Muchos coincidimos en lo mismo. Primera mitad genial, digna del mejor Rodríguez/Tarantino. Entretenida, divertida y de gran calidad cinematográfica. Posee unos diálogos magníficos que nos obliga a poner los 5 sentidos en la pantalla acompañados de un inmejorable sentido de la estética del género en donde no falta la ironía, la amenaza, el humor, el odio y la hipocresía, que hacen esta parte de la película de lo mejor que ha salido de las geniales cabezas de estos dos tipos.

En cambio la segunda mitad carece del atractivo y de la picaresca a la que nos tienen acostumbrados y que tanto nos hace disfrutar de este tipo de cine. Se vuelve una película fácil y muy previsible. Por lo que, a excepción de ciertos detalles de calidad, pierde todo su atractivo y acaba haciéndose pesada y monótona.

A riesgo de que muchos me condenen por ello, la actuación de George Clooney me parece muy buena al igual que la de Quentin.

Tras ver esta película tuve que tomarme cierto tiempo para reflexionar sobre ella. Me era difícil ubicarla y definirla. No estaba totalmente convencido de si me había gustado o si, por el contrario, me había parecido demasiado larga o falta de trama. Sin embargo, tras varias horas reflexionando llegué a una conclusión, la película es demasiado corta. Contar toda una vida, con pensamientos, reflexiones, sentimientos, sufrimientos y preocupaciones de una persona de estas características no cabe en 158 minutos. La soberbia interpretación del infravalorado Daniel Day-Lewis acompaña a este personaje durante gran parte de su vida ofreciendo al espectador siempre un atisbo de bondad oscura y difícil de clasificar.

Por supuesto no dejo atrás la magnífica actuación de Paul Dano que, al igual que en Prisioneros, encarna a un personaje escondido en sus pensamientos y oculto tras un velo de misterio y anhedonia.