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6
6 de enero de 2025
6 de enero de 2025
1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
Ricky Stanicky es el amigo que todos hemos deseado tener. En este caso, para nuestros tres protagonistas, es un amigo imaginario que sirve como el responsable de todos los líos en los que se meten. Con esta premisa arranca una comedia ligera y divertida.
La historia es sencilla: los tres amigos llevan años mintiendo sobre la existencia de Ricky Stanicky, quien nunca ha sido real. Sin embargo, en un momento determinado, se ven obligados a presentarlo físicamente.
Hay que decirlo: John Cena se roba la película. Su habilidad para la comedia es sorprendente; parece que este género le queda como anillo al dedo. Cada vez que aparece en pantalla, las carcajadas están garantizadas. Además, la película logra un equilibrio curioso: como espectadores, sentimos cierta tensión en los momentos en los que parece que la verdad podría salir a la luz, aunque esta tensión proviene más de las situaciones complicadas de los protagonistas que de Ricky Stanicky. Porque cada vez que él aparece, sabemos que, pase lo que pase, diga lo que diga va a salir indemne.
Es una película entretenida, con un humor desenfadado que en varias ocasiones recurre a chistes del tipo "caca, culo, pedo, pis", pero sorprendentemente, funcionan muy bien.
Durante la hora y media (o dos horas) que dura, no paré de reírme. Ricky Stanicky es una comedia ligera que sabe exactamente lo que quiere ofrecer, y lo hace.
La historia es sencilla: los tres amigos llevan años mintiendo sobre la existencia de Ricky Stanicky, quien nunca ha sido real. Sin embargo, en un momento determinado, se ven obligados a presentarlo físicamente.
Hay que decirlo: John Cena se roba la película. Su habilidad para la comedia es sorprendente; parece que este género le queda como anillo al dedo. Cada vez que aparece en pantalla, las carcajadas están garantizadas. Además, la película logra un equilibrio curioso: como espectadores, sentimos cierta tensión en los momentos en los que parece que la verdad podría salir a la luz, aunque esta tensión proviene más de las situaciones complicadas de los protagonistas que de Ricky Stanicky. Porque cada vez que él aparece, sabemos que, pase lo que pase, diga lo que diga va a salir indemne.
Es una película entretenida, con un humor desenfadado que en varias ocasiones recurre a chistes del tipo "caca, culo, pedo, pis", pero sorprendentemente, funcionan muy bien.
Durante la hora y media (o dos horas) que dura, no paré de reírme. Ricky Stanicky es una comedia ligera que sabe exactamente lo que quiere ofrecer, y lo hace.

6,8
78.960
8
26 de enero de 2025
26 de enero de 2025
Sé el primero en valorar esta crítica
Watchmen es, sin lugar a dudas, una gran película maestra. Es cierto que en la película se perciben los vicios característicos de Snyder: la cámara lenta en momentos innecesarios, la brutalidad física de los personajes y el uso recurrente de la violencia como recurso narrativo. Sin embargo, hay que reconocer que el material original, la novela gráfica de Alan Moore, ya es una obra maestra por sí misma. A pesar de esto, Snyder logra aportar su sello personal de manera que no resulta cargante, como ocurre en otras de sus películas. Al contrario, Watchmen es, en mi opinión, una película muy bien equilibrada.
No quiero detenerme en el análisis profundo de la obra de Moore, ya que sería necesario explorar sus páginas en detalle. Pero es innegable que Snyder logra capturar al espectador desde el primer minuto. Esa introducción, que nos muestra la formación de los Watchmen mientras suena The Times They Are a-Changin’ de Bob Dylan, es simplemente espectacular. Para mí, es uno de los momentos más impactantes de la película. La manera en que se presentan los diferentes equipos, los integrantes y sus trágicos destinos es fascinante. Además, el modo en que mezcla eventos históricos reales con la historia ficticia es brillante y envolvente.
Otro elemento sobresaliente es el uso de la voz en off, que va narrando la historia en forma de diario.
Durante mucho tiempo, y aún hoy, Watchmen ha sido una de mis películas de superhéroes favoritas. No lo es por ser fantasiosa, sino porque nos muestra a los héroes como realmente son: Personas con vicios, con una oscuridad interior, con contradicciones que los hacen más humanos que heroicos.
Mi personaje favorito es Rorschach. No solo porque la historia gira en torno a él, siendo su voz en off el hilo conductor, sino por su personalidad. No es un héroe, ni lo pretende ser. Es un justiciero que no busca lo "bueno", sino la verdad. Su diseño es de los mejores que he visto: simple pero impactante, con ese constante movimiento en su máscara que lo hace tan único. Podría decirse que Rorschach es como un Batman llevado al extremo, marcado por una infancia trágica.
