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6,1
24.632
3
28 de febrero de 2012
28 de febrero de 2012
2 de 4 usuarios han encontrado esta crítica útil
Típica película de espías rebosante de lugares comunes del género.
-Chico guapo inexperto y ansioso por ejercer de agente de campo,
-Espía experimentado renegado, pero buena persona, y traidor a su país por la falta de ética de su oficio (¿y qué esperaba?)
- Agente bueno que no lo es tanto (sorpresa!! Era un doble agente)
- Jefe que prefiere echar tierra al asunto, no sea que le llamen la atención
¿Se puede escribir un guión más predecible?
Se trata de una película que deja frío. Ni siquiera las escenas de acción lucen como debieran, y eso que las persecuciones automovilísticas tienen todos los ingredientes para dejar sin aliento... Pero con otro montador
Lo peor se resume en dos parámetros :
* La constante (e hiriente) inexpresividad de Denzel Washington (por Dios, denle una guindilla o algo para que levante una ceja)
* La fotografía. Con un molesto movimiento constante de la cámara, que provoca una sensación de cansancio en el espectador. Y con un tono amarillento general, como quemado por el sol, que consigue que cualquier plano,incluso el general de la ciudad de París, aparezca feo y desagradable.
Mi puntuación es de 3 sobre 10
-Chico guapo inexperto y ansioso por ejercer de agente de campo,
-Espía experimentado renegado, pero buena persona, y traidor a su país por la falta de ética de su oficio (¿y qué esperaba?)
- Agente bueno que no lo es tanto (sorpresa!! Era un doble agente)
- Jefe que prefiere echar tierra al asunto, no sea que le llamen la atención
¿Se puede escribir un guión más predecible?
Se trata de una película que deja frío. Ni siquiera las escenas de acción lucen como debieran, y eso que las persecuciones automovilísticas tienen todos los ingredientes para dejar sin aliento... Pero con otro montador
Lo peor se resume en dos parámetros :
* La constante (e hiriente) inexpresividad de Denzel Washington (por Dios, denle una guindilla o algo para que levante una ceja)
* La fotografía. Con un molesto movimiento constante de la cámara, que provoca una sensación de cansancio en el espectador. Y con un tono amarillento general, como quemado por el sol, que consigue que cualquier plano,incluso el general de la ciudad de París, aparezca feo y desagradable.
Mi puntuación es de 3 sobre 10

5,4
12.049
5
24 de febrero de 2012
24 de febrero de 2012
2 de 4 usuarios han encontrado esta crítica útil
El hijo del Director Ivan Reitman, que participó con su padre en la mismísima “Cazafantasmas II” nos ofrece una película previsible, sin atisbo de originalidad, que deja claro su planteamiento desde el inicio de la trama. Aburrida, sin ritmo, repetitiva y sobre todo, intuyendo el catastrófico final desde el minuto 1.
Los altibajos de la filmografía de Jason Reitman son evidentes. Junto a dramas bien elaborados (Juno) incluso tratando temas de gran calado social (Up in the Air) aparecen auténticos pastiches como “Jennifer’s Body”, infumable película de pseudo-terror en la que actuó como productor.
Los 35 años de Jason Reitman han dado para mucho, pero con esta película ha bajado el listón haciéndose cargo de un guión absurdo, que explica la historia de una niña caprichosa, que sólo escucha lo que quiere oir, que tras fracasar en la vida adulta, mira hacia su juventud y hacia su primer amor como la única luz en su túnel particular.
Pero los años han pasado para todos y el pueblo que ella dejó para “triunfar” en la gran ciudad ha ido evolucionando a un ritmo diferente al que ella esperaba. Es lo malo de idealizar las cosas.
Charlize Theron aparece como un personaje sin alma, que lucha contra viento y marea para conseguir su objetivo, a pesar de las advertencias de cuantos la rodean, que la conocen y que saben con certeza que su plan está abocado al fracaso.
Es destacable el contraste de la actriz recién levantada, resacosa, alcohólica y su vestimenta matinal, con la Charlize maquillada, glamurosa y atractiva de todas las noches del film.
El problema no es la actuación de Charlize, que es una gran actriz, sino que su personaje se diluye a medida que avanza la película. No tiene nada que explicar.
