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8,2
150.709
9
11 de mayo de 2025
11 de mayo de 2025
2 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
El resplandor, dirigida por Stanley Kubrick y basada libremente en la novela de Stephen King, es mucho más que una película de terror: es una experiencia psicológica intensa, perturbadora y visualmente hipnótica. Desde sus primeros minutos, el film nos sumerge en una atmósfera densa, opresiva, donde cada pasillo, cada mirada, cada silencio contribuye a un clima de creciente locura.
Kubrick demuestra un dominio absoluto del lenguaje cinematográfico, utilizando encuadres simétricos, movimientos de cámara fluidos y una banda sonora escalofriante para transformar el Overlook Hotel en un personaje más: un laberinto físico y mental que devora lentamente a sus habitantes. Jack Nicholson está absolutamente magnético como Jack Torrance, en una interpretación que, aunque desbordada por momentos, es icónica y totalmente coherente con el deterioro psicológico que atraviesa el personaje.
La ambigüedad narrativa es otro de los grandes aciertos del film. El resplandor nunca da respuestas fáciles: juega con lo sobrenatural, pero también con la enfermedad mental, dejando que el espectador decida qué está viendo realmente. Shelley Duvall, en el papel de Wendy, aporta una fragilidad tan real que duele, y el joven Danny Lloyd logra transmitir un terror genuino sin caer en clichés.
El resplandor es una obra maestra del cine de terror psicológico. Una experiencia sensorial y mental que se queda grabada no por los sustos, sino por su atmósfera, su ambigüedad y su poderosa imaginería. Es una película que no solo se ve: se siente, se piensa y, sobre todo, se recuerda.
Kubrick demuestra un dominio absoluto del lenguaje cinematográfico, utilizando encuadres simétricos, movimientos de cámara fluidos y una banda sonora escalofriante para transformar el Overlook Hotel en un personaje más: un laberinto físico y mental que devora lentamente a sus habitantes. Jack Nicholson está absolutamente magnético como Jack Torrance, en una interpretación que, aunque desbordada por momentos, es icónica y totalmente coherente con el deterioro psicológico que atraviesa el personaje.
La ambigüedad narrativa es otro de los grandes aciertos del film. El resplandor nunca da respuestas fáciles: juega con lo sobrenatural, pero también con la enfermedad mental, dejando que el espectador decida qué está viendo realmente. Shelley Duvall, en el papel de Wendy, aporta una fragilidad tan real que duele, y el joven Danny Lloyd logra transmitir un terror genuino sin caer en clichés.
El resplandor es una obra maestra del cine de terror psicológico. Una experiencia sensorial y mental que se queda grabada no por los sustos, sino por su atmósfera, su ambigüedad y su poderosa imaginería. Es una película que no solo se ve: se siente, se piensa y, sobre todo, se recuerda.

8,6
172.094
9
11 de mayo de 2025
11 de mayo de 2025
2 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
Cadena perpetua, dirigida por Frank Darabont y basada en un relato corto de Stephen King, es una de esas películas que consiguen emocionar sin caer en sentimentalismos baratos. Con una narrativa pausada pero profundamente humana, la historia de Andy Dufresne y su paso por la prisión de Shawshank es una oda a la esperanza, la resistencia y la redención.
Tim Robbins encarna a Andy con una mezcla de serenidad, misterio e inteligencia que convierte a su personaje en una figura casi mítica. Pero es Morgan Freeman, en el papel de Red, quien aporta la voz y el alma de la película. Su narración cálida, reflexiva y honesta actúa como un puente emocional que guía al espectador a través de los años, los muros y las pequeñas grandes historias que hacen de Shawshank un universo en sí mismo.
El guion brilla por su estructura impecable, capaz de mantener el interés incluso cuando aparentemente "no pasa nada". Cada escena, cada personaje secundario, tiene un propósito y construye un mundo que se siente real, tangible. La fotografía y la música, sin ser especialmente llamativas, cumplen su función de forma elegante y discreta, reforzando el tono sobrio pero esperanzador del relato.
Cadena perpetua es, en definitiva, una obra profundamente humana que logra conmover sin caer en el dramatismo exagerado. Una historia sobre la luz al final del túnel, contada con honestidad y cariño por el cine. Una película que, como las mejores, se queda contigo mucho tiempo después de haberla visto.
Tim Robbins encarna a Andy con una mezcla de serenidad, misterio e inteligencia que convierte a su personaje en una figura casi mítica. Pero es Morgan Freeman, en el papel de Red, quien aporta la voz y el alma de la película. Su narración cálida, reflexiva y honesta actúa como un puente emocional que guía al espectador a través de los años, los muros y las pequeñas grandes historias que hacen de Shawshank un universo en sí mismo.
