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Críticas ordenadas por utilidad
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7,1
19.984
8
1 de enero de 2020
1 de enero de 2020
234 de 255 usuarios han encontrado esta crítica útil
Sorprende el respeto y el cariño con el que Clint Eastwood retrata a Richard Jewell, al que presenta como una persona corriente, incluso con acusadas carencias, una especie de friki de la ley y el orden que tiene idealizados a los distintos estamentos policiales. Pero al mismo tiempo alguien muy noble, siempre amable y respetuoso, que colabora y ayuda a todo el mundo, con un corazón más grande que su voluminosa figura.
La policía y los medios de comunicación, por contra, acaban percibiéndolo de un forma eminentemente negativa, como un hombre solitario, mediocre, que siempre se ha comportado con un exceso de celo cumpliendo las tristes obligaciones inherentes a los puestos de trabajo relacionados con la seguridad ciudadana que ha venido desempeñando a lo largo de su vida. Al que lejos de honrar o felicitar por haber salvado vidas en un atentado ocurrido en los Juegos Olímpicos de Atlanta, arrojan sin ningún miramiento en brazos de la siempre hambrienta morbosidad de la opinión pública al único abrigo de la sospecha de haber sido él mismo quien puso la bomba. Y todo sin pruebas de ningún tipo, simplemente porque le saltaban demasiadas costuras al entallado traje de superhéroe que en principio le concedieron, porque su mejor perfil era el de villano.
Esa es la historia que Eastwood nos cuenta, como casi siempre con su habitual limpieza, con una caligrafía impoluta, con su acostumbrada fiabilidad, de una manera fluida. Quizá sea su película más introspectiva. Trata de reflejar las emociones de Richard Jewell a través de su relación con su madre y, especialmente, con su peculiar abogado (trufada esta de un fino humor contenido), los infructuosos intentos de éste por elevar la autoestima de su representado para que consiga superar una acusada ingenuidad que le estaba perjudicando ante la policía. Eso es lo mejor de la película, junto a la secretaria del abogado (una Nina Arianda a la que vimos hace poco en la excelente "El Gordo y el Flaco"), quien con cada pequeña intervención insufla un soplo de aire fresco.
Su acerada crítica, tanto el estamento policial como a la prensa, es presentada sin demasiados matices, especialmente en lo que respecta a sus principales artífices, un agente del FBI y una periodista a cual más ambicioso (en spoilers, comentarios sobre la relación sexual que mantienen), que abusan descaradamente de su poder, lo que a la postre constituye la mayor rémora de la cinta.
Todos sus interpretes rayan a gran altura, especialmente su protagonista, un Paul Walter Hauser que no parecía el más adecuado, sobre todo después de sustituir a un Jonah Hill (que finalmente sólo ejerce como productor) que contaba con más argumentos interpretativos, renombre y popularidad incluidos.
En definitiva, una excelente y emotiva película que seguramente pasará a engrosar la considerable lista de obras mayores de su autor, la mejor en mucho tiempo. Pero le falta rematar esa confrontación genérica, recurrente en su filmografía, entre el individuo y las instituciones, identificar los resortes de ese infame y burdo abuso de poder cometido por la policía y la prensa.
La policía y los medios de comunicación, por contra, acaban percibiéndolo de un forma eminentemente negativa, como un hombre solitario, mediocre, que siempre se ha comportado con un exceso de celo cumpliendo las tristes obligaciones inherentes a los puestos de trabajo relacionados con la seguridad ciudadana que ha venido desempeñando a lo largo de su vida. Al que lejos de honrar o felicitar por haber salvado vidas en un atentado ocurrido en los Juegos Olímpicos de Atlanta, arrojan sin ningún miramiento en brazos de la siempre hambrienta morbosidad de la opinión pública al único abrigo de la sospecha de haber sido él mismo quien puso la bomba. Y todo sin pruebas de ningún tipo, simplemente porque le saltaban demasiadas costuras al entallado traje de superhéroe que en principio le concedieron, porque su mejor perfil era el de villano.