A destacar el patético papel de Elizabeth Reaser, inexpresiva, arítmica (y eso que toca la batería en un conjunto rock), que interpreta el papel de una mujer superada por los acontecimientos, pero poniendo siempre la misma cara.
Le doy un aprobado justo a este film, aunque sea por plantear el cada vez más frecuente síndrome de Peter Pan, en el que todo tiempo pasado fue mejor, sobre todo si te niegas a crecer.
Por cierto, los años de instituto, no fueron los mejores de nuestra vida, y qué pena que pensemos así, porque lo mejor está por llegar.
Los altibajos de la filmografía de Jason Reitman son evidentes. Junto a dramas bien elaborados (Juno) incluso tratando temas de gran calado social (Up in the Air) aparecen auténticos pastiches como “Jennifer’s Body”, infumable película de pseudo-terror en la que actuó como productor.
Los 35 años de Jason Reitman han dado para mucho, pero con esta película ha bajado el listón haciéndose cargo de un guión absurdo, que explica la historia de una niña caprichosa, que sólo escucha lo que quiere oir, que tras fracasar en la vida adulta, mira hacia su juventud y hacia su primer amor como la única luz en su túnel particular.
Pero los años han pasado para todos y el pueblo que ella dejó para “triunfar” en la gran ciudad ha ido evolucionando a un ritmo diferente al que ella esperaba. Es lo malo de idealizar las cosas.
Charlize Theron aparece como un personaje sin alma, que lucha contra viento y marea para conseguir su objetivo, a pesar de las advertencias de cuantos la rodean, que la conocen y que saben con certeza que su plan está abocado al fracaso.
Es destacable el contraste de la actriz recién levantada, resacosa, alcohólica y su vestimenta matinal, con la Charlize maquillada, glamurosa y atractiva de todas las noches del film.
El problema no es la actuación de Charlize, que es una gran actriz, sino que su personaje se diluye a medida que avanza la película. No tiene nada que explicar.
A destacar el patético papel de Elizabeth Reaser, inexpresiva, arítmica (y eso que toca la batería en un conjunto rock), que interpreta el papel de una mujer superada por los acontecimientos, pero poniendo siempre la misma cara.
Le doy un aprobado justo a este film, aunque sea por plantear el cada vez más frecuente síndrome de Peter Pan, en el que todo tiempo pasado fue mejor, sobre todo si te niegas a crecer.
Por cierto, los años de instituto, no fueron los mejores de nuestra vida, y qué pena que pensemos así, porque lo mejor está por llegar.

6,5
2.376
8
3 de marzo de 2025
3 de marzo de 2025
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“Knox se va”. Esa es la traducción literal del título de la película, que incomprensiblemente, y por enésima vez, alguna mente iluminada insiste en “españolizar” a su antojo el “Knox goes away” original. Dejando a un lado esta nefasta e invasiva costumbre traductora de los distribuidores de nuestro país, y antes de votar a Bríos, vayamos por la obra cinematográfica.
Sin ninguna pretensión inicial, calificaría mi impresión como sorprendente.
Lo mejor del film es sin duda Michael Keaton, aportando carisma y dignidad detrás y delante de la cámara. Una interpretación llena de matices, trufada de silencios, miradas intensas y gestos cargados de sensibilidad, tristeza y delicadeza, pesar y pasión, dolor y piedad, afecto y conmoción, como el buen cine clásico.
Destacables la paciencia y resignación de Al Pacino, aconsejando con frialdad las precauciones que debe ir tomando el protagonista, ante la creciente merma de facultades, la incontenida desesperación de James Marsden y la creíble melancolía amorosa de Marcia Gay Harden, sin olvidar la calculada atracción admirada de Joanna Kulig. Y es que esta película incluso los personajes secundarios que rodean a un impecable Michael Keaton, están bien dibujados.
El personaje al que da vida Keaton es es John Knox, un implacable, concienzudo y detallista asesino a sueldo que ve como su mundo se desmorona y queda hecho añicos en cuestión de semanas (muy acertada la partición de la película en paralelo a la decadencia del protagonista).
La trama se intuye en los primeros minutos de metraje. Knox sabe que algo no va bien y el diagnóstico médico le advierte que su tiempo se acaba. La propia vida del protagonista se deshace por momentos ante el espectador, difuminándose por culpa de la demencia. Y justo éste es uno de los puntos fuertes del metraje, la paulatina pérdida de control, donde tiempo y memoria se alzan como implacables enemigos de Knox.
