Cuando vi la primera película, me quede fascinado por un drama existencialista camuflado en una trepidante película de ciencia ficción. 35 años después asisto a una parodia de la que para mí es una película de culto. Un film que carece de alma, donde las actuaciones son planísimas (lamentable Ryan Gosling con una expresión que parece que esté intentando digerir la cena sintética que consume al principio del metraje) y que no para de copiar a la primera entrega: Hans Zimmer imita a Vangelis, el magistral Villeneuve (que en esta entrega no es tan magistral) copia al mejor Ridley Scott (nunca volvió a ser el mismo) y Gosling imita a alguien de la primera entrega pero todavía no tengo claro a quien... En fin, avisados estáis y nos os dejéis engañar por la campaña de marketing que está escudando el film y que lo tildan de obra maestra. He visto cosas que vosotros nunca creeríais: Atacar naves en llamas más allá de Orión. He visto Rayos-C brillar en la oscuridad, cerca de la puerta de Tannhäuser. Todos esos momentos se perderán en el tiempo como lágrimas en la lluvia y esperemos que el próximo chaparrón se lleve la segunda parte de Blade Runner por la alcantarilla.

No acaba de acertar David Fincher con una película que a veces es interesante y otras aburrida. Ben Affleck sigue teniendo el mismo gesto que en Fargo y podría mantenerlo hasta la nueva entrega de Batman. Sigo reclamándole mas a un director que grabó las magistrales Seven y el Club de la Lucha