La serie es fantástica. La amarga realidad de la monarquía española, tan poco querida por los ciudadanos, está tratada aquí con inteligencia, humor, ironía, a veces sarcasmo, pero al mismo tiempo con corazón. Anna Castillo está maravillosa, hay qué verla moverse, escucharla y darse cuenta de cómo maneja la escena. Esta serie no busca la risa fácil ni es grotesca, ni patética, como esa otra sobre los Borbones que se llama "la vida breve" que da vergüenza ajena. La serie está llena de momentos espléndidos pero me voy a quedar con el encuentro, en el segundo capítulo, de los dos Alterios, padre e hijo. Solo por esos dos minutos de Héctor Alterio hablando con Anna Castillo la serie ya merece la pena.