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Críticas ordenadas por utilidad
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9
24 de agosto de 2009
24 de agosto de 2009
61 de 64 usuarios han encontrado esta crítica útil
Pocos directores de cine saben hablar con tanta ternura e inteligencia de lo que hemos sido y lo que somos. Hubo un tiempo en el que José luís Garci hacía películas muy personales, y sobre todo emotivas, que transmitían sensaciones naturales para la gran mayoría de nosotros. Sus personajes eran tremendamente creíbles, eran nuestros padres, nuestros amigos o cualquier vecino. Garci rodaba historias de una cercanía apabullante, sus relatos estaban llenos de hombres y mujeres hechos de nuestra misma materia, eran personas/personajes de nuestro tiempo, ubicados en nuestras ciudades, con nuestras aspiraciones, y sobre todo con nuestras melancolías; personajes nostálgicos de lo que tuvimos que hacer y por desgracia nunca hicimos.
“Asignatura Pendiente” no es una película, en cierta manera es una emoción perdida, una emoción encuadrada en un periodo histórico y en un paisaje muy concreto, en este caso los primeros tiempos de la transición española, utilizando como escenario el gris y revuelto Madrid de la época. Un retrato generacional, común a todos, y sobre todo una imagen congelada de aquellos que lucharon por las libertades sociales, donde tan valioso fue defender la libertad colectiva, como recuperar la libertad robada tras décadas de silencio y formalismos impuestos.
Ver “Asignatura Pendiente” supone pasear por las calles del Madrid de 1975 y 76, supone acercarse a las sensaciones, sentimientos y vivencias, o deseo de las mismas, de muchos de nuestros padres, nuestros abuelos y de nosotros mismos. Supone reflexionar sobre la juventud perdida, sobre el primer amor reencontrado y el intento de recuperar aquellos instantes de pasión que no pudimos, o no nos dejaron tener. El personaje de José Sacristán, dice en un momento de la película: “Nos han robado tantas cosas, las veces que tú y yo debimos hacer el amor y no lo hicimos, los libros que debimos leer, las cosas que debimos pensar, que se yo, pues eso, todo eso es lo que no les puedo perdonar...” En resumen, de eso trata “Asignatura pendiente”, del tiempo perdido, de la adolescencia que se pretende recuperar, en tiempo revueltos, de esperanza, pero también de decepción.
Técnica y argumentalmente esta película es la antesala de todo el primer cine del director madrileño. Los clichés de este director, que se repetirán en sus primeras películas, surgen de aquí, los diálogos ágiles, creíbles y lucidos, los paisajes urbanos, siempre reflejados con mucho lirismo, la memorable música del gran Jesús Gluck y la selección de canciones nostálgicas que se mueven a través de la cinta casi como un personaje más, y tantos otros detalles, muy pequeños algunos de ellos, casi imperceptibles, pero que hicieron del cine de Garci algo con entidad propia. Creo que no es posible ver un solo fotograma de las primeras películas de José Luís sin decir: “mira, una película de Garci”, y esto, ante tanto director de cine despersonalizado, es un logro que debe tenerse en cuenta.
“Asignatura Pendiente” no es una película, en cierta manera es una emoción perdida, una emoción encuadrada en un periodo histórico y en un paisaje muy concreto, en este caso los primeros tiempos de la transición española, utilizando como escenario el gris y revuelto Madrid de la época. Un retrato generacional, común a todos, y sobre todo una imagen congelada de aquellos que lucharon por las libertades sociales, donde tan valioso fue defender la libertad colectiva, como recuperar la libertad robada tras décadas de silencio y formalismos impuestos.
Ver “Asignatura Pendiente” supone pasear por las calles del Madrid de 1975 y 76, supone acercarse a las sensaciones, sentimientos y vivencias, o deseo de las mismas, de muchos de nuestros padres, nuestros abuelos y de nosotros mismos. Supone reflexionar sobre la juventud perdida, sobre el primer amor reencontrado y el intento de recuperar aquellos instantes de pasión que no pudimos, o no nos dejaron tener. El personaje de José Sacristán, dice en un momento de la película: “Nos han robado tantas cosas, las veces que tú y yo debimos hacer el amor y no lo hicimos, los libros que debimos leer, las cosas que debimos pensar, que se yo, pues eso, todo eso es lo que no les puedo perdonar...” En resumen, de eso trata “Asignatura pendiente”, del tiempo perdido, de la adolescencia que se pretende recuperar, en tiempo revueltos, de esperanza, pero también de decepción.
