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5
15 de diciembre de 2012
15 de diciembre de 2012
162 de 212 usuarios han encontrado esta crítica útil
Desde que terminara la exitosa trilogía del Señor de los Anillos allá por 2003 Peter Jackson ha encadenado un par de filmes que -cuanto menos- han sido ampliamente criticados. King Kong ya adolecía de ciertos aspectos que lastraban la película y que se repetirán en El Hobbit, como el metraje excesivo y la inclusión de ciertas escenas que sobrepasaban peligrosamente el límite de la grandilocuencia llegando a estar cerca de la vergüenza ajena -como olvidar aquella bochornosa persecución por unos dinosaurios en un desfiladero-. En definitiva, el gusto por lo desmesurado.
En el Hobbit esto se hace palpable incluso de manera más obvia, en un film completamente lastrado por la decisión -comercial por supuesto- de dividir la obra de Tolkien en tres películas (dos si damos por cierto los rumores de que la tercera narrará los acontecimientos que tienen lugar en el lapso de tiempo entre el Hobbit y el Señor de los Anillos) y de que en concreto la primera de ellas tenga una duración de 169 minutos. Estamos hablando pues de concentrar un libreto de poco menos de 300 páginas en dos (?) películas, lo que resulta a todas luces excesivo y obliga a la inclusión de metraje abusivo con sus correspondientes tramas para -por qué no, decirlo claramente- rellenar. (Ver spoiler para datos más concretos).
La película encadena un arranque más o menos prometedor, para luego perderse en un desarrollo lleno de subtramas (la mayoría ridículas) y terminar de la forma más grandilocuente posible. Martin Freeman se antoja como un rotundo acierto, dotando al personaje de la inocencia y los fogonazos de valentía característicos de Bilbo Bolsón, así como de ciertos ticks y expresiones que hacen que el personaje funcione muy bien. Sus compañeros de viaje resultan menos redondos: un Gandalf que no nos aporta nada nuevo y unos enanos en su mayoría estereotipados, con un Thorin a la cabeza que resulta, por momentos, una caricatura de sí mismo.
Sigue la crítica en spoiler
En el Hobbit esto se hace palpable incluso de manera más obvia, en un film completamente lastrado por la decisión -comercial por supuesto- de dividir la obra de Tolkien en tres películas (dos si damos por cierto los rumores de que la tercera narrará los acontecimientos que tienen lugar en el lapso de tiempo entre el Hobbit y el Señor de los Anillos) y de que en concreto la primera de ellas tenga una duración de 169 minutos. Estamos hablando pues de concentrar un libreto de poco menos de 300 páginas en dos (?) películas, lo que resulta a todas luces excesivo y obliga a la inclusión de metraje abusivo con sus correspondientes tramas para -por qué no, decirlo claramente- rellenar. (Ver spoiler para datos más concretos).
La película encadena un arranque más o menos prometedor, para luego perderse en un desarrollo lleno de subtramas (la mayoría ridículas) y terminar de la forma más grandilocuente posible. Martin Freeman se antoja como un rotundo acierto, dotando al personaje de la inocencia y los fogonazos de valentía característicos de Bilbo Bolsón, así como de ciertos ticks y expresiones que hacen que el personaje funcione muy bien. Sus compañeros de viaje resultan menos redondos: un Gandalf que no nos aporta nada nuevo y unos enanos en su mayoría estereotipados, con un Thorin a la cabeza que resulta, por momentos, una caricatura de sí mismo.
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SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
spoiler:
Lo bueno:
Que no todo parezca negativo, algunas de las escenas más famosas del libro funcionan -y muy bien-, como la llegada de los enanos a Hobbiton junto con la incredulidad de Bilbo (destacando el gran trabajo de Freeman), los acertijos entre Bilbo y Gollum y la famosa escena de los trolls. Se trata de escenas muy cuidadas, en las que se nota la mano de Jackson en cuanto a su amor por la obra de Tolkien. Además, sorprende la lucha de los colosos de piedra en los desfiladeros, aunque no me suena haberla leído en el libro.
