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Críticas 10
Críticas ordenadas por utilidad
Críticas ordenadas por utilidad
8
26 de julio de 2023 4 de 4 usuarios han encontrado esta crítica útil
Oppenheimer es una ambiciosa biografía fílmica que revisa la figura de uno de los científicos más importantes de EEUU, artífice, junto a un nutrido grupo captado po el ejército, del desarrollo de la física nuclear en su país y la creación de la bomba atómica.

Con una dirección esplendorosa capaz de impedir el tedio por el extenso minutaje, dedica con acierto, genialidad, y maestría, la restauración de un nombre vilipendiado por los sectores del poder estadounidense más ultras y militaristas. Es por ello que el filme desprende un aura de antibelicismo, en ocasiones algo idealista.
Y demuestra una vez más el predominio monopolista del cine estadounidense sobre el resto.

No olvidemos nunca que la clase dominante norteamericana usa el cine al servicio de sus proyectos. Ya en 1920 se inicia una estrecha colaboración entre el Departamento de Estado, el Departamento de Comercio y la industria. El posteriormente presidente de los EEUU, Herbert Hoover, fue el enlace con la MPPDA (actual MPAA) fundada en 1922. Tras la II Guerra Mundial, la eliminación de toda barrera (ante la expansión de la “cultura” norteamericana por cine), radio, prensa o televisión, se convierte en el principal objetivo del Departamento de Estado.

El blanqueo del lanzamiento de las dos bombas sobre población civil japonesa es evidente, y se hace mediante la figura de los científicos, algunos de los cuales, se niegan a ser títeres del complejo militar.

El filme de Nolan trata realmente de la profunda contradicción esquizofrénica que recorre la historia de EEUU, la contradicción entre una tradición democrática y la voracidad del Imperio. Este enfrentamiento se "resolvió" de forma traumática en los años de la Caza de Brujas de McCarthy. Oppenheimer es un caso más.

Tras el visionado somos más conscientes de lo que la humanidad se ha perdido tras la depuración practicada por el Imperio en sus propias entrañas, uno de los grandes centros culturales de los últimos 150 años.

Podemos extraer de esta disfrutable película varias ideas fundamentales. Por cierto, con una excelente banda sonora que no desvía nuestra atención sobre la historia, algo que ocurre en la mayoría de películas hollywoodienses.

Esas ideas son:

El compromiso del protagonista por los derechos sociales y la libertad sindical. Incluso aparece mencionada la II República española como germen de la lucha antifascista.
El importante movimiento comunista organizado en EEUU, que llegaba a las altas esferas intelectuales del país.
El uso de la ciencia (neutra) con fines bélicos.
El hundimiento de cualquier figura reputada, si entra en conflicto con los intereses de la clase dominante.
La contradicción moral de los científicos (capitaneados por Oppenheimer) al desarrollar un arma de destrucción masiva.
La ingenuidad de obviar que, aún enfrentándose a Hitler, trabajaban al servicio de una potencia imperialista.

Oppenheimer es posiblemente la mejor película de Nolan. Es extraordinaria en lo visual y también en la articulación del montaje. Es todo un logro convertir una proyección de 180 minutos en un "visto y no visto", gracias a la ayuda interpretativa de unos personajes creíbles al servicio de la historia y no de su propio ego.

La película no es perfecta, aunque en ocasiones roce lo sublime.

Lo peor es que omite interesadamente imágenes del genocidio que causó la muerte de docenas de miles de civiles en las ciudades de Hiroshima y Nagasaki, ocultando que el resultado de los lanzamientos de las bombas fue uno de los mayores horrores cometidos en la historia de la humanidad.

Tampoco es un acierto que intenten hacernos creer que toda la trama se deba a una venganza personal. Esto hace imperfecto al filme. Sabemos que el mundo no funciona así.

Cuando alguien va contra los intereses políticos o económicos (en este caso la carrera armamentística nuclear) de los poderosos, aparece algún dossier guardado en algún cajón. Es lo que le ocurrió al científico protagonista en el momento de llevar una política contraria a los intereses del Pentágono.