Esa es la historia que Eastwood nos cuenta, como casi siempre con su habitual limpieza, con una caligrafía impoluta, con su acostumbrada fiabilidad, de una manera fluida. Quizá sea su película más introspectiva. Trata de reflejar las emociones de Richard Jewell a través de su relación con su madre y, especialmente, con su peculiar abogado (trufada esta de un fino humor contenido), los infructuosos intentos de éste por elevar la autoestima de su representado para que consiga superar una acusada ingenuidad que le estaba perjudicando ante la policía. Eso es lo mejor de la película, junto a la secretaria del abogado (una Nina Arianda a la que vimos hace poco en la excelente "El Gordo y el Flaco"), quien con cada pequeña intervención insufla un soplo de aire fresco.
Su acerada crítica, tanto el estamento policial como a la prensa, es presentada sin demasiados matices, especialmente en lo que respecta a sus principales artífices, un agente del FBI y una periodista a cual más ambicioso (en spoilers, comentarios sobre la relación sexual que mantienen), que abusan descaradamente de su poder, lo que a la postre constituye la mayor rémora de la cinta.
Todos sus interpretes rayan a gran altura, especialmente su protagonista, un Paul Walter Hauser que no parecía el más adecuado, sobre todo después de sustituir a un Jonah Hill (que finalmente sólo ejerce como productor) que contaba con más argumentos interpretativos, renombre y popularidad incluidos.
En definitiva, una excelente y emotiva película que seguramente pasará a engrosar la considerable lista de obras mayores de su autor, la mejor en mucho tiempo. Pero le falta rematar esa confrontación genérica, recurrente en su filmografía, entre el individuo y las instituciones, identificar los resortes de ese infame y burdo abuso de poder cometido por la policía y la prensa.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
spoiler:
En cuanto a las criticas sobre el machismo de la cinta, sobre la relación sexual que mantienen el agente del FBI y la periodista (a la que Eastwood trata como una puta, según he llegado a leer), después de ver la película decaen por su propio peso. En primer lugar porque la relación sexual está latente desde su primer encuentro, antes del atentado, dónde ella coquetea abierta e indisimuladamente con él. Además, a nivel verbal, la relación se concreta después de que ella obtenga la información de que están investigando a Richard Jewel, por lo que no cabe interpretar que mantengan esa relación sexual como pago para obtener información, más bien como un extra a incluir en el paquete, algo que a ella le apetece.
Por otra parte, esa critica no supera la prueba del algodón, un simple cambio de roles entre los implicados. Si ocurriera al revés, si fuera una policía quien ofrece información reservada a cambio de sexo, también criticarían al director por machista, incluso con más motivo. Pero nadie critica ni criticaría al director o al personaje masculino por hacer lo que hace el femenino, por mantener relaciones sexuales a cambio de ofrecer u obtener información, porque en ese caso asistiríamos a un comportamiento sexual aceptado. Pero, por contra, si una mujer tiene ese mismo comportamiento sexual raya la prostitución en cuanto obtiene algún beneficio profesional o de cualquier clase. Ya va siendo hora de que en lo referente al sexo, ante la misma conducta se acepte o se critique por igual a hombres y mujeres, que se deje de considerar que las mujeres tienen que tener un comportamiento sexual más recatado, menos activo, que tengan que dejar de demostrar que no son merecedoras de quedar marcadas con la machista y denigrante etiqueta de "putas".
La crítica obedece más bien a una cuestión corporativa, de una prensa que tiene la piel demasiado fina, que no acepta que la censuren. O ideológica, que ya se sabe que Clint Eastwood siempre ha sido considerado por una parte de la prensa como un director de derechas, un director siempre sospechoso, que no merece el unánime reconocimiento del que actualmente goza su obra.
