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8
30 de mayo de 2011
30 de mayo de 2011
35 de 41 usuarios han encontrado esta crítica útil
Estoy acostumbrado a ver puntuaciones bastante mediocres en cortos de principios del siglo 20 y bien es verdad que pulsar la pestaña de la cámara que pone en funcionamiento el artefacto químico-mecánico que registra imágenes y ponerse delante a hacer "el mono" no es suficiente para puntuar con buena nota la película.
Teniendo esto en cuenta pienso que también hay que tener en cuenta el año de producción, las posibilidades de la época, el montaje, la rienda suelta que el autor le ha dado a su imaginación, etc. Ahora en el año 2011 uno se pasea por internet y ve cortos con premios, con producciones impresionantes algunos hasta con actores famosos, posibilidades increíbles con cámaras hd baratas, editores con multitudes de efectos, vamos un millón de posibilidades para engrandecer una historia y al final el 90% son una mierda con todas las letras.
El hombre orquesta por decir uno de tantos geniales cortos mudos y hecho en ¡¡¡1900!!! con una cámara que pesaría casi como una moto ahora, con un montaje y efectos especiales trabajadísimos a base de un meticuloso corta-pega, todo para completar 1 minuto cómico genial y la mayoría puntúa estos cortos a un nivel muy mediocre.
Hoy con una cámara de 120 euros hd y descargándose el windows movie maker ya hay mil posibilidades más de hacer un corto mejor a este sin embargo el 99% no le llegaría ni a la suela. Que poco se valoran las cosas malditos hijos del bienestar.
Teniendo esto en cuenta pienso que también hay que tener en cuenta el año de producción, las posibilidades de la época, el montaje, la rienda suelta que el autor le ha dado a su imaginación, etc. Ahora en el año 2011 uno se pasea por internet y ve cortos con premios, con producciones impresionantes algunos hasta con actores famosos, posibilidades increíbles con cámaras hd baratas, editores con multitudes de efectos, vamos un millón de posibilidades para engrandecer una historia y al final el 90% son una mierda con todas las letras.
El hombre orquesta por decir uno de tantos geniales cortos mudos y hecho en ¡¡¡1900!!! con una cámara que pesaría casi como una moto ahora, con un montaje y efectos especiales trabajadísimos a base de un meticuloso corta-pega, todo para completar 1 minuto cómico genial y la mayoría puntúa estos cortos a un nivel muy mediocre.
Hoy con una cámara de 120 euros hd y descargándose el windows movie maker ya hay mil posibilidades más de hacer un corto mejor a este sin embargo el 99% no le llegaría ni a la suela. Que poco se valoran las cosas malditos hijos del bienestar.

6,3
274
8
10 de abril de 2013
10 de abril de 2013
23 de 25 usuarios han encontrado esta crítica útil
¿A cuantos se les ha pasado por la cabeza contar la historia de Jesús desde el punto de vista de Judas? Solo esta ocurrencia ya es motivo de un profundo interés ya que el juego que puede dar es infinito desde un punto de vista cinematográfico.
¿Y quien me iba a decir que disfrutaría de planos dignos de Orson Wells o incluso de Dreyer, con una fotografía espléndida, y un diseño de producción por momentos tan vasto como el de una película péplum de Hollywood, impensable para una producción española de la época?
Judas, como buen ser humano racionalista, como en un principio muestra esta película, no se fía de las habladurías entorno a un supuesto mesías que lleva a cabo milagros en distintos lugares, por lo que decide verlo con sus propios ojos. En una tierra repleta de falsos profetas, donde el pueblo está vacunado contra rumores de hechos divinos, llama la atención que un solo hombre, de un día para otro, acumule adeptos e incluso discípulos hasta el punto de que el escéptico de ayer, es profundo creyente hoy.
El beso de judas es la búsqueda de un hombre de la VERDAD; y, una vez encontrada, ni aun teniéndola en las narices, puede aceptarla por chocar con el raciocinio. El misterio en la búsqueda es constante, donde la regla de 'sugerir pero no mostrar' suma un peso enorme al morbo de que se nos muestre aquello que se nos oculta. Cada plano es espléndido, y cada rostro esconde una historia, algo que incluso a los maestros de nuestros días (Scorsese, Spielberg, etc.) ya se les ha olvidado plasmar. Si en vez de ser Rafael Gil el director hubiese sido un genio contemporáneo de su época italiano o francés, El beso de judas estaría en las videotecas de eruditos y cinéfilos de todos los países.