Uno de los momentos que más me gusta es cuando Rorschach está encarcelado y le pregunta al alcaide sobre su "verdadera cara". En ese instante queda claro: el niño maltratado que alguna vez fue ya no existe; solo queda Rorschach.
Podría extenderme analizando a cada uno de los personajes como Ozymandias, Dr. Manhattan, el Comediante, entre otros, pero eso alargaría demasiado esta reseña.
Para mí, Watchmen es una película que, al igual que 300, representa lo mejor que Zack Snyder ha hecho. La acción es cruda y brutalista, la banda sonora es impecable y la fotografía es sencillamente espectacular. Es cierto que gran parte de su éxito se debe a la calidad de la obra original en la que se basa, pero esto no desmerece el trabajo de Snyder. Esto me lleva a pensar que, lejos de ser un mal director, Snyder tiene la capacidad de brillar cuando encuentra el material adecuado.
No quiero detenerme en el análisis profundo de la obra de Moore, ya que sería necesario explorar sus páginas en detalle. Pero es innegable que Snyder logra capturar al espectador desde el primer minuto. Esa introducción, que nos muestra la formación de los Watchmen mientras suena The Times They Are a-Changin’ de Bob Dylan, es simplemente espectacular. Para mí, es uno de los momentos más impactantes de la película. La manera en que se presentan los diferentes equipos, los integrantes y sus trágicos destinos es fascinante. Además, el modo en que mezcla eventos históricos reales con la historia ficticia es brillante y envolvente.
Otro elemento sobresaliente es el uso de la voz en off, que va narrando la historia en forma de diario.
Durante mucho tiempo, y aún hoy, Watchmen ha sido una de mis películas de superhéroes favoritas. No lo es por ser fantasiosa, sino porque nos muestra a los héroes como realmente son: Personas con vicios, con una oscuridad interior, con contradicciones que los hacen más humanos que heroicos.
Mi personaje favorito es Rorschach. No solo porque la historia gira en torno a él, siendo su voz en off el hilo conductor, sino por su personalidad. No es un héroe, ni lo pretende ser. Es un justiciero que no busca lo "bueno", sino la verdad. Su diseño es de los mejores que he visto: simple pero impactante, con ese constante movimiento en su máscara que lo hace tan único. Podría decirse que Rorschach es como un Batman llevado al extremo, marcado por una infancia trágica.
Uno de los momentos que más me gusta es cuando Rorschach está encarcelado y le pregunta al alcaide sobre su "verdadera cara". En ese instante queda claro: el niño maltratado que alguna vez fue ya no existe; solo queda Rorschach.
Podría extenderme analizando a cada uno de los personajes como Ozymandias, Dr. Manhattan, el Comediante, entre otros, pero eso alargaría demasiado esta reseña.
Para mí, Watchmen es una película que, al igual que 300, representa lo mejor que Zack Snyder ha hecho. La acción es cruda y brutalista, la banda sonora es impecable y la fotografía es sencillamente espectacular. Es cierto que gran parte de su éxito se debe a la calidad de la obra original en la que se basa, pero esto no desmerece el trabajo de Snyder. Esto me lleva a pensar que, lejos de ser un mal director, Snyder tiene la capacidad de brillar cuando encuentra el material adecuado.

5,7
55.448
7
28 de noviembre de 2024
28 de noviembre de 2024
Sé el primero en valorar esta crítica
Me he entretenido. Sé que es un resumen muy simple, pero eso es exactamente lo que me ha pasado al ver esta película. Hacía años que no la veía, y, sinceramente, la recordaba mucho peor. Hoy en día tenemos expectativas muy altas con el cine, pero hay que reconocer que producciones como esta cumplen su cometido: entretener.
No es una obra maestra ni lo pretende. Es una película diseñada para ofrecer hora y media (o dos) de diversión sin complicaciones. No busca reflexionar sobre la vida, ni plantear dilemas existenciales profundos. Es una película de robots gigantes y explosiones, y cumple con lo que promete.
La trama es tan simple como efectiva: un chico de instituto, marginado y pringado, termina siendo el héroe que salva el día y, de paso, consigue a la chica. No hay sub-tramas complejas sobre superación personal ni conflictos internos profundos. No hay traumas del pasado que resolver ni grandes dilemas morales. La historia avanza de manera lineal: de perdedor a héroe, y eso funciona. Porque aquí, lo importante no es el desarrollo del personaje, sino las explosiones, las batallas épicas entre Decepticons y Autobots, y el espectáculo visual.
La película mantiene un buen ritmo, con dosis de humor, acción y una coreografía visual que la hace muy llevadera. Michael Bay sabe exactamente qué quiere su público, y lo entrega con precisión: espectáculo puro.
Uno de los aspectos más destacables es, sin duda, el apartado técnico. Los efectos especiales son impresionantes, especialmente considerando que la película se estrenó en 2007. Han pasado casi 20 años, y sigue viéndose mejor que muchas producciones actuales, incluso aquellas con presupuestos mucho más elevados.