Por otra parte, esa critica no supera la prueba del algodón, un simple cambio de roles entre los implicados. Si ocurriera al revés, si fuera una policía quien ofrece información reservada a cambio de sexo, también criticarían al director por machista, incluso con más motivo. Pero nadie critica ni criticaría al director o al personaje masculino por hacer lo que hace el femenino, por mantener relaciones sexuales a cambio de ofrecer u obtener información, porque en ese caso asistiríamos a un comportamiento sexual aceptado. Pero, por contra, si una mujer tiene ese mismo comportamiento sexual raya la prostitución en cuanto obtiene algún beneficio profesional o de cualquier clase. Ya va siendo hora de que en lo referente al sexo, ante la misma conducta se acepte o se critique por igual a hombres y mujeres, que se deje de considerar que las mujeres tienen que tener un comportamiento sexual más recatado, menos activo, que tengan que dejar de demostrar que no son merecedoras de quedar marcadas con la machista y denigrante etiqueta de "putas".
La crítica obedece más bien a una cuestión corporativa, de una prensa que tiene la piel demasiado fina, que no acepta que la censuren. O ideológica, que ya se sabe que Clint Eastwood siempre ha sido considerado por una parte de la prensa como un director de derechas, un director siempre sospechoso, que no merece el unánime reconocimiento del que actualmente goza su obra.

7,2
48.791
8
2 de diciembre de 2019
2 de diciembre de 2019
216 de 239 usuarios han encontrado esta crítica útil
Entretenimiento de calidad, con una pléyade de excelentes actores, con un guión bien urdido, que sobrevuela la trama clásica de las novelas de Agatha Christie, que se sigue sin demasiada dificultad por más que contenga algún que otro doble tirabuzón; todo en un tono fresco, ligero,desenfadado.
Bien dirigida, con un ritmo cadencioso que deja respirar al espectador, pero al mismo tiempo con la conveniente agilidad. Con unos diálogos brillantes, no demasiado recargados, componiendo algunos aforismos que cualquier escritor de renombre firmaría, con un humor fino.
Una película que no te reporta más de lo que cabría esperar de las de su género, pero tampoco te ofrece menos de lo que promete, ya que está realizada con mimo, con artesanía, con buen gusto.
Por destacar, resulta sorprendente y gratificante la sobresaliente interpretación de Ana de Armas, que está a la altura de cualquiera de sus afamados compañeros de reparto. No palidece ante nadie, más bien al contrario, y brilla con luz propia.
Bien dirigida, con un ritmo cadencioso que deja respirar al espectador, pero al mismo tiempo con la conveniente agilidad. Con unos diálogos brillantes, no demasiado recargados, componiendo algunos aforismos que cualquier escritor de renombre firmaría, con un humor fino.
Una película que no te reporta más de lo que cabría esperar de las de su género, pero tampoco te ofrece menos de lo que promete, ya que está realizada con mimo, con artesanía, con buen gusto.
Por destacar, resulta sorprendente y gratificante la sobresaliente interpretación de Ana de Armas, que está a la altura de cualquiera de sus afamados compañeros de reparto. No palidece ante nadie, más bien al contrario, y brilla con luz propia.

5,8
17.536
5
11 de octubre de 2021
11 de octubre de 2021
315 de 452 usuarios han encontrado esta crítica útil
Parsimoniosa, flemática, incluso indolente, carente del brío, de la fuerza emocional que caracteriza su cine. Una película impropia del enorme talento que atesora Almodóvar, aunque se ve con interés gracias a su gran oficio, a su dominio del lenguaje, del medio cinematográfico. Y gracias a una extraordinaria Penélope Cruz, que parece imposible que saque adelante a un personaje tan vacío, tan contradictorio, tan disonante (ver spoilers).
Y la historia resulta increíble, además de disfuncional, con unos personajes que no saben ni quienes son ni hacia donde van. O peor aún, que caminan en dos direcciones contradictorias emocionalmente, que son una cosa y la contraria dos secuencias más adelante.
Poco más puedo decir sin spoilers (ahí me explayo), salvo que es una película (o más bien dos, porque parece un sandwich, que empieza y acaba con un tema metiendo otro distinto, el meollo, en medio) que le hace un flaco favor a la causa que defiende, por maniquea, porque se nutre de emociones negativas.