El guion brilla por su estructura impecable, capaz de mantener el interés incluso cuando aparentemente "no pasa nada". Cada escena, cada personaje secundario, tiene un propósito y construye un mundo que se siente real, tangible. La fotografía y la música, sin ser especialmente llamativas, cumplen su función de forma elegante y discreta, reforzando el tono sobrio pero esperanzador del relato.
Cadena perpetua es, en definitiva, una obra profundamente humana que logra conmover sin caer en el dramatismo exagerado. Una historia sobre la luz al final del túnel, contada con honestidad y cariño por el cine. Una película que, como las mejores, se queda contigo mucho tiempo después de haberla visto.

8,1
122.760
9
11 de mayo de 2025
11 de mayo de 2025
1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
Taxi Driver, dirigida por Martin Scorsese y protagonizada por un descomunal Robert De Niro, es una de esas películas que dejan huella mucho después de que terminan los créditos. Ambientada en un Nueva York oscuro, decadente y casi irrespirable, la historia sigue a Travis Bickle, un exmarine solitario cuya desconexión con la sociedad lo arrastra hacia una espiral de alienación, violencia y redención confusa.
Lo que más me impactó fue la manera en que la película construye el descenso psicológico de Travis. A través de su mirada y sus monólogos internos, se percibe una tensión constante entre el deseo de pertenecer y el impulso destructor. La dirección de Scorsese es brillante: sutil cuando debe serlo, cruda cuando la historia lo exige, y siempre con una atmósfera cargada de incomodidad que funciona como un personaje más.
De Niro está monumental. Su actuación es incómodamente creíble, especialmente en escenas icónicas como la del espejo ("You talkin' to me?"), que encapsulan tanto el desequilibrio como la desesperación del personaje. La música de Bernard Herrmann, con su mezcla de jazz melancólico y notas perturbadoras, es el complemento perfecto para ese Nueva York corrupto que parece no ofrecer escapatoria.
Le doy un 9 sobre 10 porque, aunque la considero casi perfecta, hay momentos donde el ritmo se ralentiza en exceso, y ciertas decisiones narrativas —especialmente hacia el final— pueden dejar a algunos espectadores preguntándose si han presenciado una redención o una ironía brutal. Pero esa ambigüedad, lejos de restarle valor, es también parte de lo que hace que la película resuene y genere debate tantos años después.
Taxi Driver no solo es un retrato psicológico poderoso, sino una obra que invita a mirar de frente la soledad urbana y la fragilidad mental que puede surgir de una sociedad desconectada. Una joya del cine que se merece cada elogio que ha recibido.
Lo que más me impactó fue la manera en que la película construye el descenso psicológico de Travis. A través de su mirada y sus monólogos internos, se percibe una tensión constante entre el deseo de pertenecer y el impulso destructor. La dirección de Scorsese es brillante: sutil cuando debe serlo, cruda cuando la historia lo exige, y siempre con una atmósfera cargada de incomodidad que funciona como un personaje más.
De Niro está monumental. Su actuación es incómodamente creíble, especialmente en escenas icónicas como la del espejo ("You talkin' to me?"), que encapsulan tanto el desequilibrio como la desesperación del personaje. La música de Bernard Herrmann, con su mezcla de jazz melancólico y notas perturbadoras, es el complemento perfecto para ese Nueva York corrupto que parece no ofrecer escapatoria.
Le doy un 9 sobre 10 porque, aunque la considero casi perfecta, hay momentos donde el ritmo se ralentiza en exceso, y ciertas decisiones narrativas —especialmente hacia el final— pueden dejar a algunos espectadores preguntándose si han presenciado una redención o una ironía brutal. Pero esa ambigüedad, lejos de restarle valor, es también parte de lo que hace que la película resuene y genere debate tantos años después.
Taxi Driver no solo es un retrato psicológico poderoso, sino una obra que invita a mirar de frente la soledad urbana y la fragilidad mental que puede surgir de una sociedad desconectada. Una joya del cine que se merece cada elogio que ha recibido.
11 de mayo de 2025
11 de mayo de 2025
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El club de los poetas muertos, dirigida por Peter Weir y protagonizada por un inolvidable Robin Williams, es una de esas películas que trascienden la pantalla y tocan algo profundo en el espectador. Ambientada en un colegio elitista y conservador de finales de los años 50, la película plantea un enfrentamiento entre tradición y libertad individual, entre obedecer y atreverse a pensar por uno mismo. Y lo hace con sensibilidad, inteligencia y un profundo respeto por la emoción.