En definitiva, por mucho que Hollywood intente hacernos pensar lo contrario, el fin no justifica los medios. ¡Nunca!

Nota:
8/10
4 de septiembre de 2020 3 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
La obsesión ridícula que muchos tienen por comparar literatura y cine les lleva a calificar esta película como mala. No es que sea una película luminosa ni una obra maestra en el cine de Cronenberg, pero traslada sabiamente y de forma personal, la novela de Don DeLillo; sin ningún atisbo de soberbia estética. Que el cine comparta con la literatura mucho más de lo que parece, no significa que hasta el último murmullo escrito en una novela tenga que ser metaformoseado en imágen. La idea principal es la correcta, que surge del inicio del ocaso imperial del capitalismo, en su zona más caliente e infernal, Wall Street. Los elementos utilizados por el director canadiense son sencillos, minimalistas y van al grano. Este tipo de gente es la que hace y deshace a su antojo sin importar las consecuencias. Actúan así. No tienen por qué descuartizar como en American Psycho, otra adaptación sobre depredadores capitalistas.
La buena fotografía ayuda a fortalecer la construcción de esta historia apocalíptica de "guante blanco".
La temática posiblemente sea aburrida para los no interesados en cuestiones de geopolítica y economía, pero deberían indagar los espectadores un poco más, sobre esas cosas que realmente inciden en nuestras (sus) vidas, incluso hasta en lo más cotidiano.
La visión de Cronenberg no aumenta la profunda crítica (ambigua en ocasiones) de DeLillo a la sociedad actual. Establece un relato calmado sobre la relación de uno de esos moradores del Wall Street. Es un tema controvertido, cierto, y ya sabemos que cuando se trata de algo alejado a musicales, cine de acción, historias prescindibles, biografías (eso que llaman biopic), y demás ungüento ideológico fabricado por Hollywood, la vara de medir se vuelve más rigurosa en el caso de los críticos especializados y/o profesionales, demasiado adictos al cine más tradicional. Os recomiendo esta película, como mínimo controvertida, pero en absoluto mala o mediocre.
Hay decentes interpretaciones, buena fotografía, como dije antes, y un tema muy interesante sobre estos vampiros sin escrúpulos que nos chupan hasta la última gota de sangre. Por lo tanto, necesaria. No tendréis, como muchos dirán, la sensación de haber perdido el tiempo.
Por cierto, es realmente irónico que el protagonista de una saga juvenil de vampiros (Robert Pattinson) sea el elegido para protagonizar una película, también de vampiros, pero de otra clase, no inmortal (ya que están destinados a extinguirse, pero sí mucho más letal.
17 de agosto de 2020 3 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
Recomendable film de Javier Muñoz, realizador que acabará por convertirse con el tiempo en una de las figuras claves de ese neo cine negro. Sicarivs, con un subtítulo excelente, "la noche y el silencio", recrea las andanzas de un sicario que cuenta en primera persona sus últimas vivencias. La película tiene buen ritmo, con excelentes interpretaciones. Está ambientada en lugares habituales para este tipo de películas, con la corrupción como telón de fondo (partida ilegal de cartas, prostitutas y montañas de farlopa en pleno ayuntamiento). Es un gran acierto la introducción en el montaje de las recomendaciones de un antiguo sicario que apoya, con sus enseñanzas de maestro asesino, las acciones del protagonista, y el modus operandi que debe realizar para salir ileso de cada acción. Sobre el texto, podríamos decir que es bueno, pero peca en alguna ocasión de enaltecimiento de frases pluscuamperfectas, alguna poco creíble por ser forzada, pero no por eso aparecen destellos sublimes. Lo peor de la película, si hay que poner un pero, es la sobreactuación y el papel que se le da al alcalde corrupto. Es la única pega a una película que gana mucho en los pequeños detalles de la historia. No es una obra maestra, pero sí una dignísima película de cine negro hecho a nuestra manera, con particularidad ibérica. Es más que recomendable su visionado, incluida la escucha de la buena banda sonora de Mariano Marín. Sicarivs es mucho mejor que la mayoría de las actuales presentaciones retro que Hollywood nos vende como cine negro. Deseando otra entrega de Javier Muñoz, y por qué no, una continuación de Sicarivs con un Víctor Clavijo excelente.
28 de agosto de 2024 2 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
La primera pregunta que deberíamos hacernos tras visionar la película es si MaXXXine, del audaz Ti West, nos puede sirve para asentir o para desestabilizar ideológicamente el sistema de Hollywood, como diría el escritor y periodista Rafael Chirbes en una de sus publicaciones. No podemos olvidar que la meca del imperialismo cinematográfico es otro protagonista principal, aunque metafísico, y maneja a su antojo a esos seres que incluso de manera sangrienta tratan de escribir sus vidas lo mejor que pueden, creyendo en un futuro personal mejor, aunque realmente, y sin tener con conciencia de ello, únicamente pueden tomar algunos apuntes a pie de página de su propia obra vital.
El cierre de esta colección (trilogía) meta cinematográfica es una de las señas de identidad del director, porque trata de restituir a esas gentes que se buscan la vida intentando abrirse camino en la jungla de asfalto. Si rebobinamos, otros personajes ya padecieron esa enfermedad de la precariedad, véase la película Cowboy de Medianoche, de 1969. Ser "chapero" o estrella del porno es la metáfora con más o menos puntería de lo que en términos marxistas denominamos venta de nuestra fuerza de trabajo. En este caso, la carne y los genitales para encumbrarse a lo más alto de la fama. Es lo que desea Maxine, la protagonista del filme, ser famosa mediante la coartada del cine.

