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Críticas ordenadas por utilidad
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9
13 de diciembre de 2012
13 de diciembre de 2012
35 de 38 usuarios han encontrado esta crítica útil
Una pequeña obra de arte del director franco-suizo. Aparentemente parece sólo una reflexión de estilo poético acompañada de una foto de la guerra de Yugoslavia, presentando a cada rato un plano distinto de la misma, lo cual nos dice ya mucho sobre el poder manipulador de los medios ya sólo con una instantánea, ya que según en plano puede parecer cosas distintas (Kuleshov, ¡qué daño hiciste!). La sinopsis nos lo presenta así: «Una sucinta mirada a una única imagen de guerra, es una versión reducida de su filme "Letter to Jane", del que Sontag escribió, aunque es válido para ambas obras: “La película es también una lección modelo sobre cómo leer cualquier fotografía, cómo descifrar la naturaleza no-inocente del encuadre, ángulo y centro de la fotografía”.» Pero bajo esa ya de por sí interesante superficie tiene un discurso potentísimo sobre el que se han escrito libros enteros. Básicamente cómo el concepto contemporáneo de cultura se ha devaluado para convertirse en la práctica cotidiana (la cultura occidental), en la regla, naturalmente mediatizada por el modelo de relaciones sociales y de organización política; frente a eso entonces revaloriza el concepto de arte, la excepción, verdadero ejemplo del poder creativo del hombre, cada vez más extraño y arrinconado. Lo lamentable es que fue Yugoslavia (el trabajo es contemporáneo a la guerra) el último lugar donde la gente tuvo que ser creativa en Europa, donde escapó de esa cultura de la cotidianeidad alienante, y no lo hizo por amor al arte, sino por sobrevivir en la guerra. Y ese arte de la (super)vivencia en otros lugares del mundo es algo que nosotros consumimos por televisión, como vemos un cuadro de Cézanne o Vermeer en un museo, escuchamos a Mozart o Gershwin, leemos a Flaubert o Dostoyevski, o vemos una peli de Antonioni o Vigo {sic}. «Godard invierte el punto de vista de Goya que seguirán otros, incluído Eisenstein en El acorazado Potemkin. Tanto en los fusilamientos como en sus cuadros sobre la Inquisición, las víctimas tienen rostro mientras que los soldados-verdugos están escondidos tras los uniformes, las botas y las armas. En Je vous salue, Sarajevo sólo hay un soldado sin rostro cuya identidad es su uniforme, los otros dos se muestran de frente, desafiantes, seguros e impunes. En el suelo no hay enemigos vencidos sino víctimas tan indefensas que deben ocultar sus caras contra el suelo mientras el soldado, que les amenaza, está fumando. El resultado apoyado por la voz en off es muy dramático.» La música que emplea es de Arvo Pärt ("Silouans Song", del álbum Te Deum).

8,2
39.922
7
2 de marzo de 2010
2 de marzo de 2010
44 de 58 usuarios han encontrado esta crítica útil
Ya tenía ganas de ver esta película. La tan famosa Metrópolis, inspiradora de tantas, precursora de tanto.
En la crítica al cine siempre hay que saber establecer una distinción entre el mensaje de una película y su aspecto técnico, entre su guión y su expresión artística.
En su faceta meramente artística, Metrópolis es un gran paso en lo que llamamos cine, y nadie le va a restar méritos en ello. Obra ejemplar del expresionismo alemán, donde la prevalece la intención de provocar sensaciones subjetivas mediante el impacto visual, en vez de mostrar realidades objetivas. Su ambientación atrayente y cautivadora sirve de escenario a una ciudad del año 2026 que es inmensa y claustrofóbica al mismo tiempo. Una de las primeras piedras de la ciencia-ficción se colocó así en clave distópica y futurista. De la misma manera que la banda sonora y el fondo musical hacen un trabajo que compensa mucho la ausencia de diálogos sonoros (es cine mudo, recordemos).
Ahora bien, si entramos en la parte del mensaje, siento decir que llega a ser indignante.
En la crítica al cine siempre hay que saber establecer una distinción entre el mensaje de una película y su aspecto técnico, entre su guión y su expresión artística.
