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7,5
25.269
7
13 de febrero de 2009
13 de febrero de 2009
19 de 21 usuarios han encontrado esta crítica útil
No soy de los que creen que estén bien llevadas y justificadas las comparaciones entre obras pertenecientes a distintas formas de arte, en este caso, un libro y una película. Sin embargo, pienso que en la novela, una obra maestra de la literatura, siempre ha estado inscrita la posibilidad de una obra maestra del cine y que para nuestra tristeza no ha podido ser realizada.
El proyecto de Kubrick tenía todo a su favor: una adecuada financiación, Sue Lyon como Lolita, James Mason como H.H. y Peter Sellers como Quilty; S.Kubrick, al mando y V.Nabokov, como autor del guión y asesor. Pero el previsible y temido invitado irrumpió en escena. La censura quiso en un primer momento que la película tuviera un final feliz: las escenas de la boda entre Humbert y Lolita inundarían la retina del espectador antes de los créditos finales. Luego, impuso al guión una serie de condiciones que llevaron al dúo Kubrick-Nabokov a la exasperación y a ensayar múltiples filigranas. En esta lucha con la censura, el resultado fue una notable película, llena de destellos, pero que en absoluto reflejaba el espíritu de la novela: la prohibición innegociable de omitir la pasión de Humbert por las nínfulas y el trágico episodio de su adolescencia desvirtúa la historia, borra de un plumazo su tono romántico, trágico y conmovedor. En el tratamiento de cada escena acecha la sombra de las negociaciones con la censura y una sensualidad extrañamente ahogada inunda el film.
En varias ocasiones (Newsweek, 3 de enero de 1972; Der Spiegel, 5 de octubre de 1987), Kubrick se sinceró: <<Si hubiera sabido lo severas que serían las limitaciones de la censura, es probable que no hubiera hecho la película>>. Asumía la responsabilidad por el fracaso y lo atribuía al hecho de que el libro era sencillamente demasiado bueno para prestarse a una adaptación cinematográfica. Nabokov consideraba la película como <<una encantadora visión borrosa a través de una tela mosquitera>>. En el pulso entre el arte y el tabú, esta vez el arte resultó vencido. Nosotros, perdimos.
El proyecto de Kubrick tenía todo a su favor: una adecuada financiación, Sue Lyon como Lolita, James Mason como H.H. y Peter Sellers como Quilty; S.Kubrick, al mando y V.Nabokov, como autor del guión y asesor. Pero el previsible y temido invitado irrumpió en escena. La censura quiso en un primer momento que la película tuviera un final feliz: las escenas de la boda entre Humbert y Lolita inundarían la retina del espectador antes de los créditos finales. Luego, impuso al guión una serie de condiciones que llevaron al dúo Kubrick-Nabokov a la exasperación y a ensayar múltiples filigranas. En esta lucha con la censura, el resultado fue una notable película, llena de destellos, pero que en absoluto reflejaba el espíritu de la novela: la prohibición innegociable de omitir la pasión de Humbert por las nínfulas y el trágico episodio de su adolescencia desvirtúa la historia, borra de un plumazo su tono romántico, trágico y conmovedor. En el tratamiento de cada escena acecha la sombra de las negociaciones con la censura y una sensualidad extrañamente ahogada inunda el film.
En varias ocasiones (Newsweek, 3 de enero de 1972; Der Spiegel, 5 de octubre de 1987), Kubrick se sinceró: <<Si hubiera sabido lo severas que serían las limitaciones de la censura, es probable que no hubiera hecho la película>>. Asumía la responsabilidad por el fracaso y lo atribuía al hecho de que el libro era sencillamente demasiado bueno para prestarse a una adaptación cinematográfica. Nabokov consideraba la película como <<una encantadora visión borrosa a través de una tela mosquitera>>. En el pulso entre el arte y el tabú, esta vez el arte resultó vencido. Nosotros, perdimos.