Y con ese hilo conductor, pero sin establecer un análisis crítico en las formas y moral de esa búsqueda, West, realiza un notable repaso de aquellos (cada vez más lejanos) años 80, que en plena era Reagan y a modo de ficción, muestra desde un punto de vista pop, la cultura e idiosincrasia de aquellos años, donde la ley del más fuerte y el más competitivo se establece en el auténtico marco de juego. Unas reglas, por cierto, que ya pasan factura en esa decrepitud capitalista. La estética del filme es el universo gore ochentero, las snuff movies, y cine giallo como referencias directas, pero para las masas.

Lily Collins lo explica genial en su papel; tiene suerte de seguir rodando películas aunque no sea con papeles protagónicos, porque lo importante es pagar el seguro médico. Pregunta: ¿Hay algo más aterrador que eso?

El manejo del montaje y el ritmo en la película es de alguien que sabe que tiene talento e intenta que lo sepamos. La primera mitad de la película es apoteósica en ese aspecto, así como el uso de la música y los sonidos (donde el cine de terror sufre menos prejuicios en cuanto a experimentación). La selección de las canciones es perfecta y sin coger especial importancia, describen fielmente aquellos años, circa 1985.

Lo que más destaco, además del montaje y la música, es el guiño humorístico (sin rozar lo absurdo y la parodia) de todos los tributos que acontecen mientras se desarrolla la trama. Hay mucho simbolismo en cada secuencia, como por ejemplo cuando las cintas de VHS en el videoclub son salpicadas bruscamente de la sangre de uno de los actores secundarios. En mi opinión es la representación del asesinato de esa cultura del videoclub. Aparecen transeúntes disfrazados de Chaplin o Keaton.

West acierta en el casting. La protagonista Mia Goth parece haber nacido para rodar esta película. Su interpretación es descomunal. En cuanto al resto de interpretes la mayoría están cercanos a la excelencia a pesar de su escaso desarrollo psicológico. Mención aparte merece Kevin Bacon, un actor superlativo que construye un hito sobre la personalidad de un detective chusco y sin escrúpulos, amante de lo zafio sin saberlo, y con querencia por la buena vida pero que hace exactamente lo mismo que Renfield sirviendo a su amo. Aunque en vez de comer cucarachas bebe bloody mary. Verle actuar con su vestimenta invita a recordar una versión ácida y mugrienta de aquel detective con la nariz rota en Chinatown.
Su desaparición de la trama es sublime, pero más aún esa reyerta de retazos cinéfilos cuando persigue a la protagonista hasta el decorado de uno de los remakes de Psicosis. Es uno de los momentos delirantes de la película, aunque para llegar a ese éxtasis antes hay que ser cinéfago. De lo contrario, el carisma de la película puede desaparecer a los primeros compases.