Una joya a rescatar.
¿Y quien me iba a decir que disfrutaría de planos dignos de Orson Wells o incluso de Dreyer, con una fotografía espléndida, y un diseño de producción por momentos tan vasto como el de una película péplum de Hollywood, impensable para una producción española de la época?
Judas, como buen ser humano racionalista, como en un principio muestra esta película, no se fía de las habladurías entorno a un supuesto mesías que lleva a cabo milagros en distintos lugares, por lo que decide verlo con sus propios ojos. En una tierra repleta de falsos profetas, donde el pueblo está vacunado contra rumores de hechos divinos, llama la atención que un solo hombre, de un día para otro, acumule adeptos e incluso discípulos hasta el punto de que el escéptico de ayer, es profundo creyente hoy.
El beso de judas es la búsqueda de un hombre de la VERDAD; y, una vez encontrada, ni aun teniéndola en las narices, puede aceptarla por chocar con el raciocinio. El misterio en la búsqueda es constante, donde la regla de 'sugerir pero no mostrar' suma un peso enorme al morbo de que se nos muestre aquello que se nos oculta. Cada plano es espléndido, y cada rostro esconde una historia, algo que incluso a los maestros de nuestros días (Scorsese, Spielberg, etc.) ya se les ha olvidado plasmar. Si en vez de ser Rafael Gil el director hubiese sido un genio contemporáneo de su época italiano o francés, El beso de judas estaría en las videotecas de eruditos y cinéfilos de todos los países.
Una joya a rescatar.
1
21 de septiembre de 2018
21 de septiembre de 2018
28 de 38 usuarios han encontrado esta crítica útil
Sentamos al público en un cine.
Previamente, en la oscuridad, habremos ocultado cámaras que apuntarán cada cara de cada espectador y grabarán sus reacciones durante la reproducción.
Apagamos las luces.
Empieza Solaris.
Terminada la película, hacemos sonar un despertador, por si acaso alguien...
Hacemos a los espectadores puntuar la peli entre 1 y 10, cómo en esta web.
A los que hayan votado por debajo de cinco, les abrimos las puertas y les dejamos libres.
A los que hayan votado entre cinco y siete, les pagamos un couch para que les ayude a solucionar su falta de autoestima, y para superar su miedo a tomar decisiones drásticas en la vida. Les mantenemos un par de años bajo observación.
Al resto, que puntuaron 8 o por encima de 8, les hacemos escribir qué han entendido de la película.
A punta de pistola, hacemos que Tarkovsky escriba también la significación de la película.
Comparamos las notas.
A los que no coincidan con la explicación del director, les atascamos la cabeza en una lavadora y les damos cien sartenazos en el culo.
A los que coincidan, les regalamos unas gafas de pasta bañadas en oro.
Después, por sorpresa, sacamos las cámaras ocultas. En la pantalla grande, reproducimos, espectador por espectador, las reacciones que tuvieron durante la reproducción.
A los que hayan gozado con entusiasmo durante la reproducción les imponemos una orden de alejamiento de 200 metros para con otros cinéfilos por miedo al maltrato.
Pero todos aquellos que hayan bostezado, parpadeado más de lo normal, removido en la butaca constantemente, o, lo peor de todo, se hayan dormido a intervalos durante la reproducción y luego hayan puntuado 8, 9 o 10 , serán condenados a diez años de trabajos forzados en Siberia.
Previamente, en la oscuridad, habremos ocultado cámaras que apuntarán cada cara de cada espectador y grabarán sus reacciones durante la reproducción.
Apagamos las luces.
Empieza Solaris.
Terminada la película, hacemos sonar un despertador, por si acaso alguien...
Hacemos a los espectadores puntuar la peli entre 1 y 10, cómo en esta web.
A los que hayan votado por debajo de cinco, les abrimos las puertas y les dejamos libres.
