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Críticas 9
Críticas ordenadas por utilidad
Críticas ordenadas por utilidad
6
6 de enero de 2025
15 de 22 usuarios han encontrado esta crítica útil
Antes de elevar a categoría de culto Los años nuevos de Rodrigo Sorogoyen, la serie de las navidades pero de la que nadie se acordará en carnavales, me gustaría hacer unas humildes consideraciones antes de que me las plagie Carlos Boyero:

i) Los años nuevos no es una obra cumbre, ni la serie del año, ni un agudo retrato de la generación millenial. El éxito de la serie radica única y exclusivamente en que al público le fascina el morbo y el culebrón. La serie es una revisión con aires intelectuales de Al salir de clase, Compañeros o Nada es para siempre. Si el espectador tiene ansiedad por ver el siguiente capítulo es porque el argumento concentra la intriga en los dos últimos minutos, no porque haya diálogos profundos o alguna escena medianamente memorable.

ii) Los personajes son unos plastas de mucho cuidado. Ella es una vivalavida de familia bien que quiere irse al extranjero, pero conservar su vida aquí; que quiere tener una pareja formal, pero ir de libre; que quiere tener hijos, pero sin asumir responsabilidades; que lo quiere todo sin tener claro nada. Chica, qué no se puede todo, ¡qué hay que elegir! Él es un arrastrado, de los que les gusta complacer para cocer el reproche, que a medida que avanza la serie se propone reventar sus niveles de patetismo.

iii) Por si no quedara claro que el protagonista carece de autoestima —achacado al divorcio de sus padres— la serie enfatiza este hecho cada cinco minutos. No hay lugar para que el espectador saque sus propias conclusiones, no vaya a ser que crea que todo deriva de un problema de elefantiasis o una abducción alienígena.

iv) Los años nuevos demuestra de manera brillante que el problema no son las drogas, sino que la mayoría de veces quienes se acercan a ellas y las consumen son unos tontacos de mucho cuidado.

v) Gran parte de los conflictos son fruto del exceso de intensidad. Hay una cosa que se llama saber estar. Sería conveniente convocar manifestaciones para reivindicarlo antes de que se extingua y quedemos a merced del Lexatin mezclado con helado de fresa.

vi) Si Benjamín Prado es insufrible en la vida real, su faceta como actor interpretándose a sí mismo traspasa cualquier límite. Espero, sin embargo, que Rodrigo Sorogoyen tenga a bien dedicarle todo un spin-off de veinte horas titulado El poeta que prometió la luna, en el que Benjamín Prado rememore en verso todo lo que pudo ser y no fue a una botella de vino.

vii) Vista la serie, es urgente que el Parlamento afronte una ley de rupturas para que cuando una pareja se rompa sus miembros se tatúen sobre el brazo derecho «Contigo nunca más, bisho».
Patria y vida
Documental
Estados Unidos2023
5,3
170
Documental, Intervenciones de: Yotuel, Beatriz Luengo, Gloria Estefan ...
3
3 de febrero de 2025
8 de 14 usuarios han encontrado esta crítica útil
Mientras media España seguía, como si la vida le fuera en ello, la elección del representante de Eurovisión, me decanté por pegarle un visionado al documental Patria y vida. Es inaudito que tras el aterrizaje interesado que le brindaron los medios de comunicación occidentales, su repercusión se haya circunscrito a la nada. Quizá su insulsez y su constante tergiversación tenga algo que ver. El caso es que tras cosechar un éxito arrollador con la canción ‘Patria y vida’, Yotuel Romero y Beatriz Luengo han querido estirar el chicle con la publicación de un documental de título homónimo. Aprovechando la impunidad que ofrece el drama real, el relato introduce una serie de licencias que cabría matizar:

i) Yotuel insiste en la idea de que jamás le invitaron a tocar en Cuba en su época de Orishas. Se olvida del festival Músicos por la Paz en 2009 donde actúo en la mismísima Plaza de la Revolución bajo la atenta mirada de varios centenares de miles de cubanos, entre ellos Fidel Castro. Parte de la actuación anda por YouTube, así como una presentación por todo lo alto de su disco Gourmet. De hecho, el cantante se ha pavoneado cientos de veces con la anécdota de que ‘el Comandante’ comparara a Orishas con los guerrilleros que hicieron la Revolución. Debe ser cosa de una amnesia que no se puede tratar en la tierra de la libertad que tanto venera Yotuel.