Robin Williams, en uno de sus papeles más emblemáticos, interpreta al profesor Keating con una mezcla de calidez, carisma y ternura. Su enseñanza no se basa en fórmulas ni en dogmas, sino en la pasión por el conocimiento, la vida y la poesía como forma de despertar conciencias. Su lema —“Carpe diem”— no es solo un eslogan inspirador, sino un grito contra la pasividad, el miedo y la mediocridad.
La película destaca por cómo trata temas universales como la juventud, la presión familiar, la identidad y el valor de elegir el propio camino. Aunque a veces se permite ciertas licencias dramáticas que rozan lo idealizado, lo compensa con un desarrollo de personajes que se siente auténtico, especialmente en los jóvenes alumnos que, de forma progresiva, van despertando a una nueva forma de ver el mundo.
El club de los poetas muertos es una película que no solo se ve, sino que se recuerda. Una invitación a vivir con intensidad, a cuestionar lo establecido y a encontrar nuestra propia voz en un mundo que muchas veces prefiere que callemos. Una obra profundamente humana y emotiva, que sigue siendo tan necesaria hoy como lo fue en su momento.
Robin Williams, en uno de sus papeles más emblemáticos, interpreta al profesor Keating con una mezcla de calidez, carisma y ternura. Su enseñanza no se basa en fórmulas ni en dogmas, sino en la pasión por el conocimiento, la vida y la poesía como forma de despertar conciencias. Su lema —“Carpe diem”— no es solo un eslogan inspirador, sino un grito contra la pasividad, el miedo y la mediocridad.
La película destaca por cómo trata temas universales como la juventud, la presión familiar, la identidad y el valor de elegir el propio camino. Aunque a veces se permite ciertas licencias dramáticas que rozan lo idealizado, lo compensa con un desarrollo de personajes que se siente auténtico, especialmente en los jóvenes alumnos que, de forma progresiva, van despertando a una nueva forma de ver el mundo.
El club de los poetas muertos es una película que no solo se ve, sino que se recuerda. Una invitación a vivir con intensidad, a cuestionar lo establecido y a encontrar nuestra propia voz en un mundo que muchas veces prefiere que callemos. Una obra profundamente humana y emotiva, que sigue siendo tan necesaria hoy como lo fue en su momento.
9
11 de mayo de 2025
11 de mayo de 2025
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Oldboy, dirigida por Park Chan-wook, es una experiencia cinematográfica intensa, visceral y profundamente perturbadora. Más que un simple thriller de venganza, la película coreana explora las zonas más oscuras del alma humana, enfrentando al espectador con preguntas incómodas sobre culpa, castigo y la fragilidad de la identidad.
Desde su impactante arranque —con un hombre encerrado sin explicación durante 15 años— hasta su desenlace desgarrador, Oldboy mantiene un equilibrio admirable entre la brutalidad y la poesía. La dirección de Park es hipnótica, con una estética muy cuidada, composiciones visuales precisas y una narrativa fragmentada que potencia el misterio sin perder claridad. La ya mítica escena del pasillo, rodada en un solo plano secuencia lateral, es solo un ejemplo del dominio técnico que exhibe el filme.
Choi Min-sik ofrece una interpretación absolutamente demoledora como Oh Dae-su: su transformación física, emocional y moral a lo largo de la película es tan creíble como devastadora. A medida que su búsqueda de venganza avanza, descubrimos que esta historia no es unidireccional; hay una simetría cruel en el juego que se va revelando lentamente, con una construcción dramática que no da tregua.
Oldboy es una obra poderosa y provocadora, una historia de venganza llevada hasta sus consecuencias más extremas, que se atreve a cruzar todos los límites narrativos y morales. Es cine que no busca complacer, sino golpear; que no olvida que el dolor, a veces, es inseparable de la belleza.
Desde su impactante arranque —con un hombre encerrado sin explicación durante 15 años— hasta su desenlace desgarrador, Oldboy mantiene un equilibrio admirable entre la brutalidad y la poesía. La dirección de Park es hipnótica, con una estética muy cuidada, composiciones visuales precisas y una narrativa fragmentada que potencia el misterio sin perder claridad. La ya mítica escena del pasillo, rodada en un solo plano secuencia lateral, es solo un ejemplo del dominio técnico que exhibe el filme.
Choi Min-sik ofrece una interpretación absolutamente demoledora como Oh Dae-su: su transformación física, emocional y moral a lo largo de la película es tan creíble como devastadora. A medida que su búsqueda de venganza avanza, descubrimos que esta historia no es unidireccional; hay una simetría cruel en el juego que se va revelando lentamente, con una construcción dramática que no da tregua.
Oldboy es una obra poderosa y provocadora, una historia de venganza llevada hasta sus consecuencias más extremas, que se atreve a cruzar todos los límites narrativos y morales. Es cine que no busca complacer, sino golpear; que no olvida que el dolor, a veces, es inseparable de la belleza.
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