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7,0
11.563
7
27 de marzo de 2010
27 de marzo de 2010
82 de 91 usuarios han encontrado esta crítica útil
"Cuando toco, lo que me gustaría conseguir es su mirada, un segundo, sólo un segundo..."
Entré pensando en que iba a ser una comedia liviana y estaba equivocado. Salí con alguna lágrima de más ante tal espectáculo, como si fuera un espectador más del Châtelet.
La película tiene una cubierta de comedia ligada a una parodia muy lograda. Mihaileanu consigue mantenernos con una sonrisa tonta viendo los devenires del particular Bolshói en París. Cada vez que veía al Woody Allen ruso (judío, para más inri) no podía evitar no sonreír. El Strauss gitano, Abramovich, Ivan Gavrilov... en definitiva, un reparto coral bastante acertado.
Pero en mi opinión su punto fuerte es el drama, un drama que va a más a medida que avanza la película. Ahí tenemos a Andreï Filipov, un enamorado de la obra de Tchaikovsky. Tras treinta años sin oficiar como director de orquesta, la música del compositor ruso sigue siendo el alfa y el omega de su existencia. Él solo (junto a una portentosa Mèlanie Laurent como Anne-Marie Jacquet) pone la antítesis a la locura que brinda el resto del reparto.
Sigo en "spoiler".
Entré pensando en que iba a ser una comedia liviana y estaba equivocado. Salí con alguna lágrima de más ante tal espectáculo, como si fuera un espectador más del Châtelet.
La película tiene una cubierta de comedia ligada a una parodia muy lograda. Mihaileanu consigue mantenernos con una sonrisa tonta viendo los devenires del particular Bolshói en París. Cada vez que veía al Woody Allen ruso (judío, para más inri) no podía evitar no sonreír. El Strauss gitano, Abramovich, Ivan Gavrilov... en definitiva, un reparto coral bastante acertado.
Pero en mi opinión su punto fuerte es el drama, un drama que va a más a medida que avanza la película. Ahí tenemos a Andreï Filipov, un enamorado de la obra de Tchaikovsky. Tras treinta años sin oficiar como director de orquesta, la música del compositor ruso sigue siendo el alfa y el omega de su existencia. Él solo (junto a una portentosa Mèlanie Laurent como Anne-Marie Jacquet) pone la antítesis a la locura que brinda el resto del reparto.
Sigo en "spoiler".
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
spoiler:
Precioso el paralelismo final narrando la historia de Lea con su locura mientras su hija toca la misma partitura.
Poco me importan a mí los defectos que pueda tener la película, si llega a ser creíble o no, si al llegar al cenit de ésta he perdido totalmente el juicio, anonadado por el desenlace.
Días después del visionado, aún no he conseguido que deje de sonar en mí el Concierto para violín..
Poco me importan a mí los defectos que pueda tener la película, si llega a ser creíble o no, si al llegar al cenit de ésta he perdido totalmente el juicio, anonadado por el desenlace.
Días después del visionado, aún no he conseguido que deje de sonar en mí el Concierto para violín..

7,8
22.934
8
3 de enero de 2009
3 de enero de 2009
79 de 92 usuarios han encontrado esta crítica útil
He adelantado trenes al galope,
he aprendido a leer.
He visto el alma a las piedras,
he bebido hasta no ver.
He llorado entre llamas bajo la lluvia,
cuando de todo deserté.
Todo en un lugar en este mundo,
del cual no me puedo ir,
en el cual siempre viviré.
he aprendido a leer.
He visto el alma a las piedras,
he bebido hasta no ver.
He llorado entre llamas bajo la lluvia,
cuando de todo deserté.
Todo en un lugar en este mundo,
del cual no me puedo ir,
en el cual siempre viviré.