Y la historia resulta increíble, además de disfuncional, con unos personajes que no saben ni quienes son ni hacia donde van. O peor aún, que caminan en dos direcciones contradictorias emocionalmente, que son una cosa y la contraria dos secuencias más adelante.
Poco más puedo decir sin spoilers (ahí me explayo), salvo que es una película (o más bien dos, porque parece un sandwich, que empieza y acaba con un tema metiendo otro distinto, el meollo, en medio) que le hace un flaco favor a la causa que defiende, por maniquea, porque se nutre de emociones negativas.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
spoiler:
En cuanto al personaje de Penélope Cruz (la protagonista), parece increíble que no haga absolutamente nada después de saber que le han cambiado a su hija al nacer. Ni siquiera le pregunta por ella a la otra víctima del cambio cuando se la encuentra casualmente en la cafetería, algo que contradice todo lo que hemos visto antes de ese personaje. Tampoco parece lógico que la otra madre ni le comente que ha perdido a su hijo.
Resulta en extremo chocante que la protagonista, que se supone que le tiene un gran apego a un bebé que no es suyo, deje que su verdadera madre, su novia además, se lo lleve así sin más, sin oposición de ninguna clase. Eso no cabe en cabeza humana. En una de las últimas secuencias, cuando están todos en la fosa, esa madre (o quizá ex madre) apenas mira al bebé por el que renunció a su propia hija biológica, como si ya nada tuviera que ver con él. Y quizá lo más contradictorio sea que esa, en principio, amorosa madre no demuestra verdadero dolor al saber que su hija biológica ha fallecido. Muestra mucho más pesar por la muerte de sus antepasados que por el de su propia hija, de la que no conoce, ni pregunta, ni le interesa saber dónde está enterrada.
La relación lésbica se antoja impostada, artificial. La meten de sopetón, como si se le acabara de ocurrir durante el rodaje. Es fría, sin romanticismo, sin sutilezas, desprovista de sensualidad. La ruptura ni se molestan en explicarla.
Ideológicamente resulta capciosa. El personaje masculino, a diferencia de otros del universo Almodóvar, es un dechado de virtudes. Para empezar tiene más instinto materno que la propia madre: "no siento que sea mi hija, afirma". Además de dedicarse a tratar de encontrar la tumba de los desaparecidos en la guerra civil, cuida de su mujer enferma de cáncer. Y por pura honestidad le confiesa, en cuanto se cura, que la ha engañado. El resto de personajes masculinos, que ni siquiera aparecen en pantalla, son unos criminales: el padre de la chica es un desalmado que hizo todo lo posible por perjudicar su esposa (estupenda Aitana Sánchez-Gijón), que no se preocupaba de su hija, que la echó de casa en cuanto se enteró de que estaba embarazada. Y para colmo no denunció la violación que sufrió. También hay tres violadores en nuestros días, en contraste con la bondad que anidaban los que murieron en la guerra civil.
Al final se nos cuenta una historia de esa guerra, la de uno que una noche cavó su propia tumba a punta de pistola, pero al que dejaron marchar y aún así no se escapó al día siguiente siendo consciente de que lo asesinarían al caer la tarde (los psicópatas que finalmente lo mataron le dieron un día para que escapara, como es lógico), "por dignidad, por orgullo, por no dejar a su mujer y a sus hijos, según nos cuentan". Qué diferencia entre las víctimas del alzamiento y los hombres del presente, salvo los que tienen memoria histórica, que esos son de otra pasta.