Lo malo:
El nexo excesivo que establace Jackson entre el Señor de los Anillos y el Hobbit: inclusión del concilio blanco y con él algunos personajes que no aparecen en el libro (Saruman y Galadriel), la escena inmediatamente anterior al recibimiento de Frodo a Gandalf en la Comunidad del Anillo para incluir a Elijah Wood, los innecesarios guiños que resultan repetitivos (la calcada escena de Gandalf con la mariposa, el ya manido "corred, insensatos" insertado en un momento random del film), la partitura de Howard Shore también calcada en el momento en el que Jackson nos presenta a un personaje o localización que ya conocíamos de las anteriores películas, etc.
Hay personajes que ya no es que no funcionen, sino que resultan ridículos. Entre los primeros nos encontramos con Azog, cuya subtrama lastra el ritmo de la película -hola, escenas de relleno- y el Nigromante. Entre los segundos Radagast se lleva la palma. Y más allá de Radagast y el bochorno que nos causa el personaje, la forma en la que Jackson lo introduce, cortando de pleno el ritmo de la película y sacándonos de ella completamente. El personaje de Thorin me produce sensaciones contrarias, su comienzo es prometedor pero acaba difuminándose en el momento en el que parece que la película se convierte en un Thorin vs Azog: Fight! Es lo que tiene que Smaug quede tan lejos en el horizonte, hay que meter con calzador un malo maloso. Ah, y se me olvidaba mencionar al jefe trasgo, un Jabba de la vida con papada y granos (...)
En cuanto a escenas concretas, la mayor expresión de la grandilocuencia en la que se ha visto inmerso Jackson supone la huída de la cueva de trasgos: excesiva, demasiado alargada y cuyo único objetivo parace que sea mostrar los efectos especiales 'tan chulos' que tenemos. La escena final del ataque de los orcos en el bosque es otro ejemplo. No bastaba a Jackson con seguir el guión del libro, no, tenía que subir a los personajes a un árbol situado en el borde exacto del precipicio, todo para parecer más espectacular. Lo siento, pero no.
Que no todo parezca negativo, algunas de las escenas más famosas del libro funcionan -y muy bien-, como la llegada de los enanos a Hobbiton junto con la incredulidad de Bilbo (destacando el gran trabajo de Freeman), los acertijos entre Bilbo y Gollum y la famosa escena de los trolls. Se trata de escenas muy cuidadas, en las que se nota la mano de Jackson en cuanto a su amor por la obra de Tolkien. Además, sorprende la lucha de los colosos de piedra en los desfiladeros, aunque no me suena haberla leído en el libro.
Lo malo:
El nexo excesivo que establace Jackson entre el Señor de los Anillos y el Hobbit: inclusión del concilio blanco y con él algunos personajes que no aparecen en el libro (Saruman y Galadriel), la escena inmediatamente anterior al recibimiento de Frodo a Gandalf en la Comunidad del Anillo para incluir a Elijah Wood, los innecesarios guiños que resultan repetitivos (la calcada escena de Gandalf con la mariposa, el ya manido "corred, insensatos" insertado en un momento random del film), la partitura de Howard Shore también calcada en el momento en el que Jackson nos presenta a un personaje o localización que ya conocíamos de las anteriores películas, etc.
Hay personajes que ya no es que no funcionen, sino que resultan ridículos. Entre los primeros nos encontramos con Azog, cuya subtrama lastra el ritmo de la película -hola, escenas de relleno- y el Nigromante. Entre los segundos Radagast se lleva la palma. Y más allá de Radagast y el bochorno que nos causa el personaje, la forma en la que Jackson lo introduce, cortando de pleno el ritmo de la película y sacándonos de ella completamente. El personaje de Thorin me produce sensaciones contrarias, su comienzo es prometedor pero acaba difuminándose en el momento en el que parece que la película se convierte en un Thorin vs Azog: Fight! Es lo que tiene que Smaug quede tan lejos en el horizonte, hay que meter con calzador un malo maloso. Ah, y se me olvidaba mencionar al jefe trasgo, un Jabba de la vida con papada y granos (...)
