Película sencilla, sin pretenciones y que sin embargo tocó la mente y el corazón de una generación, la de los años ochenta, que se encuentra entre ese idealismo romántico y la realidad actual.

A diferencia de las películas de artes marciales con golpes y muertos por doquier, esta le devuelve su filosofía a las mismas con las frases "Karate sólo para la defensa","¿Y entonces para qué entrenar?....Para no tener que pelear" y "Karate aquí, karate aquí.....karate nunca aquí"(es decir, en la mente y el corazón).

Tal vez no cumple para ser una película laureada, pero cumplió su cometido de hacernos pensar que los valores inciden en cada una de nuestras decisiones en la vida cotidiana.