Creo sinceramente que esta película no se puede ver esperando que nos cuenten una historia directa, para entenderla hay que hacer un esfuerzo más allá de observar y escuchar, buscando los mensajes subliminales, o en los que nos vemos reflejados.

Reconozco que me desesperé en muchas ocasiones pues había escenas muy lentas rozando lo innecesario y que hacían más de estorbo que otra cosa. Por no hablar de la monotonía y la poca variedad en la rutina de los dos protagonistas. Daba la sensación que se quedaron cortos en el presupuesto y decidieron imitar un poco el estilo de teatro repitiendo los mismos escenarios, pero siendo Sofia Cappola la directora dudo mucho que hubiese problemas respecto al dinero.

Y en cuanto a meter escenas de la cultura japonesa al estilo: "Hey, no hemos hablado de la cultura japonesa todavía chicos, se nos van a echar encima en las críticas si dejamos que se vea solo un hotel" "¿qué hacemos?"

Redactores: Mmmmm
De repente una voz en el fondo de la sala suelta: "Yo lo sé!: vestimos a unas mujeres con kimonos y las metemos en el hotel" "Ummmm, algo más, tenemos que poner algo más…. "pues añadimos unos planos del monte Fuji" "E voila! Somos unos bestias!"

Se pensarían que no nos daríamos cuenta de estas escenas metidas tan a presión como el zapato de cenicienta en los pies de las hermanastras.
A pesar de todo esto considero que poniéndote en el lugar de ellos puede llegar a despertar ternura. Una chica joven y perdida por la escasez de experiencia y las dudas respecto a todo su futuro, y después un hombre experimentado pero igualmente perdido en busca de algo que de sentido a su monótona vida en la que se refleja desde los 20 años.

Son dos personas muy diferentes unidas por unas mismas carencias y necesidades que suplen juntos en una jungla urbana como lo es Tokio.