En cuanto a escenas concretas, la mayor expresión de la grandilocuencia en la que se ha visto inmerso Jackson supone la huída de la cueva de trasgos: excesiva, demasiado alargada y cuyo único objetivo parace que sea mostrar los efectos especiales 'tan chulos' que tenemos. La escena final del ataque de los orcos en el bosque es otro ejemplo. No bastaba a Jackson con seguir el guión del libro, no, tenía que subir a los personajes a un árbol situado en el borde exacto del precipicio, todo para parecer más espectacular. Lo siento, pero no.

6,6
19.161
5
12 de enero de 2014
12 de enero de 2014
27 de 32 usuarios han encontrado esta crítica útil
En primer lugar quiero matizar que no he leído la novela, así que no entraré en el debate de su idoneidad como adaptación, sino que me centraré en los aspectos puramente fílmicos.
"El médico" me deja la sensación de ser una sucesión -demasiado- rápida de escenas, al tener la obligación de abarcar un amplio espacio temporal condensado en 150 minutos, en el que -en mi opinión- el director no se encuentra muy inspirado. Me refiero por ejemplo al típico fotograma en el que se nos muestra un paisaje diurno o nocturno con el objetivo de situar temporalmente al espectador e ilustrar la transición entre escena y escena. Además, en algunos casos éstos tienen un cierto aire a decorado de estudio. Sin embargo y por otro lado, se consigue que el ritmo narrativo sea alto, logrando mantener la atención del espectador y evitando que éste pueda acabar cayendo en el aburrimiento a lo largo del metraje. Algo siempre indispensable, pero aún más necesario en una película de aventuras.
Uno de los puntos débiles del film, en mi opinión, es el casting del protagonista, Tom Payne. No destaca precisamente por su talento, sino más bien por sus ojos. Prueba de ello son los primeros planos de su personaje de los que Stölzl abusa a lo largo de la película. No llego a empatizar en ningún momento con Rob J. Cole, en contraposición con el -casi siempre- buen trabajo de Ben Kingsley. Mención aparte a la construcción del personaje de Emma Rigby, totalmente plano y estereotipado, a la que la actriz tampoco ayuda.
Sigo en spoiler.
"El médico" me deja la sensación de ser una sucesión -demasiado- rápida de escenas, al tener la obligación de abarcar un amplio espacio temporal condensado en 150 minutos, en el que -en mi opinión- el director no se encuentra muy inspirado. Me refiero por ejemplo al típico fotograma en el que se nos muestra un paisaje diurno o nocturno con el objetivo de situar temporalmente al espectador e ilustrar la transición entre escena y escena. Además, en algunos casos éstos tienen un cierto aire a decorado de estudio. Sin embargo y por otro lado, se consigue que el ritmo narrativo sea alto, logrando mantener la atención del espectador y evitando que éste pueda acabar cayendo en el aburrimiento a lo largo del metraje. Algo siempre indispensable, pero aún más necesario en una película de aventuras.
Uno de los puntos débiles del film, en mi opinión, es el casting del protagonista, Tom Payne. No destaca precisamente por su talento, sino más bien por sus ojos. Prueba de ello son los primeros planos de su personaje de los que Stölzl abusa a lo largo de la película. No llego a empatizar en ningún momento con Rob J. Cole, en contraposición con el -casi siempre- buen trabajo de Ben Kingsley. Mención aparte a la construcción del personaje de Emma Rigby, totalmente plano y estereotipado, a la que la actriz tampoco ayuda.
