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1
10 de julio de 2022
10 de julio de 2022
3 de 4 usuarios han encontrado esta crítica útil
Una película me puede repugnar ideológicamente y, sin embargo, asumir una puesta en escena admirable. Por algo El triunfo de la voluntad o Lo que el viento se llevó forman parte del acervo fílmico con justicia. Ahora bien, cuando a la sombra de la torpeza moralista descansa una más torpe puesta en escena, todo se desmorona. Esta película se parece mucho en su premisa a Saw. Un tipo con enfermedad terminal y mucho resentimiento que decide vociferar su moral férrea de tiempos mejores y más seguros, con un artefacto de tortura. De esta manera, este hombre angustiado por la decadencia de una sociedad asume que torturar y regodearse en dicha tortura es un signo de justicia y un modo cansino de dar cuenta de la derrota de la que es heroico soldado. Porque la decadencia está en el ladrón y no el torturador, en la propiedad enajenada se encuentra el síntoma de la enfermedad y no en el gesto imperturbable ante un otro en lenta agonía. Parece que el dolor es merecido. Luego estas mismas personas condenan la irredenta tiniebla medieval y no encuentran razón a un grupo de fanáticos religiosos a la caza de inmorales capaces de poner en riego los caminos del señor. En fin, esta película es igual a Saw, una torture porn que es esconde en una chata moraleja de noticiero de la tarde, plana y estúpida. Ya el cominezo con ese montaje musicalizado como informe televisivo tendría que haberme hecho sospechar lo suficiente.

6,8
32
8
22 de septiembre de 2022
22 de septiembre de 2022
2 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
La película es una suerte de elegía de una comunidad. A través de la colectivización forzosa que, a principios de los años cincuenta, llevó a cabo checoslovaquia, se narra la historía de la escisión de la comunidad, entre los campesinos y los funcionarios a cargo de la política colectivista. Al mismo tiempo, y le da título a la película, tenemos la historia de una monja, hija de un campesino que, antes de renunciar a su ganado, decide matar a todas a sus vacas y suicidarse. Por lo tanto hay dos narraciones. La religión y la politica. Ambas servirán como contrara de una búsqueda dogmática que terminará en fracaso.
Pero más allá del argumento, bastante simple y de alegoría reincidente (el fanatismo se ha consagrado a ciertas imágenes que han devenido en capas geológicas de la imaginación donde las asociaciones se dan por sentado), lo que más entusiasma es la puesta en escena. El cine tiene que ser eminentemente pensamiento en imágenes. Por eso es tan elocuente pensar en el cine en término de ideas visuales. Y esta película desborda de ideas. Por eso un argumento que puede ser torpe si se lo cuenta oralmente, se torna triste, irónico y elegíaco en imágenes. El uso de la pantalla ancha, los movimientos de cámara, el montaje que hace irrumpir el recuerdo o la alucinación con brusquedad, convierten esta película en una oración fúnebre de una comunidad que, en el día de navidad, día de redenciones y reconstituciones, termina por derrumbarse. Ni que hablar del uso de las velas, también usadas con maestría en la película posterior del cineasta: La oreja.
Pero más allá del argumento, bastante simple y de alegoría reincidente (el fanatismo se ha consagrado a ciertas imágenes que han devenido en capas geológicas de la imaginación donde las asociaciones se dan por sentado), lo que más entusiasma es la puesta en escena. El cine tiene que ser eminentemente pensamiento en imágenes. Por eso es tan elocuente pensar en el cine en término de ideas visuales. Y esta película desborda de ideas. Por eso un argumento que puede ser torpe si se lo cuenta oralmente, se torna triste, irónico y elegíaco en imágenes. El uso de la pantalla ancha, los movimientos de cámara, el montaje que hace irrumpir el recuerdo o la alucinación con brusquedad, convierten esta película en una oración fúnebre de una comunidad que, en el día de navidad, día de redenciones y reconstituciones, termina por derrumbarse. Ni que hablar del uso de las velas, también usadas con maestría en la película posterior del cineasta: La oreja.

7,3
45.998
8
21 de marzo de 2021
21 de marzo de 2021
1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
Es cierto que puede entenderse como una sinecdóquica anécdota sobre los cimientos sangrientos e inescrupulosos de EEUU. Sin embargo prefiero pensarla en consonancia con El hilo fantasma (2017). En ambas películas nos encontramos con una realización perversa, con una victoria pírrica. En la primera tenemos el cumplimiento del sueño americano, en la segunda un amor consagrado. El sueño americano y el amor sin mística, sin el ropaje de esos relatos fundacionales, de esas ensoñaciones de progreso y bienestar.
El primer y el último plano están conectados por el ansia existencial del individuo capitalista; la conquista del aislamiento, ser capaz, más allá de fastuosa demostraciones, de poder elegir no vincularse con nadie si no se desea. Los otros, la comunidad, son un obstáculo a superar o una faceta necesaria que hay que saber sobrellevar para poder realizarse en la lejanía apática, en el desprecio sin tapujos. Así, la hipocresía es la única forma de sociabilidad, la religión es otra forma de la codicia. Por eso no me gusta el moralista título en castellano donde el problema está en los pecados individuales y me parece enaltecedora la original; habrá sangre. Donde la realización es el aislamiento, la comunidad una fase para el individuo virtuoso que abandona en su momento cúlmine, el otro siempre espacio de rencor o competencia, es inevitable la sangre.
El primer y el último plano están conectados por el ansia existencial del individuo capitalista; la conquista del aislamiento, ser capaz, más allá de fastuosa demostraciones, de poder elegir no vincularse con nadie si no se desea. Los otros, la comunidad, son un obstáculo a superar o una faceta necesaria que hay que saber sobrellevar para poder realizarse en la lejanía apática, en el desprecio sin tapujos. Así, la hipocresía es la única forma de sociabilidad, la religión es otra forma de la codicia. Por eso no me gusta el moralista título en castellano donde el problema está en los pecados individuales y me parece enaltecedora la original; habrá sangre. Donde la realización es el aislamiento, la comunidad una fase para el individuo virtuoso que abandona en su momento cúlmine, el otro siempre espacio de rencor o competencia, es inevitable la sangre.