ii) Llama la atención que se repare tanto en la biografía de Orishas y su contribución al panorama musical de dentro y fuera de la Isla. Sin embargo, sus colegas de formación, Ruzzo y Roldán, no han querido participar en el documental. Evidentemente, no le interesa a Yotuel que quienes le conocen bien revienten su relato.

iii) Además de Orishas, Yotuel se dio a conocer en España gracias a su papel en UPA Dance. Su nivel era pésimo y su carrera actoral apenas se ha prodigado después. No obstante, en ‘Patria y vida’ se redime con unos testimonios entrecortados y sollozos que, aun forzados, dejan apreciar que estamos frente a un actor de método: el de la vergüenza ajena.

iv) Para impulsar su éxito, Yotuel envuelve en su proyecto a algún preso político como Maykel Osorbo. De hecho se desarrolla una pequeña trama mediante vídeos caseros en que el preso se escapa de la policía con unos grilletes en la mano. Se afirma que Osorbo está detenido por sus ideas disidentes y sus letras contra el régimen cubano, lo que supone un gran escándalo. Sorprende la indignación selectiva: al parecer, la persecución de artistas solo es escandalosa cuando ocurre a 90 millas de Miami.

v) Es emocionante contemplar el nivel de implicación de Beatriz Luengo, directora del documental y mujer de Yotuel. Tal es su compromiso que adopta un desconcertante acento cubano, como si fuera una cortadora de habanos de Viñales. Hay que hacer auténticas cabriolas para burlar el bochorno más absoluto al evocar como ingeniaron en su cocina de Miami el lema ‘Patria y vida’, a la altura en complejidad, según ellos, de la teoría de la relatividad o de El Quijote. Pulula la tentación de comparar la figura de Yotuel con la de Celia Cruz. También Beatriz Luengo se descabalga con una cita lapidaria que aún me cuesta creer que la pueda decir en serio: «Es la primera vez en la historia de la humanidad que una canción inicia una protesta».

vi) Dentro del discurso de la represión cubana sale el nombre de Dina Stars, una activista que fue detenida mientras compartía intervención televisiva junto a Yotuel. Se habla de ella como ejemplo de que el Régimen encarcela a menores de edad. Lástima que la chica tuviera por entonces 25 años, en lo que debe ser el enésimo descuido de documentación.

vii) El documental trata de hacer creer que la canción ‘Patria y vida’ fue el detonante de las protestas que hubo en Cuba incitadas por el Movimiento San Isidro en julio de 2021. Cierto es que se convirtió en símbolo de aquellas marchas, gracias en gran medida a la torpeza de la autoridad cubana. La idea de provocar una insurrección con canciones y posts de Instagram solo puede ser ensoñada por alguna clase de demente. Sin embargo, el documental, de forma inconsciente, acaba enseñando lo que verdaderamente le importa a Yotuel y a sus secuaces: la fama y lo que ella conlleva. Una fama con forma de Grammy Latino. En el fondo, 'Patria y Vida' logra su propósito: demostrar que con un buen marketing, hasta la lucha por la libertad puede convertirse en un producto de exportación.
31 de marzo de 2025 3 de 5 usuarios han encontrado esta crítica útil
Juro que me resistí, pero finalmente he sucumbido a la visualización de Adolescence. Al final es un rollo estar muerto en vida. Y tras desperdiciar cerca de cuatro horas, aquí van mis sesudas impresiones antes de que me las plagie Carlos Boyero:

i) Adolescence engancha, sí. Pero eso no la hace una obra maestra. También engullo las patatas fritas a la vinagreta de Hacendado con ansia y eso no las convierte en un manjar. De hecho, es una vergüenza que no las prohíban.

