Mezcla, muy bien compartimentada, de sentimientos y emociones múltiples expuesta magistralmente por el director Paco Cabezas. La trepidante historia no ralentiza ni uno de sus minutos y a ello contribuye una muy buena interpretación de los personajes. En un mundo marginal, sectario, duro y pútrido, van apareciendo y conviviendo emociones plurales, pero genuinas. La miseria vital es presentada sin tapujos ni hipocresías. La trama, viva y versátil, unida a una excelente imagen y un ambiente muy cuidado, te atrapa desde el principio y vas viviendo en la piel su desarrollo hasta comprender que es una historia del día a día dentro de un escenario real, brutal y...también diario.

Fascinante la consecución, montaje y persecución de los primeros planos. Esta particularidad, que aproxima la escena al espectador, hace que resulte más meritoria la dedicación que se presume al cuidado de los matices, a la mezcla de las luces y a la descripción visual de los escenarios. Al espectador le resulta fácil entrar en la historia que se revela sencilla pero apasionante de principio a fin. Un aderezo especial se sustenta en la relación personal de los protagonistas, identificados con sólidos principios de amistad y camaradería e imbuidos del inaplazable cumplimiento del deber. Es una pieza moral de referencia que muestra una isla de buenos olores dentro del pútrido y nauseabundo hedor de la guerra.

Los ojos de la comprensión y de la esperanza no la verán lo mismo que los ojos físicos. En un análisis frío nunca habrá consenso social entre el protocolo que sigue el anárquico contra el disciplinado que ajusta a la norma su quehacer diario. Y aquí, Enrique Urbizu coloca en una oda al primero que malvive, a trompicones con su día a día, acertando tras equivocarse, lacerando para luego cauterizar antes de que se produzca la herida. Es una majestuosa historia que pasa a formar parte del conjunto de los sueños y de los grandes héroes, equivocados o no. Te dejan soñar para encontrar más llevadera la dura realidad, sin escatimar crudeza, en la que casi nada tiene relación con lo onírico.