Las películas de George Lucas no eran perfectas. Sus diálogos a menudo se sentían forzados. El bueno de George no tenía mucha capacidad para construir relaciones naturales entre sus personajes; el romance entre Anakin y Padme, aunque recibiera quizás más hate del merecido, es prueba de ello.
George Lucas nos presentó su croqueta: casera, algo malformada, pero con una bechamel intensa y cremosa. Esta croqueta era el Universo de Star Wars, y sobre todo, la historia de la familia Skywalker. A nivel narrativo todo se sentía orgánico. Funcionaba (más o menos) , y el final que nos dio con La Venganza de los Sith enlazaba perfectamente con el episodio IV (o Rogue One, que para mí fue un acierto).
Todo esto acabaría cuando George Lucas cede su franquicia y esta cae claramente en manos de ejecutivos que posiblemente ni se habrían visto la trilogía original, mucho menos sabrían nada de The Clone Wars, comics, y todo el material del universo expandido. Analizaron con mente fría calculadora aquellos elementos que ellos consideraron habían hecho triunfar a las anteriores entregas, y decidieron aderezar sus croquetas industriales con algunos de ellos. Hasta tal punto ha llegado la locura, que las películas de la trilogía parecen constantemente responder a los críticos de la anterior. J.J Abrams se toma encima la desfachatez de responder a The Last Jedi con cosas como eliminando por completo al personaje de Rose, denostado por los fans y la crítica por estar pésimamente escrito.
En definitiva, poco voy a añadir que no se haya dicho ya.
La película no es solo mala como heredera de las dos trilogías anteriores. Intenta emularlas y copiarlas, repetir lo que estas ya habían contado de mejor manera. La película no es solo mala porque es un cierre pésimo a una trilogía caótica y sin alma. Es ridícula y el guión está pobremente escrito. Los personajes van sin rumbo y la trama parece escrita por un quinceañero en un foro de fan fics...
¡qué pereza!