Técnica y argumentalmente esta película es la antesala de todo el primer cine del director madrileño. Los clichés de este director, que se repetirán en sus primeras películas, surgen de aquí, los diálogos ágiles, creíbles y lucidos, los paisajes urbanos, siempre reflejados con mucho lirismo, la memorable música del gran Jesús Gluck y la selección de canciones nostálgicas que se mueven a través de la cinta casi como un personaje más, y tantos otros detalles, muy pequeños algunos de ellos, casi imperceptibles, pero que hicieron del cine de Garci algo con entidad propia. Creo que no es posible ver un solo fotograma de las primeras películas de José Luís sin decir: “mira, una película de Garci”, y esto, ante tanto director de cine despersonalizado, es un logro que debe tenerse en cuenta.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
spoiler:
Puede que “Asignatura Pendiente” haya envejecido mal, yo personalmente no lo creo, pero es el riesgo que corren las películas o novelas que pretenden dar testimonio de un periodo histórico concreto. Si ese periodo histórico se ha vivido, ver este film es una buena forma de comparar experiencias propias con ajenas, y si esos años no se vivieron, el visionado de esta cinta puede ser una buena forma de intuir o imaginar como fueron algunos de aquellos españoles que, por suerte o por desgracia, les tocó estar en esa España concreta, la cual hoy parece tan lejana. Pero sobre todo, esta es una película de amor y desamor, o mejor dicho, del intento de reconstrucción del amor que se tuvo a medias, y se pretende volver a tener, esta vez, de forma plena y libre.
En definitiva, después de 30 años, sigue mereciendo la pena, y mucho, sentarse ante esta película, y contemplar lo que fue y lo que al final ha sido. El epilogo de “Asignatura Pendiente”, con sus conclusiones, y la dedicatoria de los créditos finales, me sigue emocionando, y eso que yo estaba naciendo cuando se parió esta magnifica película. Pese al retrato generacional, hay mucha atemporalidad en esta cinta, y por ello me quito el sombrero ante esta opera prima: “chapó”, señor Garci, “chapó”...
En definitiva, después de 30 años, sigue mereciendo la pena, y mucho, sentarse ante esta película, y contemplar lo que fue y lo que al final ha sido. El epilogo de “Asignatura Pendiente”, con sus conclusiones, y la dedicatoria de los créditos finales, me sigue emocionando, y eso que yo estaba naciendo cuando se parió esta magnifica película. Pese al retrato generacional, hay mucha atemporalidad en esta cinta, y por ello me quito el sombrero ante esta opera prima: “chapó”, señor Garci, “chapó”...
10
24 de agosto de 2009
24 de agosto de 2009
51 de 63 usuarios han encontrado esta crítica útil
Se me hace muy complicado hablar objetivamente de por qué considero Armonías de Werckmeister una obra maestra. Podría enumerar sus logros técnicos, sus planos secuencia, impecables y abundantes como no he visto en otra película (quizá Stalker, de Andrei Tarkovsky). Podría hablar de su fotografía en blanco y negro, de una belleza realmente exultante. Podría describir la interpretación contenida y desgarrada de su protagonista, Lars Rudolph. Podría mencionar la música tremendamente hermosa de Mihály Vig, que marca los momentos más poéticos de la cinta, hasta en sus minutos más aciagos, acentuando la belleza de este ya de por sí lírico film. Podría destacar muchas cosas, la realización impecable de Béla Tarr, el extraño e irresoluble guión, la dirección artística y otras muchas cosas, al igual que podría hablar de sus carecías, como la construcción de un argumento que casi aporta más sombras que luces, o el abuso de tiempos muertos que puede provocar autentico sopor en los espectadores, pero ni lo positivo en lo formal, no lo negativo en la estructura, pueden servirme para hablar de lo realmente importante de esta espectacular película...
