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5,5
14.502
7
1 de octubre de 2020
1 de octubre de 2020
13 de 16 usuarios han encontrado esta crítica útil
Aunque no es parte del cánon creado por sir Arthur Conan Doyle, ya que sólo fue creada en 2006 como protagonista de las novelas juveniles de la autora Nancy Springer, lo cierto es que la popularidad de Enola Holmes la ha llevado a ser reconocida, por extraoficialmente que sea, como parte importante del mundo del detective Sherlock Holmes.
Y ya que el género de las adaptaciones de novelas juveniles sigue en standby (las últimas de estas adaptaciones de este tipo que tuvieron éxito fueron Harry Potter y Twilight…hace ocho años), es el momento más idóneo para la llegada de Enola al cine. Potencial para una serie de películas, tiene y bastante.
Claro que hubo un pequeño inconveniente llamado Covid-19, que tiene a la industria cinematográfica en standby, así como a muchos proyectos. Y no quedó otra que hacer a un lado las pretensiones de largo plazo, por un rato.
Dirigida por Harry Bradbeer, Enola Holmes finalmente vió la luz a través de Netflix, lo que, a la larga, terminó favoreciéndola. Considerando su origen, esto es, la citada serie de novelas intanfo-juveniles, lo cierto es que cumple con lo que se espera de una obra así. Es decir, que sea entretenida (lo es), que atrape al espectador (lo es) y cuya protagonista sea capaz de conectar con su público. Desarrollemos esto más acabadamente.
Hay que dejar en claro que gran parte de los méritos de la cinta radican en el ángel de su protagonista. Formada en una época en que la mujer empezaba a valorarse a sí misma, hacer valer y hacerse respetar dentro de la sociedad (la aparición de los primeros grupos por la emancipación femenina son parte de la trama), Enola, una adolescente que se ha formado a sí misma, es plenamente consciente de sus capacidades, recursos y de sus aptitudes para construir su propio destino, de decidir por sí misma.
Si bien el apellido Holmes le ayuda mucho, sobre todo gracias a la fama de su hermano Sherlock, Enola corre perfectamente con colores propios.
No es de extrañar que Enola se alce como un referente para muchas niñas y adolescentes. Ya lo es en la literatura, no veo por qué no debiese crecer con su versión en vivo.
Gran sorpresa representa el trabajo de Millie Bobbie Brown encarnando a Enola (grata sorpresa resulta ser descubrir que tiene un registro más amplio que poner cara de poseída). Su trabajo individual, así como la química que exuda con su madre cinematográfica (Helena Bonham-Carter, impecable, como siempre) así como con Tewkesbury (Louis Partidge), su inesperado compañero de aventuras, para sacar adelante un filme que se defiende lo más bien.
Fácil de seguir (un defecto de las cintas de misterio es que a veces meten tanto elemento que el espectador se pierde), y atractiva incluso para quien nunca ha tomado las novelas de Enola o Sherlock, funciona como punto de partida de una serie de aventuras. No sé si como para pagar una entrada al cine –si es que alguna vez volvemos a ellos- pero existiendo otras plataformas, diría que hay que aprovechar.
Y ya que el género de las adaptaciones de novelas juveniles sigue en standby (las últimas de estas adaptaciones de este tipo que tuvieron éxito fueron Harry Potter y Twilight…hace ocho años), es el momento más idóneo para la llegada de Enola al cine. Potencial para una serie de películas, tiene y bastante.
Claro que hubo un pequeño inconveniente llamado Covid-19, que tiene a la industria cinematográfica en standby, así como a muchos proyectos. Y no quedó otra que hacer a un lado las pretensiones de largo plazo, por un rato.
Dirigida por Harry Bradbeer, Enola Holmes finalmente vió la luz a través de Netflix, lo que, a la larga, terminó favoreciéndola. Considerando su origen, esto es, la citada serie de novelas intanfo-juveniles, lo cierto es que cumple con lo que se espera de una obra así. Es decir, que sea entretenida (lo es), que atrape al espectador (lo es) y cuya protagonista sea capaz de conectar con su público. Desarrollemos esto más acabadamente.
Hay que dejar en claro que gran parte de los méritos de la cinta radican en el ángel de su protagonista. Formada en una época en que la mujer empezaba a valorarse a sí misma, hacer valer y hacerse respetar dentro de la sociedad (la aparición de los primeros grupos por la emancipación femenina son parte de la trama), Enola, una adolescente que se ha formado a sí misma, es plenamente consciente de sus capacidades, recursos y de sus aptitudes para construir su propio destino, de decidir por sí misma.
Si bien el apellido Holmes le ayuda mucho, sobre todo gracias a la fama de su hermano Sherlock, Enola corre perfectamente con colores propios.
No es de extrañar que Enola se alce como un referente para muchas niñas y adolescentes. Ya lo es en la literatura, no veo por qué no debiese crecer con su versión en vivo.
Gran sorpresa representa el trabajo de Millie Bobbie Brown encarnando a Enola (grata sorpresa resulta ser descubrir que tiene un registro más amplio que poner cara de poseída). Su trabajo individual, así como la química que exuda con su madre cinematográfica (Helena Bonham-Carter, impecable, como siempre) así como con Tewkesbury (Louis Partidge), su inesperado compañero de aventuras, para sacar adelante un filme que se defiende lo más bien.
Fácil de seguir (un defecto de las cintas de misterio es que a veces meten tanto elemento que el espectador se pierde), y atractiva incluso para quien nunca ha tomado las novelas de Enola o Sherlock, funciona como punto de partida de una serie de aventuras. No sé si como para pagar una entrada al cine –si es que alguna vez volvemos a ellos- pero existiendo otras plataformas, diría que hay que aprovechar.
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