Otro momento a destacar es cuando la protagonista acude a una discoteca de la ciudad angelina. Es una de las mejores secuencias de esa temática que se han rodado. Los ambientes y la música siempre son rodados de forma "cutre", sin el alma y la efervescencia que se generan en esos lugares tan especiales. El uso del la luz estroboscópica como parte de la estética es perfecta. Y si le añadimos que la canción elegida es "Welcome To The Pleasuredome" de Frankie Goes To Hollywood, todo cuadra a la perfección y eleva a categoría de arte esos momentos de diversión. Esa secuencia estaría a la altura de la discoteca del capitulo japonés de Babel de Iñarritu, el concierto de Bauhaus en el inicio de El Ansia, o el after post punk de Jo, qué noche. Lo que ocurre después más que placer es puro terrordome, como pocos años más tarde rapearían Public Enemy. La pincelada sonora de New Order con "Shellshock" significa que el director no es un garrulo con aspiraciones de posmodernidad. Está bien asesorado.
Lo peor: el final de la película donde readapta, a su manera, a De Palma mediante una crítica zafia al fundamentalismo mesiánico y ultraconservador, hilo conductor de la película. La sobreactuación (queriendo o no) del reverso antagónico de Maxine, es puro vertedero. Mejor que no hubiera descubierto su rostro porque su pésima interpretación (incluyo a su pandilla de chalados ultracatólicos) acaba con una especie de ajuste de cuentas a lo Charles Bronson o inspector Callahan.

En definitiva, esa marea de revisiones atractivas sobre aquel otro cine, no es más que la necesidad de la industria del cine de readaptar y homenajear a esos trabajadores en EEUU que desarrollaron sus carreras en aquellos años de conservadurismo y de reverencia a la farlopa.

Nota: 6.5/10
8 de octubre de 2022 2 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
Crímenes del futuro es la típica película con un significado que va más allá del mundo de lo sensible, de las sensaciones producidas tras visionar en la pantalla grande la película. Tremendamente filosófica y ballardiana, sigue un hilo conductor en la temática y obsesiones del director canadiense. Crímenes del futuro viene de un pasado no lejano tras un despertar post criogenización, ya que conforma una simbiosis de su época ochentera, de los primeros años, donde la semejanza bizarro punk de videodrome se amplifica en esta nueva producción que aun manteniendo una carga intelectualoide, contiene dosis profundas de materialismo dialéctico. La carne y su mutación como materia, produce un salto a otro estadio evolutivo resultado de la hecatombe climática. La nueva carne es residuo. El residuo alimenta. Y el futuro de la humanidad debe tener como objetivo resolver (fagocitosis) el gran problema de la destructiva contaminación generada por el sistema capitalista. En este futurista cinta, el director se sumerge en un submundo de alienación, hedonismo radical, y vacío generacional. Imaginen un cóctel con varias secuencias de Videodrome, Hellraiser, Inseparables, El almuerzo desnudo, y Existenz. Sírvase muy frío.
La apasionada intervención artística en los cuerpos, cual cirujano diabólico, expresa una crítica a la sociedad del espectáculo, donde lo visual de los momentos más turbios, se dan la mano, en contraposición, con una banda sonora absorbente que no deja a nadie indiferente. Gran acierto la apuesta de H. S. en la sonorización.
Esta nueva película del canadiense, que ya tiene 79 años, es puro estilo Cronenberg, y en mi opinión cierra un ciclo, nunca cerrado del todo, el de una filmografía muy personal, controvertida, y realmente estimulante. Pocos directores pueden presumir de un lenguaje cinematográfico tan específico. Tenemos a Lynch, pero también a Cronenberg, que están casi siempre por encima del bien y del mal.
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