Reconociendo que lo asombroso está dado de antemano por versar esta película sobre un continente tan fascinante, la historia, que es lo que nos ocupa, estremece a lo largo de las dos horas de duración que en ningún momento se nos hacen pesadas. En pocas películas la crudeza del continente africano es tan real, recordemos Hotel Ruanda. Y si bien es cierto que con los millones que ha costado la película podría haberse dado de comer a muchos negritos, admitamos que no hay mejor manera que la poesía y la canción para llegar a los más duros corazones, y de poesía y canción está llena esta película. Trepidante poema de dolor y guerra, pero ¿qué mejor función tiene el arte?
La avaricia humana queda totalmente desnuda, y el misterio de la injusticia que seguirá planeando sobre la humanidad, queda una vez más destapado.
Que el cine americano siga emocionándonos.
¡Viva España!