La última moda en lo referente a películas de superhéroes, parecía ser no sólo regalar nuestros sentidos con fuegos de artificio, sino de imbuir de un trasfondo más complejo personajes que no sólo demostraban tener ciertos poderes extraordinarios, sino que enriquecían la historia con su propia historia interna.
Lobezno, es más superficial, vuelve a ser el superhéroe de toda la vida, adornado con las últimas tecnologías.
Personalmente no pido más a esta clase de películas, siempre voy con la mentalidad de ver un mero espectáculo, con el stand by activado, y sin expectativas de pensar demasiado, para que no me duela. En este aspecto, me voy contento, no me decepcionó, sin embargo...
Sin embargo, cuando has probado otras cosas, las comparaciones son inevitables y los heurísticos activados en mi cabeza por recientes películas de este género hacen su trabajo, y me dicen falta algo. Hace tiempo esto no me hubiera pasado, pero hoy sé que alguien con garras y capacidad autoregeneradora, puede ser algo más que lo que muestra en la película. Hoy sé que el espectáculo y las buenas historias no tienen porqué están reñidas. Personalmente creo que se le podía haber sacado más partido, pues al fin y al cabo guarda ciertas semejanzas con esos personajes atormentados que nos han dejado ver la otra cara de los héroes.
Como espectáculo sobresaliente, como historia, pasable.