En su faceta meramente artística, Metrópolis es un gran paso en lo que llamamos cine, y nadie le va a restar méritos en ello. Obra ejemplar del expresionismo alemán, donde la prevalece la intención de provocar sensaciones subjetivas mediante el impacto visual, en vez de mostrar realidades objetivas. Su ambientación atrayente y cautivadora sirve de escenario a una ciudad del año 2026 que es inmensa y claustrofóbica al mismo tiempo. Una de las primeras piedras de la ciencia-ficción se colocó así en clave distópica y futurista. De la misma manera que la banda sonora y el fondo musical hacen un trabajo que compensa mucho la ausencia de diálogos sonoros (es cine mudo, recordemos).
Ahora bien, si entramos en la parte del mensaje, siento decir que llega a ser indignante.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
spoiler:
Lo que comienza siendo un símil hiperbólico pero acertadamente planteado de la explotación del hombre por el hombre con la ayuda del dominio de la tecnología por los pudientes, termina dando una moraleja del todo pasmosa. Aunque quizás lo es menos cuando advertimos que esta película ha sido nombrada patrimonio artístico por la ONU y que su guionista, Thea von Harbou, mujer del director, Fritz Lang, simpatizó con el Tercer Reich, siendo esta precisamente la causa de su ruptura.
Yendo al grano, el final nos da un mensaje que no pretende abolir esta explotación, sino que pretende, con esa ambigua sentencia rodeada de estética religiosa a lo largo de toda la película, que "entre el cerebro y las manos medie el corazón", lo cual se traduce, mediante una interpretación literal de la escena final, en que los explotados acepten su rol y los explotadores lo sigan siendo. Pero, eso sí, con una sonrisa y buen voluntad, oye. No se dejen llevar por radicalismos utópicos (muchas reminiscencias al ludismo), que sólo traen consigo libertinaje y relajamiento moral, sean moderados, acepten con religiosa, cristiana resignación su papel, su jornada laboral interminable, que los de arriba, con cerebro y buen corazón, sabrán hacer las cosas bien.
Yendo al grano, el final nos da un mensaje que no pretende abolir esta explotación, sino que pretende, con esa ambigua sentencia rodeada de estética religiosa a lo largo de toda la película, que "entre el cerebro y las manos medie el corazón", lo cual se traduce, mediante una interpretación literal de la escena final, en que los explotados acepten su rol y los explotadores lo sigan siendo. Pero, eso sí, con una sonrisa y buen voluntad, oye. No se dejen llevar por radicalismos utópicos (muchas reminiscencias al ludismo), que sólo traen consigo libertinaje y relajamiento moral, sean moderados, acepten con religiosa, cristiana resignación su papel, su jornada laboral interminable, que los de arriba, con cerebro y buen corazón, sabrán hacer las cosas bien.

7,3
6.170
6
23 de agosto de 2011
23 de agosto de 2011
25 de 28 usuarios han encontrado esta crítica útil
Esta película me lo está poniendo muy difícil. Como ya comenté en mi crítica a "Metrópolis" (Fritz Lang, 1927), una cosa es el mensaje de una película y otra su aspecto técnico; dicho de otra manera, a la hora de criticar una película resulta más complejo de lo que parece la tarea de disociar, por una parte, la expresión artística, y por otra su guión.
Resulta que como expresión artística esta película del "sir" me parece formidable, un ejercicio de realización notable, una capacidad de creación de atmósferas excepcional que ya emularía Roman Polanski en su primer largometraje ("El cuchillo en el agua", 1962). La capacidad de lograr algo así en un espacio tan limitado como un bote en medio del océano y un grupo fijo de personajes es destacable. La ausencia de acompañamiento sonoro, de grabaciones externas (todo se ve desde dentro del barco) y de situaciones no verídicas nos hace pensar en Dogma 95, "pero sin pedantería", dicen algunos... No se han parado a pensar que en aquel entonces un movimiento así no tendría el sentido que tiene actualmente dada la evolución del cine.
Volviendo al tema, dicho lo dicho le pondría un 8 sin pestañear. Pero el problema viene con la otra parte, con el guión, el mensaje y la moraleja. Se me ha pasado por la cabeza que quizás el "sir" nos diera tal mensaje no porque él lo asumiera, sino como producto de personas que viven una situación límite, como producto de la pérdida del raciocinio ante las acometidas externas y extremas. En ese caso, la cosa cambiaría a mejor, pero tengo mis dudas de que fuera esa su intención.