A los que hayan votado entre cinco y siete, les pagamos un couch para que les ayude a solucionar su falta de autoestima, y para superar su miedo a tomar decisiones drásticas en la vida. Les mantenemos un par de años bajo observación.
Al resto, que puntuaron 8 o por encima de 8, les hacemos escribir qué han entendido de la película.
A punta de pistola, hacemos que Tarkovsky escriba también la significación de la película.
Comparamos las notas.
A los que no coincidan con la explicación del director, les atascamos la cabeza en una lavadora y les damos cien sartenazos en el culo.
A los que coincidan, les regalamos unas gafas de pasta bañadas en oro.
Después, por sorpresa, sacamos las cámaras ocultas. En la pantalla grande, reproducimos, espectador por espectador, las reacciones que tuvieron durante la reproducción.
A los que hayan gozado con entusiasmo durante la reproducción les imponemos una orden de alejamiento de 200 metros para con otros cinéfilos por miedo al maltrato.
Pero todos aquellos que hayan bostezado, parpadeado más de lo normal, removido en la butaca constantemente, o, lo peor de todo, se hayan dormido a intervalos durante la reproducción y luego hayan puntuado 8, 9 o 10 , serán condenados a diez años de trabajos forzados en Siberia.
CortometrajeAnimación

6,9
1.170
Animación
10
29 de noviembre de 2010
29 de noviembre de 2010
27 de 38 usuarios han encontrado esta crítica útil
Uno de los cortos mas increíbles que he visto en mi vida, ¿como coño lo hizó? una comedia super entretenida que narra como un insecto le quita la novia a otro insecto, pero no insectos que se arrastran o vuelan sino bichos que viven como personas con su casa, sus vehículos, sus bares, sus teatros...
Ya solo el increíble trabajo estético es impresionante pero es que encima es una historia currada, como el cámara saltamontes quiere recuperar a su chica ante la puñetera cucaracha, haciéndole la vida imposible con persecuciones y ejercicios casi de voyeurismo por parte del macabro cámara incluso con una escena de pelea. Echarle un vistazo que merece la pena vía youtube.
Ya solo el increíble trabajo estético es impresionante pero es que encima es una historia currada, como el cámara saltamontes quiere recuperar a su chica ante la puñetera cucaracha, haciéndole la vida imposible con persecuciones y ejercicios casi de voyeurismo por parte del macabro cámara incluso con una escena de pelea. Echarle un vistazo que merece la pena vía youtube.

5,1
2.599
5
21 de marzo de 2016
21 de marzo de 2016
23 de 35 usuarios han encontrado esta crítica útil
Católicos y científicos: Marcelino Sanz de Sautuola, por Alfonso V. Carrascosa, científico del CSIC
Marcelino Sanz de Sautuola (1831-1888) bisabuelo del malogrado Emilio Botín fue un santanderino que descubrió las Cuevas de Altamira. De origen hidalgo y licenciado en derecho, decidió dedicarse por afición a la prehistoria tras visitar la Exposición Universal de París de 1878, donde se exhibían multitud de fósiles y otros restos arqueológicos, pensando que tenía que haber muchos de aquellos objetos en su Cantabria natal.
Y en estas, un buen día, acompañado de su hijita, se metió en un agujero de cuya existencia le había dado cuenta Modesto Cubillas, se despistó buscando objetos prehistóricos, y escuchó un inolvidable “¡Papá, mira, hay bueyes pintados!”. Al acercarse a la sala quedó atónito con la visión, y no dudó un instante en percibir la magnitud del hallazgo, que comunicó en la histórica publicación “Breves apuntes sobre algunos objetos prehistóricos de la provincia de Santander”, sin imaginar el calvario que le vendría encima.
Sí, porque contra su condición de católico -magníficamente documentada en el libro “Altamira” , de José Calvo Poyato y español arremetió furibundamente el rancio laicismo de la época, capitaneado por las pluscuamperfectas Institución Libre de Enseñanza y Real Sociedad Española de Historia Natural, a cuyo frente estaban los laicistas Giner de los Ríos e Ignacio Bolívar, quienes condenaron como falsas –el uno abogado y el otro entomólogo, sin ni siquiera afición por la prehistoria- las maravillosas pinturas. Claro que pronto una auténtica autoridad en la materia, Juan Vilanova Piera, catedrático de la Universidad Central de Madrid y científico también católico para más señas, se puso de su parte, certificando la autenticidad de las pinturas.
