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Críticas 13
Críticas ordenadas por utilidad
Críticas ordenadas por utilidad
5
23 de septiembre de 2012
123 de 176 usuarios han encontrado esta crítica útil
El otro día quedé con un amigo, hacía mucho que no nos veíamos, así que salimos a tomar unas cañas. Nos las tomamos en la terraza del bar, dentro hacía mucho calor. La noche iba bien, nos estábamos poniendo al día, pero se nos colgó un tarado que no hacía más que hablar en nuestra dirección. Al final decidimos, entre mi amigo y yo, en dejarle hablar, que aquel tipo dijese eso que tenía tanto empeño en decirnos.

¿A qué no le importa una mierda esta historia? Pues es el mejor resumen que puedo hacer de la película. Déjenme que lo intente otra vez.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
spoiler:
Hay mafiosos, de los de ciudad y partidas de póker con mucha pasta. Pero también hay ahí, un ruido (un telediario, un informe de noticias por la radio, un Obama haciendo campaña,...) que no te dejan disfrutar de lo que estás viendo.

La excusa –sí, no es una historia, es una excusa- va de como un pistolero a sueldo (Pitt) tiene que liquidar a unos tipos para que el dinero vuelva a fluir por las timbas ilegales. La fuerza de la cinta reside en unos diálogos que son, en su mayoría, un verdadero tostón. Que más me dará que un matón (Gandolfini) sepa que su mujer le está poniendo los cuernos, que lo vayan a meter en la cárcel y mil desgracias más, si se quejan igual que cualquier otro borracho de bar del mundo.

Para ahorrarles tiempo – a no ser que busquen un buen somnífero- les digo que la línea argumental sigue su camino de forma previsible y burocrática, sin ningún giro, sin ninguna tensión. Sólo el tedio del trabajo del asesino. Pitt acaba con todos, da un discurso sobre AMÉRICA (¿alguien sabe cómo poner las mayúsculas más grandes?) y ni siquiera le pagan lo debido.

Dominik, si nos quieres hablar de nuestra época, háblanos, pero no nos engañes.
17 de septiembre de 2012
30 de 50 usuarios han encontrado esta crítica útil
Mientras veía la película he sonreído, no he parado de sonreír, sin que nada me hiciese gracia en particular, incluso me he reído cuando no había que reír. Me ha pasado igual que con uno de esos chistes largos y malos: esperas que sea tan genial, la gracia tan graciosa, que disfrutas en vacío, sin que haya nada real de lo que disfrutar, sabiendo que al final todo será recompensado. Aunque, en este caso, ese final nunca llegue.

Todo son escenas con entusiasmo, con movimiento, con multitud de detalles, que se desinflan al final en gracias tontas, situaciones tópicas o demasiado cotidianas para ser dramáticas.

Pese a que todo gira alrededor de las bromas, que se buscan con las actuaciones sobreactuadas y los gritos y las maneras de esos franceses aburguesados, nada cuaja.

No cuenta nada especial, nada que importe sobre los personajes. Es como ver una riña familiar, donde todos son demasiado histriónicos y exagerados en sus conflictos. Todo es demasiado concreto para poder implicarte. Son asuntos privados como los tiene cualquiera y que no importan a nadie.
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El principio de la cinta define a la misma. Una larga descripción sobre el trayecto de un repartidor de pizza que acaba, por equivocación y a las fatídicas vidas de los hombres que inspiraron los nombres de las calles de Paris, en la casa de los protagonistas; recibiendo, por parte de los anfitriones, un rapapolvos sin gracia ni sentido como pago y señal.

Los tópicos se ceban, sobre todo, en los personajes femeninos. Una estirada ejecutiva, que por independiente decide ser la única mujer que fuma durante el embarazo. Y una ama de casa pluriempleada, harta de que no se le tenga en cuenta, y sea la última para todo. Dos personajes sin gracia que protagonizan, entre las dos, los momentos más dramáticos de la cinta, en los que me sacaron un gran bostezo de aburrimiento.

"El nombre" es una copia burda en planteamiento a "Un dios salvaje" o "la cena de los idiotas", entre otras. Es, a lo más, un entretenimiento facilón. Al menos no es pretenciosa.
10 de junio de 2013
6 de 7 usuarios han encontrado esta crítica útil
La cinta es una comedia familiar de los 80 estándar; entretenida, anecdótica, un producto que se digiere, que deja un buen sabor de boca, y que al cabo de pocas horas se olvida. La cinta cuenta las peripecias de un grupo de vecinos, que recelan de unos recién llegados, en una zona residencial cualquiera de los EEUU (fachada blanca, un porche con mecedora, césped a la entrada, 1,2 hijos y un perro). La presentación de la cinta no lo puede dejar más claro, con ese ‘zoom’ que empieza en la luna y acaba en mitad del territorio estadounidense.

