Gorrión Rojo es una película machista que cosifica a la mujer, que recrea los tópicos de la Guerra Fría en el tiempo presente, de buenos y malos, como si fuera un mal western que no es que no termines de creerte, sino que no empiezas a hacerlo en ningún momento, que utiliza violencia gratuita y sexo imposible. El increíble talento de Jennifer Lawrence, con sus múltiples facetas, es desaprovechado en pos de convertirla en una especie de robot al servicio de una estética trasnochada. Los personajes actúan al son de los peores tópicos machistas: mujeres celosas aprovechadas y hombres poderosos que sucumben ante el encanto de poder dominar sexualmente a una tía buena -o ésta a ellos-, aun sabiendo de antemano que les va a complicar la vida. Uno se pregunta cómo tontos de tanto calibre llegan al éxito. Todos hablan el mismo idioma, procedan del país que procedan y conversen con quien lo hagan. Y sin acento, al menos en la versión doblada. Un enorme presupuesto y un interesante texto de partida no han servido para que el guión adaptado convierta la historia en un producto que enganche al espectador; muy al contrario, dan ganas de levantarse de la butaca y salir del cine sacudiéndose los pies. Ni siquiera esto aconsejo al espectador puesto que sólo el desenlace puede dejarte un dulce sabor en el paladar amargo y frío que la obra desencadena.