Otra oleada de ataques provino de Francia, ataques de desprecio a Sautuola por ser español y católico, provenientes del científico laicista Emile Cartahilac, quien escribiría a un colega sobre el asunto “No te fíes, amigo, es una trampa que nos tienden los jesuitas a los prehistoriadores para reírse de nosotros”, y que demuestra algo a lo que los laicistas acostumbran, que es a no reconocer la realidad aunque la tengan delante (aborto, ideología de género, etc.) cegados por su fanatismo anticatólico. Años más tarde, y como colofón a la historia, sería un científico francés experto internacional en la temática, Henri Breuil , quien definitivamente dictaminaría la autenticidad de las pinturas, ya fallecido Sautuola: Henri Breuil era cura de la Iglesia Católica.
Sautuola y Vilanova Piera fueron dos paleontólogos que pretendieron conciliar evolución y fe, algo que los laicistas no soportaban y siguen sin soportar. Por eso les persiguieron ferozmente, a ellos, que descubrieron la que se conoce como “Capilla Sixtina del arte rupestre mundial”.
Marcelino Sanz de Sautuola (1831-1888) bisabuelo del malogrado Emilio Botín fue un santanderino que descubrió las Cuevas de Altamira. De origen hidalgo y licenciado en derecho, decidió dedicarse por afición a la prehistoria tras visitar la Exposición Universal de París de 1878, donde se exhibían multitud de fósiles y otros restos arqueológicos, pensando que tenía que haber muchos de aquellos objetos en su Cantabria natal.
Y en estas, un buen día, acompañado de su hijita, se metió en un agujero de cuya existencia le había dado cuenta Modesto Cubillas, se despistó buscando objetos prehistóricos, y escuchó un inolvidable “¡Papá, mira, hay bueyes pintados!”. Al acercarse a la sala quedó atónito con la visión, y no dudó un instante en percibir la magnitud del hallazgo, que comunicó en la histórica publicación “Breves apuntes sobre algunos objetos prehistóricos de la provincia de Santander”, sin imaginar el calvario que le vendría encima.
Sí, porque contra su condición de católico -magníficamente documentada en el libro “Altamira” , de José Calvo Poyato y español arremetió furibundamente el rancio laicismo de la época, capitaneado por las pluscuamperfectas Institución Libre de Enseñanza y Real Sociedad Española de Historia Natural, a cuyo frente estaban los laicistas Giner de los Ríos e Ignacio Bolívar, quienes condenaron como falsas –el uno abogado y el otro entomólogo, sin ni siquiera afición por la prehistoria- las maravillosas pinturas. Claro que pronto una auténtica autoridad en la materia, Juan Vilanova Piera, catedrático de la Universidad Central de Madrid y científico también católico para más señas, se puso de su parte, certificando la autenticidad de las pinturas.
Otra oleada de ataques provino de Francia, ataques de desprecio a Sautuola por ser español y católico, provenientes del científico laicista Emile Cartahilac, quien escribiría a un colega sobre el asunto “No te fíes, amigo, es una trampa que nos tienden los jesuitas a los prehistoriadores para reírse de nosotros”, y que demuestra algo a lo que los laicistas acostumbran, que es a no reconocer la realidad aunque la tengan delante (aborto, ideología de género, etc.) cegados por su fanatismo anticatólico. Años más tarde, y como colofón a la historia, sería un científico francés experto internacional en la temática, Henri Breuil , quien definitivamente dictaminaría la autenticidad de las pinturas, ya fallecido Sautuola: Henri Breuil era cura de la Iglesia Católica.
Sautuola y Vilanova Piera fueron dos paleontólogos que pretendieron conciliar evolución y fe, algo que los laicistas no soportaban y siguen sin soportar. Por eso les persiguieron ferozmente, a ellos, que descubrieron la que se conoce como “Capilla Sixtina del arte rupestre mundial”.
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