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10
2 de febrero de 2025
2 de febrero de 2025
5 de 6 usuarios han encontrado esta crítica útil
Me parece una película excelente con una sensibilidad exquisita.
La ternura familiar combate con la violencia externa.
Con qué delicadeza la madre atiende, a su pesar, a esa joven que presintió una amenaza para su familia, sólo por su naturalidad, por la frescura de su inocente inconsciencia femenina en un mundo hostil de masculinidad y prejuicios. Y aún así, una a una, con dolor y con tiernas caricias extrae cada bala de metralla impune.
Incluso en un contexto de tanta violencia, la verdad en la familia se va revelando con respeto, y con susurros y silencios; sólo una voz se eleva, la de la hija mayor ante la intolerable injusticia paterna.
Hasta el desenlace final: los interrogatorios, el miedo, el aislamiento...
Entonces ya, surge la rebelión irrefutable, por pura supervivencia, de las mujeres sometidas a la falsedad de un sistema, en que los varones, no hombres, porque los que son hombres tienen humanidad y éstos no la tienen, han olvidado que han nacido de mujer y utilizan el nombre de Dios en vano, para justificar su violencia contra las mujeres.
Y es la última generación de mujeres, todavía adolescente, quien, con la propia arma del agresor en mano, frente a frente, no le dispara, no lo hiere y mata, sino que destruye el suelo, la base en que se asienta, decadente, en ruinas, desértica y caduca, para hacerlo caer en su propio abismo, quedando al fin sepultado, mientras su mano feminicida aparece desnuda, inerte, despojada del arma homicida que yace a su pie.
La ternura familiar combate con la violencia externa.
Con qué delicadeza la madre atiende, a su pesar, a esa joven que presintió una amenaza para su familia, sólo por su naturalidad, por la frescura de su inocente inconsciencia femenina en un mundo hostil de masculinidad y prejuicios. Y aún así, una a una, con dolor y con tiernas caricias extrae cada bala de metralla impune.
Incluso en un contexto de tanta violencia, la verdad en la familia se va revelando con respeto, y con susurros y silencios; sólo una voz se eleva, la de la hija mayor ante la intolerable injusticia paterna.
Hasta el desenlace final: los interrogatorios, el miedo, el aislamiento...
Entonces ya, surge la rebelión irrefutable, por pura supervivencia, de las mujeres sometidas a la falsedad de un sistema, en que los varones, no hombres, porque los que son hombres tienen humanidad y éstos no la tienen, han olvidado que han nacido de mujer y utilizan el nombre de Dios en vano, para justificar su violencia contra las mujeres.
Y es la última generación de mujeres, todavía adolescente, quien, con la propia arma del agresor en mano, frente a frente, no le dispara, no lo hiere y mata, sino que destruye el suelo, la base en que se asienta, decadente, en ruinas, desértica y caduca, para hacerlo caer en su propio abismo, quedando al fin sepultado, mientras su mano feminicida aparece desnuda, inerte, despojada del arma homicida que yace a su pie.

6,8
29.294
10
16 de febrero de 2025
16 de febrero de 2025
Sé el primero en valorar esta crítica
Princesas se ha vuelto a reponer en la 2 de RTVE, gracias a Historia de nuestro cine.
No recuerdo cuántas veces la he visto, y siempre la disfruto. Quizás por la maestría de su creador, que dignifica los personajes más irreverentes o escabrosos, pero reales como la vida misma. Hay quien se queja de la inverosimilitud de algunas de su escenas, pero cómo no otorgar la licencia poética a un poeta de la pantalla.
La sensibilidad que demuestra Fernando León de Aranoa, no sólo en esta película, sino en otras de su pincel, es impresionante, porque te deja huella, como un grabado en su plancha y en su reproducción.
Y esa mixtura de temas, belleza fotográfica, incluso con la fealdad, puesta en escena, banda sonora y demás, es más que interesante, es cautivadora. La película te seduce, como seduce la mirada esa bella imagen de la hermosa mujer que hace equilibrio en una desafiante escena.
Me sedujo y me sigue encandilando, por la sensibilidad con la que trata a la mujer, independientemente de su condición, fijando su visión en las más desprestigiadas, en la escoria social, que él consigue sublimar hasta nuestra admiración por su capacidad de supervivencia, física, económica y emocional, por el valor auténtico de la persona que hay en esas figuras, marginadas de esta sociedad, que encierran un alma femenina valerosa.
No recuerdo cuántas veces la he visto, y siempre la disfruto. Quizás por la maestría de su creador, que dignifica los personajes más irreverentes o escabrosos, pero reales como la vida misma. Hay quien se queja de la inverosimilitud de algunas de su escenas, pero cómo no otorgar la licencia poética a un poeta de la pantalla.