6,3
12.492
10
5 de febrero de 2009
5 de febrero de 2009
13 de 14 usuarios han encontrado esta crítica útil
"Inland empire" es el cine como forma de arte, el film concebido como constante interpelación a la sensibilidad y a la inteligencia del espectador. Podríamos alabar la maestría de la técnica de su director en la combinación de imagen y sonido, el excelente uso de la cámara digital, la originalidad de su lenguaje cinematográfico, la hermosa complejidad de su estructura, la magnífica interpretación de Laura Dern y el resto de cualidades que contribuyen a su perfección técnica pero estaríamos muy lejos de señalar su significado para el cine actual. Podríamos reconstruir el argumento, identificar a los personajes, descifrar sus escenas, desgranar lo que su director nos quiere transmitir en unos cuantos párrafos pero anularíamos la experiencia.
Espectador, no hagas caso a sus numerosos detractores, no tengas en cuenta la desorientación y la incomprensión de los críticos y, sobre todo, no dejes que ninguno de sus acérrimos defensores cifre su significado por ti. Abándonate a esta película, sin prejuicios. Todo está ahí, en el juego que las imágenes establecen contigo. Penetra en el imperior interior de esa mujer en problemas.
Estás solo en una habitación frente al televisor. Das al play en el mando a distancia. El título de "Inland empire" surge en el televisor:
Somos una mujer en problemas en una habitación de hotel en Inland empire, cerca de la ciudad de Los Ángeles. Un misterio que no conseguimos descifrar nos tortura, nos martiriza, nos obliga a recorrer incesantemente los pasillos de nuestra mente. (continúa spoiler).
Espectador, no hagas caso a sus numerosos detractores, no tengas en cuenta la desorientación y la incomprensión de los críticos y, sobre todo, no dejes que ninguno de sus acérrimos defensores cifre su significado por ti. Abándonate a esta película, sin prejuicios. Todo está ahí, en el juego que las imágenes establecen contigo. Penetra en el imperior interior de esa mujer en problemas.
Estás solo en una habitación frente al televisor. Das al play en el mando a distancia. El título de "Inland empire" surge en el televisor:
Somos una mujer en problemas en una habitación de hotel en Inland empire, cerca de la ciudad de Los Ángeles. Un misterio que no conseguimos descifrar nos tortura, nos martiriza, nos obliga a recorrer incesantemente los pasillos de nuestra mente. (continúa spoiler).
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
spoiler:
Somos la soñadora atrapada en sus propios sueños, recorremos los hilos una y otra vez. «Estoy enferma, estoy enferma». Encendemos el televisor:
Una mujer atractiva con el rostro borrado es conducida por un hombre elegantemente vestido y con el rostro asimismo desdibujado al interior de la habitación de un hotel. El hombre le pregunta si sabe qué hacen las putas y cómo actúan. La mujer responde que sí. «Dios mío, dios mío, soy una puta, soy una puta, sola y perdida en esta habitación pero no consigo recordar».
Una actriz en su mansión recibe a una vecina. el mayordomo sirve café. Nos da la enhorabuena por nuestro próximo papel y nos pregunta por nuestro marido. Nos cuenta dos historias. Hablan del mal. «Dios mío, dios mío, un brutal asesinato. no es verdad, no es verdad. Estoy enferma, estoy enferma. No consigo recordar»
La actriz está en el plató. Va a participar en el rodaje de una gran película. «Dios mío, dios mío, esto no es una película y tampoco es verdad. No consigo recordar. Estoy enferma, estoy enferma y no me voy a recuperar. Ahora en la pantalla hay una habitación con conejos que me recuerdan a mi familia e imágenes de una chica joven que me recuerdan a mí. ¿Viví yo en Polonia? ¿Dónde está Billy? Sólo hay risas al otro lado del teléfono. Él me quería o ¿era el otro? Le explico a un hombre con gafas lo que me ocurre pero no entiende nada en este cuarto sucio y húmedo en el fin del mundo. Vago por los pasillos de mi antigua casa. Hay una factura sin pagar y mi marido no está e imágenes que no quiero recordar hieren mis ojos. Dios mío, dios mío, ¿quién era?¿Cómo perdí mi vida?¿Cómo me deslicé en este infierno? Ya no sé si participaba en una película, si vagaba como una puta por el paseo de Mulholland dr., si morí en el suelo entre cartones. Yo no clavé ese destornillador. No disparé el revólver. ¿Dónde está mi hijo? Mujer, devuélvame mi vida ¿Por qué me besas? ¡Qué paz me invade ahora! Vuelvo a casa. Estoy en casa. Me devuelves a mi hombre y a mi niño. Oh, por Dios, aquí están. Oh, dejadme abrazaros. Soy tan feliz. Soy una bailarina frente al público. En el gran teatro de la vida la gente me aplaude. ¿Qué ocurre ahora? ¿Quién es esa mujer extrañamente rubia con una pierna ortopédica? Dios mío, los créditos finales de una película»
