Soberana decepción. Me enfrentaba a ella a ciegas, no sabía nada a priori más allá de lo referente al argumento que leí en la contra de la carátula (que no pintaba mal) y del reparto, de notable alto: Gene Hackman, Rutger Hauer, Theresa Russell, Mickey Rourke, Joe Pesci...

Y lo que me encontré fue un film absolutamente caótico, sin rumbo definido, que desaprovecha las posibilidades del elenco, que roza el ridículo en varios ocasiones. Un despropósito filmado a trompicones, que no sabe bien qué quiere contar y encima lo cuenta mal.

A evitar...

Dejando aparte el hecho de que todos los chinos con coleta y perilla me parecen iguales, lo cual es un handicap a la hora de identificar los personajes hasta bien avanzado el metraje, cabe decir que como espectáculo puro y duro la nota ha de ser obligatoriamente alta.

Escenas como la de la primera trampa en la que caen las tropas del primer ministro, con el ejército formando pasillos que se abren y cierran en un dibujo perfectamente geométrico -casi caleidoscópico- o la de la incursión con barcos en la niebla para 'robar' las flechas enemigas se salen de lo habitual en este tipo de superproducciones, aparte de estar rodadas con un gran sentido de la planificación y con una cámara que se mueve con brío pero sin atolondrar al espectador.

Muy notable.

Primera película que veo del 'hermano', una versión libre del mito de Orfeo y Eurídice rodada con esmero, con un tono general que recuerda al más académico cine independiente yanki pero con una fotografía (!esa luz!) muy similar a la que utiliza Aki en sus películas.

Una historia mínima, que se mueve en pequeñas set pieces, una road movie a ritmo de rock y guitarras acústicas, fría y cálida a la vez. Un romance extraño, trágico a su manera, pero sin olvidar los momentos de ese humor finlandés tan particular.

Magníficas las canciones de Nikki Sudden que jalonan el metraje, tanto en el soundtrack como, en algún momento, interpretadas por el protagonista (ese 'The Last Bandit' a orillas del mar).