Armonías de Werckmeister habla del hombre, de las miserias del hombre, de la estupidez del ser humano, utilizando como cicerone a un pobre desgraciado, soñador y tímido, que no puede ser otra cosa más que una victima de la necedad que le rodea. Todo sucede en un pueblo, situado en un lugar y tiempo indeterminados. A este lugar llega un circo compuesto por una única atracción: una enorme ballena disecada dentro de un container gigante, a la cual acompaña un personaje oculto, quizás imaginado, llamado el príncipe, que se convierte en el autentico objetivo de la curiosidad de los lugareños, todos ellos ignorantes de la secreta belleza del cetáceo muerto. Sólo Janos, guía del espectador y sensible protagonista, se percata de la tremenda y melancólica hermosura del animal muerto. Mientras, hay una invisible lucha de poderes en el pueblo, que acabará arrastrando a la aburrida muchedumbre a realizar actos de barbarie difícilmente descriptibles.
La autentica grandeza de esta película radica en su mensaje poco politizado, y a mi entender, profundamente misántropo: si tú eres fuerte, y tienes brazos con los que golpear, boca con la que insultar y cerebro con el que maquinar, es más que probable que termines por inflingirle daño a tus semejantes, y de forma singular a los más débiles, susceptibles de ser vapuleados, o cuando no, simple y meramente aniquilados.
Armonías de Werckmeister habla del hombre, de las miserias del hombre, de la estupidez del ser humano, utilizando como cicerone a un pobre desgraciado, soñador y tímido, que no puede ser otra cosa más que una victima de la necedad que le rodea. Todo sucede en un pueblo, situado en un lugar y tiempo indeterminados. A este lugar llega un circo compuesto por una única atracción: una enorme ballena disecada dentro de un container gigante, a la cual acompaña un personaje oculto, quizás imaginado, llamado el príncipe, que se convierte en el autentico objetivo de la curiosidad de los lugareños, todos ellos ignorantes de la secreta belleza del cetáceo muerto. Sólo Janos, guía del espectador y sensible protagonista, se percata de la tremenda y melancólica hermosura del animal muerto. Mientras, hay una invisible lucha de poderes en el pueblo, que acabará arrastrando a la aburrida muchedumbre a realizar actos de barbarie difícilmente descriptibles.
La autentica grandeza de esta película radica en su mensaje poco politizado, y a mi entender, profundamente misántropo: si tú eres fuerte, y tienes brazos con los que golpear, boca con la que insultar y cerebro con el que maquinar, es más que probable que termines por inflingirle daño a tus semejantes, y de forma singular a los más débiles, susceptibles de ser vapuleados, o cuando no, simple y meramente aniquilados.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
spoiler:
En Armonías de Werckmeister no queda claro si hay un bando enfrentado a otro, aquí todos, o la mayoría, por ser hombres son también entupidos animales, aún mucho más idiotas que cualquier bestia sin domesticar. Tan sólo los débiles y soñadores escapan a la imbecilidad y egoísmo que domina el pensamiento de sus congéneres, aunque estos, los débiles y soñadores, tarde o temprano acabarán siendo devorados por la multitud ciega que los desprecia sin miramiento alguno.
En pocas cintas he visto tan bien retratada, y de forma tan poética, la gregaria necedad del ser humano. Momentos como la aparición del anciano desnudo y muerto de miedo que señala el final del asalto al hospital; o ese otro plano secuencia que cierra la película, o el que la abre en una taberna de mala muerte, mientras Janos y los borrachos juegan al “sistema solar”, o el primer encuentro del protagonista con la ballena son, a mi entender, momentos del séptimo arte con letras mayúsculas.
Aunque sólo sea por el lirismo y por las meditaciones que puede provocar este film extrañamente bello, aunque tan sólo sea por sus “peculiaridades”, merece la pena ver Armonías de Werckmeister, pero eso sí, quitándose las legañas de los ojos y dejando atrás los prejuicios habituales ante esta clase de cine, pausado, sutil, metafórico, y sobre todo, muy poético. Qué les aproveche.