A diferencia de otras películas que envejecen mal y terminan pareciendo un videojuego de PlayStation 2, Transformers se mantiene visualmente impecable. Las explosiones y los combates son espectaculares, y esto es algo que merece reconocimiento. Cuando pensamos en efectos especiales que han resistido el paso del tiempo, siempre se menciona El Señor de los Anillos, pero lo que logró Michael Bay aquí no debe subestimarse.
Otro aspecto que merece ser mencionado es la banda sonora. Sé que, a día de hoy, la combinación de Michael Bay y Linkin Park en los créditos finales se ha convertido en un meme, pero la música de esta película tiene un peso importante.
Terminar con What I’ve Done de Linkin Park, acompañado de un discurso final grandilocuente, era un cierre épico para la época. Ese último golpe emocional te dejaba con una sensación de energía y motivación al salir del cine. La música no es simplemente un acompañamiento; es una parte esencial de la experiencia.
Re visionar Transformers ha sido como viajar en el tiempo. Me ha transportado a una época más sencilla, o al menos eso creíamos. En mi caso tenía poco más de 14 años y las preocupaciones eran prácticamente inexistentes, aprobar los exámenes y ni eso hacía bien.
Volver a verla me ha hecho sentir como en casa, me ha recordado esos días en los que todo parecía más simple y, sobre todo, me ha hecho disfrutar. No es una obra maestra del cine, pero tampoco lo pretende. Es entretenimiento puro y duro, y a veces eso es justo lo que necesitamos.
Por todo lo que me ha hecho sentir, creo que deberíamos valorarla más. Cumple su propósito a la perfección, y eso ya es digno de reconocimiento.
Eso sí, que quede claro: no pienso ver las demás películas de la saga. Me planto aquí.
No es una obra maestra ni lo pretende. Es una película diseñada para ofrecer hora y media (o dos) de diversión sin complicaciones. No busca reflexionar sobre la vida, ni plantear dilemas existenciales profundos. Es una película de robots gigantes y explosiones, y cumple con lo que promete.
La trama es tan simple como efectiva: un chico de instituto, marginado y pringado, termina siendo el héroe que salva el día y, de paso, consigue a la chica. No hay sub-tramas complejas sobre superación personal ni conflictos internos profundos. No hay traumas del pasado que resolver ni grandes dilemas morales. La historia avanza de manera lineal: de perdedor a héroe, y eso funciona. Porque aquí, lo importante no es el desarrollo del personaje, sino las explosiones, las batallas épicas entre Decepticons y Autobots, y el espectáculo visual.
La película mantiene un buen ritmo, con dosis de humor, acción y una coreografía visual que la hace muy llevadera. Michael Bay sabe exactamente qué quiere su público, y lo entrega con precisión: espectáculo puro.
Uno de los aspectos más destacables es, sin duda, el apartado técnico. Los efectos especiales son impresionantes, especialmente considerando que la película se estrenó en 2007. Han pasado casi 20 años, y sigue viéndose mejor que muchas producciones actuales, incluso aquellas con presupuestos mucho más elevados.
A diferencia de otras películas que envejecen mal y terminan pareciendo un videojuego de PlayStation 2, Transformers se mantiene visualmente impecable. Las explosiones y los combates son espectaculares, y esto es algo que merece reconocimiento. Cuando pensamos en efectos especiales que han resistido el paso del tiempo, siempre se menciona El Señor de los Anillos, pero lo que logró Michael Bay aquí no debe subestimarse.
Otro aspecto que merece ser mencionado es la banda sonora. Sé que, a día de hoy, la combinación de Michael Bay y Linkin Park en los créditos finales se ha convertido en un meme, pero la música de esta película tiene un peso importante.
Terminar con What I’ve Done de Linkin Park, acompañado de un discurso final grandilocuente, era un cierre épico para la época. Ese último golpe emocional te dejaba con una sensación de energía y motivación al salir del cine. La música no es simplemente un acompañamiento; es una parte esencial de la experiencia.
Re visionar Transformers ha sido como viajar en el tiempo. Me ha transportado a una época más sencilla, o al menos eso creíamos. En mi caso tenía poco más de 14 años y las preocupaciones eran prácticamente inexistentes, aprobar los exámenes y ni eso hacía bien.
Volver a verla me ha hecho sentir como en casa, me ha recordado esos días en los que todo parecía más simple y, sobre todo, me ha hecho disfrutar. No es una obra maestra del cine, pero tampoco lo pretende. Es entretenimiento puro y duro, y a veces eso es justo lo que necesitamos.
Por todo lo que me ha hecho sentir, creo que deberíamos valorarla más. Cumple su propósito a la perfección, y eso ya es digno de reconocimiento.
Eso sí, que quede claro: no pienso ver las demás películas de la saga. Me planto aquí.
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