Se detiene la película. Apagas el televisor. De regreso al mundo real, piensas en esa mujer enloquecida vagando por las calles de L.A., alimentada de sueños imposibles entresacados de la fábrica de Hollywood, piensas en las miserias de su vida, en su oscuro pasado, en la violencia de sus recuerdos, en su deseo de una vida mejor, con un hombre, con un hijo. Y recuerdas, recuerdas las palabras que el otro día le oíste pronunciar a Lynch: <<Somos como la araña. Trazamos los hilos de nuestra vida y nos movemos a lo largo de ellos. Somos como la persona dormida que sueña y luego vive su sueño. Y esto es una gran verdad que afecta a toda persona>>
Una mujer atractiva con el rostro borrado es conducida por un hombre elegantemente vestido y con el rostro asimismo desdibujado al interior de la habitación de un hotel. El hombre le pregunta si sabe qué hacen las putas y cómo actúan. La mujer responde que sí. «Dios mío, dios mío, soy una puta, soy una puta, sola y perdida en esta habitación pero no consigo recordar».
Una actriz en su mansión recibe a una vecina. el mayordomo sirve café. Nos da la enhorabuena por nuestro próximo papel y nos pregunta por nuestro marido. Nos cuenta dos historias. Hablan del mal. «Dios mío, dios mío, un brutal asesinato. no es verdad, no es verdad. Estoy enferma, estoy enferma. No consigo recordar»
La actriz está en el plató. Va a participar en el rodaje de una gran película. «Dios mío, dios mío, esto no es una película y tampoco es verdad. No consigo recordar. Estoy enferma, estoy enferma y no me voy a recuperar. Ahora en la pantalla hay una habitación con conejos que me recuerdan a mi familia e imágenes de una chica joven que me recuerdan a mí. ¿Viví yo en Polonia? ¿Dónde está Billy? Sólo hay risas al otro lado del teléfono. Él me quería o ¿era el otro? Le explico a un hombre con gafas lo que me ocurre pero no entiende nada en este cuarto sucio y húmedo en el fin del mundo. Vago por los pasillos de mi antigua casa. Hay una factura sin pagar y mi marido no está e imágenes que no quiero recordar hieren mis ojos. Dios mío, dios mío, ¿quién era?¿Cómo perdí mi vida?¿Cómo me deslicé en este infierno? Ya no sé si participaba en una película, si vagaba como una puta por el paseo de Mulholland dr., si morí en el suelo entre cartones. Yo no clavé ese destornillador. No disparé el revólver. ¿Dónde está mi hijo? Mujer, devuélvame mi vida ¿Por qué me besas? ¡Qué paz me invade ahora! Vuelvo a casa. Estoy en casa. Me devuelves a mi hombre y a mi niño. Oh, por Dios, aquí están. Oh, dejadme abrazaros. Soy tan feliz. Soy una bailarina frente al público. En el gran teatro de la vida la gente me aplaude. ¿Qué ocurre ahora? ¿Quién es esa mujer extrañamente rubia con una pierna ortopédica? Dios mío, los créditos finales de una película»
Se detiene la película. Apagas el televisor. De regreso al mundo real, piensas en esa mujer enloquecida vagando por las calles de L.A., alimentada de sueños imposibles entresacados de la fábrica de Hollywood, piensas en las miserias de su vida, en su oscuro pasado, en la violencia de sus recuerdos, en su deseo de una vida mejor, con un hombre, con un hijo. Y recuerdas, recuerdas las palabras que el otro día le oíste pronunciar a Lynch: <<Somos como la araña. Trazamos los hilos de nuestra vida y nos movemos a lo largo de ellos. Somos como la persona dormida que sueña y luego vive su sueño. Y esto es una gran verdad que afecta a toda persona>>

7,7
26.119
10
11 de febrero de 2009
11 de febrero de 2009
27 de 43 usuarios han encontrado esta crítica útil
La extraordinaria armonía de imágenes e ideas que el genio de Fellini imprimió en la sucesión de cada escena perdura intacta. El tiempo lejos de dañar su materia acentúa su belleza y su hondura, la eleva al estatus del ídolo venerado en la particular mitología que la historia del cine establece.