En pocas cintas he visto tan bien retratada, y de forma tan poética, la gregaria necedad del ser humano. Momentos como la aparición del anciano desnudo y muerto de miedo que señala el final del asalto al hospital; o ese otro plano secuencia que cierra la película, o el que la abre en una taberna de mala muerte, mientras Janos y los borrachos juegan al “sistema solar”, o el primer encuentro del protagonista con la ballena son, a mi entender, momentos del séptimo arte con letras mayúsculas.
Aunque sólo sea por el lirismo y por las meditaciones que puede provocar este film extrañamente bello, aunque tan sólo sea por sus “peculiaridades”, merece la pena ver Armonías de Werckmeister, pero eso sí, quitándose las legañas de los ojos y dejando atrás los prejuicios habituales ante esta clase de cine, pausado, sutil, metafórico, y sobre todo, muy poético. Qué les aproveche.
24 de agosto de 2009
24 de agosto de 2009
43 de 47 usuarios han encontrado esta crítica útil
¡No me lo puedo creer! a estás alturas, aquí, en Filmaffiniy, sólo hay una critica a esta verdadera obra maestra de nuestro cine; critica, por cierto, gentileza de Travisloock, la cual me ha encantado. Pero lo peor de todo es que sólo, hasta el día de hoy, 499 votaciones se han registrado, y han sido para dar calificaciones más bien tibias. ¿Cómo es posible que esta verdadera maravilla, esta joya impagable de naturalidad y delicadeza pase tan desapercibida ante los ojos de quienes se consideran aficionados al cine?, no sé, me sorprende, tristemente me sorprende. Por eso quiero poner mi granito de arena y reivindicar el visionado de esta verdadera muestra de talento y sensibilidad.
Para empezar, he de alabar las cuestiones técnicas de este obra, impregnado sutilmente de la primera nouvelle vague, la cual a mi entender es una filmación mucho más que correcta. Pocas veces una cámara ha registrado la infancia con tanta credibilidad y aproximación. Viendo esas imágenes de la primera historia narrada por este film, esos encuadres, esos planos de niños jugando en la calle o asintiendo a clase, uno consigue meterse en la piel de un chaval, en este caso la piel de un crío enamorado y madrileño del año 63. Y si hablamos de la segunda parte, la historia de amor tierna, epistolar y casi infantil de dos ancianos en un hospicio, pues lo mismo, todo filmado con tanta naturalidad y tanto amor cómo el que quiso mostrarnos el director con su película, por que de eso debía tratarse, de darle reflejo al amor en estado puro... a mi juicio, Summers lo consiguió meritoriamente en esta película.
Con respecto a las interpretaciones, maravillosas. Los niños tienen mucha prisa por crecer, y los viejos corren para ser más jóvenes, y en ningún momento los actores, encaminados por un brillantísimo guión, me hacen dudar en lo más mínimo. Me lo creo todo.
¿Y el guión?, pues preciso, casi diría que perfecto. Quizás he de reconocer que la segunda parte, la historia de amor entre los dos ancianos, me resulta menos fluida, pero maravillosa igualmente, y con un final tan sencillo cómo fantástico.
Otra cosa que quería resaltar es el temprano uso que hizo Summers en esta película de la combinación del blanco y negro, junto con imágenes en color (o mejor dicho, filtros de color), algo muy poco frecuente en el cine de esa época, y aún menos en el español.
Por favor, vean esta película, de verdad que esta obra merece mucha más atención de la que me temo que tiene por estos fueros... y si alguien se arrepiente de mi consejo, pues que venga a tirarme un ladrillo a la cabeza, una moderna superproducción de Hollywood, por ejemplo.
P.D: la banda sonora, sin descubrirnos nada, encaja cómo un verdadero guante...
Para mi querida Rosa.