La sensibilidad que demuestra Fernando León de Aranoa, no sólo en esta película, sino en otras de su pincel, es impresionante, porque te deja huella, como un grabado en su plancha y en su reproducción.
Y esa mixtura de temas, belleza fotográfica, incluso con la fealdad, puesta en escena, banda sonora y demás, es más que interesante, es cautivadora. La película te seduce, como seduce la mirada esa bella imagen de la hermosa mujer que hace equilibrio en una desafiante escena.
Me sedujo y me sigue encandilando, por la sensibilidad con la que trata a la mujer, independientemente de su condición, fijando su visión en las más desprestigiadas, en la escoria social, que él consigue sublimar hasta nuestra admiración por su capacidad de supervivencia, física, económica y emocional, por el valor auténtico de la persona que hay en esas figuras, marginadas de esta sociedad, que encierran un alma femenina valerosa.
9
4 de febrero de 2025
4 de febrero de 2025
Sé el primero en valorar esta crítica
.
Es la primera obra que veo de Álvaro Gago Díaz, y lo hago por segunda vez, ahora en la 2 de RTVE, gracias a Versión española, programa de merecida mención, por su hacer con el cine español y con los y las cineastas de España.
Y por éste, su primer largometraje, desde mi humilde punto de vista de espectadora y cinéfila, me atrevo a decir que promete.
El ritmo desenfrenado de la acción y la temática, salvando grandes distancias, recuerda a À plein temps de Eric Gravel (2021). Pero el corto Matria de Gago, precursora de esta otra Matria, largometraje, es del 2017, por lo que no me cabe duda de la originalidad de su autoría.
Gago saca a la luz la situación precaria de tanta mujer sola, que sobrevive con trabajos poco valorados y mal pagados e inestables; mujeres invisibles: camareras, marisqueadoras, limpiadoras de fábricas, asistentes del hogar...
Me ha atrapado, me ha conquistado ese pulso hiperrealista, ese frenético deambular que te precipita en el estrés padecido por esta mujer, tan magistralmente interpretada por María Vázquez, trabajadora y madre, no valorada ni por sí misma.
No sabemos nada de su pasado, salvo que tiene una hija, a la que intenta proteger y evitarle una vida como la suya, ni sabremos nada de su futuro; sólo presenciamos que toma las riendas, emprende un nuevo destino y, al fin, se libera de toda esa vida agobiante en busca de otra. ?De cuál, de qué?
Eso queda en puntos suspensivos, pero consigue liberarnos de toda carga, de tanto afán sin fruto, también al fin a nosotros, después de haber sufrido, y sobrevivido, con la protagonista el mismo ahogo existencial, el mismo agobio interior, la misma presión externa, social y familiar, que se muestra en esta obra de un autor joven, novel en largometraje, que promete.
Es la primera obra que veo de Álvaro Gago Díaz, y lo hago por segunda vez, ahora en la 2 de RTVE, gracias a Versión española, programa de merecida mención, por su hacer con el cine español y con los y las cineastas de España.
Y por éste, su primer largometraje, desde mi humilde punto de vista de espectadora y cinéfila, me atrevo a decir que promete.
El ritmo desenfrenado de la acción y la temática, salvando grandes distancias, recuerda a À plein temps de Eric Gravel (2021). Pero el corto Matria de Gago, precursora de esta otra Matria, largometraje, es del 2017, por lo que no me cabe duda de la originalidad de su autoría.
Gago saca a la luz la situación precaria de tanta mujer sola, que sobrevive con trabajos poco valorados y mal pagados e inestables; mujeres invisibles: camareras, marisqueadoras, limpiadoras de fábricas, asistentes del hogar...
Me ha atrapado, me ha conquistado ese pulso hiperrealista, ese frenético deambular que te precipita en el estrés padecido por esta mujer, tan magistralmente interpretada por María Vázquez, trabajadora y madre, no valorada ni por sí misma.
No sabemos nada de su pasado, salvo que tiene una hija, a la que intenta proteger y evitarle una vida como la suya, ni sabremos nada de su futuro; sólo presenciamos que toma las riendas, emprende un nuevo destino y, al fin, se libera de toda esa vida agobiante en busca de otra. ?De cuál, de qué?
Eso queda en puntos suspensivos, pero consigue liberarnos de toda carga, de tanto afán sin fruto, también al fin a nosotros, después de haber sufrido, y sobrevivido, con la protagonista el mismo ahogo existencial, el mismo agobio interior, la misma presión externa, social y familiar, que se muestra en esta obra de un autor joven, novel en largometraje, que promete.
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