En una reflexión vital que debe hacerse sin demora, el personaje de Keaton se enfrenta a un violento pasado, que lo atrapa, y la urgente necesidad de reconstruir sus relaciones familiares. Y para ello cuenta con pocos aliados, para llevar a cabo su plan: la liquidación.
Es una obra efectiva pero sin pretensiones. Cine negro crepuscular, sin despliegues efectistas, sin efectos digitales, sin gore, evitando las escenas de mayor violencia, que se sobreentienden pero que no aparecen explícitamente en pantalla. Sin imágenes impactantes, exageradas ni espectaculares, el sórdido trabajo del asesino a sueldo se muestra frio y crepuscular. La película mantiene un tono opresivo, con el siempre presente deterioro de facultades, que a veces se antoja claustrofóbico para el espectador.
Sabiendo que su cordura llega a su fin, el protagonista inicia un viaje hacia la redención, planificando su legado, antes que el desmoronamiento de su memoria le impida cumplir su plan. La premisa es muy potente, antes de perder definitivamente la cabeza, Knox quiere mejorar las cosas de quienes le rodean y que le han querido en algún momento de su vida. Aunque la trama es previsible desde un primer momento, algún inesperado giro de guion aporta dinamismo a lo explicado, y el argumento no solo no deja indiferente, sino que ofrece un relato absorbente e introspectivo sobre la pérdida de control y la redención.
Sus 114 minutos de metraje merecen la pena.
Sin ninguna pretensión inicial, calificaría mi impresión como sorprendente.
Lo mejor del film es sin duda Michael Keaton, aportando carisma y dignidad detrás y delante de la cámara. Una interpretación llena de matices, trufada de silencios, miradas intensas y gestos cargados de sensibilidad, tristeza y delicadeza, pesar y pasión, dolor y piedad, afecto y conmoción, como el buen cine clásico.
Destacables la paciencia y resignación de Al Pacino, aconsejando con frialdad las precauciones que debe ir tomando el protagonista, ante la creciente merma de facultades, la incontenida desesperación de James Marsden y la creíble melancolía amorosa de Marcia Gay Harden, sin olvidar la calculada atracción admirada de Joanna Kulig. Y es que esta película incluso los personajes secundarios que rodean a un impecable Michael Keaton, están bien dibujados.
El personaje al que da vida Keaton es es John Knox, un implacable, concienzudo y detallista asesino a sueldo que ve como su mundo se desmorona y queda hecho añicos en cuestión de semanas (muy acertada la partición de la película en paralelo a la decadencia del protagonista).
La trama se intuye en los primeros minutos de metraje. Knox sabe que algo no va bien y el diagnóstico médico le advierte que su tiempo se acaba. La propia vida del protagonista se deshace por momentos ante el espectador, difuminándose por culpa de la demencia. Y justo éste es uno de los puntos fuertes del metraje, la paulatina pérdida de control, donde tiempo y memoria se alzan como implacables enemigos de Knox.
En una reflexión vital que debe hacerse sin demora, el personaje de Keaton se enfrenta a un violento pasado, que lo atrapa, y la urgente necesidad de reconstruir sus relaciones familiares. Y para ello cuenta con pocos aliados, para llevar a cabo su plan: la liquidación.
Es una obra efectiva pero sin pretensiones. Cine negro crepuscular, sin despliegues efectistas, sin efectos digitales, sin gore, evitando las escenas de mayor violencia, que se sobreentienden pero que no aparecen explícitamente en pantalla. Sin imágenes impactantes, exageradas ni espectaculares, el sórdido trabajo del asesino a sueldo se muestra frio y crepuscular. La película mantiene un tono opresivo, con el siempre presente deterioro de facultades, que a veces se antoja claustrofóbico para el espectador.
Sabiendo que su cordura llega a su fin, el protagonista inicia un viaje hacia la redención, planificando su legado, antes que el desmoronamiento de su memoria le impida cumplir su plan. La premisa es muy potente, antes de perder definitivamente la cabeza, Knox quiere mejorar las cosas de quienes le rodean y que le han querido en algún momento de su vida. Aunque la trama es previsible desde un primer momento, algún inesperado giro de guion aporta dinamismo a lo explicado, y el argumento no solo no deja indiferente, sino que ofrece un relato absorbente e introspectivo sobre la pérdida de control y la redención.