Del mismo modo, no se explica que conozcamos tan poco del pasado reciente de la protagonista, más allá de que murieron sus padres y de que es fotógrafa, que casi sepamos más de sus abuelos que de ella misma. Es como si en consonancia con la facción ideológica que Almodóvar defiende, estos últimos 40 años de democracia no signifiquen nada, como si el presente le hubiera robado vida, su sitio, al pasado. La guerra no se ha acabado, se afirma en un momento dado, no terminará hasta que se encuentren a todos los desaparecidos. Ese parece el sentir del director, lo que quiere dejar claro, que al menos él sigue en guerra. En ese sentido, la cinta parece un panfleto ideológico que bebe de un rencor que acaba menoscabando el talento cinematográfico de su autor. Y no me refiero a la memoria histórica, al hecho totalmente comprensible de que todavía haya personas que sufren porque no saben donde están enterrados sus antepasados, sino a la utilización política que el director perpetra con esta torcitera cinta: un pastiche ideológico meta progresista.
Resulta en extremo chocante que la protagonista, que se supone que le tiene un gran apego a un bebé que no es suyo, deje que su verdadera madre, su novia además, se lo lleve así sin más, sin oposición de ninguna clase. Eso no cabe en cabeza humana. En una de las últimas secuencias, cuando están todos en la fosa, esa madre (o quizá ex madre) apenas mira al bebé por el que renunció a su propia hija biológica, como si ya nada tuviera que ver con él. Y quizá lo más contradictorio sea que esa, en principio, amorosa madre no demuestra verdadero dolor al saber que su hija biológica ha fallecido. Muestra mucho más pesar por la muerte de sus antepasados que por el de su propia hija, de la que no conoce, ni pregunta, ni le interesa saber dónde está enterrada.
La relación lésbica se antoja impostada, artificial. La meten de sopetón, como si se le acabara de ocurrir durante el rodaje. Es fría, sin romanticismo, sin sutilezas, desprovista de sensualidad. La ruptura ni se molestan en explicarla.
Ideológicamente resulta capciosa. El personaje masculino, a diferencia de otros del universo Almodóvar, es un dechado de virtudes. Para empezar tiene más instinto materno que la propia madre: "no siento que sea mi hija, afirma". Además de dedicarse a tratar de encontrar la tumba de los desaparecidos en la guerra civil, cuida de su mujer enferma de cáncer. Y por pura honestidad le confiesa, en cuanto se cura, que la ha engañado. El resto de personajes masculinos, que ni siquiera aparecen en pantalla, son unos criminales: el padre de la chica es un desalmado que hizo todo lo posible por perjudicar su esposa (estupenda Aitana Sánchez-Gijón), que no se preocupaba de su hija, que la echó de casa en cuanto se enteró de que estaba embarazada. Y para colmo no denunció la violación que sufrió. También hay tres violadores en nuestros días, en contraste con la bondad que anidaban los que murieron en la guerra civil.
Al final se nos cuenta una historia de esa guerra, la de uno que una noche cavó su propia tumba a punta de pistola, pero al que dejaron marchar y aún así no se escapó al día siguiente siendo consciente de que lo asesinarían al caer la tarde (los psicópatas que finalmente lo mataron le dieron un día para que escapara, como es lógico), "por dignidad, por orgullo, por no dejar a su mujer y a sus hijos, según nos cuentan". Qué diferencia entre las víctimas del alzamiento y los hombres del presente, salvo los que tienen memoria histórica, que esos son de otra pasta.
Del mismo modo, no se explica que conozcamos tan poco del pasado reciente de la protagonista, más allá de que murieron sus padres y de que es fotógrafa, que casi sepamos más de sus abuelos que de ella misma. Es como si en consonancia con la facción ideológica que Almodóvar defiende, estos últimos 40 años de democracia no signifiquen nada, como si el presente le hubiera robado vida, su sitio, al pasado. La guerra no se ha acabado, se afirma en un momento dado, no terminará hasta que se encuentren a todos los desaparecidos. Ese parece el sentir del director, lo que quiere dejar claro, que al menos él sigue en guerra. En ese sentido, la cinta parece un panfleto ideológico que bebe de un rencor que acaba menoscabando el talento cinematográfico de su autor. Y no me refiero a la memoria histórica, al hecho totalmente comprensible de que todavía haya personas que sufren porque no saben donde están enterrados sus antepasados, sino a la utilización política que el director perpetra con esta torcitera cinta: un pastiche ideológico meta progresista.