ii) La serie deja claro que algo huele muy mal en los institutos. Literalmente. Adolescentes con aroma a ajo, curri, flujos revenidos y desodorante barato. Profesores que han renunciado a la higiene personal, emocional e intelectual. Tulipán Negro, ¿a qué esperas para intervenir?

iii) Jamie es culpable, pero solo de ser insufrible y de perder la fuerza por la boca y el teclado. Todos sabemos que con un cuchillo en la mano se lo acabaría clavando. Sobra cualquier investigación policial.

iv) Los policías de la serie son insufribles. Van de héroes y salvadores de la sociedad, cuando pecan exactamente de lo que la serie trata de poner de relevancia: popularidad, casito, medallas y patatas fritas.

v) La actuación de los padres de Jamie pone de manifiesto la necesidad de un carné para ser padre. Es un análisis simplón, pero en el fondo cierto. Los Estados han de plantearse una prueba similar a la oposición para notario. Si nadie aprueba y nos extinguimos, nos hacemos un favor.

vi) El gran truco de la serie: la equidistancia. Dejar agujeros en el guion para que el espectador construya su versión y así alabar lo respetuosa que es con todas las sensibilidades e inundar RRSS. No seamos ingenuos, con esta técnica Ana y los Siete miraría a los ojos a Breaking Bad.

vii) Adolescence se estrena justo cuando la Comunidad de Madrid prohíbe el uso de tecnologías en las aulas. Coincidencia, seguro. Lo que ya no es coincidencia es que Ayuso y su equipo no hayan puesto el logo de la CAM en los créditos. Por cierto, su gobierno adora incluir en los menús escolares patatas fritas a la vinagreta. Blanco y en botella.
6 de enero de 2025 1 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
Me encontraba tumbado en el sofá tratando de teletransportarme a la cama, cuando ea televisión emitió una sucesión de imágenes de La Habana. Las vistas del Malecón y la Habana Vieja despertaron recuerdos que me hipnotizaron. Se trataba de Esta ambición desmedida, la docuserie sobre la figura de C Tangana. Sin atisbo de teletransportación a la cama y sin que haya mayor aportación cubana, me tragué los tres capítulos que componen la apuesta. Antes de que Boyero me las plagie, comparto algunas reflexiones:

i) Es probable que la serie haya logrado un hito en el campo de los documentales musicales: proponerse el objetivo de vanagloriar a su protagonista y acabar presentándolo como un auténtico cretino y un engreído redomado.

ii) Hay una escena donde Pucho -a los cinco minutos del documental es como si fuera colega de toda la vida- trata de filosofar sobre el concepto de trascendencia. Entonces el cantante lanza un speech con el que piensa que es la reencarnación de Friedrich Nietzsche. Lástima que el sujeto apenas sepa hilar dos frases con sentido y se acabe perdiendo en una maraña de frases vacías ante el bochorno indisimulable de su séquito. Se intuye que el montador del documental era un chimpancé borracho y se le pasó eliminar la escena.

iii) No había escuchado El madrileño, último disco de Tangana, más allá de las canciones que ha escuchado toda la civilización humana. No me despertaba ningún interés. Me alegra que el visionado del documental no me haya generado ninguna curiosidad de escucharlo. Sé que tarde o temprano la salud de mis oídos me lo agradecerán.

iv) En las entrevistas a su crew y amigos tratan de ensalzar la figura de Pucho como un artista erúdito. Luego llega su madre y dice que el muchacho no sabe hacerse ni la cama medio en condiciones y que hace poco aprendió a atarse las cordoneras. Se demuestra que tenemos habilidades inservibles para atiborrarnos de las tan ansiadas mieles del éxito.

