Película de aventuras y piratas que intercala humor, combates y una conmovedora historia de amor con una buena dosis de acrobacias por parte de Burt Lancaster y Nick Cravat en una cinta pensada para el lucimiento de sus habilidades como trapecistas. Aunque algo predecible, deja un agradable sabor de boca y maneja los tiempos con bastante sensatez. Mención especial hay que hacer al entrañable Cravat, que nos deja una notable actuación a pesar de tener el handicap de hacerlo sin pronunciar una sola palabra, siempre apoyándose en su inseparable compañero y amigo Burt Lancaster, muy cómodo en su papel de galán. Todo el film en general destila la sensación de una obra en la que tanto uno como otro disfrutaron enormemente.

Película interesante en la que Clint Eastwood explota su faceta de tipo duro con destellos( quizás más que en otras) de humanidad y sensibilidad. La figura del marine guerrero y obsoleto en un cuerpo que ya sólo en contadas ocasiones hace algo más que desfilar nos regala apoteósicos diálogos de una dureza y masculinidad desconcertantes. Cada vez que Eastwood abre la boca me sale más pelo en el pecho.

Como ya indica el título de la crítica, la película sigue las bases sentadas en los últimos años sobre las parodias absurdas a la americana; chistes fáciles y artificios burdos encadenados sin descanso ni sutileza a lo largo de 82 minutos en los que se abruma al espectador con humor descabellado y se consigue diluir la trama. Muy por debajo de las películas bandera del género, tampoco se puede decir que sea de las peores. Puede arrancar varias sonrisas entre el torrente de chistes malos y efecto manidos con alguna ocurrencia realmente ingeniosa o una broma igualmente bestia pero en su justa medida. Resultará entretenida a los que gusten de películas como "Casi 300" y entiendan las numerosas referencias a películas y series vampíricas, así como a personajes de la cultura popular.

Interesante cinta de Lars Von Trier que mantiene en vilo al espectador durante la narración de una historia quizás algo lenta y apática en una primera parte pero que gracias a un buen manejo del ritmo y la psicología humana, logra mediante varios giros de mérito que el público se vea atrapado en un universo claustrofóbico y angustioso que ya es marca de la casa. El director danés se aparta en este caso de los preceptos del Dogma 95 para presentarnos una melancólica genialidad fruto de su peculiar cerebro que sin embargo no llega a carburar del todo. Dejará al espectador con una confusa y mareante sensación, mezcla de haber visto una obra maestra o una película a odiar, realmente perturbadora y desagradable en algunos puntos. Desde luego no deja indiferente.