El tercer largometraje de Malick es una obra maestra a la cual "la historia" no le ha dado el lugar que se merece. Con un elenco de primera, refleja el absurdo de la guerra: los soldados nunca ganan. Son un puñado de hombres trastornados por lo horrores propios del conflicto bélico, dirigidos por una minoría aún más trastornada, pero empujada por el deseo de llevarse las medallas y el "honor", aunque esto signifique sacrificar la vida de sus hombres. Magistral la manera en la que el director plasma esa dicotomía entre la muerte (de los soldados, de la guerra) y la vida (la imponente naturaleza en la que se desarrolla el film). 9/10.

Sin lugar a dudas, este Film representó, con gran decoro, el punto final de la carrera de uno de los mejores directores de cine. Es grato ver reflejada de manera artística el pensamiento de Wajda, quien, como Strzemiński, a pesar de experimentar diversos cambios en su Arte, siempre continuó "siendo él". Se expone de manera fría y contundente la gran dicotomía entre lo profesaba el partido comunista polaco y la realidad que vivieron aquellos que lucharon por un cambio real. El Director, que vivió en carne propia la barbarie del comunismo estalinista, también aborda el absurdo de los totalitarismos y demuestra, siendo fiel a la historia, que nada puede detener el sentimiento natural artístico que posee el ser humano y que es una verdadera expresión revolucionaria.

Qué bonita casualidad ha sido encontrar este Film, que, carece de palabras, pero abunda en miradas e interpretaciones. El lenguaje no siempre es necesario, en especial cuando se trata del amor, que según ésta es un lenguaje propio. El idioma de los sentidos, la sutileza y la música, la fuerza de los protagonistas... sin duda 5/5.

Un día en New York... tarde gris, conflicto amoroso a la vista... jazz acompañando las escenas. Woody Allen lo ha hecho de nuevo. Cada vez que paso alguna temporada alejado del cine, generalmente por verme consumido por esa idiosincrasia de las ciudades que tanto ama Allen -y cuyo sentimiento comparto-, aparece alguna joya que me hace conectar de inmediato con el arte en todo su esplendor. Esta vez, el turno fue tuyo. Genio.