Haz click aquí para copiar la URL
You must be a loged user to know your affinity with Cupletero
Críticas 2
Críticas ordenadas por utilidad
Críticas ordenadas por utilidad
7
5 de abril de 2014
5 de 9 usuarios han encontrado esta crítica útil
Me vais a perdonar, pero si no empiezo así, reviento: ¡hoy inunda nuestras salas el Diluvio Universal!
El que más y el que menos está familiarizado con el personaje que da título a la película, aunque sólo sea por esa canción de campamento de “… estando en cocodrilo y el orangután, dos pequeñas serpientes, y el águila real…”. Lo primero que hice después de ver la película fue ir directo a las fuentes y leer el pasaje correspondiente de El Génesis. Mis sospechas se confirmaron: Noé es un personaje con muy poco interés si uno se ciñe a lo que se cuenta de él en La Biblia. Un hombre que por justo y obediente es el elegido por Dios para sobrevivir, él y su estirpe, a la gran purga, al exterminio de aquel ser corrupto en que se ha convertido la especie humana. Y por ser el único con la suficiente disciplina como para darse la trabajera de construir el salvavidas de toda la fauna. Bondad, obediencia y tesón… de eso no sale una película. Pero aun así en Hollywood se empeñan en hacer una superproducción entera sobre este sumiso obrero.
Tienen mucho oficio y mucho dinero en la industria cinematográfica americana, y la producción tiene elementos suficientes para salir a flote (otra vez un símil náutico, no lo pude evitar). Pero no es una película redonda, ni mucho menos, y por desgracia está lastrada por desaciertos que a punto están de hacer naufragar el proyecto como si fuera el Costa Concordia (ahí va otro, lo siento).
Entre esa carga sobrante que en mi opinión deberían haber evitado está sobre todo el tratamiento de Los Vigilantes, unos ángeles caídos que se nos presentan como una suerte de Transformers antediluvianos (literalmente) que son un injerto infame creado al 100% con tecnología digital y que además lo parecen. Es decir, que protagonizan escenas de acción que parecen partidas de Playstation. A ver si nos enteramos de que el que todo se pueda hacer gracias a los efectos digitales no significa que todo se deba hacer gracias a los efectos digitales, porque lo que ocurre muchas veces es que lo que sale no es cine, es un videojuego de mierda.
Tampoco está conseguido un buen ritmo narrativo en la primera mitad de la película, que resulta lenta y predecible… claro, todos sabemos qué encargo recibirá Noé y de parte de quién, pero eso no es excusa. Muchas películas sobre hechos históricos que todos conocemos consiguen intriga y emoción. En este caso, para intentar compensar en parte esa carencia se intenta sorprender al espectador en el ámbito de lo formal, tirando de recursos visuales potentes pero un poco pasados y por tanto no muy sorprendentes, que dan a algunas partes de la película un aire de videoclip o de experimento tipo Koyaanisqatsi : cámara rápida, vista de pájaro… dudosamente eficaz.
A pesar de todo esto, salí del cine con la sensación de que eran más numerosos los aciertos que los errores. Me gustó mucho, para empezar, la dirección de arte y vestuario. El Antiguo Testamento pasa totalmente por encima de Darwin, así que, a ocho generaciones de distancia desde Adán y Eva, ¿en qué momento de la cadena evolutiva estábamos? ¿Éramos australopithecus?, ¿homo neanderthalensis?, ¿homo erectus?, ¿sapiens? Y nuestros utensilios, ¿cómo eran?, ¿de la Edad de Piedra?, ¿Edad de Bronce?, ¿baja Edad Media? La opción tradicional es ambientar estos relatos en algo así como una primera Edad Antigua: sandalias, túnicas, dagas de hierro… La muy acertada opción de Aranofsky es crear una atmósfera atemporal, de ropas y utensilios de un discreto eclecticismo, que tan pronto te recuerdan al Neolítico, como a la Era Industrial o incluso a un futuro post-apocalíptico.
Pero sobre todo, el gran mérito de Aranofsky es enriquecer el personaje de Noé con elementos de duda, de fanatismo, de autocensura y de debilidad. En la segunda mitad de la película, el personaje, excelentemente encarnado por Russell Crowe, evoluciona hacia posiciones de tormento, autodestrucción y conflicto muy interesantes. Conflicto con su creador, con su familia y consigo mismo.
Por otra parte, la historia gana interés respecto a El Génesis por que se subraya y se alarga el conflicto entre los descendientes de Caín y de Set hasta más allá del Diluvio, lo que permite cierto suspense hasta el final.