Esta faceta igualmente fundamental de la película haría que le encasquetara un severo 2 de nota. Por ello es tan difícil saber cómo conjugar esto, porque además ocurre en muchas otras películas. Analizo en spoiler:
Resulta que como expresión artística esta película del "sir" me parece formidable, un ejercicio de realización notable, una capacidad de creación de atmósferas excepcional que ya emularía Roman Polanski en su primer largometraje ("El cuchillo en el agua", 1962). La capacidad de lograr algo así en un espacio tan limitado como un bote en medio del océano y un grupo fijo de personajes es destacable. La ausencia de acompañamiento sonoro, de grabaciones externas (todo se ve desde dentro del barco) y de situaciones no verídicas nos hace pensar en Dogma 95, "pero sin pedantería", dicen algunos... No se han parado a pensar que en aquel entonces un movimiento así no tendría el sentido que tiene actualmente dada la evolución del cine.
Volviendo al tema, dicho lo dicho le pondría un 8 sin pestañear. Pero el problema viene con la otra parte, con el guión, el mensaje y la moraleja. Se me ha pasado por la cabeza que quizás el "sir" nos diera tal mensaje no porque él lo asumiera, sino como producto de personas que viven una situación límite, como producto de la pérdida del raciocinio ante las acometidas externas y extremas. En ese caso, la cosa cambiaría a mejor, pero tengo mis dudas de que fuera esa su intención.
Esta faceta igualmente fundamental de la película haría que le encasquetara un severo 2 de nota. Por ello es tan difícil saber cómo conjugar esto, porque además ocurre en muchas otras películas. Analizo en spoiler:
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
spoiler:
Hitchkock (aquí dejaré de llamarle "sir") nos expone una tesis sobre el carácter alemán bastante sospechosa para tratarse de una película supuestamente antinazi. Y es que esta tesis tan biodeterminista y tajante es digna del más estereotipado de los nazismos. Esta película no es antinazi, es germanófoba. Dejando de lado que casualmente el que maneje el arte de la sustracción de objetos sea el hombre negro, Hitchcock sentencia a los alemanes, erige a los anglosajones en dioses que niegan segundas oportunidades a un pueblo que merece, según dicen, ser exterminado. ¿También los japoneses lo merecían, ya de paso? ¿Era el bombardeo de Dresde la única forma de tratar con el pueblo alemán?
Hablar de que Hitchcock expone el carácter firme y decidido de los fascismos frente a la debilidad confusa de las democracias tiene cierto sentido, pero presenta dos problemas: primero, que para ello no sería necesaria tal demostración de germanofobia y biodeterminismo, insisto; segundo, aceptar como democracias aquello que es llamado así era y es muy discutible e igualmente político y propagandístico, pero no ahondemos en ello porque no es el lugar.
En definitiva, conjugando una parte y otra, le pondré un 6 de interesante y la guardaré para posteriores revisiones.
Hablar de que Hitchcock expone el carácter firme y decidido de los fascismos frente a la debilidad confusa de las democracias tiene cierto sentido, pero presenta dos problemas: primero, que para ello no sería necesaria tal demostración de germanofobia y biodeterminismo, insisto; segundo, aceptar como democracias aquello que es llamado así era y es muy discutible e igualmente político y propagandístico, pero no ahondemos en ello porque no es el lugar.
En definitiva, conjugando una parte y otra, le pondré un 6 de interesante y la guardaré para posteriores revisiones.
10
17 de febrero de 2013
17 de febrero de 2013
24 de 28 usuarios han encontrado esta crítica útil
Dice Anselm Jappe en un artículo sobre ese —quiero creer— oxímoron que es la industria cultural: "La capacidad característica de las mejores obras de arte del pasado de provocar choques existenciales, de poner en crisis al individuo en lugar de consolarlo y confirmarlo en su forma de existencia habitual, está claramente ausente en los productos de la industria del entretenimiento. Estos tienen como objetivo la «experiencia» y el «acontecimiento». Quien se propone vender se adelante a los deseos de los compradores y a su búsqueda de una satisfacción instantánea; aspira a confirmar la alta opinión que estos tienen de sí mismo, en vez de frustrarlos con obras que no son inmediatamente «legibles»."
Entonces, cabrá preguntarse:
¿Qué esperamos del cine?
¿Qué pretendemos cuando nos disponemos a ver una película?
¿Cuál es el criterio?
...¿Hay criterio?
Entendamos, en un ejercicio de honestidad, que no todos hemos de tener la misma respuesta a estas preguntas fundamentales. Esta película deconstruye ciertas convenciones del cine para intentar aportar un producto lo más puro posible. Más allá de lecturas socioculturales, humanísticas y existenciales, prefiero, por no extenderme demasiado, centrarme en lo estrictamente formal. Lo cual no quiere decir, Dios me libre, que esté de acuerdo con quienes pretenden mostrar como antagónicos lo estético con lo humano o humanístico, aun en su aspecto más material.