Para empezar, he de alabar las cuestiones técnicas de este obra, impregnado sutilmente de la primera nouvelle vague, la cual a mi entender es una filmación mucho más que correcta. Pocas veces una cámara ha registrado la infancia con tanta credibilidad y aproximación. Viendo esas imágenes de la primera historia narrada por este film, esos encuadres, esos planos de niños jugando en la calle o asintiendo a clase, uno consigue meterse en la piel de un chaval, en este caso la piel de un crío enamorado y madrileño del año 63. Y si hablamos de la segunda parte, la historia de amor tierna, epistolar y casi infantil de dos ancianos en un hospicio, pues lo mismo, todo filmado con tanta naturalidad y tanto amor cómo el que quiso mostrarnos el director con su película, por que de eso debía tratarse, de darle reflejo al amor en estado puro... a mi juicio, Summers lo consiguió meritoriamente en esta película.
Con respecto a las interpretaciones, maravillosas. Los niños tienen mucha prisa por crecer, y los viejos corren para ser más jóvenes, y en ningún momento los actores, encaminados por un brillantísimo guión, me hacen dudar en lo más mínimo. Me lo creo todo.
¿Y el guión?, pues preciso, casi diría que perfecto. Quizás he de reconocer que la segunda parte, la historia de amor entre los dos ancianos, me resulta menos fluida, pero maravillosa igualmente, y con un final tan sencillo cómo fantástico.
Otra cosa que quería resaltar es el temprano uso que hizo Summers en esta película de la combinación del blanco y negro, junto con imágenes en color (o mejor dicho, filtros de color), algo muy poco frecuente en el cine de esa época, y aún menos en el español.
Por favor, vean esta película, de verdad que esta obra merece mucha más atención de la que me temo que tiene por estos fueros... y si alguien se arrepiente de mi consejo, pues que venga a tirarme un ladrillo a la cabeza, una moderna superproducción de Hollywood, por ejemplo.
P.D: la banda sonora, sin descubrirnos nada, encaja cómo un verdadero guante...
Para mi querida Rosa.

6,7
1.530
7
24 de febrero de 2007
24 de febrero de 2007
22 de 22 usuarios han encontrado esta crítica útil
A mi entender, el cine de Bertolucci se caracteriza, entre otras cosas, por una búsqueda del naturalismo a través de personajes intelectuales y apasionados hasta el paroxismo (“El cielo protector”), desarraigados (“El último emperador”), o simplemente insatisfechos, (“El último tango en París”, “Soñadores”), todos ellos rotundamente en contra u obligados a renunciar a los cánones establecidos. O quizás, personajes con una mezcla más o menos medida de todos los sentimientos antes mencionados, como sucede en este film del año 79.
El problema de querer dotar de naturalidad, a unos seres tan alejados de las normas y convenciones, como suelen ser los de Bertolucci, radica en la dificultad de hacer creíbles a estos, algo, que bajo mi criterio consigue en cierta medida en “La luna”, y en la más reciente, “Soñadores”.
El problema de querer dotar de naturalidad, a unos seres tan alejados de las normas y convenciones, como suelen ser los de Bertolucci, radica en la dificultad de hacer creíbles a estos, algo, que bajo mi criterio consigue en cierta medida en “La luna”, y en la más reciente, “Soñadores”.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
spoiler:
El argumento de la luna gira en torno a la relación de una madre cantante de opera y su hijo, un adolescente díscolo, que tras la muerte de su padre y el traslado de ambos, desde Nueva York a la capital italiana, comienza a andar por la senda peligrosa de la droga. Esto le sirve como excusa al director italiano para narrar el particular e incestuoso vinculo entre madre he hijo. Ella, al descubrir la “afición” de su vástago, se vuelca en este hasta extremos realmente sorprendentes, y el joven, un tanto desequilibrado y violento, a la par que enamorado de su progenitora, responde al amor materno de forma desigual. Como es habitual en la filmografía de este director, las escenas de amor y sexo se encuentran entre los mayores logros de esta cinta. Además añadiría unas estupendas secuencias de la “chavalería” en las calles de roma, el desarrollo de los dos personajes protagonistas, y la interpretación en particular del hijo. A esto añado un curioso cameo del aún desconocido Roberto Benigni, y algunas secuencias de la película, especialmente la introductoria, que no dejan de resultar inquietantes, además del giro final del guión, que sin ser muy sorprendente, resuelve en buena medida el quizá excesivo metraje de la película.