La galería de personajes se imprime en la memoria del espectador: Marcello, Emma, Anita Ekberg, la amante aristócrata, el padre, el intelectual Steiner, su familia y sus amigos, la joven que Marcello conoce en la cantina, el grupo de juerguistas, los paparazzi, los niños que obran el milagro, los aristócratas que juegan con fantasmas… Mientras, avanza de asombro en asombro:
La galería de personajes se imprime en la memoria del espectador: Marcello, Emma, Anita Ekberg, la amante aristócrata, el padre, el intelectual Steiner, su familia y sus amigos, la joven que Marcello conoce en la cantina, el grupo de juerguistas, los paparazzi, los niños que obran el milagro, los aristócratas que juegan con fantasmas… Mientras, avanza de asombro en asombro:
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
spoiler:
el helicóptero con la escultura de Jesucristo que sobrevuela Roma
Marcello junto con los paparazzi persiguiendo a la fama y la belleza por las escaleras del campanario
Marcello acariciando el rostro de Anita Ekberg en las aguas de la Fontana di Trevi
la sesión de espiritismo en el castillo y el roce de la piel entre las sombras
la venganza de la aristocracia hastiada de la vida, de la seducción y del amor
Marcello arañando momentos de diversión y placer a las últimas horas de la noche
la escena final en la playa con el monstruo marino
Marcello, arrodillado en la arena incapaz de entender a la joven y su verdad sobre
el ansia de fama y dinero,
los espejismos del arte,
la inutilidad de la religión,
el secreto de la belleza,
el cultivo del arte y la escritura,
la familia, el paso del tiempo,
el placer, el amor, el deseo
A diferencia de él, no somos imperecederos. Tan sólo una mirada sobre la pantalla. Al menos, entendemos el esplendor de una decadencia sabia.
Marcello junto con los paparazzi persiguiendo a la fama y la belleza por las escaleras del campanario
Marcello acariciando el rostro de Anita Ekberg en las aguas de la Fontana di Trevi
la sesión de espiritismo en el castillo y el roce de la piel entre las sombras
la venganza de la aristocracia hastiada de la vida, de la seducción y del amor
Marcello arañando momentos de diversión y placer a las últimas horas de la noche
la escena final en la playa con el monstruo marino
Marcello, arrodillado en la arena incapaz de entender a la joven y su verdad sobre
el ansia de fama y dinero,
los espejismos del arte,
la inutilidad de la religión,
el secreto de la belleza,
el cultivo del arte y la escritura,
la familia, el paso del tiempo,
el placer, el amor, el deseo
A diferencia de él, no somos imperecederos. Tan sólo una mirada sobre la pantalla. Al menos, entendemos el esplendor de una decadencia sabia.

6,0
11.533
8
13 de febrero de 2009
13 de febrero de 2009
12 de 13 usuarios han encontrado esta crítica útil
Los tiempos cambiaron y las garras de la censura se volvieron menos férreas. Adrian Lyne gozó de la libertad que S. Kubrick no tuvo en su día y logró una adaptación menos compleja, menos brillante pero más fiel al espíritu de la obra original.