No me agrada pensarlo así, pero conforme pasa el tiempo y la experiencia se ensancha, resulta cada vez más afianzada en mí la idea de que el concepto popular de entretenimiento, o el entretenimiento a secas, es el enemigo número uno del arte. Y es que uno de los problemas que tiene la cinematografía es que no se termina de considerar un arte, y además sin nada que envidiar a la pintura, a la escultura o a la música. Y es que el cine, cuando se realiza con vocación artística, es capaz de reunir varias de esas disciplinas para crear un todo holístico y homeostático. Para ello, naturalmente, es más importante el talento que el presupuesto.
Si observo una galería de obras pictóricas puedo estar sintiendo muchas sensaciones pero, desde luego, ninguna de ellas se acomoda a mi concepto de entretenimiento. No iría, como creo que no hacen los demás, a esperar en una cola de un museo para entretenerme mirando cuadros. Del mismo modo que no escucho el álbum "Alina" del genial Arvo Pärt para entretenerme. Al escuchar su tema "Spiegel im Spiegel" en el precioso arranque de esta película, cuyo resultado producto de la brillante aleación de imagen y música me produce un estado de calma que sólo el arte puede producir, no me estoy entreteniendo. Entretener es hacer pasar el tiempo, es distraer la atención, y a mí la belleza en el arte no me distrae, no la uso parar matar el tiempo. Lejos de todo ello, la belleza en el arte me absorbe, me imbuye de algo metafísico que el lenguaje no alcanza a explicar.
Pretender hacer del entretenimiento o, peor aún, de la diversión el único objeto y fin del arte es devaluarlo, es mercantilizarlo más de lo que ya está, es incluso destrozarlo. Gran parte de los directores se lo están creyendo, y al final, entonces, será verdad que el cine no es un arte y tendré que fastidiarme.
Sigo en 'spoiler' por falta de espacio.
Entonces, cabrá preguntarse:
¿Qué esperamos del cine?
¿Qué pretendemos cuando nos disponemos a ver una película?
¿Cuál es el criterio?
...¿Hay criterio?
Entendamos, en un ejercicio de honestidad, que no todos hemos de tener la misma respuesta a estas preguntas fundamentales. Esta película deconstruye ciertas convenciones del cine para intentar aportar un producto lo más puro posible. Más allá de lecturas socioculturales, humanísticas y existenciales, prefiero, por no extenderme demasiado, centrarme en lo estrictamente formal. Lo cual no quiere decir, Dios me libre, que esté de acuerdo con quienes pretenden mostrar como antagónicos lo estético con lo humano o humanístico, aun en su aspecto más material.
No me agrada pensarlo así, pero conforme pasa el tiempo y la experiencia se ensancha, resulta cada vez más afianzada en mí la idea de que el concepto popular de entretenimiento, o el entretenimiento a secas, es el enemigo número uno del arte. Y es que uno de los problemas que tiene la cinematografía es que no se termina de considerar un arte, y además sin nada que envidiar a la pintura, a la escultura o a la música. Y es que el cine, cuando se realiza con vocación artística, es capaz de reunir varias de esas disciplinas para crear un todo holístico y homeostático. Para ello, naturalmente, es más importante el talento que el presupuesto.
Si observo una galería de obras pictóricas puedo estar sintiendo muchas sensaciones pero, desde luego, ninguna de ellas se acomoda a mi concepto de entretenimiento. No iría, como creo que no hacen los demás, a esperar en una cola de un museo para entretenerme mirando cuadros. Del mismo modo que no escucho el álbum "Alina" del genial Arvo Pärt para entretenerme. Al escuchar su tema "Spiegel im Spiegel" en el precioso arranque de esta película, cuyo resultado producto de la brillante aleación de imagen y música me produce un estado de calma que sólo el arte puede producir, no me estoy entreteniendo. Entretener es hacer pasar el tiempo, es distraer la atención, y a mí la belleza en el arte no me distrae, no la uso parar matar el tiempo. Lejos de todo ello, la belleza en el arte me absorbe, me imbuye de algo metafísico que el lenguaje no alcanza a explicar.