También es muy de agradecer que se refuerce el papel de las mujeres, que en La Biblia no tienen ni nombre. El personaje de Ila (interpretada solventemente por Emma Watson) es imprescindible para que el relato tenga sus puntos de inflexión y poder escapar de la literalidad bíblica. Y gran parte del interés de la película, para mi, está en Naameh, interpretada a la perfección por Jennifer Connelly, quien ya demostró su buena química con Crowe en Una Mente Maravillosa. Discreta y hasta anodina en la primera mitad, el personaje de Connelly pasa más tarde a la pista central y nos regala los mejores momentos interpretativos de la película cuando choca con su ya desquiciado compañero. Soy gran admirador de Jennifer Connelly desde Dentro del Laberinto, como actriz y como mujer, y ese lunar que tiene, cielito lindo, junto a la boca me hace dar gracias por estar vivo cada vez que lo contemplo. No sé si me explico.
Así que esta superproducción quiere ser muchas cosas a la vez, y algunas de ellas sobran. Por otra parte falta seguramente determinación en su rumbo… ¡vaya, lo he vuelto a hacer!
Id al baño antes de entrar al cine, que con tanta agua…
5 de abril de 2014 1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
La semana pasada me colé en el pase de prensa de El Gran Hotel Budapest. Digo me colé porque, a pesar de estar invitado, no estaba técnicamente acreditado. Una serie de malentendidos en la cadena de mando de La Chatarrería Magazine hicieron que mi nombre no estuviera en la lista adecuada en el momento adecuado. Afortunadamente, la muchacha que revisaba dicha lista no era inmune al hoyuelo que le sale al Cupletero en la mejilla izquierda cuando sonríe, y tras un breve y cortés forcejeo acabó apuntando mi nombre a boli y regalándome un “anda, pasa”. Afortunadamente, porque lo que allí vi bien merecía aquel regateo.
Entre los buenos cineastas seguramente se pueden distinguir los “ejecutores” y los “creadores”. A la primera categoría pertenecen aquellos que resuelven con eficacia, oficio y arte cualquier encargo, independientemente de su grado de implicación en la producción. El mayor y mejor ejemplo de éstos, para mi, es Stephen Frears. ¿Qué tienen en común Mi Hermosa Lavandería, Las Amistades Peligrosas, Café Irlandés, Alta Fidelidad y The Queen? Pues seguramente que todas están fantásticamente bien dirigidas y poco más.
A la segunda categoría, los que yo he llamado “creadores”, pertenecen todos aquellos que, sin importar la historia que cuenten, ésta se impregna del universo personal del director/escritor de tal modo que son perfectamente identificables como hijos de sus padres. Woody Allen, Tim Burton, Fellini, Berlanga, Godard, Almodóvar… algunos crean escuela y otros son genios solitarios, pero está claro que son creadores de mundos particulares con señas de identidad que se repiten y reconocen sin esfuerzo. Sin duda pertenece también a este grupo Wes Anderson.
El Gran Hotel Budapest tiene todos los elementos andersonianos. Una dirección de arte, un vestuario y una puesta en escena en general minuciosa y preciosista, que es un festín para estetas. Un sentido del humor inteligente, irónico y sutil. Unos personajes que rozan lo caricaturesco defendidos por una auténtica colección de caras conocidas. Una atmósfera abstracta, ultra limpia, casi onírica que lo envuelve todo… en fin, todo lo que tiene “una peli de Wes Anderson” y que hará las delicias de sus defensores más incondicionales.
Sin embargo, Anderson es mejor en esta ocasión, ya que en El Gran Hotel Budapest se apoya en un argumento más sólido de lo habitual, alejándose de esas tramas desestructuradas que hacen algo difícil de seguir otras de sus películas. En este caso existe una firme trama de aventuras sobre la que se apoya todo lo demás, y se agradece. Por ello creo que esta es una buena ocasión para que se acerquen a Anderson todos aquellos interesados por su universo pero que en otras ocasiones, se sintieron un poco aturdidos o despistados. Y vaya por delante que yo me apunto entre éstos.
Anderson, desde luego, ama el cine que hace. Lo mima, lo cuida y sobre todo se divierte escribiéndolo y dirigiéndolo; eso el espectador lo percibe y se disfruta. Es un director juguetón, que se permite hasta el lujo de recrearse en una indeterminación geográfica e histórica que tiñe todo de un tono de cuento de hadas que resulta delicioso.
Añádase a todo lo dicho una música preciosa, unos golpes desternillantes y unas interpretaciones excelentes con un Ralh Fiennes estratosférico y ya sabéis el resultado: Cupletero plenamente satisfecho.
Cancelar
Limpiar
Aplicar
  • Filters & Sorts
    You can change filter options and sorts from here
    arrow
    Bienvenido al nuevo buscador de FA: permite buscar incluso con errores ortográficos
    hacer búsquedas múltiples (Ej: De Niro Pacino) y búsquedas coloquiales (Ej: Spiderman de Tom Holland)
    Se muestran resultados para
    Sin resultados para