Una vez más Woody Allen nos presenta una película agradable, ingeniosa, divertida, y como es inherente a él, de muy buen gusto. Un guiño a las comedias románticas de los años treinta y cuarenta, en las que por no falta ni el típico paseo en descapotable por la costa azul. Con un lenguaje culto y un extraordinario guión que entremezcla el amor, la magia, el existencialismo, lo paranormal, y hasta la necesidad, o no, de la fe para alcanzar la felicidad. Y como siempre, un gran elenco de actores, encabezado por el estreñido Colin Firth, a los que Woody Allen con su talento magistral hace brillar a gran altura.

Esta es una película para todos los que sienten devoción por la ciencia ficción y, además, han sentido alguna vez el picazón de ese gusanillo fugaz de intentar comprender algo más sobre la teoría de la relatividad. Película técnicamente correcta, entretenida, curiosa y con momentos muy emotivos y profundos, aunque con algún que otro tópico inevitable de las películas americanas. Sus 169 minutos se me han pasado volando.

Hacía tiempo que no veía una película tan mala en el cine. Es predecible, y sobre todo, aburrida. La elección de Macarena Gómez me parece totalmente desafortunada. Y para colmo, todo ocurre en cuatro habitaciones y el rellano de la escalera. Los personajes no conmueven, y tiene uno la sensación de haberla visto antes en el cine. Lo mejor de la película es que dura poco.