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9
9 de febrero de 2016
9 de febrero de 2016
4 de 4 usuarios han encontrado esta crítica útil
En la época actual, ya nada nos sorprende. Es incuestionablemente difícil concebir argumentos netamente originales, crear escenas nunca vistas y finales inéditos. Partiendo de esa premisa, Ryan Coogler realiza una obra maestra del siglo XXI, es decir, se viste de Van Gogh para convertir el clásico en algo inolvidable y darle una vuelta de tuerca a la paleta de colores cinematográfica para alejarse del pastiche y acercarse cariñosamente al legado de un mito del séptimo arte. 'Creed' puede ser, como la llaman en algunos países de Latinoamérica, 'Rocky VII'. Podría ser un 'spin-off' correcto repleto de homenajes y guiños comerciales para llevar a los nostálgicos al cine. Es todo eso y mucho más, pero, principalmente, es un filme rotundo que funciona independientemente del 'Rocky Legacy'. La unión pasional de Coogler, autor de un guión sólido y sin fisuras que perfila perfectamente a todos los personajes, y Michael B. Jordan (que hace el mejor papel de su corta carrera) sirve de motor para la gestación de una película 'bigger than life' que en otras manos sería carne de telefilme.
Cierto es que, al igual que ocurre con el Episodio VII de Star Wars, la estructura recuerda a la primera entrega de Rocky, pero el contenido es único por muchos motivos: coherencia interna de las secuencias, fotografía, música, actores, dramatismo... En definitiva, una película sobre el boxeo y sobre la vida con su propia personalidad. 'Creed' también se desmarca de las clásicas películas de negros y para negros, en las que siempre se parte de un escalafón social muy bajo y, desde ahí, se cuenta el sueño americano hasta subir a la cúspide o, simplemente, realizarse personal y laboralmente. Adonis vive de forma acomodada, pero es su fuego interno el que le obliga a buscar la redención a golpes. Y ahí es donde entra la enorme (en todos los sentidos) figura de Sylvester Stallone.
En principio, Sly era reacio a aceptar este papel, porque, bajo su punto de vista, perdía el control de su personaje. Por primera vez, ni escribía el guión ni dirigía la película. El resultado demuestra que hizo bien en acceder, porque Stallone hace el mejor papel de su carrera. Como si de metacine se tratara, la vida sigue dándole una última oportunidad a este 'action hero' de los años 80 y 90 para que, hasta los más escépticos, se levanten de sus butacas a darle una ovación, no sólo por ese retrato entrañable y crudo que realiza de un Rocky ajado por los años, solitario y triste por la muerte de sus seres más queridos, sino por lo injusta que fue la crítica con él a lo largo de toda su carrera. Nunca ha sido el peor actor del mundo. Tampoco el mejor, obviamente. Pero siempre defendió todos los papeles que hizo, como diría Calamaro, con una honestidad brutal. El cine de acción de hoy no se entendería sin 'Cobra'. El cine bélico tiene una gran referencia en 'Acorralado', el filme que mejor retrató las secuelas que deja Vietnam en las mentes propias y ajenas. El cine de catástrofes no fue el mismo después de 'Pánico en el túnel'. Está claro que Stallone ha exprimido al máximo comercialmente a sus dos iconos, Rocky y Rambo, pero ¿no hacen lo mismo con James Bond desde hace 50 años? ¿No han caído en eso intérpretes con mejor prensa como Cristian Bale (Batman), Tobey McGuire (Spiderman), Harrison Ford (Indiana Jones y Han Solo) o Ian Mckellen (Gandalf y Magneto)? Encima, Stallone tiene el mérito de haber escrito sus propios guiones y haber dirigido todas esas películas. Su pequeño monólogo descarnado, que supone un hito en la trama, es memorable. De hecho, es la escena que deberían poner cuando anuncien su nombre como flamante nominado a ese Óscar que se le resiste desde hace 40 años y que el 28 de febrero, Día de Andalucía, debería llevar su nombre escrito con letras doradas. Stallone-Rocky demuestra en 'Creed' una madurez sorprendente como actor y personaje. Por eso, cuando suba a recoger la estatuilla, debería gritar: “Adrian, I did it!”.
