Vaya por delante que soy partidario de la eutanasia y que no soy en absoluto religioso; más bien todo lo contrario. Pero tengo la impresión de que a don Pedro Almodóvar se le ha subido el ego por las nubes con tanto reconocimiento público, se le ha ido la olla y ahora pretende hacer proselitismo con su cine. No tengo ningún prejuicio contra él y muchas de sus películas anteriores me han gustado, algunas de ellas bastante.

Pero esto que nos ofrece ahora es un panfleto ideológico en el que no se deja ningún palillo por tocar. La película en sí no está mal, Tilda Swinton y Julianne Moore cumplen con sus papeles dignamente, por lo que, juzgando esto estrictamente, la nota podría haber sido más alta de la que le doy. Pero es que ese tufillo, ese aire de superioridad progre que destila desde el comienzo no hay quien se lo trague, salvo los que están predispuestos a ello, aplaudiendo a rabiar el pensamiento único bajo la amenaza de ser tildado de facha irredento.

Aunque pueda estar de acuerdo con algunas de las premisas de la película, no es de recibo ese adoctrinamiento subliminal al que pretende someternos a lo largo y ancho de ella, donde se habla, por supuesto, de la eutanasia, tema central del film, pero también del cambio climático, del auge de la extrema derecha y como propina de unos curillas viciosos que pululan por ahí, haciendo guarrerías españolas siempre que pueden. Y a las razonables dudas de un policía sobre el desarrollo de los acontecimientos se da la explicación de haber dado con un católico radical.

Qué pena, Almodóvar. Dónde han quedado los tiempos en los que tu cine era limpio, fresco y divertido. Eso sí, ahora eres todo un divo que se cree con derecho a dar lecciones.

Bueno, tengo que decir que para mí esto es un truño de primera. No es una película de terror, no es comedia, no es drama, simplemente es ese cine tontorrón y gore que se hace hoy en día solamente apto para frikis, que siguen a ciegas cualquier subproducto como este sólo porque forma parte de la franquicia de sus sueños. Qué tiempos aquellos en que una película era única, y no una saga interminable y plúmbea. Para eso ya están las series, ¿no?
El guion es una chorrada sin sentido, plagado de diálogos absurdos y guiños cómplices a quienes se han tragado todos los truños anteriores. Y lo que en un principio, de la mano de Wes Craven, pudo tener su dosis de originalidad e interés, se convierte en un sinsentido total donde llegas a desear la muerte de los insoportables personajes que pululan por este engendro. Objetivo, por cierto, bastante complicado, porque aquí el personal tiene tal resistencia a morir tras innumerables puñaladas, que ya quisiera yo tener ese aguante ante las simples picaduras de los mosquitos veraniegos.

Una crónica de la vida misma. Aquí no hay efectos especiales, ni superhéroes, ni zombies, ni nada de eso tan de moda en el cine moderno. Simplemente hay la tragedia de una mujer humilde, entrañable y conmovedora que lucha para sacar adelante su familia, a la vez que para encontrarse a sí misma. Contiene una ácida crítica al mundo laboral, donde tantas injusticias se dan, así como toca el tema del machismo, que tan arraigado sigue en algunas sociedades. Con una interpretación muy convincente, la historia nos hace empatizar con el drama de la mujer y no aburre en ningún momento.
Cuando la vi no había ninguna crítica y decidí incluir la mía porque, tras su visionado, considero este film griego altamente recomendable, y perfectamente extrapolable a España.

Busqué en Filmaffinity esta película porque la ponían en SundanceTV y, como tantas veces hago, quise buscar una referencia. Cual fue mi sorpresa al contemplar que no había ninguna crítica, ni de profesionales ni de aficionados. Aún así, me animé a verla, y una vez hecho voy a estrenar este espacio porque la peli lo merece.
Es un film duro, donde se ponen en evidencia muchas cosas, sobre todo las enormes diferencias que existen entre los seres humanos en función de la zona del mundo donde les toca nacer. Está bien rodada y aceptablemente interpretada, retratando la cruel realidad por la que atraviesa ese submundo de la inmigración ilegal y las mafias. Se sigue con interés, porque todo ello está rociado con un halo sensiblero a pesar de su crudeza, y con bebé por medio toca la fibra del público occidental al que va dirigido. No es una obra maestra, pero merece la pena verla, y merece la pena que alguien lo diga.

El título de mi crítica juega con lo que ocurre en la película, ya que ni pies ni cabezas aguantan mucho tiempo en su sitio, y con el sinsentido de su contenido. A raíz de las críticas profesionales que vi por aquí, acudí a verla con grandes expectativas pero al poco tiempo ya vi que era un engendro más del llamado género slasher sólo apto para amantes incondicionales del gore más salvaje. El pretendido argumento hace aguas por todos lados -cosa por otro lado habitual en este tipo de cine- y todo queda reducido a la consabida masacre de jovencitos tontorrones que van cayendo uno tras otro sin el menor asomo de inteligencia. La única novedad que tiene con respecto a otras de este tipo es que aquí te tiras media peli siguiendo los pasos del masacrador para que te identifiques con él a ver cuál es el próximo descerebrado que se carga.

La gente que había en el cine acabó descojonándose porque no quedaba otra, ante el retorcimiento progresivo de cada muerte con respecto a la anterior. Ya no se sabe hasta donde puede llegar tanto espíritu enfermizo. Avisados quedáis.