6,1
17.920
7
28 de febrero de 2020
28 de febrero de 2020
126 de 168 usuarios han encontrado esta crítica útil
Un thriller de cierta alcurnia, cargado de tensión, que te mantiene con ojo avizor tratando de detectar al hombre invisible, atento, expectante, comprometido con las vicisitudes que padece su heroína, excelentemente interpretada por una Elisabeth Moss tan brillante como de costumbre, que siempre dispone de un matiz más en su rostro o en su mirada.
Su trama es interesante y ágil, con momentos inesperados y de mucho impacto, aunque también resulta algo simple. Visualmente es sofisticada, con una fotografía muy nítida, que acompasa y resalta todo el desarrollo emocional de la protagonista: su inquietud, su angustia, su aislamiento, su imposibilidad de relajarse debido al gran conocimiento psicológico que atesora sobre su maltratador, sobre su desmedida obsesión. También resultan muy curiosas y logradas algunas escenas de acción, con una coreografía novedosa y singular.
Y por último, como un añadido extra a una comercial película de género, habría que destacar su posible lectura social, que denuncia la terrible situación que viven las mujeres maltratadas, obligadas a convivir con una realidad que sólo ellas alcanzan a vislumbrar. Establece (o esa impresión da) un claro paralelismo en ese sentido, manteniendo que para la sociedad en su conjunto (policía, servicios médicos o sociales,amigos, familia, etc.), el maltrato resulta invisible, que sin prestar la suficiente atención no se podrá detener la terrible amenaza que se cierne sobre esas mujeres, más presente y cierta de lo que parece.
En definitiva, una curiosa y entretenida película que ofrece una versión muy particular de la famosa novela de H.G. Wells en la que se basa.
Su trama es interesante y ágil, con momentos inesperados y de mucho impacto, aunque también resulta algo simple. Visualmente es sofisticada, con una fotografía muy nítida, que acompasa y resalta todo el desarrollo emocional de la protagonista: su inquietud, su angustia, su aislamiento, su imposibilidad de relajarse debido al gran conocimiento psicológico que atesora sobre su maltratador, sobre su desmedida obsesión. También resultan muy curiosas y logradas algunas escenas de acción, con una coreografía novedosa y singular.
Y por último, como un añadido extra a una comercial película de género, habría que destacar su posible lectura social, que denuncia la terrible situación que viven las mujeres maltratadas, obligadas a convivir con una realidad que sólo ellas alcanzan a vislumbrar. Establece (o esa impresión da) un claro paralelismo en ese sentido, manteniendo que para la sociedad en su conjunto (policía, servicios médicos o sociales,amigos, familia, etc.), el maltrato resulta invisible, que sin prestar la suficiente atención no se podrá detener la terrible amenaza que se cierne sobre esas mujeres, más presente y cierta de lo que parece.
En definitiva, una curiosa y entretenida película que ofrece una versión muy particular de la famosa novela de H.G. Wells en la que se basa.

5,1
2.081
3
16 de septiembre de 2019
16 de septiembre de 2019
90 de 103 usuarios han encontrado esta crítica útil
Parece un delirio, la típica pesadilla de una noche con gripe y 40 grados de fiebre. Después de los 15-20 primeros minutos todo se torna confuso, desestructurado, incoherente: la trama, los personajes, las situaciones, incluso los diálogos, que no son tales durante toda la película, que más bien son monólogos mal enfatizados.
No hay manera de situar geográficamente al "maqui" que huye, si se dirige hacia la frontera o si vuelve hacia el pueblo. Y los que le persiguen cambian en cada secuencia, ahora es un pelotón numeroso, luego dos o tres, unas veces están unos mandos militares y en la siguiente otros. Normalmente lo encuentran sin aparente dificultad, de buenas a primeras, pero aún así continúan interrogando a su amigo detenido, como si nunca hubieran tenido contacto con el perseguido, como si su compañero tuviera alguna manera de saber por donde va. Toda esta parte de la trama atenta contra la más mínima lógica.
