2024
10 de febrero de 2024
1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
"True Detective" debió ser un díptico conformado solo por la primera y la tercera temporada.
Se sabe que HBO presionó a Pizzolatto para sacar con rapidez la segunda, lo que dio un resultado deslavazado e impostado.
La cuarta temporada a manos de Issa López carece de cualquier tensión y hondura. Es un pastiche sin alma propia. Parece un subproducto de Netflix.
La primera temporada es una de las grandes cimas de la televisión. Todo está en su sitio, es perfecto.
La tercera temporada fija una muy aceptable estela. La historia conecta y está en deuda con la primera, pero aun así genera un mundo propio, todos sus personajes poseen profundidad, la historia policial amasa bien su complejidad y una atmósfera sucia y opresiva continúa rodeándolo todo.
Quizá la dirección de Saulnier y de Sackheim carece del virtuosismo que sí poseía la de Fukunaga.
Quizá el malditismo de Rust Cohle impresionó mucho más que las desmemorias de Wayne Hays.
A parte de esos dos "quizá", la historia posee el mismo poderoso pulso narrativo que imbrica tres líneas temporales, el mismo poso filosófico en torno al tiempo, la muerte y la identidad, y la misma impecable ambientación decadente.
Podría añadirse un tercer "quizá": aunque la ambientación siga siendo excelente, puede pensarse que la Luisiana de la primera temporada estaba más detalladamente retrata, más personificada que la Arkansas de la tercera. La Luisiana de la primera es un monstruo más de entre los que pueblan esa temporada, sin embargo, la Arkansas de la tercera ofrece un contexto igualmente telúrico, pero no llega a personificarse.
En fin, los mimbres de la primera y la tercera temporadas son los mismos. Lo único que encarece un poco a la tercera es una dirección algo menos detallista o dinámica y unos personajes un poco más comunes. En esos dos puntos radica la verdadera diferencia. Por lo demás, es todo puro "True Detective", con su mismas telarañas latientes en la oscuridad.
Se sabe que HBO presionó a Pizzolatto para sacar con rapidez la segunda, lo que dio un resultado deslavazado e impostado.
La cuarta temporada a manos de Issa López carece de cualquier tensión y hondura. Es un pastiche sin alma propia. Parece un subproducto de Netflix.
La primera temporada es una de las grandes cimas de la televisión. Todo está en su sitio, es perfecto.
La tercera temporada fija una muy aceptable estela. La historia conecta y está en deuda con la primera, pero aun así genera un mundo propio, todos sus personajes poseen profundidad, la historia policial amasa bien su complejidad y una atmósfera sucia y opresiva continúa rodeándolo todo.
Quizá la dirección de Saulnier y de Sackheim carece del virtuosismo que sí poseía la de Fukunaga.
Quizá el malditismo de Rust Cohle impresionó mucho más que las desmemorias de Wayne Hays.
A parte de esos dos "quizá", la historia posee el mismo poderoso pulso narrativo que imbrica tres líneas temporales, el mismo poso filosófico en torno al tiempo, la muerte y la identidad, y la misma impecable ambientación decadente.
Podría añadirse un tercer "quizá": aunque la ambientación siga siendo excelente, puede pensarse que la Luisiana de la primera temporada estaba más detalladamente retrata, más personificada que la Arkansas de la tercera. La Luisiana de la primera es un monstruo más de entre los que pueblan esa temporada, sin embargo, la Arkansas de la tercera ofrece un contexto igualmente telúrico, pero no llega a personificarse.
En fin, los mimbres de la primera y la tercera temporadas son los mismos. Lo único que encarece un poco a la tercera es una dirección algo menos detallista o dinámica y unos personajes un poco más comunes. En esos dos puntos radica la verdadera diferencia. Por lo demás, es todo puro "True Detective", con su mismas telarañas latientes en la oscuridad.
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