Mucha sangre. Demasiada. Y sin embargo la miré toda.

Me pregunté por la diferencia entre los romanos que asistían al circo y yo que miraba la película. ¿Acaso no estábamos ambos atraídos por la misma cuestión?. Es cierto que sabía que se trataba de una serie y que no corría sangre verdadera, pero también lo es que para ellos quienes se enfrentaban no eran seres humanos. Siento que ambos -ellos y yo- miramos el enfrentamiento tratando de justificar ese ánimo viciado que nos tenía atados al espectáculo.

No hemos cambiado mucho. Aún nos estremece ver la sangre de los toros, perros y gallos a quienes se les consideramos "inferiores" a los humanos. Como ellos con los esclavos. Nuestros hijos se divierten matando en la xbox o en el pc.

No hemos cambiado mucho.

Me impresionó cuando la vi por casualidad. Pensé: ¿qué mente retorcida pudo imaginar esto? Tuve que verla de nuevo dos veces para empezar a asimilar una explicación, una lógica y concluí que la película es un crescendo a la manera del bolero de Ravel. El director nos muestra cómo cada persona tiene en sí misma un poco de "poder". Muestra a la protagonista como una persona que se intenta despojarse de su poder hasta la máxima expresión, permitiendo los abusos inimaginables, para posteriormente asumir el verdadero poder que tiene y disponer de todo.

La charla final es espectacular. Para una clase de micropolítica. Una discusión sobre el fundamento del poder. Es una obra increíble que guardo para que la vean mis hijas cuando sean mayores.