Cada secuencia está desconectada de la anterior, como si estuvieran inspiradas en películas totalmente distintas. Esa es la única manera de entender al personaje de "la rusa", que parece recién salida del rodaje de "Enemigo a las puertas" (una película sobre el asedio nazi a Stalingrado), o de "Malditos bastardos", pero para seguir comportándose exactamente igual que en dichas cintas. O peor aún, que por momentos aparenta que salta de género y actúa como un cazarrecompensas en un spaghetti western de lo más truculento. Un anacronismo en todos los sentidos, lo mismo que las secuencias en las que aparece el lobo, que también sugieren que se ha escapado de otra película. Y se muere a manos de quien menos se espera y de la manera más ilógica posible, casi sin sentido. En definitiva, que no funciona ni como película de género ni como producto ideológico ni de ninguna otra manera.
En cuanto a los actores, parece que han rodado con el compañero con el que han coincidido, que da la impresión de que todos no han estado al mismo tiempo en el rodaje, que de otra forma es complicado entender un guion y un montaje tan disfuncionales. Antonio Dechent, que puede hacer de pérfido y vil franquista como nadie, tiene los 5 minutos más intrascendentes y vacíos que le recuerdo.
Me cuesta entender que se haya estrenado en las salas de cine, que pocas veces he discrepado tanto de las críticas de los profesionales o de las opiniones de los usuarios. Eso sí, como he leído por ahí, técnicamente es buena, incluso algunas secuencias están rodadas con mucha originalidad, como alguna persecución a caballo. Además, tiene una excelente fotografía, muy pulcra. Hay trabajo, puede que talento, pero casi nada se ha conjugado con un mínimo de sentido común. Una película febril.
No hay manera de situar geográficamente al "maqui" que huye, si se dirige hacia la frontera o si vuelve hacia el pueblo. Y los que le persiguen cambian en cada secuencia, ahora es un pelotón numeroso, luego dos o tres, unas veces están unos mandos militares y en la siguiente otros. Normalmente lo encuentran sin aparente dificultad, de buenas a primeras, pero aún así continúan interrogando a su amigo detenido, como si nunca hubieran tenido contacto con el perseguido, como si su compañero tuviera alguna manera de saber por donde va. Toda esta parte de la trama atenta contra la más mínima lógica.
Cada secuencia está desconectada de la anterior, como si estuvieran inspiradas en películas totalmente distintas. Esa es la única manera de entender al personaje de "la rusa", que parece recién salida del rodaje de "Enemigo a las puertas" (una película sobre el asedio nazi a Stalingrado), o de "Malditos bastardos", pero para seguir comportándose exactamente igual que en dichas cintas. O peor aún, que por momentos aparenta que salta de género y actúa como un cazarrecompensas en un spaghetti western de lo más truculento. Un anacronismo en todos los sentidos, lo mismo que las secuencias en las que aparece el lobo, que también sugieren que se ha escapado de otra película. Y se muere a manos de quien menos se espera y de la manera más ilógica posible, casi sin sentido. En definitiva, que no funciona ni como película de género ni como producto ideológico ni de ninguna otra manera.
En cuanto a los actores, parece que han rodado con el compañero con el que han coincidido, que da la impresión de que todos no han estado al mismo tiempo en el rodaje, que de otra forma es complicado entender un guion y un montaje tan disfuncionales. Antonio Dechent, que puede hacer de pérfido y vil franquista como nadie, tiene los 5 minutos más intrascendentes y vacíos que le recuerdo.
Me cuesta entender que se haya estrenado en las salas de cine, que pocas veces he discrepado tanto de las críticas de los profesionales o de las opiniones de los usuarios. Eso sí, como he leído por ahí, técnicamente es buena, incluso algunas secuencias están rodadas con mucha originalidad, como alguna persecución a caballo. Además, tiene una excelente fotografía, muy pulcra. Hay trabajo, puede que talento, pero casi nada se ha conjugado con un mínimo de sentido común. Una película febril.
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