Lo más fascinante de todo es ese mensaje puramente “americano” que subyace. El más obvio es el que rodea al argumento de la película. Unos extranjeros; “Koplek,¿es un nombre eslavo?”, son nuevos en el barrio. Son poco sociables y algo raros, no se han presentado al barrio y no dan muestras de querer hacerlo (infringen las normas establecidas), lo que da pie a la intromisión de los vecinos en sus vidas y en su intimidad.
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¿Las acciones de los vecinos están justificadas? Los cargos con los que acusa la policía al protagonista al final de la cinta es interminable (destrucción de propiedad privada, pública, allanamiento de morada, asalto,…), lo que no significa nada cuando se descubre que los Koplek son realmente unos asesinos. El héroe queda libre de todos los cargos, de hecho, se obvia y ni siquiera lo llegan a mencionar. Lo que es un absurdo.

Otros pequeños detalles hablan sobre el modo de vida americana. La escena que me más me ha chocado de la película es cuando después de visitar la casa de los Koplek, ya en casa de Ray Peterson (Tom Hanks), todos los vecinos dan sus opiniones sobre lo que han visto. Ray, se mantiene callado, y cuando se le pide su opinión, miente a su mujer para tranquilizarla, o para que no le moleste, y seguidamente, le pide a las mujeres que se marchen, porque los hombres tienen que hablar a solas. Ella asiente, sonríe, le da un beso en la mejilla a su marido y se marcha, siguiendo lo comandado. Hay muchos más detalles que invito a los espectadores a descubrir, para que entiendan de lo que hablo.

Porque los 80 molaban. Eran sencillos, y había unas reglas claras; EEUU era el país más poderoso del planeta, y nadie se metía con un americano en su territorio, nadie, y mucho menos un eslavo llamado doctor Werner Koplek.
28 de julio de 2013
5 de 6 usuarios han encontrado esta crítica útil
El mal, ¿nace o se hace? Ese es el dilema que pretende responder la cinta, con un claro ejercicio de reducción al absurdo. Aunque el tema está algo trillado, lo que hace especial a esta película es como resuelve la cuestión.

No voy a hablar de la omnipresencia del rojo en la cinta, ni de la construcción foward-backward del montaje. De eso se ha hablado mucho en otras críticas y, aunque es lo que da el marco sensorial e intuitivo al largo (y está muy bien hecho), no es lo que me ha parecido más interesante.

El mal viene representado por la figura de Kevin. Un niño que nace malvado, y que a lo largo de la cinta reitera, con cada una de sus acciones, su condición de cabrón mayor. O cómo lo define el médico: “a fucking little kid”.
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Kevin proviene de un desliz de una noche. De un parto no deseado por el personaje de Tilda. Todo ese odio, gracias a la autora de la cinta, sufre un traspaso, de la madre al hijo.

El maltrato, posible origen del mal en un niño, cambia de dirección y es el chico el que castiga a la madre. Por ejemplo, la escena del niño y la madre jugando a la pelota. El niño no juega, no contesta, simplemente la mira con odio. Si nos imaginamos esa misma escena, siendo la madre la maltratadora y el niño, un niño normal, ¿cómo sería? Pues exactamente igual. El niño buscaría en vano la compañía de la madre para sus juegos, y no obtendría nada de la madre, que lo ignoraría y, como mucho, en caso de percatase de su presencia, lo miraría con odio por todo a lo que ha tenido que renunciar, por molestarle con sus tonterías.

El personaje de Kevin no es creíble porque, pese a que el marco de la cinta es realista, tiene una cualidad con la que ningún niño nace, con el odio. Un niño que odia tanto que es capaz de llorar aun siendo un bebé para no dejar existir a su madre. Para hacerle aún más difícil su adaptación al cambio que supone tener un hijo.

Un niño que es capaz de urdir un enrevesado plan para chantajear a su madre. Que es capaz de cagar y cagar en un pañal, que no debería tener puesto porque es demasiado mayor, pero que para joder, no abandona (porque no es dejadez de la madre, es el puto crio que no quiere cagar sentado y se ve en el hecho que empieza a cagar en váter cuando a él le sale).

Es una guerra, y ella contraataca, no lo niego. Pero son ataques de risa, si los comparamos con las acciones de Kevin. El personaje de Tilda solo actúa cuando se encuentra acorralada, cuando es una cuestión de pura supervivencia. Como actuaría un niño que sufre maltrato. Tiene a otra hija (sin consultar con su marido) para intentar alejar a Kevin de su padre, en un momento donde ella se encuentra realmente sola, incapaz de convencer al padre de los comportamientos del hijo. Otra acción, que propicia el atentado de Kevin, es cuando le hace perder un ojo a su hermana, y el padre, en vista de la reacción de su hijo, comprende que no queda más solución: hay que hacer algo con Kevin. No nos equivoquemos. Aunque al principio está claro que el parto es no deseado, ella quiere a Kevin (mírese las escenas donde Kevin enferma y se porta mejor con la madre y como ella disfruta de esos momentos)(igual de rápido que perdonaría un hijo a una madre que lo maltrata).