Sigo en spoiler.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
spoiler:
La construcción de la época es cuidada en algunos aspectos que suelen echarse en falta en ciertas superproducciones, véase por ejemplo al comienzo del film cuando se nos muestra a los personajes cubiertos de suciedad. El vestuario cumple asimismo.
Llama la atención como el director opta por evitar las confrontaciones derivadas de la multiplicidad de idiomas presentes en las culturas que engloban la película optando por la solución más simple, circunscribir todo al inglés. Algo válido en mi opinión, en tanto que el espectador debe ser consciente de ello y comprender las dificultades que supone extrapolar ello al cine.
Se nos muestra el contraste de dos mundos -el cristiano e islámico- separados por una línea casi infranqueable, en un momento en el que el mundo oriental se encontraba más avanzado científicamente. En este contexto la película aborda de manera aceptable la pasión con la que un hombre persigue la búsqueda de conocimiento a pesar de las trabas impuestas por la sociedad de la época, restricciones morales derivadas de la religión y el fanatismo. Resulta increíble pensar como, por ejemplo, era impensable siquiera plantearse la disección de un cadáver, siquiera en pos de conocer el interior y funcionamiento del cuerpo humano con el objetivo de salvar vidas. El conocimiento científico se muestra como incompatible con los preceptos religiosos fanáticos, en su afán de controlar a la población y restringir el acceso al saber. Tan solo se cuenta con los saberes teóricos de los antiguos maestros de la filosofía, los cuales además se consideran incuestionables. Solo un hombre adelantado a su tiempo puede romper y superar estos esquemas, aunque puede parecer chocante que esto suceda en alguien que no ha recibido educación alguna desde su niñez. Quizá por todo esto sea la escena en la que Ben Kingsley se muestra impasible ante la quema de la madraza y todas las obras que alberga la que más consiguió emocionarme. Lástima que haya sido la única.
Me sorprende como en algunos periódicos y revistas especializadas se califica a esta película como un film de aventuras "como las de antes", digna sucesora de aquellas superproducciones de culto del género. Nada más lejos de mi parecer. Resumiendo, entretenida pero plana y estereotipada.
Llama la atención como el director opta por evitar las confrontaciones derivadas de la multiplicidad de idiomas presentes en las culturas que engloban la película optando por la solución más simple, circunscribir todo al inglés. Algo válido en mi opinión, en tanto que el espectador debe ser consciente de ello y comprender las dificultades que supone extrapolar ello al cine.
Se nos muestra el contraste de dos mundos -el cristiano e islámico- separados por una línea casi infranqueable, en un momento en el que el mundo oriental se encontraba más avanzado científicamente. En este contexto la película aborda de manera aceptable la pasión con la que un hombre persigue la búsqueda de conocimiento a pesar de las trabas impuestas por la sociedad de la época, restricciones morales derivadas de la religión y el fanatismo. Resulta increíble pensar como, por ejemplo, era impensable siquiera plantearse la disección de un cadáver, siquiera en pos de conocer el interior y funcionamiento del cuerpo humano con el objetivo de salvar vidas. El conocimiento científico se muestra como incompatible con los preceptos religiosos fanáticos, en su afán de controlar a la población y restringir el acceso al saber. Tan solo se cuenta con los saberes teóricos de los antiguos maestros de la filosofía, los cuales además se consideran incuestionables. Solo un hombre adelantado a su tiempo puede romper y superar estos esquemas, aunque puede parecer chocante que esto suceda en alguien que no ha recibido educación alguna desde su niñez. Quizá por todo esto sea la escena en la que Ben Kingsley se muestra impasible ante la quema de la madraza y todas las obras que alberga la que más consiguió emocionarme. Lástima que haya sido la única.
Me sorprende como en algunos periódicos y revistas especializadas se califica a esta película como un film de aventuras "como las de antes", digna sucesora de aquellas superproducciones de culto del género. Nada más lejos de mi parecer. Resumiendo, entretenida pero plana y estereotipada.
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