Vayan a ver 'Creed' aunque no sean fanáticos de Rocky. Se encontrarán con más de dos horas de cine de boxeo, de cine de relaciones paterno-filiales, de conversaciones ingeniosas, de superación personal con sacrificio, sudor y lágrimas. Y con el primer combate rodado en un solo plano secuencia. Paso a paso. Golpe a golpe. Asalto a asalto. Sencillamente impresionante.
Cierto es que, al igual que ocurre con el Episodio VII de Star Wars, la estructura recuerda a la primera entrega de Rocky, pero el contenido es único por muchos motivos: coherencia interna de las secuencias, fotografía, música, actores, dramatismo... En definitiva, una película sobre el boxeo y sobre la vida con su propia personalidad. 'Creed' también se desmarca de las clásicas películas de negros y para negros, en las que siempre se parte de un escalafón social muy bajo y, desde ahí, se cuenta el sueño americano hasta subir a la cúspide o, simplemente, realizarse personal y laboralmente. Adonis vive de forma acomodada, pero es su fuego interno el que le obliga a buscar la redención a golpes. Y ahí es donde entra la enorme (en todos los sentidos) figura de Sylvester Stallone.
En principio, Sly era reacio a aceptar este papel, porque, bajo su punto de vista, perdía el control de su personaje. Por primera vez, ni escribía el guión ni dirigía la película. El resultado demuestra que hizo bien en acceder, porque Stallone hace el mejor papel de su carrera. Como si de metacine se tratara, la vida sigue dándole una última oportunidad a este 'action hero' de los años 80 y 90 para que, hasta los más escépticos, se levanten de sus butacas a darle una ovación, no sólo por ese retrato entrañable y crudo que realiza de un Rocky ajado por los años, solitario y triste por la muerte de sus seres más queridos, sino por lo injusta que fue la crítica con él a lo largo de toda su carrera. Nunca ha sido el peor actor del mundo. Tampoco el mejor, obviamente. Pero siempre defendió todos los papeles que hizo, como diría Calamaro, con una honestidad brutal. El cine de acción de hoy no se entendería sin 'Cobra'. El cine bélico tiene una gran referencia en 'Acorralado', el filme que mejor retrató las secuelas que deja Vietnam en las mentes propias y ajenas. El cine de catástrofes no fue el mismo después de 'Pánico en el túnel'. Está claro que Stallone ha exprimido al máximo comercialmente a sus dos iconos, Rocky y Rambo, pero ¿no hacen lo mismo con James Bond desde hace 50 años? ¿No han caído en eso intérpretes con mejor prensa como Cristian Bale (Batman), Tobey McGuire (Spiderman), Harrison Ford (Indiana Jones y Han Solo) o Ian Mckellen (Gandalf y Magneto)? Encima, Stallone tiene el mérito de haber escrito sus propios guiones y haber dirigido todas esas películas. Su pequeño monólogo descarnado, que supone un hito en la trama, es memorable. De hecho, es la escena que deberían poner cuando anuncien su nombre como flamante nominado a ese Óscar que se le resiste desde hace 40 años y que el 28 de febrero, Día de Andalucía, debería llevar su nombre escrito con letras doradas. Stallone-Rocky demuestra en 'Creed' una madurez sorprendente como actor y personaje. Por eso, cuando suba a recoger la estatuilla, debería gritar: “Adrian, I did it!”.
Vayan a ver 'Creed' aunque no sean fanáticos de Rocky. Se encontrarán con más de dos horas de cine de boxeo, de cine de relaciones paterno-filiales, de conversaciones ingeniosas, de superación personal con sacrificio, sudor y lágrimas. Y con el primer combate rodado en un solo plano secuencia. Paso a paso. Golpe a golpe. Asalto a asalto. Sencillamente impresionante.
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