Por último si el interés del espectador se centra en el tema del incesto entre madre e hijo, recomiendo “Un soplo al corazón” del director Louis Malle, fantástica película francesa de 1971, divertida, humilde y poética, donde los personajes, a diferencia de estos de “la Luna” resultan bastante creíbles y cercanos, mucho menos pretenciosos, como era el propio Louis Malle, al contrario de lo que resulta ser Bernardo Bertolucci, y en general toda su cinematografía .
Por último si el interés del espectador se centra en el tema del incesto entre madre e hijo, recomiendo “Un soplo al corazón” del director Louis Malle, fantástica película francesa de 1971, divertida, humilde y poética, donde los personajes, a diferencia de estos de “la Luna” resultan bastante creíbles y cercanos, mucho menos pretenciosos, como era el propio Louis Malle, al contrario de lo que resulta ser Bernardo Bertolucci, y en general toda su cinematografía .

7,3
11.822
10
24 de agosto de 2009
24 de agosto de 2009
9 de 14 usuarios han encontrado esta crítica útil
Aún recuerdo la primera vez que vi “El Crack”, yo era muy crío, y lo primero que me sorprendió era descubrir a Alfredo Landa, que por una vez había dejado de perseguir suecas en las playas, y tras dejarse el bigote se había hecho detective privado, uno de esos a la de la vieja usanza, frío, calculador e integro, pero para sorpresa de más de uno, sensible, y sobre todo muy humano. Desde entonces Germán Areta, alias el piojo, Alfredo Landa para los que no son amigos, se introdujo en mi familia, y desde esa primera vez tengo algo así como un tío detective, al que veo de pascuas a ramos, pero al que siempre vuelvo con una enorme sonrisa en la cara.
Hablar de “El Crack” es hablar de una pieza fundamental de la cinematografía española. Esto lo digo, no sólo por que es una obra de cine negro, redonda en su planteamiento, desarrollo y conclusión, lo digo por que gracias a Garci y a mi tío Germán, descubrí un Madrid diferente, y a la par tan real como el que yo mismo conocía. Esta película tiene muchos puntos para haber sido uno de esos films oscarizados de los que tanto gustan, pero el caso es que esta joya se hizo aquí, y nadie en Hollywood se acordó del bueno de Germán Areta. Tengo muy claro que si Landa y Garci hubieran sido estadounidenses otro gallo habría cantado, pero como no fue así...
Enumerar las virtudes de “El Crack” no es fácil, por que son muchas. Lo más sencillo sería decir que Landa demostró ser un monstruo de la interpretación, su mirada triste, su aspecto melancólico, y sin embargo sereno, hacen de su trabajo en esta que nos trata algo muy grande. Puedo también mencionar el magnifico trabajo de José Luís Garci, tan buen conocedor de su oficio, que hizo de sus primeras películas algo personal, aunque sea rodando una “peli” de detectives. Pero lo que me resulta más difícil de explicar de este film, es su atmósfera, su aíre de pesadumbre, pese a las escenas familiares de Germán Areta, excesivamente edulcoradas para mi gusto, y las cuales considero que son lo peor de “El Crack”, pero a fin de cuentas son escenas necesarias para entender mejor a este personaje.
Para seguir enumerando las virtudes de esta película podría hablar de la magistral banda sonora de Jesús Gluck, el esplendido montaje de de Miguel G.Sinde, la preciosista fotografía de Manuel Rojas, las interpretaciones de los secundarios Bódalo, Casanova o Rellán, que están soberbios, pero sobre todo quiero destacar ese otro personaje que es la propia ciudad de Madrid, retratada con un tacto y un apego que pocas veces he visto. Las secuencias en las que aparecen esas fachadas de la Gran Vía, sucias, pretéritas a las restauraciones concienzudas y al afán iluminador de alcaldes faraónicos, hacen de esta película un puro y emotivo documental; una instantánea valiosa para saber como era ese Madrid, ya casi perdido.