Pretender hacer del entretenimiento o, peor aún, de la diversión el único objeto y fin del arte es devaluarlo, es mercantilizarlo más de lo que ya está, es incluso destrozarlo. Gran parte de los directores se lo están creyendo, y al final, entonces, será verdad que el cine no es un arte y tendré que fastidiarme.
Sigo en 'spoiler' por falta de espacio.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
spoiler:
Parte del cine que más me ha gustado es las más de las veces incomprendido, malentendido e incluso defenestrado por espectadores decepcionados al no encontrar entretenimiento ni diversión, al constatar que con su actitud de espectador pasivo no basta para entender esto. No, no basta con mirar.
Hago mías estas palabras*: "Demasiadas veces, me temo, se habla de lo que cuenta una película, o de las conclusiones psicológicas o sentimentales, o de los lugares que alcanza una historia, en lugar de hablar de la forma esencial de esa película. Por otro lado, todavía no sé por qué el cine, o una película, tiene que contar una historia necesariamente." (*: http://www.blogdecine.com/reflexiones-de-cine/el-punto-de-vista)
He ahí una de las claves para el cine. Muchas veces me preguntan de qué va o qué ha pasado en cierto tiempo en una película. Eso me descoloca y por temor a que no me entiendan no me atrevo a responder que eso, muchas veces en el cine de calidad, es lo de menos. La concatenación coherente de acciones que construyan una historia es, como dices, mera excusa, mero instrumento para algo superior, muchas veces ilógico, "metafísico", sensorial, como queramos llamarlo. Hay quienes optamos (con excepciones) por valorar el cine, insisto, en función de esto último, no por lo interesantes que nos parezcan las concretas acciones e interacciones de los personajes en una sucesión de inicio-nudo-desenlace. El cine no es teatro, es otra cosa.
"Gerry" nos lleva a un punto de no retorno donde dos jóvenes, lejos de filosofar y preguntarse por los misterios de la existencia, sacan a relucir en los pocos diálogos que tienen las banalidades y trivialidades que conforman la vida e inquietudes de muchos jóvenes en este mundo. Mientras se jactan de sus habilidades y capacidades en mundos irreales (ejemplo de la conversación que comenta el usuario "saltparadise"), demuestran su ausencia total de tales virtudes en la vida real, se ven atrapados en un hábitat que dejó de ser suyo hace muchas generaciones, en donde no son más que una bolsa de plástico movida al arbitrio del viento, sin la menor intención, voluntad o decisión. "Gerry" es el retrato de muchas vidas, o no-vidas. Es la tristeza y la melancolía en un mundo hecho absurdo. Es, sobre todo, la belleza en el arte.
Hago mías estas palabras*: "Demasiadas veces, me temo, se habla de lo que cuenta una película, o de las conclusiones psicológicas o sentimentales, o de los lugares que alcanza una historia, en lugar de hablar de la forma esencial de esa película. Por otro lado, todavía no sé por qué el cine, o una película, tiene que contar una historia necesariamente." (*: http://www.blogdecine.com/reflexiones-de-cine/el-punto-de-vista)
He ahí una de las claves para el cine. Muchas veces me preguntan de qué va o qué ha pasado en cierto tiempo en una película. Eso me descoloca y por temor a que no me entiendan no me atrevo a responder que eso, muchas veces en el cine de calidad, es lo de menos. La concatenación coherente de acciones que construyan una historia es, como dices, mera excusa, mero instrumento para algo superior, muchas veces ilógico, "metafísico", sensorial, como queramos llamarlo. Hay quienes optamos (con excepciones) por valorar el cine, insisto, en función de esto último, no por lo interesantes que nos parezcan las concretas acciones e interacciones de los personajes en una sucesión de inicio-nudo-desenlace. El cine no es teatro, es otra cosa.
"Gerry" nos lleva a un punto de no retorno donde dos jóvenes, lejos de filosofar y preguntarse por los misterios de la existencia, sacan a relucir en los pocos diálogos que tienen las banalidades y trivialidades que conforman la vida e inquietudes de muchos jóvenes en este mundo. Mientras se jactan de sus habilidades y capacidades en mundos irreales (ejemplo de la conversación que comenta el usuario "saltparadise"), demuestran su ausencia total de tales virtudes en la vida real, se ven atrapados en un hábitat que dejó de ser suyo hace muchas generaciones, en donde no son más que una bolsa de plástico movida al arbitrio del viento, sin la menor intención, voluntad o decisión. "Gerry" es el retrato de muchas vidas, o no-vidas. Es la tristeza y la melancolía en un mundo hecho absurdo. Es, sobre todo, la belleza en el arte.