v) La parte musical del documental está protagonizada por versiones de Estopa, Ray Heredia y otras coplas flamencas, en las que C Tangana cede el protagonismo a su nutrido coro calé con el pretexto de que «este cantate tan aclamado no sabe cantar». Se intuye que un concierto de Pucho es una verbena estival con luces para encargar carros de ataques epilépticos y que sus espectadores lo fliparían fuerte en las fiestas de Matalascañas.

vi) Hay una escena final donde C Tangana pide disculpas por sus ínfulas de artista y por haberse comportado como un niñato. Todos los miembros de su equipo lloran, probablemente en una actuación tan convincente que haya sido justificación para la nominación a los Goya. Si no es por este motivo, por amiguismo o por el bajo nivel de la escena de documentales, no se explica que Pucho se haya quedado a las puertas de marcarse un J.A. Bayona.

vii) Para revolucionarios Mocedades y no daban semejante chapa.
6 de enero de 2025 Sé el primero en valorar esta crítica
Tras leer las insistentes recomendaciones de una estrella emergente de la literatura, decidí visionar La peor persona del mundo. Actualmente está alojada gratuitamente en RTVE Play -probablemente la mejor plataforma de streaming del mundo-. Por lo que se deduce de su crítica, a Boyero le encantó, por eso me veo en la obligación de matizar algunos puntos:

i) Los expertos califican a la película de generacional por abordar temas jamás tratados en el cine como la existencia humana, el modelo de relaciones sentimentales, la familia y la maternidad con el prisma actual. Lo hace enlazando una narración que salta con las crecientes dudas de Julie, su protagonista. Cuando la película comienza a tener visos de ser rompedora, la narración se diluye en recursos fáciles como los cuernos, una enfermedad terminal y un aborto espontáneo. Los programadores de Antena3 se están frotando las manos pues por fin van a poder ofrecer una película de sobremesa medianamente digna.

ii) Se agradece que la película venga acompañada por la voz de una narradora y una división en capítulos, así como diciéndole al espectador «A ver, mangurrián, que esto es largometraje para intelectuales».

iii) Julie sigue la típica estrategia de ir «de liana en liana», es decir que cuando una relación no le funciona salta a una nueva con la ilusión de no repetir errores pasados. Cuando la nueva esperanza se resquebraja, relativiza los problemas pasados, pero ya no puede saltar a la liana anterior y busca una nueva. No la juzgo, pero chica, búscate al menos un chico guapo, porque los de esta película son dos feos de bandera. Bueno sí, voy a juzgarla: Julie, cariño si no te aguantas ni tú, va a venir Superman a aguantarte.

iv) La peor persona del mundo se ambienta en Noruega. Queda a las claras que los noruegos son muy suyos. Ya que la película tenía visos de internazionalizarse, podrían haber introducido un par de horas de contexto social, histórico y económico sobre Noruega. Por ejemplo, un documental sobre la pesca del salmón noruego.

v) De repente a Julie le da por jugar a ser escritora -como si no fuéramos pocos-. Su novio lee una historia desechada en la basura y alaba su talento. Esta se enfada y le recrimina su falta de formación en literatura ¿Y ella? No queda clara su gusto por los libros. Yo, humildemente, hubiera introducido una escena de media hora donde se viera a Julie leyendo ‘Guerra y paz’ y discutiendo su interpretación con la almohada.

vi) Julie se cuela en la celebración de una boda y a nadie parece molestarle. De hecho, viendo que su heroicidad pasa desapercibida, lo confiesa y un tipo le ríe las gracias. No es difícil adivinar el destino para un noruego feo haciéndose el gracioso con estas tretas. En este sentido hay que gritarlo: «ni machismo, ni feminismo, igualdad para colarse en las bodas».

vii) Menos salmones, Caperucita, que el salmón noruego viene de China.
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