Hablar de “El Crack” es hablar de una pieza fundamental de la cinematografía española. Esto lo digo, no sólo por que es una obra de cine negro, redonda en su planteamiento, desarrollo y conclusión, lo digo por que gracias a Garci y a mi tío Germán, descubrí un Madrid diferente, y a la par tan real como el que yo mismo conocía. Esta película tiene muchos puntos para haber sido uno de esos films oscarizados de los que tanto gustan, pero el caso es que esta joya se hizo aquí, y nadie en Hollywood se acordó del bueno de Germán Areta. Tengo muy claro que si Landa y Garci hubieran sido estadounidenses otro gallo habría cantado, pero como no fue así...
Enumerar las virtudes de “El Crack” no es fácil, por que son muchas. Lo más sencillo sería decir que Landa demostró ser un monstruo de la interpretación, su mirada triste, su aspecto melancólico, y sin embargo sereno, hacen de su trabajo en esta que nos trata algo muy grande. Puedo también mencionar el magnifico trabajo de José Luís Garci, tan buen conocedor de su oficio, que hizo de sus primeras películas algo personal, aunque sea rodando una “peli” de detectives. Pero lo que me resulta más difícil de explicar de este film, es su atmósfera, su aíre de pesadumbre, pese a las escenas familiares de Germán Areta, excesivamente edulcoradas para mi gusto, y las cuales considero que son lo peor de “El Crack”, pero a fin de cuentas son escenas necesarias para entender mejor a este personaje.
Para seguir enumerando las virtudes de esta película podría hablar de la magistral banda sonora de Jesús Gluck, el esplendido montaje de de Miguel G.Sinde, la preciosista fotografía de Manuel Rojas, las interpretaciones de los secundarios Bódalo, Casanova o Rellán, que están soberbios, pero sobre todo quiero destacar ese otro personaje que es la propia ciudad de Madrid, retratada con un tacto y un apego que pocas veces he visto. Las secuencias en las que aparecen esas fachadas de la Gran Vía, sucias, pretéritas a las restauraciones concienzudas y al afán iluminador de alcaldes faraónicos, hacen de esta película un puro y emotivo documental; una instantánea valiosa para saber como era ese Madrid, ya casi perdido.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
spoiler:
No me queda mucho más que decir sobre “El Crack”, ya se ha dicho y escrito mucho sobre esta obra maestra, y aún así tengo la sensación de que se podría decir mucho más, y sobre todo, y lo más triste, asegurar que se ha visto mucho menos de lo que se merece. Pero esas cosas ocurren con nuestro cine patrio, se habla más o menos de él, pero sobre todo se ve poco. Quizá esto sea debido a que la calidad media de este no es muy alta, o eso dicen, aunque nunca he secundado esta afirmación, pero la verdad es que películas impagables como esta, pueden llegar a pasar desapercibidas, simplemente por ser una película de detectives “made in Spain”, y parece ser que las películas de detectives con oficina en los aledaños de la Gran Vía y aficionados al mus, no se pueden hacer. Pues sí, si es posible hacer una gran película de genero con un actor navarro a lo “Harry el sucio” y salir más que airoso del embrollo, y si no lo creen, ya saben que película han de ver... Y por si fuera poco, aún hay una magnifica “El Crack 2”, y alguna otra joya de la época como “Fanny, Pelo Paja”, de Vicente Aranda, que demuestran que aquí se hizo cine negro, y del bueno.
Si no he dado detalles del argumento de esta película es por que creo que desvelar los secretos de su guión sería algo criminal. Cuando la hayan visto lo entenderán. Que la disfruten, y saluden de mi parte a Germán Areta, ya saben que es uno más de mi familia.
Si no he dado detalles del argumento de esta película es por que creo que desvelar los secretos de su guión sería algo criminal. Cuando la hayan visto lo entenderán. Que la disfruten, y saluden de mi parte a Germán Areta, ya saben que es uno más de mi familia.
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