6,7
34.890
2
30 de octubre de 2008
30 de octubre de 2008
148 de 244 usuarios han encontrado esta crítica útil
“Mirar esto, es como carne con pan” (referente a un sándwich de embutido).
Es cierto que el ojito derecho de Francis tenía que perder su virginidad cinematográfica como cualquier adolescente pierde la suya, de mala manera.
La historia, enclavada en un barrio cool de EEUU, nos presenta a una familia formada por cinco hijas de 13, 14, 15, 16 y 17 idénticas unas a otras; a una madre con crucifijo sobresaliendo siempre y a un padre profesor de matemáticas alelado que sólo sabe hablar de la Luftwaffe y que intima con las plantas y su fotosíntesis. Típica familia del Opus, vaya.
Después está el grupo de chavales "commando" que indagan en la intrahistoria de las chicas de oro. Sofía, en un alarde de talento, hace que nos recuerden al Club de los Poetas Muertos. Pero estos insustanciales preadolescentes encima tienen habilidades especiales como sustraer diarios de niñas que se cortan las venas, pulular por alcantarillas (esta última heredada de su padre por que fue un reputado fugitivo, para estar orgulloso), o también grandes dotes como voyeurs, comentando la jugada : "Qué rápido, jo".
El mejor momento de la película es cuando aparece Josh Hartnett, que estaba en el mejor momento de su carrera tras haber estado lanzando mierda con un boli Bic en la obra maestra de Rodríguez. Aparece él, tan irresistible por los pasillos del instituto, que consigue que se me ericen los pezones de tal manera que podría exprimir limones con ellos.
El órdago está servido cuando mis dos personajes favoritos, John Nash y el adolescente con peluca se juntan en la clase del primero para tener una conversación antológica, que resumiré.
- Quiero llevar a su hija al baile.
- No.
- Entonces deje que vaya con todos mis amigos adoradores de hierba y nos llevemos a todas sus hijas al susodicho.
- Mola.
Después las pilimili se ponen unos manteles y se hacen una foto, simbolizando que debía ser la primera vez que salían al exterior. Allá en el baile (que nadie baila) prueban un licor de melocotón que les debió sentar como a mí la absenta, todo se desmadra y comienza el caos.
Que una situación tan dramática como es un suicidio colectivo adolescente me cree esta sensación tan anodina, es como para pararse a pensar.
Qué bueno que te desvirgaste Sofi, pero a que precio.
Es cierto que el ojito derecho de Francis tenía que perder su virginidad cinematográfica como cualquier adolescente pierde la suya, de mala manera.
La historia, enclavada en un barrio cool de EEUU, nos presenta a una familia formada por cinco hijas de 13, 14, 15, 16 y 17 idénticas unas a otras; a una madre con crucifijo sobresaliendo siempre y a un padre profesor de matemáticas alelado que sólo sabe hablar de la Luftwaffe y que intima con las plantas y su fotosíntesis. Típica familia del Opus, vaya.
Después está el grupo de chavales "commando" que indagan en la intrahistoria de las chicas de oro. Sofía, en un alarde de talento, hace que nos recuerden al Club de los Poetas Muertos. Pero estos insustanciales preadolescentes encima tienen habilidades especiales como sustraer diarios de niñas que se cortan las venas, pulular por alcantarillas (esta última heredada de su padre por que fue un reputado fugitivo, para estar orgulloso), o también grandes dotes como voyeurs, comentando la jugada : "Qué rápido, jo".
El mejor momento de la película es cuando aparece Josh Hartnett, que estaba en el mejor momento de su carrera tras haber estado lanzando mierda con un boli Bic en la obra maestra de Rodríguez. Aparece él, tan irresistible por los pasillos del instituto, que consigue que se me ericen los pezones de tal manera que podría exprimir limones con ellos.
El órdago está servido cuando mis dos personajes favoritos, John Nash y el adolescente con peluca se juntan en la clase del primero para tener una conversación antológica, que resumiré.
- Quiero llevar a su hija al baile.
- No.
- Entonces deje que vaya con todos mis amigos adoradores de hierba y nos llevemos a todas sus hijas al susodicho.
- Mola.
Después las pilimili se ponen unos manteles y se hacen una foto, simbolizando que debía ser la primera vez que salían al exterior. Allá en el baile (que nadie baila) prueban un licor de melocotón que les debió sentar como a mí la absenta, todo se desmadra y comienza el caos.
Que una situación tan dramática como es un suicidio colectivo adolescente me cree esta sensación tan anodina, es como para pararse a pensar.
Qué bueno que te desvirgaste Sofi, pero a que precio.

8,2
14.319
8
2 de diciembre de 2008
2 de diciembre de 2008
28 de 34 usuarios han encontrado esta crítica útil
“El público, esa muchedumbre, ese monstruo sin cabeza.”
Una desmemoriada sociedad estadounidense recibió con frialdad la última obra chaplinesca por aquellas tierras. Una oda a la vida de uno de los mayores genios del cine. Cada pincelada de la obra del cineasta tiene cabida en esta nostálgica visión sobre el crepúsculo de un artista, que en tiempos fue venerado como el que más, pero que en la actualidad no es más que una sombra, un nombre.
Es cierto que no vemos a un personaje, vemos a Chaplin, y por momentos a Charlotte. ¿pero quién es capaz de discernir cuál es realidad y cual ficción…?
Charles Chaplin es único en crear una felicidad desde el inicio hasta el fin. Un sentimiento universal. Hasta en una drama tan mayúsculo como este no pude dejar de sonreír. Porque tiene ese don, el don de transmitir esa felicidad, incluso aunque no quieras ser partícipe de ella.
Te invita a vivir.
Una desmemoriada sociedad estadounidense recibió con frialdad la última obra chaplinesca por aquellas tierras. Una oda a la vida de uno de los mayores genios del cine. Cada pincelada de la obra del cineasta tiene cabida en esta nostálgica visión sobre el crepúsculo de un artista, que en tiempos fue venerado como el que más, pero que en la actualidad no es más que una sombra, un nombre.
Es cierto que no vemos a un personaje, vemos a Chaplin, y por momentos a Charlotte. ¿pero quién es capaz de discernir cuál es realidad y cual ficción…?
Charles Chaplin es único en crear una felicidad desde el inicio hasta el fin. Un sentimiento universal. Hasta en una drama tan mayúsculo como este no pude dejar de sonreír. Porque tiene ese don, el don de transmitir esa felicidad, incluso aunque no quieras ser partícipe de ella.
Te invita a vivir.
8
15 de noviembre de 2008
15 de noviembre de 2008
22 de 30 usuarios han encontrado esta crítica útil
Fotografías de un amor esculpido,
manos entrelazadas a medida,
funeral de una máscara fragmentada.
Anhelo del deseo, infatigable locura,
del eterno tiempo, amarga tortura.
manos entrelazadas a medida,
funeral de una máscara fragmentada.
Anhelo del deseo, infatigable locura,
del eterno tiempo, amarga tortura.
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