He querido realizar un experimento para ver Top Gun: Maverick. Casi todo el mundo entraba al cine recordando la primera parte o habiéndola visionado días o incluso horas antes. Yo he querido sentarme en la butaca sin saber nada de la película de culto, convertirme en una tabula rasa sin prejuicios y comprobar si esta entrega funciona por sí sola. Y vaya si lo hace.

Top Gun: Maverick es un filme vitalista, energizante. No es una película de aviones de combate, eso sería como decir que Interstellar es una película de naves espaciales. Es mucho más que eso. Maverick invita al espectador a un mundo más fácil donde los valores como la amistad, el compañerismo, el esfuerzo y la experiencia son lo más importante.

No hay intenciones ocultas, no hay dobles lecturas, no hay maldad. Todo es vertiginosamente inocente y optimista, y muchas gracias por ello. Hasta los malos dejan de tener cabida, no se menciona en ningún momento a qué fronteras pertenecen, ni tan siquiera se les ve el rostro, ¿para qué? Esta no es una película bélica, ni histórica, ni política, de esas ya hay muchas.

De Top Gun: Maverick se sale con buen cuerpo, con buen regusto. Hay espacio para el humor pícaro pero bonachón, para el amor respetuoso y la tristeza nostálgica, para las escenas cargadas de testosterona alegre, y, sobre todo, para la admiración de tomas increíbles con un sol cálido de fondo.

Sería difícil no hablar de Tom Cruise llenando la pantalla en todas las escenas en las que aparece, con y sin avión. Esa inmensa energía que sigue teniendo, con muchos de sus compañeros de generación ya enraizando en el sofá. El tiempo pasa por él, como todo el mundo, pero Cruise tiene una forma jovial de envejecer, como si no se creyera mucho la edad que tiene.

Top Gun: Maverick es una película sociable, sana, natural, y uno sale con la sensación de estar curado (al menos, por un tiempo) contra el mundo moderno. Pese a lo paradójico que pudiera parecer, no dan ganas de subirse a un caza y empezar a hacer piruetas, sino de jugar un partido de rugby en la playa con un sol acogedor, tomar unas cervezas con los amigos de verdad, y plantearse que la vida no debería ser tan seria como nos la tomamos.

Como dice el propio Pete "Maverick" Mitchell, "no pienses, actúa". Y disfruta.