Sus 114 minutos de metraje merecen la pena.

5,5
18.060
5
28 de febrero de 2012
28 de febrero de 2012
1 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
Al salir de ver esta película te queda una sensación ambivalente. Qué bien me lo he pasado, pero qué mal ha acabado.
El guión se muestra acertado, con información dosificada convenientemente a lo largo del film para que el espectador vaya conociendo paulatinamente toda la historia.
Buenos personajes secundarios, excelente caracterización y maquillaje. Atmósfera cargante. Abundancia de detalles. El atrezzo es quizás excesivo y los ojos no dan abasto para ver todo lo que se esconde en cada plano.
Las habitaciones infantiles se convierten en una infinita galería de engendros mecánicos, antaño juguetes, pero ahora con aspecto maligno, ojos penetrantes y repetitivo sonido de vetustas cajas de música.
A pesar de la inexpresividad manifiesta de Daniel Radcliffe, encasillado para siempre en Harry Potter, por mucho que se deje patillas vampiras a lo Edward Cullen (el vampiro Robert Pattinson), la película mantiene unos niveles altos de tensión, con una actuación en la línea de Ichabod Crane (Johnny Deep) de Sleepy Hollow, y quizá leyendo del personaje de Grace (Nicole Kidman) de “Los otros”, película con la que comparte muchos elementos (Inglaterra de época, casa solitaria, abundancia de claroscuro, largos silencios, incesantes sonidos inexplicables, niños de aspecto siniestro, niebla, constante humedad).
Destacable la presencia de Janet McTeer, que interpreta esplendidamente a una madre destrozada por la pérdida de su hijo, y a la vez ejerce de medium de su presencia entre los vivos.
Pero los últimos cinco minutos provocan un clímax irrisorio, imprevisible y sin sentido.
¿Toda la trama para esto?
La sensación tras acabar la película es decepcionante. ¿No es posible otro final?
Mensaje a los guionistas: “ Hacía falta rematar la faena con algo más sensato “.
Se ha provocado un final demasiado facilón que deja demasiadas respuestas en el aire, para un script bien planteado.
Mi puntuación no puede pasar de un 5 aunque si se me pregunta a media película, mi calificación hubiera sido muy superior.
El guión se muestra acertado, con información dosificada convenientemente a lo largo del film para que el espectador vaya conociendo paulatinamente toda la historia.
Buenos personajes secundarios, excelente caracterización y maquillaje. Atmósfera cargante. Abundancia de detalles. El atrezzo es quizás excesivo y los ojos no dan abasto para ver todo lo que se esconde en cada plano.
Las habitaciones infantiles se convierten en una infinita galería de engendros mecánicos, antaño juguetes, pero ahora con aspecto maligno, ojos penetrantes y repetitivo sonido de vetustas cajas de música.
A pesar de la inexpresividad manifiesta de Daniel Radcliffe, encasillado para siempre en Harry Potter, por mucho que se deje patillas vampiras a lo Edward Cullen (el vampiro Robert Pattinson), la película mantiene unos niveles altos de tensión, con una actuación en la línea de Ichabod Crane (Johnny Deep) de Sleepy Hollow, y quizá leyendo del personaje de Grace (Nicole Kidman) de “Los otros”, película con la que comparte muchos elementos (Inglaterra de época, casa solitaria, abundancia de claroscuro, largos silencios, incesantes sonidos inexplicables, niños de aspecto siniestro, niebla, constante humedad).
Destacable la presencia de Janet McTeer, que interpreta esplendidamente a una madre destrozada por la pérdida de su hijo, y a la vez ejerce de medium de su presencia entre los vivos.
Pero los últimos cinco minutos provocan un clímax irrisorio, imprevisible y sin sentido.
¿Toda la trama para esto?
La sensación tras acabar la película es decepcionante. ¿No es posible otro final?
Mensaje a los guionistas: “ Hacía falta rematar la faena con algo más sensato “.
Se ha provocado un final demasiado facilón que deja demasiadas respuestas en el aire, para un script bien planteado.
Mi puntuación no puede pasar de un 5 aunque si se me pregunta a media película, mi calificación hubiera sido muy superior.
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