Siminiani nos muestra una delirante historia de amor contada en primera persona que le hará viajar a India desde Madrid, para acabar volviendo a Madrid a buscar el amor verdadero.

Si bien el formato cámara en mano y el punto experimental del documental son originales, la historia no tiene ni pies, ni cabeza, llegando a resultar su protagonista un paranoico.
Intenta ser profundo, pero no lo es, tan solo ofrece humo durante 85 interminables minutos
Especial graciosa me resulta la secuencia en la cual se auto-considera imperialista solo por filmar unos edificios de Calcuta, se siente culpable y decide filmar únicamente su habitación de hotel. Lo cual demuestra los niveles de pedantería ridículos de este sujeto que de manera constante intenta vendernos que es un artista de lo mas profundo.

Siminiani aparte de pesado es un artista de escaparate mas.