6,5
18.613
10
30 de enero de 2022
30 de enero de 2022
8 de 25 usuarios han encontrado esta crítica útil
Hay una escena que marca muy bien el trasfondo cinematrográfico de esta comedia romántica. Está Alana Haim haciendo un casting para una película. Está diciendo unos diálogos que pueden pasar desapercibidos sin mayores pérdidas para el espectador. Sin embargo, se ensancha el sentido de la escena cuando recuerdo con una exclamación ahogada en el cine que se trata de un diálogo de la película Breeze, dirigida por Clint Eastwood en el año 1973. Es una película inusual en la filmografía del, en ese momento, inaugurado en la dirección actor rudo, seco y de mirada taxativa. Es una película que marca muy bien una época. Es la historia de amor de un señor entrado en años, hosco, inmerso en el negocio de las bienes raíces, en la cima de una solitaria y fastuosa casa en Los Ángeñes y una chica muy joven, expresión del arquetipo hippie, espontánea y desenfadada. Es una relacion con una brecha etaria enorme y, más importante, un abismo cultural y generacional. Es esa tensión lo que alimenta la película. Me parece muy elocuente que PTA haya elegido dicha pelcula y pareciera ser, al mismo tiempo que una escena donde se caracteriza al personaje de Alana en su funámbula búsqueda de identidad, un comentario sobre el tema mismo de la película.
En Licorice Pizza también tenemos una relación donde la diferencia de edad es fundamental. En este caso se invierte y es ella la que supera en una década al chico que, audaz y confiado, la invita a salir en la primera secuencia. Tenemos un vínculo donde el está muy maduro para su edad y ella está reacia a salir hacia la adultez; no tiene planes y no sabe que le gusta tampoco. Esa indecisión de ella y esa determinación de él se terminan imbricando en una dialéctica vital donde confluye la inquietud que habita en el umbral de la adultez.
Pero como estamos ante una gran película, lo más importante no es tanto la historia contada, sino la califragía cinematrográfica utilizada para narra la inquietud, la vitalidad y desesperación del amor y la juventud. La vitalidad es expresa a través de una preponderancia de alambicados mas desapercibidos movimientos de cámara. Los plano secuencia abundan al igual que los travelling laterales. La cámara no para de moverse. Sin embargo, a diferencia de la primera etapa de PTA, donde podriamos ubicar Boogie nights, Magnolia y Punch drunk love, donde la puesta en escena alambicada es mucho más modernista y anfetamínica, en la segunda etapa donde se incluiría el resto de su obra, tenemos una puesta en escena mucho más clásica donde los principios construtivos están invisibilizados. Podríamos decir que tenemos una transición a un cada vez más elegante clasicismo en la filmografía de PTA. Cada encuadre está pensado al detalle, los movimientos de cámara estám al servicio de los personajes y de sus acciones, al igual que la música, donde se nota la experiencia de PTA en el mundo de los videoclips.
En fin, es una película fresca y vital. Donde los personajes están caracterizados de manera sutil y en concéntrica profundidad. Los personajes secundarios son brillantes y están al servicio de espesar y colorear el vinculo romántico de los protagonistas. Con los secundarios la pareja protagonista pasan por el riesgo, la estupidez y la cobardía y son esas subtramas los que apuntalan sus decisiones y la determinación de su voluntad.
En Licorice Pizza también tenemos una relación donde la diferencia de edad es fundamental. En este caso se invierte y es ella la que supera en una década al chico que, audaz y confiado, la invita a salir en la primera secuencia. Tenemos un vínculo donde el está muy maduro para su edad y ella está reacia a salir hacia la adultez; no tiene planes y no sabe que le gusta tampoco. Esa indecisión de ella y esa determinación de él se terminan imbricando en una dialéctica vital donde confluye la inquietud que habita en el umbral de la adultez.
Pero como estamos ante una gran película, lo más importante no es tanto la historia contada, sino la califragía cinematrográfica utilizada para narra la inquietud, la vitalidad y desesperación del amor y la juventud. La vitalidad es expresa a través de una preponderancia de alambicados mas desapercibidos movimientos de cámara. Los plano secuencia abundan al igual que los travelling laterales. La cámara no para de moverse. Sin embargo, a diferencia de la primera etapa de PTA, donde podriamos ubicar Boogie nights, Magnolia y Punch drunk love, donde la puesta en escena alambicada es mucho más modernista y anfetamínica, en la segunda etapa donde se incluiría el resto de su obra, tenemos una puesta en escena mucho más clásica donde los principios construtivos están invisibilizados. Podríamos decir que tenemos una transición a un cada vez más elegante clasicismo en la filmografía de PTA. Cada encuadre está pensado al detalle, los movimientos de cámara estám al servicio de los personajes y de sus acciones, al igual que la música, donde se nota la experiencia de PTA en el mundo de los videoclips.
En fin, es una película fresca y vital. Donde los personajes están caracterizados de manera sutil y en concéntrica profundidad. Los personajes secundarios son brillantes y están al servicio de espesar y colorear el vinculo romántico de los protagonistas. Con los secundarios la pareja protagonista pasan por el riesgo, la estupidez y la cobardía y son esas subtramas los que apuntalan sus decisiones y la determinación de su voluntad.
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