La gran baza de esta película es el poder evocador de ciertas escenas, el rostro de un excelente Jeremy Irons y su voz en off recitando algunas de las frases más brillantes de la novela, la belleza conmovedora de la banda sonora de Ennio Morricone. El conjunto obvia demasiados matices (<<¡Acariciad los divinos detalles!>>- decía Nabokov) y, por ello, resulta un tanto insatisfactorio pero es en esos momentos en los que la conjunción de la melodía y de las imagénes toca al espectador donde la versión de Lyne acierta de pleno logrando el tono poético, desgarrado y trágico que caracteriza a la historia original. La versión de Lyne carece de una profundidad mayor en los personajes, no invita a mayores reflexiones pero...
La gran baza de esta película es el poder evocador de ciertas escenas, el rostro de un excelente Jeremy Irons y su voz en off recitando algunas de las frases más brillantes de la novela, la belleza conmovedora de la banda sonora de Ennio Morricone. El conjunto obvia demasiados matices (<<¡Acariciad los divinos detalles!>>- decía Nabokov) y, por ello, resulta un tanto insatisfactorio pero es en esos momentos en los que la conjunción de la melodía y de las imagénes toca al espectador donde la versión de Lyne acierta de pleno logrando el tono poético, desgarrado y trágico que caracteriza a la historia original. La versión de Lyne carece de una profundidad mayor en los personajes, no invita a mayores reflexiones pero...
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
spoiler:
... al espectador siempre le quedará las imágenes de Jeremy como H.H. al volante de ese coche de época que zigzaguea por una carretera que no lleva a ninguna parte, de fondo la omnipresente melodía de Morricone, mientras un revólver aún caliente se desliza en el asiento libre y unos dedos ensangrentados acarician una vieja orquilla. El poder evocador de la imagen hace que se grabe en su memoria ese Jeremy Irons ascendiendo una leve pendiente desde la que se oye el coro de los niños que juegan al aire libre en el patio de una escuela cercana y que se recuerden esas palabras de H.H.: <<Y entonces supe que lo más punzante no era la ausencia de Lolita a mi lado sino la ausencia de su voz en ese concierto>>.
En el pulso entre el arte y el tabú, esta vez el tabú cedió. Nosotros, ganamos.
En el pulso entre el arte y el tabú, esta vez el tabú cedió. Nosotros, ganamos.

6,7
29.852
9
16 de febrero de 2009
16 de febrero de 2009
16 de 23 usuarios han encontrado esta crítica útil
Una urbanización tranquila y acomodada. La cámara traza cada una de las vidas que la habitan: el mundo adolescente de Laurie y sus amigas, los días de infancia y escuela de Tommy, la vida de los adultos supervisada por el sheriff Brackett. El sol luce espléndido en la tarde de Halloween. Una casa abandonada es sólo el vestigio de un hecho olvidado, motivo de habladurías y de historias con las que asustar a los niños. Pronto será vendida, tendrá unos nuevos propietarios.
Pero en los márgenes de ese barrio feliz el mal regresa del pasado. La mirada de la locura se impone en el espectador. Un jadeo entrecortado. Paladear el acecho de la víctima. El barrio deviene un universo inquietante. El doctor Loomis avisa de la fuga de de uno de sus pacientes. La noche cae.
El terror se desata. La locura da rienda suelta a sus impulsos. Una melodía enervante realza la tensión de cada escena. Dos niños deben ser protegidos. Luchamos por salvarlos, por salvarnos. El mal nunca cesa, vive en nosotros. Meyers es su máscara.
El terror de Carpenter estremece, surca la piel de la protagonista, hiere al espectador.
Pero en los márgenes de ese barrio feliz el mal regresa del pasado. La mirada de la locura se impone en el espectador. Un jadeo entrecortado. Paladear el acecho de la víctima. El barrio deviene un universo inquietante. El doctor Loomis avisa de la fuga de de uno de sus pacientes. La noche cae.
El terror se desata. La locura da rienda suelta a sus impulsos. Una melodía enervante realza la tensión de cada escena. Dos niños deben ser protegidos. Luchamos por salvarlos, por salvarnos. El mal nunca cesa, vive en nosotros. Meyers es su máscara.
El terror de Carpenter estremece, surca la piel de la protagonista, hiere al espectador.
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