8,0
1.947
8
25 de agosto de 2011
25 de agosto de 2011
19 de 19 usuarios han encontrado esta crítica útil
Décadas de cine bélico más o menos antibelicista e incluso antimilitar a veces, para encontrarme sin esperarlo con el más simple y bello alegato de tal naturaleza. De 1932, la Primera Guerra Mundial fue suficiente para darse cuenta de la inmensa locura que regía sentimientos, políticas y vidas. Aquella guerra causó unos estragos extraordinarios en la psique de muchos combatientes; las mutilaciones no sólo fueron físicas, también anímicas.
Barrymore interpreta a uno de esos mutilados del alma que no pudieron vivir tras aquella guerra, cuya vitalidad les fue arrebatada en alguno de aquellos infiernos en forma de trincheras, cicatrices en la tierra para mayor gloria de Estados varios.
El guión resulta increíblemente profético, los diálogos son de una anticipación genial. Cualquiera pensaría que Lubitsch realizó esta película después de 1945 (ver "spoiler"). Claro está, no obstante, que tenían importantes pistas para ello, el odio nacionalista seguía creciendo tras Versalles.
Esta película tiene un pesimismo doble: la guerra volverá, la lucidez de personas aisladas no bastará para parar la maquinaria de poder que necesita de tanto derramamiento de sangre; la redención se tornará dura, para obtener perdón primero hay que pedirlo, y hacerlo puede resultar extremadamente difícil, a pesar de desearlo con todas las fuerzas.
El final es de una belleza excepcional y conmovedora.
Barrymore interpreta a uno de esos mutilados del alma que no pudieron vivir tras aquella guerra, cuya vitalidad les fue arrebatada en alguno de aquellos infiernos en forma de trincheras, cicatrices en la tierra para mayor gloria de Estados varios.
El guión resulta increíblemente profético, los diálogos son de una anticipación genial. Cualquiera pensaría que Lubitsch realizó esta película después de 1945 (ver "spoiler"). Claro está, no obstante, que tenían importantes pistas para ello, el odio nacionalista seguía creciendo tras Versalles.
Esta película tiene un pesimismo doble: la guerra volverá, la lucidez de personas aisladas no bastará para parar la maquinaria de poder que necesita de tanto derramamiento de sangre; la redención se tornará dura, para obtener perdón primero hay que pedirlo, y hacerlo puede resultar extremadamente difícil, a pesar de desearlo con todas las fuerzas.
El final es de una belleza excepcional y conmovedora.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
spoiler:
El comienzo no podía ser más simbólico. Palabras contra imagen. Se habla de silencio y vemos el desfile conmemorativo, se habla de paz y nos muestran las espadas, se habla de olvidar el ayer y vemos las condecoraciones, etc. La aparición de Barrymore derrumbado en la iglesia, acercándonoslo la cámara en un plano picado superior nos expresa toda la desesperación, toda la angustia de su personaje. Algo le quema en su interior y necesita calmar las llamas. Busca consuelo y ayuda, no recibe sino mezquindad.
La aparición del doctor padre de Walter es genial, con esa conversación con el padre de un niño al que acaba de atender. "Tienen futuro", dicen entre maliciosas sonrisas, un futuro que será muy negro. Esta película tiene mucho más valor vista tras la Segunda Guerra Mundial. El despertar del doctor, el abandono de su odio se nos muestra con gran humanidad y con un discurso inmejorable en el restaurante.
El atormentado soldado no recibirá el perdón, tendrá que vivir con esa angustia e intentará apagar sus llamas con la felicidad de los que perdieron a su hijo. ¿Será capaz de hacerlo sabiendo que viven en una mentira? ¿No le hará eso arder aún más? El ser humano lo tiene difícil.
La aparición del doctor padre de Walter es genial, con esa conversación con el padre de un niño al que acaba de atender. "Tienen futuro", dicen entre maliciosas sonrisas, un futuro que será muy negro. Esta película tiene mucho más valor vista tras la Segunda Guerra Mundial. El despertar del doctor, el abandono de su odio se nos muestra con gran humanidad y con un discurso inmejorable en el restaurante.
El atormentado soldado no recibirá el perdón, tendrá que vivir con esa angustia e intentará apagar sus llamas con la felicidad de los que perdieron a su hijo. ¿Será capaz de hacerlo sabiendo que viven en una mentira? ¿No le hará eso arder aún más? El ser humano lo tiene difícil.
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