Podría seguir poniendo ejemplos, pero está claro. Hay una inversión de papeles, y el resultado no es creíble por lo intenso y prematuro de ese odio. Un odio que se llega a reconocer que no tiene razón ni por qué, que dejó de tener sentido hace mucho tiempo “Creo que lo supe una vez, ya no estoy tan seguro”, le dice el hijo a la madre en la escena final.

La otra parte de la película, en el futuro, la madre emprende un camino de expiación a través del martirio: acepta un empleo de mierda, borra a mano la pintura seca con la que han manchado su porche, se queda en el pueblo donde la gente la odia (no todos)... Es interesante, que los únicos que no la odian sean: alguien que no la conoce, uno de los afectados directos por el atentado de Kevin, un chaval que se quedó en silla de ruedas y una madre de una de las víctimas, que al verla en el supermercado no opta por montarle ningún pollo. Los pecados del hijo se trasladan a la madre, sin que ella pueda hacer nada, salvo aceptarlos e, intentar, perdonarse a sí misma y a su hijo. Es casi incomprensible el odio que sienten algunas personas por ella. El maltrato al que se ve expuesta. La única explicación que le doy es que la directora ha querido exponer la ignorancia y la facilidad del odio de las personas. La facilidad con la que nos armamos con razones para odiar.
11 de agosto de 2012 3 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
La película tiene pulsión, hay pasión y se quiere contar algo. A mi me parece bastante para considerar a esta película, una película buena (una de 7).

Empecemos por el principio, donde Scott nos cuenta, con unas imágenes sobrecogedoras, en apenas 4 minutos, cual es su origen de la vida. Una idea muy poderosa, en poco tiempo. Pocos pueden presumir de decir tanto en tan poco.
Otras virtudes del largometraje. El juego sutil, de informaciones contradictorias, que hacen dudar al lector sobre la naturaleza del personaje de Charlize (sublime en su actuación: llena de opuestos, de pasión gélida, humor serio, violencia queda... puro espectáculo).
Y el personaje de David (Michael Fassbender), pilar central en el argumento, que sirve tanto de respuesta como de generador de nuevas interrogantes.
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Debo adentrarme en el propio argumento de la película para poder explicar la importancia de este personaje.

A lo largo de la trama se descubre la raza progenitora, los ingenieros que nos crearon, y se contempla la posibilidad de establecer contacto con ellos ¿Qué les preguntaríamos a nuestros creadores? Muy simple: ¿Por qué? Y si uno se deja llevar, y pone un poco de su parte, se establecen en su interior cuestiones, preguntas (punto central de toda buena obra de ficción), ¿qué nos dirán? ¿cuál será su reacción al descubrir que hemos entendido el mensaje que nos ha llevado hasta ellos?,... Y aquí entra David, porque este personaje, un androide creado por humanos, bien podría establecer las mismas preguntas, salvo que ahora estarían dirigidas a los humanos. Y tan solo hay que ver como reaccionan los humanos de la cinta ante su presencia, para no sorprenderse al presenciar la reacción del primer Ingeniero al contactarnos. Una escena de terrible virulencia, que se asemeja a la violencia doméstica, donde el progenitor toma por violencia física lo que, él supone, concedió a sus hijos: la vida.

Aparte, hay que alabar los impresionantes detalles técnicos con los que nos alumbra la cinta.

Entonces, ¿por qué esta película polariza tanto a la opinión pública? En mi opinión hay dos fallos que matan la narración:

1. Sobran personajes: por lo menos 2 o 3, sino más. Y es que entiendo el factor extras, pero aquí ,ciertos extras, absorben minutos valiosísimos de cinta, que provocan escenas como el inexplicable sacrificio de los pilotos de la nave. Una escena digna de entrar en las más absurdas del mundo del cine. No hay justificación narrativa para que unos mercenarios, apáticos a lo largo de casi todo el largometraje, de pronto sientan los colores con la raza humana y sacrifiquen sus vidas ¿para qué? O, por ejemplo, las escenas protagonizadas por el geólogo y el biólogo. Que una vez cumplida su función narrativa pierden cualquier tipo de coherencia; en el caso del biólogo, la de lanzar una pregunta al público y representar durante cinco minutos, la postura escéptica de la nave, y en el caso del geólogo, la de lanzar los robots que cartografiarán la instalación alienígena.

2. Scott se toma a sí mismo y a la película demasiado en serio: hay multitud de detalles técnicos, de tecno cháchara que no tiene ni pies ni cabeza. Una cosa es representar tecnologías futuras, sabes cual es su posible función, así que es fácil representar "qué hacen". Pero no intentes, nunca, explicar el detalle técnico. Y por otra parte, hay escenas que son de comedia no intencionada, como por ejemplo: la muerte del personaje de Charlize Theron, o la escena del aborto del calamar, por poner algunas.

En definitiva, podríamos haber presenciado una gran obra de ciencia ficción. Nos tendremos que contentar con los detalles de una buena película.
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