Varios puntos reseñables:

1) Los guiños cinéfilos al rescatar a dos actorazos como Tommy Lee Jones y Donald Sutherland de sus papeles en Space Cowboys, y a Liv Tyler del suyo en Armageddon. Hacen imposible no empezar el visionado con una sonrisa.

2) La arrolladora fuerza visual y sonora de la película, su espectacular juego con el claroscuro y la infravalorada banda sonora de Max Richter, que disimulan y hacen olvidar rápidamente las inconsistencias del guión.

3) La frustrante construcción de los personajes: Un Brad Pitt soberbio en lo estrictamente dramático, pero dotado de habilidades inverosímiles más propias de un superhéroe que de un científico. Una Ruth Negga convincente como directora de estación espacial, pero cuyas únicas líneas de diálogo apenas pasan de puntillas sobre conexiones familiares. Compañeros de viaje que aparecen y desaparecen antes de que podamos averiguar qué hacían allí. Demasiadas licencias estructurales que evitan la inmersión total en una historia y argumento principales que se sostendrían perfectamente por sí mismos sin artificios.

4) Pese a todo lo anterior, la cinta no peca de ambiciosa respecto a las posibilidades reales de viaje espacial de los humanos, y se muestra lo suficientemente contenida para que el espectador disfrute en plenitud tanto de los continuos monólogos interiores de Pitt, como de las fascinantes imágenes interplanetarias que la componen.

Cinta pretenciosa, con trabajada ambientación, sonido y efectos especiales, pero poco creíble, de diálogos grandilocuentes, y retórica inverosímil.

Con ecos evidentes a Cube, un planteamiento más o menos original se pierde en un mar de reflexiones de perogrullo y personajes predecibles. Si a eso se le añaden las pobrísimas interpretaciones de un texto con vocabulario propio de un telefilme, es imposible salvar una historia que hubiese dado como máximo para un cortometraje.

Triste signo de los tiempos en el cine de Terror: Qué mal debe estar el género para que fuese la ganadora en Sitges.